Julio López
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Lohana Berkins: una mariposa en un mundo de gusanos capitalistas.
Por Zula ((i)) - Friday, Feb. 05, 2016 at 2:12 PM
zula(arroba)riseup.net

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Conocí a Lohana luchando contra la modificación del código contravencional. Nos reuníamos antes de cada sesión en la trinchera que era el despacho de Patricio Echegaray en la legislatura, donde Lohana trabajaba como administrativa. Ahí me contó sobre la anécdota del baño. Como corresponde ella utilizaba el baño de mujeres pero eso, sumado a su elección de género, era una trasgresión difícil de soportar para tantx travestofobico que transitaba por la legislatura porteña. Pero ella, con su resistencia, consiguió que ese hecho se convirtiera en algo natural. Así era Lohana, ninguna lucha era pequeña. Su maravilloso sentido del humor hacia una anécdota graciosa de la más terrible. Era su modo de resignificar la difícil vida que le toco vivir. Verla me producía alegría y me dibujaba una sonrisa. Cada vez que me cruzaba en alguna marcha me gritaba: “ahí viene Zula y su diáspora”, nunca entendí por qué lo decía pero me encantaba

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Otro momento que recuerdo fue en el 2003, mi primer Encuentro de Mujeres, allí estaba Lohana luchando por el aborto legal cantando con su vozarrón en la cara de las católicas: “saquen sus rosarios de nuestros ovarios”. Pero también era un ser humilde y a veces tímida. Un día la cruce, cuando ella iba a recibir un reconocimiento en la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, comenzamos a charlas y apareció una cámara, ella me susurro al oído: “acompañame” y me agarro del brazo y juntas caminamos por la angosta vereda, mientras nos filmaban de frente. Creo que después vi esas imagen en un documental que no recuerdo su nombre.

Y el momento más intimo pero no menos político fue, lugo de una movilización en el Congreso, había un viento helado, nos sentamos en un banco de la plaza y ella me contó sobre su enfermedad y yo sobre la mía. Entre las dos nos dimos fuerza, mientras nos cobijábamos del frío.

De Lohana aprendí muchas cosas pero la más importante es la alegría de la lucha, mí querida amiga te voy a extrañar, una parte de mi historia se va con vos. Me hubiera gustado abrazarte por ultima vez…pero no pudo ser. Hasta la Victoria siempre! Volá mariposa!

Buenos Aires: Acampe travesti + Buenos Aires: Acampe travesti (1)

Lohana Berkins: “Somos las hermanitas más pobres del movimiento”

Lohana Berkins y la personeria juridica a ALITT

Otro mundo es posible: Cooperativa de trabajo Nadia Echazú

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Gracias
Por Nicolas - Friday, Feb. 05, 2016 at 6:08 PM

Gracias Zula. Hermoso titulo. Vamos a extrañar mucho a esta Lohana.

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error
Por Nicolas - Friday, Feb. 05, 2016 at 6:09 PM

"Vamos a extrañar mucho a este ser, hasta siempre lohana."
quise decir

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Una vida que abrió caminos
Por de páginak12 - Saturday, Feb. 06, 2016 at 4:14 PM


Pudo sobreponerse a su dura historia personal y convertirse en una dirigente travesti que batalló por los derechos de las personas trans y terminó reconocida en muchos otros ámbitos. La Ley de Identidad de Género fue uno de sus logros más importantes.

Por Mariana Carbajal

Corajuda y divertida, solidaria y comprometida. Católica muy creyente. Querible. Muy querible. Así era Lohana Berkins, la gran activista travesti y feminista, que ayer murió en el Hospital Italiano, donde hacía varios días estaba internada, con un cuadro grave. Pionera. Luchó por los derechos de las personas trans, pero enlazó transversalmente esa lucha con otras: contra las violencias de género, por la legalización del aborto, contra la prostitución como un trabajo. Llevaba en su cuerpo las marcas de la discriminación, del atropello policial, de la explotación sexual, de un Estado que hasta hace pocos años expulsaba a los márgenes a quienes, como ella, elegían una identidad de género que no coincidía con el nombre inscripto en su DNI. Venía de una familia de clase media, salteña, con un padre militar, una madre boliviana y 12 hermanos, de donde fue echada a los 13 años. Su papá le dijo que se hacía bien hombre o se iba. Y se fue. Con su trayectoria, deja un enorme legado de reivindicaciones para el colectivo trans, con la Ley de Identidad de Género, sancionada en 2012, como gran mojón. Ayer fue despedida en la Legislatura porteña, con honores, por la comunidad LGBTT y de mujeres, por referentes de la política, por sus afectos. A pedido de ella, sus restos serán llevados a su Salta natal.

Tenía un diagnóstico de hepatitis C que se complicó con la aparición de un tumor. Sabía que no tenía chances de ganar esa batalla y se fue despidiendo de su gente más cercana. El jueves, a través de su amiga y militante trans Marlene Wayar, envió el siguiente mensaje: “Queridas compañeras, mi estado de salud es muy crítico y no me permite reunirme personalmente con ustedes. Por eso quiero agradecerles sus muestras de cariño y transmitirles unas palabras por medio de la compañera Marlene Wayar, a quien lego esta posta. Muchos son los triunfos que obtuvimos en estos años. Ahora es tiempo de resistir, de luchar por su continuidad. El tiempo de la revolución es ahora, porque a la cárcel no volvemos nunca más. Estoy convencida de que el motor de cambio es el amor. El amor que nos negaron es nuestro impulso para cambiar el mundo. Todos los golpes y el desprecio que sufrí no se comparan con el amor infinito que me rodea en estos momentos. Furia Travesti Siempre. Un abrazo”. Su despedida se replicó ayer por las redes sociales.

Desde la Oficina de Identidad de Género y Orientación Sexual, del Observatorio de Género en la Justicia de la Ciudad, que encabezaba desde su creación, en 2003, estaba terminando una investigación sobre el acceso a la Justicia de las personas trans y otra sobre sus detenciones arbitrarias, por vestir prendas femeninas, a lo largo de la historia. Quería exigir al Estado un resarcimiento por la violencia policial sufrida sistemáticamente por tantas travestis. Ella misma había conocido desde su juventud la brutalidad policial, por el solo hecho de ser travesti.

Lohana siempre abrió caminos. Y dio abrazos. Contaba que nació sintiéndose mujer, que desde muy pequeña creía que lo era, que pensaba que con su cuerpo había algún error que sería solucionado más adelante. Recordaba que en su infancia pedía juegos de niñas para las fiestas y que cuando entró a la escuela primaria, empezó a sentir la discriminación del sistema educativo hacia las personas trans: quería formarse en la fila de nenas, pero la ponían en la de varones y ella se plantaba en el medio de ambas, buscando desde entonces su lugar en el mundo. Se fue a los 13 años de su casa, con el ultimátum de su papá, quien había sido militar de joven y terminó como empleado en YPF. Era un niño afeminado y se refugió primero en lo de una tía. Más tarde llegaría a lo de una conocida madama de Salta, de la mano de quien conoció la vida prostibularia. Ya vestía ropas femeninas. Allí empezaría a llamarse Lohana, tomando el nombre de su madre Ana.

De la capital norteña llegó a la ciudad de Buenos Aires en los duros años de la dictadura militar, como tantas travestis expulsadas de los pueblos del interior. Contaba que al principio no encontraba hoteles que admitieran travestis y de noche hacía la calle y de día simulaba ser una turista durmiendo en la plaza del Obelisco.

Lohana solía recordar que a ella la salvó el feminismo. En una reunión que un grupo de antropólogas hacía en el barrio de Flores, empezó a conocer palabras como “opresión”, “patriarcado”, “diferente”. Participó en varios grupos de estudio, entre ellos Ají de Pollo, donde se formó analizando y discutiendo textos fundamentales. Se sumó a la Asociación de Mujeres Meretrices Argentinas (Ammar). Y luego en una Marcha de Orgullo Lesbo/Gay descubrió la Asociación de Travestis Argentina y sintió que ese espacio la representaba mejor. Casi a mediados de los 90, fundó su propia organización, la Asociación de Lucha por la Identidad Travesti y Transexual (Alitt). Y en la lucha por su personería jurídica llegó hasta la Corte Suprema de la Nación, que en 2006 avaló su reclamo: antes, la Inspección General de Justicia (IGJ) se había negado a registrarla por considerar que su objetivo social era “contrario al bien común” y esa postura discriminatoria llegó a contar con el visto bueno de la Cámara Civil.

El fallo de la Corte Suprema fue un gran logro. Pero no el primero. A comienzos de 2001, se inscribió en la Escuela Normal N 3 para cursar la carrera de Magisterio, pero notaba que cuando los profesores pasaban lista, no la nombraban. “Falto yo, Lohana Berkins”, decía ella, al final del ritual, cada jornada. Hasta que un día arrebató la lista y descubrió que su nombre de varón seguía allí. Nadie se había tomado la molestia de corregir y anotar lo que ella siempre contestaba “Lohana Berkins”. Cuando faltaba más de una década para la sanción de la Ley de Identidad de Género –y seguramente ni ella soñaba con su aprobación– denunció esa discriminación en la Defensoría del Pueblo de la Ciudad, y consiguió una recomendación, que avaló su reclamo: que la llamaran por su nombre elegido. Esa resolución fue el germen que derivó luego en dos decretos del Ejecutivo porteño, por entonces a cargo de Aníbal Ibarra, para que se respetara el nombre elegido de las personas trans en todo el sistema educativo y de salud de la Ciudad.

Lohana siguió abriendo caminos. Luchó contra los edictos policiales que criminalizaban a las travestis por el solo hecho de serlo. Fue asesora del legislador del Partido Comunista Patricio Echegaray, y se convirtió así en la primera travesti con un trabajo estatal. Desde ese lugar, recordaba, educó a los empleados de la mesa de entradas de la Legislatura a nombrar por su nombre elegido a las personas trans que la iban a visitar. Cuando la filósofa feminista Diana Maffía asumió en 2003 como diputada de la Ciudad, la nombró como asesora en temas de Derechos Humanos, Garantías, Mujer, Niñez, Infancia y Adolescencia, y desde allí volvió a correr los muros y logró que el entonces vicepresidente primero de cuerpo, Diego Santilli, del PRO, le firmara el contrato con su nombre elegido y así figurara también en la cuenta bancaria. Como siempre, Lohana no se quedó con su triunfo personal y fue por más: consiguió que la Legislatura aprobara la ley del nombre para que se respetara la identidad de género en la administración pública porteña. Maffía la elegiría luego para acompañarla como funcionaria en la Oficina de Identidad de Género y Orientación Sexual, que actualmente dirigía.

En su trayectoria, figura también una candidatura a diputada nacional por una agrupación de izquierda. Y la publicación de dos libros fundamentales para la visibilización de la situación de la comunidad travesti en la Argentina: La gesta del nombre propio, que coordinó con Josefina Fernández, y se editó en 2005, y Cumbia, copeteo y lágrimas, de 2007, que compiló, y acaba de reeditar Ediciones Madres de Plaza de Mayo. Entre los datos que revela en esas investigaciones, uno de los más impactantes es la expectativa promedio de vida de las travestis, que ronda los 30 años. En ese mapa federal del colectivo trans encontró que el 73 por ciento no había terminado la educación obligatoria, el 81 por ciento vivía de la prostitución y el 82 por ciento había sufrido violencia policial.

Era abolicionista, se oponía a considerar a la prostitución como un trabajo. Y en la búsqueda de alternativas a ese destino que parecía ineludible para sus compañeras de vida, Lohana fundó en 2008 la Cooperativa Textil Nadia Echazú, que funciona desde entonces en Avellaneda, y se convirtió en el primer emprendimiento laboral gestionado y administrado por personas trans, que venían en su mayoría de la explotación sexual. Ese proyecto fue replicado en los últimos años en otros lugares del país.

En 2010 conformó el Frente Nacional por la Ley de Identidad de Género, una alianza de más de quince organizaciones que impulsó la sanción a nivel nacional de una ley que garantizara la adecuación de todos los documentos personales a la identidad de género vivida y al nombre elegido por las personas y el acceso a tratamientos médicos de quienes soliciten intervenciones sobre su cuerpo. Fue aprobada por el Congreso en 2012. La ley despatologizó las identidades trans, y permitió que en sus primeros tres años de vigencia, más de cuatro mil personas pudieran cambiar su DNI, incluida Lulú, la niña trans que a los 6 años consiguió también la inscripción con su nombre elegido.

Al finalizar una entrevista que le hizo hace tres años en su ciclo “Historia Debidas”, por Canal Encuentro, la periodista Ana Cacopardo le mostró una foto suya y le preguntó. “Esa Lohana. ¿qué te diría?”. Y ella respondió:

“Yo creo que me diría qué largo camino que hemos recorrido. Yo creo que la abrazaría y lloraríamos juntas. No sé cuáles serían sus lágrimas, y cuáles mis lágrimas. Pero sí sé que lloraríamos hasta cansarnos. En ese mismo parque nos abrazaríamos y lloraríamos. En el parque San Martín donde yo empecé a prostituirme. Después nos mataríamos de risa, y... ¡Divina! Irnos a la peatonal así, divina!”.

Lohana se fue ayer. Pero su memoria guiará siempre, como faro incandescente, la lucha de los derechos humanos de todas las personas en el país. Hasta la victoria...

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El lugar de Lohana

- Alba Rueda, activista trans: “Lohana nos mostró el horizonte donde era posible vivir el derecho a la identidad, nos encontramos en la calle y en la lucha contra todas las violencias, porque ella estaba para defendernos a todos y a todas. La militancia también nos marcó porque la lucha no es solo en la calle sino también en los lugares donde se disputa el poder. Ella nos enseñó a militar, incluso de manera partidaria, nos enseñó a pensar que la pelea no es solo cuerpo a cuerpo sino también en los espacios donde se disputa el poder. Ella nos enseñó a pensarnos como sujetos políticos, nos dejó aprendizajes concretos y reales. Nos deja huérfanos en la militancia pero con un legado de inteligencia, humor y con el compromiso de seguir peleando. Se va en un momento difícil para el país y a pocos meses de la pérdida de Diana Sacayán, pero nuestra lucha sigue por el aporte de que las dos hicieron por conquistar derechos”.

- Estela Díaz, secretaria de Género de la Central de Trabajadores de Argentina: “Imprescindible. Lohana era alguien que uno no puede resignarse a pensar que ya no esté. Se va en un momento muy particular de Argentina, donde necesitamos muchas figuras como ella, que es una líder no solo por las discusiones de género, sino también por las de trabajo. Ella fue una pionera en reivindicar la importancia del trabajo digno para las personas trans; desde esa perspectiva ella era una referente en todo lo que tiene que ver con el mundo sindical. De sus muchas conquistas rescato el lugar que le hizo a las compañeras trans dentro del feminismo, que al principio no las aceptaban. Gracias a Lohana, que fue la primera en participar de los Encuentros nacionales de mujeres, hoy muchas otras trans participan de esa reunión fundamental para el movimiento feminista. Es una injusticia que se vaya tan pronto, con tanto para dar. La vamos a recordar con humor, con ironía y con la alegría de la militancia que la caracterizaba”.

- María Rachid, legisladora porteña por el FpV, secretaria de la Mesa Nacional por la Igualdad y de la Federación Argentina LGTB: “Lohana fue una pionera en su lucha. Estaba al pie del cañón por todos, no solo por las compañeras trans. Una conquista enorme fue su diálogo con los movimientos feministas, que no eran permeables a militar junto a las personas trans. Ella identificaba que, junto a las feministas, había un enemigo común, que era el patriarcado. En ese sentido, una de sus preocupaciones más grandes fue que lucháramos juntas y ella logró sensibilizar a estos sectores y fue ganándose espacios para ella y para todo el movimiento trans que aportaron a todos los debates de cuestiones de género”.

- César Cigliutti, presidente de la Comunidad Homosexual Argentina: “Lohana era una amiga desde hace décadas, desde cuando estábamos con Carlos Jáuregui, con quien vivimos el origen y la carrera de Lohana. Más allá del afecto y el cariño que nos teníamos, su historia es una de esas historias que quedan, una de esas luchas que permanecen, que enriquecen a todos nuestro movimiento, porque fue una persona como las que hay pocas. Ella fue una militante que siempre estuvo a la altura y se dedicó a crecer. Para ella, como para el resto de las compañeras travestis, el camino fue más difícil que para los gays y las lesbianas, ellas iban presas día de por medio, y parte de su legado fue conseguir que las luchas las diéramos juntos. Fue una gran dirigente y me reconforta mucho saber que nos acompañamos desde el comienzo”.

- Francisco Quiñones, codirector del Bachillerato Popular Trans junto a Vida Morant: “No podría definirme sin nombrar a Lohana. Ella transformó las cabezas de todos y todas. Nos hizo volver a pensarnos desde nuestros lugares de privilegios. Cuando le pregunté si existían escuelas como el Mocha Celis me dijo que no, que había que fundarla. Y lo hicimos. Gracias a su impulso y a la gran transformación que generó en nosotros nació el bachillerato, con la idea de que las travestis lleguen a la universidad. Su trabajo fue incansable y creo que no ha tenido todo el reconocimiento que merece. En sus últimos días, superlúcida, nos seguía dando indicaciones, nos decía que este es el momento de profundizar la lucha, de estar alerta para no perder los derechos conseguidos, que los vamos a defender porque su legado fue enorme”.

- Florencia Gemetro, integrante de Lesmadres: “Todos estamos en verdad profundamente tristes con la noticia de su muerte. Lohana Berkins fue no sólo una compañera de lucha sino una amiga entrañable. Nos conocimos en los 90. Ella fue una aguerrida luchadora por los derechos de la comunidad LGBT, por los derechos de las mujeres y por los derechos humanos en general. Recuerdo cuando salíamos a la calle a exigir juicio y castigo a los genocidas de la última dictadura. Tengo que decir que luchó como nadie en esos años y hoy más que nunca su lucha debe estar presente en todos nosotros, por lo que no hay que bajar los brazos. Debemos resistir y defender todo lo que hemos conseguido. Lohana ha vivido la lucha de todos nosotros. Y en su memoria viviremos.”

- Josefina Fernández, antropóloga: “Cuando supo que el cuadro era irreversible, tuvo la conciencia suficiente como para entregar su legado político a Marlene Wayar. Y empezó a organizar su propia despedida, quiso que su sepelio se llevara a cabo en la Legislatura con la bandera del partido, no quería lágrimas y hasta el último momento tenía la fantasía de poder zafar. Transformó el hospital donde estuvo internada en una verdadera romería. Los doctores que la atendían finalmente le quitaron la medicación y la dejaron ir a su casa a comer empanadas con sus compañeras. Como dirigente era impresionante, todo lo aprendí de ella: sus convicciones, sus ansias por un mundo mejor, sus discusiones con el feminismo. Asumió la bandera a favor de la despenalización del aborto, en contra de la violencia de género y hasta luchó por la raza, puesto que era de origen boliviano. Si bien al principio a su familia le costó asimilar su opción, todo este tiempo también estuvo muy acompañada por su sobrina –a la que adoraba– y sus hermanas.”

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Las frases de la lucha

- “Nosotras en realidad no somos travestis, somos transexuales. Un travesti es un hombre que se viste de mujer o una mujer que se viste de hombre, sin transgredir su propio género. Pero nos gusta usar la palabra travesti políticamente, por todas las compañeras que murieron. Además, la palabra ‘travesti’ suena más divertida. En esta sociedad que te obliga a definirte como hombre o como mujer, yo digo: ‘soy travesti’.”

- “Cuando entendí que la prostitución no sólo dependía de mí, no la había inventado yo, sino que era un sistema mucho más perverso y más fuerte, en el que yo estaba inmersa. Cuando empecé a plantearme esas cuestiones desde la perspectiva de los derechos humanos. Y por todo el siniestrismo que viví en la prostitución, porque sería el relato más amargo de nuestras vidas, lleno de dolor, de muerte, de ausencia, de violencia sobre nuestros cuerpitos. Primero luchar para cambiar mi propia vida, porque la prostitución no es una cuestión que yo desee para nadie. Pero si la elegís, la estás eligiendo, aun así que puedas poner condiciones dentro de esa elección: que no te encarcelen, que no te cobren coima, que no te exploten.”

- “Si bien creo que hay que aggiornar el abolicionismo, soy absolutamente abolicionista. La recuperación del cuerpo es uno de los actos más fuertes de libertad. Eso me hizo acercarme, declararme y ser.”

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Compañera, amiga, cómplice

Por Marta Alanís *

Fue admirada como líder, como hacedora de cambios, como impulsora de luchas, como brillante oradora que persuadía a las mismas piedras, pero fue amada por su familia, por sus amigxs y por tanta gente que la amaba porque a pesar de tanto sufrimiento nunca fue una persona resentida. Compartí con ella momentos felices y otros, donde la discriminación feroz a su condición travesti tanto de machos como de feministas pretendía expulsarla de espacios de mujeres y yo ponía mi cuerpo disimuladamente y mi presencia a su lado, como un escudo. Eso pasó en el Encuentro Nacional de Mujeres en Mendoza, cuando hicimos una reunión de feministas y fue discriminada: como impulsada por un instinto trava, me levanté y me paré a su lado, otras lo hicieron y logramos bajar la actitud. Recuerdo también un Encuentro Feminista en México, donde las travestis fueron cuestionadas y humilladas y yo lo único que hacía era abrazar a Lohana y a otras y se sumaban compañeras para imitar el gesto y parar la intolerancia.

Muchos días y horas escuché sus relatos de niña y me maravilló su fuerza, su capacidad, su claridad, su inteligencia y su amor.

Pude verla en estos días y despedirme. Ella me llamó. Respiré profundo varias veces y entré a la sala, ella con voz tenue y entrecortada me transmitió su diagnóstico y que no tenía solución, que nada podía hacerse y que estaba en el final.

Le dije que no hablara, que me dejara hablar a mí y hablé, un poco fuerte mi voz, y le recordé todo lo que logró, toda la admiración y sobre todo el amor que le tenía tanta gente, que podía partir en paz, que todxs partiremos temprano o más tarde. Y me dijo que estaba en paz y que no se olvidaría de los momentos felices, de lindos momentos, las travesuras, las comidas compartidas. Le pedí que durmiera y descansara. Ella era una persona de fe y supe que le escribió una carta al papa Francisco pero nunca recibió respuesta, ella como católica no quería ser discriminada en la Iglesia. Vivió la discriminación eclesial cada vez que moría una mujer travesti.

Mujer travesti de convicciones, fuerte, amorosa, frágil, inteligente y comprometida con todas las causas. Vivió humildemente y a veces con privaciones porque ayudaba a sus pares. Pero es la persona que más me enseñó sobre prostitución, sobre el mundo trava, sobre discriminación y fue la persona con la que más disfruté la vida y me he reído hasta desfallecer, llorábamos de la risa por mil motivos y cuando salíamos a caminar parecíamos dos locas llevadas por el viento con nuestros cuerpos grandes que nos reíamos por la calle porque la vida nos hacía felices, sobre todo los últimos doce años, donde nos convencimos juntas de que nunca jamás ni un paso atrás. No puedo imaginar las marchas, los encuentros, las reuniones, la vida misma sin Lohana. Compañera de lucha, amiga entrañable, cómplice siempre, solidaria, lúcida, crítica y llena de humor hasta en el momento último de la despedida.

* Católicas por el Derecho a Decidir.

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Lohana
Por valeria - Wednesday, Jun. 29, 2016 at 2:20 PM
noesigualnodaigual@jusbaires.gob.ar

Estuve leyendo los hermosos comentarios y notas sobre la querida Lohana, estoy trabajando en una muestra homenaje que se realizará en su nombre, quisiéramos tomar contacto para invitarlos a participar!
Cariños!

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