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Argentina vuelve al mercado de crédito mundial
Por Julio Gambina -
Tuesday, Feb. 09, 2016 at 4:31 PM
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Las
reservas internacionales del BCRA crecieron en 5.000 millones de dólares el último
día de enero del 2016, derivados de un crédito de la banca externa.
Transitoriamente, solo un día, las reservas estuvieron por encima de
los 30.000 millones de dólares (30.074), ya que el 1 de febrero ya estaban en
29.985 millones y el último registro baja a 29.892 para el miércoles 3 de febrero.[1]
Al asumir el gobierno de Mauricio Macri, las reservas en la contabilidad
del Banco Central acusaban 24.862 millones de dólares (10/12/2015). El incremento
se explica principalmente por esta expansión del endeudamiento externo, y solo
marginalmente por otras razones, caso de las liquidaciones de divisas de los
exportadores.
Las reservas pueden crecer por saldo comercial favorable; ingresos
por inversiones externas o préstamos internacionales y disminuyen por cancelaciones
de la deuda, salidas de divisas y remesas de utilidades al exterior.
Vale mencionar que el record de reservas se logró el 22 de junio del
2011, con 52.259 millones de dólares[2],
habiendo perdido reservas desde entonces y hasta el cambio de gobierno por 27.397
millones de dólares.
Bien valdría investigar las motivaciones de esas salidas de divisas,
especialmente cuando existen procesos judiciales que pretenden indagar sobre
delitos por usos de fondos públicos.
La muleta del ingreso de capitales externos
Un gran objetivo que se sustenta desde el gobierno y los sectores más
concentrados de la economía local pasan por superar los límites al ingreso de
capitales, especialmente del mercado de crédito internacional.
Era un propósito explícito de los principales candidatos en las elecciones
presidenciales de octubre del 2015, especialmente Macri, Scioli y Massa, y uno
de los motivos del primero y el tercero que llevaron a la Cumbre empresarial
de Davos.
La exclusión argentina del mercado mundial de créditos se deriva de
la continuidad del país en la situación de cesación de pagos y juicio con sentencia
en firme en Nueva York.
Por eso se retomaron las negociaciones en EEUU para cancelar la demanda
de los fondos buitres y al mismo tiempo suscribir un preacuerdo con bonistas
italianos que habían demandado a la Argentina ante el CIADI (Centro Internacional
de Arreglos de Diferencias relativas a Inversiones, ámbito vinculado al Banco
Mundial) luego de la salida de la convertibilidad a comienzos del 2002[3].
En el cierre de la primera semana de febrero se hizo la oferta concreta
de cancelación a todos los acreedores del default argentino.
El monto de la acreencia es por 9.000 millones de dólares y se hace
una oferta base a quienes no tienen sentencia judicial hasta el 1/2/2016 por
el capital original más un 50%.
A los buitres y los “me too” se les ofrece el 100% con una quita del
30% o del 27,5% si aceptan antes del 19/2. Se pagará algo en efectivo y con
bonos por un monto equivalente a 6.500 millones de dólares estiman en el Ministerio
de Economía de la Argentina.[4]
La negociación con los buitres y el acuerdo con los acreedores europeos
suponen mayores compromisos de deuda, es decir, acrecentamiento del stock de
deuda y mayores intereses a cancelar a futuro.
El resultado de estas propuestas actúa como una garantía de la voluntad
de pago, del mismo modo que durante el gobierno anterior se acordó renegociar
con el Club de París, o con Repsol por la expropiación parcial de YPF.
Es en este marco, que el gobierno de Macri logró vencer el obstáculo
y cerró un acuerdo crediticio con un conjunto de bancos transnacionales: HSBC,
JPMorgan, Santander, cada uno con 1.000 millones de dólares; el Deustche bank,
Citibank, BBVA y UBS por 500 millones de dólares cada uno. Son en total 5.000
millones de dólares.
La tasa de interés ronda el 7%, muy por encima de lo que logran otros
países en la región. Igual, el tema fue celebrado porque abrieron el canal de
ingresos de fondos externos para auxiliar la política económica. Se otorgaron
en garantía bonos del tesoro y se mantuvo la cesión de soberanía jurídica ante
algún incumplimiento del Estado Nacional.
No solo mejora las reservas para sostener las cuentas nacionales de
la economía argentina, sino que le permite al gobierno ejercer presión
sobre los acreedores para un acuerdo de pagos más rápido, según la oferta presentada
en Nueva York.
Sin ingreso de capitales, de riesgo o de préstamos, no es sostenible
el funcionamiento de la economía local, con un horizonte de estancamiento, desaceleración
o directamente recesión para el 2016 (ver previsiones del FMI)[5].
Necesitan la muleta del ingreso de capitales externos porque no existe
posibilidad de un crecimiento auto sustentado del capitalismo local.
Es resultado de la ausencia de estímulo al gasto privado o público,
por baja de poder adquisitivo de ingresos populares, principalmente salarios,
lo que impacta en la facturación de las empresas. Además, las condiciones internacionales
no favorecen la demanda externa, especialmente de Brasil.
Tampoco favorece la demanda pública, por el ajuste fiscal vía cesantías
o reducción del gasto (eliminación de subsidios que se transfieren a precios
de facturación).
Pero tampoco hay un horizonte de crecimiento de la inversión privada
o pública, especialmente cuando la preocupación de la política monetaria apunta
a sacar dinero de la circulación (39.541 millones de pesos menos de Base Monetaria
entre el 10/12/15 al 3/2/16)[6].
Esta absorción de dinero realizada por el BCRA es además onerosa, vía
letras de endeudamiento, con tasas del orden del 30% que restringen aún más
la posibilidad de destinar recursos con destino al gasto social. Es coherente
con una política monetaria de “metas de inflación” orientada a restringir la
circulación de dinero para frenar la escalada de precios.
El horizonte es de más deuda pública y externa
Si las perspectivas de evolución de la economía no provienen ni del
consumo, ni de la inversión, lo único que resta es el endeudamiento público,
con la intencionalidad de habilitar nuevas rondas de deuda externa para el sector
público y el privado.
La Argentina reitera así el camino del recurrente endeudamiento externo
y sin cerrar antiguas historias de investigación de la eterna deuda.
El Parlamento organizó una Comisión para la investigación de la Deuda,
que no emitió su informe final[7]
y que nunca tuvo voluntad de auditar seriamente la situación del endeudamiento
desde 1976, tal como convocaba la llamada ley de pago soberano que en septiembre
del 2014 formuló la propuesta de una Comisión para la investigación.
El gran endeudamiento se inició hace 40 años bajo la gestión de la
dictadura genocida, creció en tiempos constitucionales, especialmente en la
última década del siglo pasado.
La experiencia histórica nos dice que el endeudamiento externo es un
mecanismo de potenciación de la dependencia y que hipoteca la economía local,
convocando reiteradamente a procesos de cancelación indefinida de pagos, postergando
insatisfechas necesidades sociales y alentando nuevas rondas de sometimiento
a los acreedores internacionales.
Existe una demanda social para la investigación de la deuda pública
y mientras tanto proceder a la suspensión de los pagos que ya es un derecho,
y sigue siendo una consigna y motivo de lucha social junto a otras agresiones
económicas derivadas de la política del gobierno Macri.
juliogambina.blogspot.com.ar/2016/02/argentina-vuelve-al-mercado-de-credito.html