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Gabriela Borrelli en Radio FLIA
Por Radio FLIA – Red Eco - Friday, Mar. 18, 2016 at 10:05 AM

Jueves 17 de Marzo de 2016 | El viernes 11 de marzo fue invitada a ser parte del programa de Radio FLIA, que se realiza en los estudios de FM La Tribu, la locutora, periodista y crítica literaria Gabriela Borrelli. En diciembre del año pasado publicó “Océano”, su libro de microrelatos que mezcla su propia historia familiar narrada poéticamente con una intensa presencia del lenguaje. También fue conductora de “Poesía YA”, un programa de poéticas latinoamericanas, música y contenido filosófico que se transmitía por Radio Nacional.

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(Radio FLIA – Red Eco) Buenos Aires – El programa de radio “Poesía YA”, que conducía Gabriela Borrelli por Radio Nacional, fue un espacio que sufrió la censura del gobierno de turno, invisibilizando de esta forma un contenido cultural que podría llegar a todo el país. Por eso desde Radio FLIA quisimos dar cuenta de la censura que sufren en los distintos espacios de expresión las mujeres en general, la poesía, y que también sufre el lenguaje cotidianamente, pero que es una lucha simbólica que la ejercemos día a día en los distintos espacios de proposición y resistencia.  

Radio FLIA (RF): ¿Qué estás leyendo ahora?
Gabriela Borrelli (GB): Hoy recibí el último libro de Sylvia Molloy, “Vivir entre lenguas” (2016, Eterna Cadencia) y lo quiero leer. El título es sugestivo porque ella vive en tres lenguas, inglés, francés y castellano. Fue Sylvia Molloy la que hace muchos años escribió  “En breve cárcel” (2012, Fondo de Cultura Económica), una ficción sobre un triángulo lésbico increíble.
También estoy  leyendo un libro que intenta plasmar costumbres santafesinas y parte desde la cerveza, se titula “Historia oral de la cerveza” (Editorial Municipal de Rosario) y el autor es Francisco Bitar.

RF: ¿La persona que lee mucho, inevitablemente escribe?
GB: Creo que es tan importante y tan creativo leer un libro como escribirlo, pero aún hoy sigue siendo más prestigioso editarlo. La actividad lectora es absolutamente creativa porque se puede lograr un gran recorrido. Ser lectora es mi actividad principal y es de lo que estoy más orgullosa. Además, creo que el libro no deviene como rebalse de la lectura, sino como una necesidad de trabajo expresivo.

RF: De la categoría “libros canonizados”, ¿cuáles no leíste?
GB: No terminé “En busca del tiempo perdido” de Proust, tampoco leí Moby Dick ni el Martín Fierro. Lo que me apasionó dentro de la literatura gauchesca fue Lucio V. Mansilla, Eduarda Mansilla y Juana Manso.

RF: ¿Cómo ordenas tu biblioteca?
GB: De una forma muy caótica. Una de las paredes está llena de libros de poesía porque es lo que más leo, en otra están los de novela, crítica y literatura italiana. Los ordeno por tema aunque me gustaría por orden alfabético.

RF: ¿Pensás que hoy está muy presente la idea de que muchas personas escriben para publicar?
GB: Publicar un libro, actualmente, sigue colocándote en un lugar social superior frente a aquella persona que no lo escribió. Es muy frecuente encontrarnos con poetas que le gustan ser más poetas que la poesía, o que escriben para publicar, leer en ciclos o para ser alguien.

“Sin guantes no es posible andar en moto en julio. Se congelan las manos y el corazón. Uso unos de cuero negro, livianos y cálidos. Son de los objetos más útiles que conozco. En julio de 1952 mi nona se casó por civil con esos guantes. Se los había regalado una prima, que insistía mientras se los daba ‘de cabretilla, son de cabretilla’. Se quedó pensando, no había escuchado nunca esa palabra. Pero estaban en sus manos en ese invierno argento mientras firmaba en un enorme cuaderno su estadía en esta tierra al lado de un hombre de sus tierras. No hubo nada blanco, ni un Dios, ni una iglesia. Ni flores ni arroz. Un anillo, los guantes y un almuerzo con pasta al bacalao.
Negros, los guantes eran negros. Aún lo son”.

RF: Contanos de qué se trata lo que acabas de leer…
GB: Es un fragmento de mi libro “Océano” (2015, Lamas Médula) que fue publicado en diciembre del año pasado. Es un conjunto de microrelatos que cuenta cómo llegó mi abuela a Argentina sin hablar una sola palabra en castellano y de cómo yo después fui a Italia con la idea de querer encontrarme con su lengua. La aproximación entre estas dos lenguas es a la vez un desencuentro porque interviene el lenguaje subterráneo que impidió la comunicación.

RF: Justamente, en el programa de hoy queríamos ahondar en la relación entre lenguaje y su censura. Tu libro muestra esas limitaciones del lenguaje desde tu historia familiar al contar cómo las dos quedan atravesadas por el momento en el cual se rompe o se pierde esa lengua…
GB: Mi nona es una persona que está muy presente en mi vida pero me desconoce totalmente, yo también en cierto sentido no la conozco a ella porque es muy difícil pensar una vida atravesada por la guerra y el hambre. Creo que hay lenguas que se tejen y se van formando al calor de la experiencia pero el habla es muy ineficaz para transmitir ese pensamiento. La sangre o la cercanía no habilitan una lengua. El libro comienza diciendo “Una patria es una lengua”, pero me parece que es más que una patria, porque si lo llevamos al presente, este nuevo gobierno quiere desprenderse totalmente de la historia del país y pretende crear nuevas palabras y eso a mí me parece fatal porque inevitablemente estamos atravesados por una historia y por una lengua.

RF: Es cierto lo que decís porque hace meses atrás te podíamos escuchar en el aire radial en tu programa de poesía. ¿Qué importancia tiene para vos la difusión de la poesía y qué implica su posterior censura?
GB: La poesía es más democrática que la novela y el cuento porque se requiere de poco tiempo de lectura, pero también está asociada a una idea de cierta sensibilidad necesaria para  poder leerla, cuando en realidad, su accionar poético es más democrático. A la poesía la encontramos en las pequeñas palabras cotidianas o en los recuerdos imperdibles porque se basa en el movimiento de la palabra accionando en el cuerpo. Me parece fundamental un programa de poesía porque es el atajo de la filosofía. Lamentablemente, hoy Radio Nacional está muy concentrada en replicar los contenidos de las radios comerciales, y de esta forma logra invisibilizar todo el contenido cultural que podría llegar a todo el país y que todavía no lo podemos encontrar en ninguna radio.

RF: Las políticas de este gobierno son muy cínicas porque no censura la expresión sino los espacios donde frecuentan estos contenidos…
GB: La radio pública censuró el programa de Liliana Daunes y lo reemplazó por un programa de mujeres. No es lo mismo un programa de mujeres que un programa feminista. El programa de Liliana también era un programa de poéticas latinoamericanas, de música y de discursos que no van a estar en otra radio. Es una lucha simbólica constante la que hoy estamos enfrentando porque a la radio pública se la traduce como “la radio de todos” y esto devela muchas cuestiones en relación a lo público porque ¿quiénes son “todos”?,  y en relación también al lenguaje porque reproduce la masculinización al incluirnos a “todos”.

RF: Creemos que espacios como La Tribu o como cualquier radio comunitaria siempre fueron y serán espacios de resistencia…
GB: Participé de Radio La Tribu en el programa “Temporada de chongos”. Me parece que es una radio que resiste a ciertos discursos hegemónicos, pero se trata, sobre todo, de un espacio propositivo porque propone una forma de ver el mundo y de hacer radio. También hay ciertos espacios como “Poesía YA”, un ciclo de lectores del que soy parte, en el que convocamos a que las personas que se acerquen ese día no lean su propia obra sino a otro. Es muy lindo lo que sucede durante el ciclo porque cada persona muestra realmente lo que quiere proponer y va contando el recorrido poético que hizo hasta llegar a ese autor. Para una compañera, la poesía es un espacio de resistencia y es cierto porque cumple una función de resistencia al orden establecido, pero creo que se trata aún más de una fuerza propositiva porque es un género que está presente incluso antes de ser escrito; Diana Bellesi decía que a la poesía, incluso, la podemos encontrar en las onomatopeyas de los bebés.  

RF: ¿Cómo ves la presencia de las mujeres escritoras en el mundo literario?
GB: Recuerdo que hace muy poco entrevisté a la gran cuentista y narradora Angélica Gorodischer, y ella dijo algo muy interesante: “Los escritores hombres no leen escritoras mujeres, en cambio, las escritoras mujeres leen a los dos”. En muchos lugares, tanto en la radio como en el periodismo, es muy común que las mujeres estén invisibilizadas o todos los espacios estén ocupados por varones. La respuesta de los hombres me parece muy triste cuando se debaten este tipo de cuestiones porque responden en defensa de su género ya que se sienten amenazados, en vez de dar lugar a la reflexión sobre lo que se sigue naturalizando y reproduciendo. Sin embardo, actualmente aumentó la cantidad de editoras y eso da cuenta de que hay ciertos espacios que se fueron ganando.  

RF: El hombre tiene la posibilidad de hablar de temas universales, en cambio, la mujer solo está apta para hablar de temas femeninos…
GB: Por eso tenemos que inventar nuevas palabras que nos definan. Culturalmente falta mucho, pero es una lucha en la que ya estamos y que disfrutamos hacerla porque le ponemos cuerpo y lo hacemos con placer.

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