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Aranguren, la felicidad de Rivadavia
Por Carlos del Frade - Monday, May. 09, 2016 at 9:00 AM

Publicado: 09 Mayo 2016 | (APe).- “Las minas de Famatina, situadas en la provincia de La Rioja, habían sido motivo de codicia y explotación desde los tiempos de coloniales de Felipe II, especialmente a través de los jesuitas. Existen en los archivos de Córdoba, provincia de la cual dependía La Rioja, abundante constancias de tales trabajos”, comienzan diciendo Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde en el siempre vigente libro “Facundo y la montonera”, publicado por Editorial Plus Ultra a fines de los años sesenta del siglo pasado.

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“Producida la revolución de mayo, el laboreo de las minas, que estaba a cargo de Diego Barrenechea, inteligente ex funcionario de la Ceca Imperial de Potosí, continúa activamente hasta que es detenido por intereses extraños. En las minas de Famatina se explotaba esencialmente oro y plata. Los trabajos metódicos se habían iniciado hacia 1804. En 1810 la junta gubernativa se fija en ellos y expide un reglamento por el cual las pastas obtenidas debían remitirse a Potosí, de donde regresaban acuñadas. Por cada marco, el precio sufría una rebaja de cuatro reales. Pero es probable que la reglamentación sólo se aplicara en la parte gravosa para los mineros, como señala Ricardo Caillet Bois”, siguen diciendo los autores citados.

“Recordemos que Mariano Moreno, en el famoso y controvertido “Plan Secreto de Operaciones”, había aconsejado la explotación por el estado de las riquezas mineras. En 1812, el triunvirato, por inspiración de Bernardino Rivadavia, dicta un decreto de concesión de privilegios a los particulares y compañías que beneficien el oro. En 1813, la Asamblea General Constituyente expide una ley, en forma de reglamento, para suplir la falta de mita en el mineral de Potosí, tendiente además a fomentar los otros yacimientos. Con ella se rebajó a treinta pesos el valor establecido para el quintal de azogue –metal blanco y brillante como plata, más pesado que el plomo y líquido a temperatura ordinaria- que era utilizado en el laboreo.

Pero señalemos que en esa Asamblea se proyecta, por primera vez, la explotación de las minas por capital extranjero”, dicen Ortega Peña y Duhalde. Aquel reglamento del 7 de mayo de 1813 dio origen al día de la minería nacional, según el actual calendario.

El 4 de diciembre de 1824, se formó en Buenos Aires la empresa “The Provinces of Rio Plata Mining Association”, hecho que fue comunicado siete días después por la firma Hullett Brothers. Rivadavia es designado presidente y como tal recibe un bonus de 30 mil libras y la promesa de percibir un sueldo de 1.200 libras anuales. También le entregaron acciones que Don Bernardino vende de forma inmediata.

Días después, el 16 de diciembre quedó inaugurado el Congreso General Representante de las Provincias Unidas en Sudamérica, convocado, obviamente, por el propio Rivadavia. Y el 7 de febrero de 1825, Inglaterra reconoció la independencia de estas provincias.

De tal forma Rivadavia, quien luego sería el primer presidente de los argentinos –a la sazón empleado de las compañías mineras inglesas- recibió acciones que vendió de inmediato; un bonus de 30 mil libras como “fondo de reptiles”; y tenía fijado un sueldo de 1.200 libras que no llegó a cobrar porque el directorio indiano no pudo constituirse a raíz del fracaso de la compañía.

Pero queda claro que Rivadavia trabajaba para los ingleses y sus intereses mineros.

Cuenta José María Rosa en su imprescindible “Rivadavia y el imperialismo financiero”, que “…el 20 de febrero de 1825 se sabe en Buenos Aires que Rivadavia acababa de fundar en Londres una compañía de cinco millones de pesos (un millón de libras) para explotar, precisamente, el mineral del cerro de Famatina. Y lo que era más grave, que la Casa Hullet había transferido a esa sociedad una “autorización” sustituida por Rivadavia y proveniente del gobierno provincial de Buenos Aires, que le permitía “disponer de todas las minas de las Provincias Unidas”.

A más de doscientos años de aquel sueño de Mariano Moreno, el fantasma de Bernardino Rivadavia baila de alegría por el rol que cumple el actual Ministro de Energía, Juan Aranguren.

La Diputada Nacional Alcira Argumedo, de Proyecto Sur, señaló en estos días que “el Ministro de Energía Aranguren se olvidó de que ya no es más directivo de la Shell y accionista mayoritario y que ahora es Ministro de una Nación. Debe gestionar en beneficio de la nación y de los ciudadanos argentinos y no en favor de las corporaciones. No hay justificativo que haya firmado un acuerdo para comprar gas a Chile, cuando el precio es casi tres veces más que el gas natural que proviene de Bolivia.”

Agregó: “Acá hay un modelo extractivista de saqueo y contaminación, al que se le suman la corrupción y ahora esta ola de despidos masivos que hablan de una clara intención de recortar el gasto social”.

La socióloga también sostuvo que Aranguren, “ex CEO de Shell y actual accionista de Shell, trae gas de Chile que proviene de Chile. Lo paga cuatro veces más caro que el que proviene de Bolivia. ¿La razón?. Shell….tiene un millón de dólares en acciones de Shell. Por eso se hicieron ocho licitaciones públicas para transportar gasoil en barcos. Shell obtuvo siete”, remarcó la diputada.

De Rivadavia a Aranguren, la minería argentina parece demostrar que a dos siglos de la declaración de la independencia, la emancipación sigue siendo algo pendiente.

Fuentes: “Facundo y la montonera”, de Eduardo Duhalde y Rodolfo Ortega Peña; “Infobae”, 8 de mayo de 2016.

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