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Temor del 1% a los de abajo, causa del impeachment
Por Raúl Zibechi - Sunday, May. 15, 2016 at 9:30 AM

14-05-2016 | La pregunta decisiva, ante la crisis brasileña, debería ser: ¿por qué los grandes empresarios que habían apoyado a Lula y a Dilma rompieron con los gobiernos del PT y lanzaron una potente ofensiva hasta conseguir la destitución? La ofensiva de la derecha brasileña contra la presidenta Dilma Rousseff fue producto de un viraje abrupto, a consecuencia de la intensificación de las luchas de clases, en particular de los pobres, negros y habitantes de las favelas.

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Para dilucidar esta hipótesis es necesario reconstruir lo sucedido en los años pasados. Los hechos dicen que el punto de inflexión en la tolerancia de la burguesía sucedió en 2013. Con la distancia del tiempo es posible mostrar la confluencia entre diversos sectores de trabajadores y de jóvenes en una coyuntura que permitió dar un enorme salto cualitativo en la capacidad de movilización de los sectores populares. Para ello veremos tres hechos: las movilizaciones de junio de 2013, el alza notable de las huelgas y la creciente organización de los diversos abajos.

Sobre el primer punto hemos hablado bastante: en junio de 2013 millones de jóvenes ganaron las calles contra el aumento al transporte urbano y la represión policial, en acciones que deben comprenderse como una gigantesca denuncia contra la desigualdad que los gobiernos del Partido de los Trabajadores no modificaron, aunque hayan disminuido la pobreza. Hoy sabemos que la desigualdad no sólo no cayó, sino que tiende a aumentar, incluso en los periodos de bonanza económica, cuando el uno por ciento acaparaba 25 por ciento de la riqueza, porcentajes que habrán subido durante la presente crisis.

La segunda se relaciona con las huelgas. Las luchas obreras en Brasil habían alcanzado un pico luego de la salida de la dictadura, en el periodo de aprobación de la nueva Constitución Federal en 1988 y las primeras elecciones presidenciales directas en 1989. En esos años se alcanzó un pico histórico de mil 962 huelgas, en 1989, y algo menos en 1990, para descender abruptamente en la década neoliberal y estabilizarse bajo los dos gobiernos de Lula en torno a 300 huelgas anuales.

En 2013 se produjo un aumento repentino de las huelgas (aunque en 2012 ya habían crecido), batiendo el récord de la serie histórica de los 30 años pasados. Según el informe del Departamento Intersindical de Estadística y Estudios Económicos, Balance de las huelgas en 2013 (http://goo.gl/o35Wi6), ese año hubo 2 mil 50 huelgas. Pero el crecimiento cuantitativo es un dato que no alcanza a mostrar los fuertes cambios registrados en las protestas.

El informe citado destaca que hubo una expansión de las luchas hacia sectores que habitualmente no se movilizan. Sostiene que hubo un desborde de las categorías profesionales más frágiles, tanto desde el punto de vista de las remuneraciones como por las condiciones de trabajo, salud y seguridad. Se refiere, de modo particular, a los trabajadores de la industria de la alimentación y la limpieza urbana.

En la industria frigorífica trabajan 800 mil personas, de las cuales entre 20 y 25 por ciento presentan problemas de salud, ya que realizan entre 70 y 120 movimientos por minuto, cuando se recomienda no superar 35. En 2010, 70 por ciento de los obreros de la multinacional Brasil Foods sufrían dolores por el trabajo, y 14 por ciento pensaron en suicidarse por la presión a que los someten (http://goo.gl/x0Bxfi). Un joven que ingresa a la industria a los 25 años, a los 30 ya tiene lesiones irreversibles.

Los trabajadores de la limpieza urbana de Rio de Janeiro realizaron una huelga memorable durante el carnaval de 2014 y consiguieron aumentos de 37 por ciento en sus salarios. Fue una huelga masiva y combativa que se sostuvo con base en la democracia directa, desconociendo al sindicato burocrático (http://goo.gl/zvl58G). La inmensa mayoría son negros y mestizos que viven en las periferias urbanas y en las favelas.

En 2014 irrumpieron las camadas menos calificadas y peor pagadas de la clase trabajadora, alentadas por las movilizaciones de junio de 2013 e impulsa-das por la crisis que se comenzó a sentir en 2012.

La tercera cuestión consiste en el aumento de la organización y el activismo en las favelas, donde viven los brasileños más pobres. El 24 de junio de 2013, mientras millones se manifestaban en paz en las avenidas, la policía ingresó disparando al Complexo da Maré, en Rio de Janeiro, y asesinó a 10 jóvenes negros. Es lo común. Lo diferente fue la respuesta de los favelados: 5 mil vecinos cortaron la estratégica avenida Brasil durante dos horas. Fue el comienzo. En julio, las acciones se multiplicaron por la desaparición del obrero Amarildo de Souza en la Unidad de Policía Pacificadora (UPP), de la favela Rocinha.

En diciembre y enero sucedieron los rolezinhos de miles de jóvenes pobres que se reúnen en los shoppings y desafían, bailando, a la policía. De ahí hubo decenas de reacciones a la brutalidad policial. Los favelados neutralizaron el control y comenzaron a organizar en muchas favelas grupos culturales, de denuncia, de defensa de los derechos humanos, que se conectan con otros grupos de otras favelas. Han perdido el miedo.

Los de abajo relanzaron su lucha por la dignidad y por la vida. Fue la señal de alarma para los de arriba. En uno de los países más desiguales del mundo, donde las clases coinciden con el color de piel, el clasismo y el racismo se expresan con la brutal violencia que caracteriza a las sociedades coloniales. Porque Brasil debe ser analizada como sociedad colonial, donde la acumulación de capital se apoya en la segregación que supone el no reconocimiento de la humanidad de los de abajo.

La crisis ha develado que la democracia es apenas el taparrabo que usan los de arriba para esconder sus vergüenzas: la primera y básica es que no están dispuestos a compartir el pastel con negros y mestizos. Para ellos, sólo las migajas que sobran. Pero el problema es otro: nos creímos el cuento. Unos por conveniencia. Otros por pereza o miedo.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2016/05/13/opinion/015a2pol

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Observaciones adicionales
Por Ernesto - Wednesday, Jun. 01, 2016 at 2:19 PM

Es importante describir el fenómeno del avance de la oligarquia en America Latina apartir de la logistica ofrecida por los amos que dirigen Estados Unidos. Recordemos que en el comienzo de los gobiernos progresistas, la midia imperial intentó durante años dividir tales gobiernos en "pragmaticos" (Chile, Brasil, Argentina) y radicales (Venezuela, Bolivia, Ecuador). En este momento todos los "pragmáticos" tuvieron que ceder su sullón a gobiernos imperiales. Restan los "radicales", que sufren ataques constantes por parte del império.

Como la embajadora de los EUA en Paraguay durante el golpe contra Lugo ha demonstrado en sus textos (liberados por wikileaks), la estrategia imperial incluye el control del poder juciario y el parlamento. El parlamento brasileño jamás fue de maioria popular, de manera que al imperio no salió caro comprar los votos necesarios para hechar a la primera presidenta brasileña. Los jueces también jamás han estado para el pueplo, sino para los oligarcas, es decir, el imperio los compró por migajas. Y esto resulta curioso, pues demostra que el sistema de "democracia representativa" impuesto por los aliados de guerra conta todo el mundo tiene un caracter profundamente colonialista. Parece ser la formula perfecta para continuar haciendo el colonialismo viejo, pero de manera camuflada de "democracia".. Los tres poderes nada más son que la hierarquizacion de la sociedad, facilitando al amo la influencia atraves del topo de la piramide así construida.

Como quedan ahora los brasileños en las proximas elecciones, si han experienciado que pocos "representantes" puede borrar sus votos en pocas horas o dias, atropellando de la manera mas desavergonzada las leyes del juego? Me parece que debemos nos descolonizarmos, poner abajo los poderes, los partidos y las hierarquias. Esto dejaria el amo imperial desorientado y no le permitiria aplicar la nueva formula golpista en séria (Honduras, Paraguay, Brasil:::).

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