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"Un gobierno nuevo no es una derrota, es un nuevo comienzo"
Por CNCT - Friday, Jun. 10, 2016 at 6:25 PM

06/10/2016 - 19:37 | Compartimos la disertación de Luis Alves, secretario general de la Federación de Cooperativas de Producción del Uruguay (FCPU), en el Encuentro Latinoamericano de Trabajadores Autogestionados, que organizó la Confederación Nacional de Cooperativas de Trabajo, en el Hotel Bauen de la ciudad de Buenos Aires, el mes pasado.

"Un gobierno nu...
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Construir una alternativa económica, pero también cultural

“Esperanza” tiene como prefijo “espera”, y nosotros no tenemos más alternativa que construir esperanza. Pero fundamentalmente necesitamos, en este momento, construir utopía. A 500 años de Tomás del Moro.

A nivel del sindicalismo y del cooperativismo, durante el Siglo XIX y hasta el Siglo XX, se han generado muchas contradicciones. Era por momentos imposible pensar los puntos de encuentro.

En 1921, Gramsci decía, refiriéndose a la cooperativa de trabajadores de trenes, en Milán, que a pesar de todas las contradicciones que tuvieron los compañeros socialistas, habían logrado una cooperativa de trabajadores. Y eso para él era un acto revolucionario. Y ustedes saben que él, nada más y nada menos, ha metido a todo el pensamiento marxista fundamentalmente, en algo que incluso lo trasciende, que tiene que ver con la construcción de hegemonía. Él decía que es posible un cambio, pero que para generar un cambio necesitamos generar cultura. Yo soy profesor de sociología en un liceo,  y a mis gurises les pregunto “Si tuvieran un millón de dólares, ¿qué harían?”, “Lo invierto profesor”, dicen todos. Y yo les digo, que si a mí me preguntan de apuro, capaz que también digo lo mismo. Entonces, construir utopía, construir esperanza, también implica romper nuestras propias estructuras.

Ustedes conocen a Zitarrosa. A mí me costó muchísimo encontrar cuál era la génesis de ese sonido de las guitarras, tan especial que tiene, y aparentemente viene de un payador. El arte payadoril en América es el arte repentista, que también es la voz de aquellos  trabajadores rurales. Es la voz del pueblo que llega a todos lados. Había un payador, llamado Juan Pedro López, que en el primer viaje que hizo el Plus Ultra, de Madrid a Montevideo, allá por  1934, recibió a Ramón Franco y tocó la guitarra y cantó. Y este hombre quedó admirado por la capacidad de expresión que tenía a través de la guitarra, y que, como contaba las cosas del pueblo, podía encontrarse con el pueblo mismo a partir de aquel acto cultural. Bueno, se volvió a España, y desde allá le mandó una guitarra con una carta que decía: “esta guitarra te la doy para que sigas construyendo tu canto hermoso, tu poesía hermosa. Pero si un día le cantas a la tiranía, entonces que se te rompan las manos”.

En 1937, Juan Pedro López escribía en un diario de Buenos Aires, La Nación, una carta devolviéndole la guitarra a Ramón Franco porque él se había pasado a la tiranía. No le aceptó nunca la devolución de la guitarra, no la acepto. Y este payador, nunca vendió la guitarra, y se murió en la extrema pobreza, pero nunca vendió la guitarra, y jamás le cantó a la tiranía. Y cuando yo pensaba que tenía que hablar acá este hombre me inspiró. Porque a veces nosotros podemos olvidarnos, sin querer, de dónde somos, qué es lo que hacemos y qué es lo que queremos. Pero cuando, en nuestro propio emprendimiento, entendemos que estamos en un lugar colectivo, que todas las  voces valen, que todos los compañeros son compañeros de camino, y que todos tenemos para aprender mucho, esa es la fortaleza de la resistencia.

Tal vez, y en muy pocas ocasiones, haya gobiernos que nos favorezcan, pero estamos vivos; y estamos vivos porque somos capaces de construir una alternativa de vida, que también es económica, pero que es fundamentalmente cultural. Resistimos y seguimos. Algún gobierno nos favorece, viene otro, lo resistimos y seguimos. Y construir esto implica reconocer lo que nosotros tenemos atrás, la historia, la memoria. Un gobierno nuevo como hay acá, en Argentina, no es una derrota, tal vez es repensar algunas cosas, como un nuevo comienzo.

Para nosotros, que somos de un país chiquito, muy dependiente de lo que pasa en Brasil y en Argentina, miramos y sufrimos. Pero sabemos que no es una derrota, porque en la Argentina hay un movimiento fuerte, porque nosotros lo construimos también, porque en Brasil también la gente sale a la calle. Y esto creo que es la verdadera integración. Nosotros sabemos que entre gobiernos parecidos hemos tenido enemistades últimamente, entre Uruguay y Argentina por ejemplo, pero para el pueblo esas cosas son inentendibles.

Nosotros tenemos que tener una alianza con los pobres y los pobres son los propietarios de las autogestionadas, los pobres son los dueños de las cooperativas, los pobres son los que le tienen que dar el sentido, como dice Pedro.

El cooperativismo de trabajo en Uruguay

La FCPU tiene 54 años más o menos. Se construyó porque algunas cooperativas no podían resistir el embate de la competencia económica de las empresas, y se construyó en el ’62, entre otras cosas, porque se avizoraba lo que se venía para nuestra región. Aquellos trabajadores cooperativizados, incluso antes de la unidad de la central de trabajadores, se habían juntado. Entendieron que la unidad era la forma en que podían resistir. La Federación de cooperativas hoy tiene 300 afiliadas, (para nuestro país es mucho), pero para acá es muy chiquito. Sobrevivió a la dictadura, sobrevivió a los gobiernos neoliberales. Ahora somos más, somos muchos más. Ahora discutimos con el gobierno cómo se construye cooperativismo. Tenemos un contexto histórico como no lo tuvimos nunca: Ley de cooperativas (del 2008), la creación del Instituto Nacional de Cooperativas (también del 2008). Y ahora, como herencia del gobierno del Pepe Mujica, tenemos un fondo de fomento para el desarrollo de la economía social y solidaria, para el cooperativismo y para la autogestión.

Sobre ese fondo se está analizando ahora una nueva forma de implementación, pero estamos participando en la construcción de esa forma. A veces es más débil y a veces más fuerte. Eso depende siempre de la capacidad que tengamos de movilizarnos. Y la única manera de tener capacidad de movilizar es hacer creíble lo que hacemos. Si nosotros tenemos una cooperativa con 400, 600 trabajadores y si nuestros propios compañeros creen que son los dirigentes, los que resuelven la cosa, entonces estamos en el horno. Tenemos un desafío, y el desafío es precisamente lo que nosotros llamamos generar movimiento. El cooperativismo no es otra cosa que generar movimiento.

Yo hace muy poco que estoy en el mundo cooperativo, en una cooperativa de educación. Y hay un slogan del Ministerio de Trabajo al que el gobierno le llama “generar la cultura del trabajo”. Y cuando uno lo analiza y cuando habla con la gente, al menos algunos entienden la necesidad de generar la cultura del trabajo, porque hay una cantidad de gente que nació en los ’90, que no vio a su padre trabajar, que vio a su abuelo en su casa, que no sabe lo que es estar estructurado para el trabajo. Entonces, la cultura del trabajo es estructurar para el trabajo, o sea, generar individuos (antes lo hacían las ONG) capaces de entender lo que es una lógica social en paz. Y eso no está mal.

Ahora, nosotros no queremos eso. A nosotros nos pueden decir todos los economistas que un emprendimiento autogestionado no llega al punto de equilibrio entre lo que gasta y lo que produce, y nos sacan en los diarios y nos vapulean bastante. Y nosotros vamos a la comisión de cooperativismo del Parlamento y decimos que no estamos de acuerdo con esa teoría economicista. Y como Federación de cooperativas decimos, que mientras haya 5 trabajadores que defiendan un proyecto de vida, que tiene que ver con su identidad, con su cultura, eso para nosotros ya es viable.

Trabajar es una cultura: aprendimos trabajando, soñamos trabajando.

Los trabajadores de las autogestionadas y de las cooperativas, cuando le pedimos plata al Banco República, en nuestro país, no pedimos préstamos para hacernos ricos, y eso tiene que quedar bien claro. Pero tiene que quedar claro también en nuestros compañeros: pedimos préstamos para trabajar, para construirnos, para tener una identidad, para ser país. Pero claro, nada dicen de todas las empresas que piden préstamos para hacerse ricos, y que también usufructúan el fondo del Banco República, que es el banco de todos nosotros. Uruguay tiene una tradición muy interesante: trata siempre de mantener la independencia, independencia de clase se llama. Tenemos un gobierno, pero tenemos que tener siempre un movimiento social independiente construyéndose, construyendo pensamiento, debatiendo, teniendo diálogo. Nos es difícil a veces. En el acto del 1ero de mayo me encontré con un economista que me decía: “vos sabes que estamos haciendo una cuenta, con otros diputados que están en las autogestionadas, y la ley de inversiones, con todos los premios que les dan a los extranjeros, o a las empresas nacionales que quieren invertir, nos sale, por cada empleado que genera, unos 200.000 dólares y si nosotros tomamos, de los últimos diez años, los préstamos y gastos que hemos hechos en autogestionadas y cooperativas, nos da que cada trabajador autogestionado o cooperativo vale 25.000 dólares, a lo sumo 30.000 dólares”. Esto es lo que hace que sea viable nuestra propuesta. Pero no es viable solamente en términos económicos, tiene que ser viable en términos de construcción de ciudadanía.

La ley de cooperativas del 2008 y la construcción del Instituto Nacional de Cooperativas del Uruguay tienen una misión, y esa misión está vinculada a la educación. El Instituto Nacional de Cooperativas tiene que insistir de manera directa y tajante con los procesos de formación de formadores, para que las maestras y los profesores tengan en cuenta que el modelo de la economía social y solidaria es un modelo viable. Pero además es un modelo que ellos tienen que construir y estamos atrasados en eso. Estamos exigiendo como Federación de cooperativas que se empiece a cumplir, pero cuando empezamos a exigir mucho y empezamos a analizar cómo educamos nosotros en cooperativismo, nos damos cuenta que nos falta, que tenemos que analizar nuestro proceso pedagógico para saber qué sujeto construimos. Porque hacer una cooperativa no es solamente conocer la del derecho, la del “Haga el estatuto, tenga una comisión fiscal”, es más que eso. Y nosotros tenemos esa responsabilidad, la de saber que es más que eso y tratar de cumplir con eso.

Un desafío histórico

 

Tenemos un sistema de alianzas que también tiene que ser múltiple. Tenemos que juntarnos mucho, con todo el sistema cooperativo, y créanme que el sistema cooperativo no es todo igual, no es igual una Federación de cooperativas de producción, que un conjunto de cooperativas de ahorro y crédito, que las cooperativas de consumo. No somos iguales pero nos precisamos. Y más en esta coyuntura histórica.

El cooperativismo, la economía social y solidaria, y toda organización que se genera es muy potente, incluso puede ser más potente que el Estado, porque es capaz de regular y articular la sociedad civil en sí misma. Tenemos un desafío histórico, estamos en una coyuntura como nunca. En Brasil hay una ley de cooperativas de trabajo, nosotros tenemos una ley de cooperativas, en Argentina también se ha construido mucho en ese sentido. Entonces, tenemos que aunar las experiencias. La experiencia de Ecuador me la vengo a desayunar ahora porque, entre otras cosas, nosotros no estamos muy comunicados en América, ¿no? Acá, recién ahora vienen hablando de Artigas, como revisionismo, y del papel de nuestro revolucionario en la independencia Argentina.
En Brasil  dicen que en Uruguay se empezó a constituir después de la provincia Cisplatina, que es cuando los brasileros dominaban la banda oriental.

Tenemos mucho para hacer y para decir. Nuestros movimientos populares, en estos 200 años, han venido construyendo y nosotros somos síntesis de todo ese proceso, y nuestras decisiones van a tener como carga histórica ser la síntesis de un proceso histórico largo, de mucha lucha, de derrotas y de triunfos. Pero está en nuestras manos seguir construyendo, muchas gracias.

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