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Sinceramiento pedagógico
Por Matías Loja, La Capital - Tuesday, Jun. 21, 2016 at 9:33 AM

Martes 21 de Junio de 2016 | El presidente arengó a los chicos de primaria reunidos en la Plaza Cívica: "¡Claro que se puede! ¡No escucho, claro que se puede!"

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Imagen: Contraste. Un nutrido pelotón de gendarmes evitó marchas opositoras.

Se lo notaba enojado. Cada vez que el ministro de Medios Públicos Hernán Lombardi era consultado sobre los contenidos de Pakapaka y Encuentro sus críticas eran muy duras. Decía que desde esas señales educativas se bajaba "propaganda militante" que llegaba a los chicos.

Con igual vehemencia otros ministros -entre ellos el de Educación, Esteban Bullrich- acuñaron la poco feliz expresión de "grasa militante". El desprecio era claro, el concepto contundente. Despolitizar es la consigna.

Por eso no fue casual que para el acto por el Día de la Bandera los alrededores al Monumento hayan sido vallados. Las autoridades no querían una Plaza Cívica con militantes. Querían "gente" perfectamente identificada. Nada de reproches, solo aplausos. Del acto popular a la pulserita VIP. Solo autoridades, algunos docentes y los miles de chicos que desde distintas escuelas del país fueron a realizar la promesa de lealtad a la bandera.

Afuera de las vallas, Gendarmería repartía palos a quienes osaran hacerles llegar su descontento al presidente por los aumentos de tarifa. Vallas y camiones hidrantes. Lejos, a unos 300 metros, el presidente arengaba a los chicos de primaria reunidos en la Plaza Cívica: "¡Claro que se puede! ¡No escucho, claro que se puede!". Los nenes respondieron al "sí, se puede" agitando globos celestes y blancos.

Para cerrar el presidente volvió a repetir: "Sí, se puede, es aquí y ahora. Sí, se puede", haciendo cantar a los chicos un lema de la campaña de Cambiemos.

Quizás haya que esperar a que las fuerzas del "diálogo y el consenso" expliquen cómo es que un concejal de la ciudad terminó con la cabeza ensangrentada. O la indignación de Lombardi y Bullrich ante un mandatario que introdujo un slogan de campaña en un acto escolar. Salvo que la arenga de Macri para que los miles de chicos de primaria griten "¡Sí, se puede!" no sea considerada bajada de línea, sino simplemente una suerte de "sinceramiento" pedagógico.

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