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Otro Titanic que zarpa de Inglaterra
Por Jorge Altamira - Partido Obrero - Tuesday, Jun. 28, 2016 at 12:04 PM

27 de junio de 2016 | Como dicen los angloparlantes, el Brexit ha sido "an accident waiting to happen" —un accidente a la caza de su oportunidad. David Cameron, el primer ministro de Gran Bretaña, contrarió la advertencia que le fue hecha desde varios sectores acerca del peligro de un referéndum para determinar la permanencia o el retiro de la Unión Europea. Su obstinación obedeció a la convicción de que sin un apoyo plebiscitario no podría hacer frente a los problemas crecientes que poseen la economía británica y la City de Londres. "Las deudas de corto plazo de los bancos y entidades basadas en Gran Bretaña llegan al 755% del PBI, informa la calificadora S&P, el porcentaje más alto a escala mundial. La mayor parte de esta deuda está denominada en dólares o euros —que el Banco de Inglaterra no puede imprimir, y depende de los mercados de capitales mayoristas".

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Este escenario se nubla aún más debido a un déficit de cuenta corriente del 7%, lo que redunda en un incremento de la deuda externa de 130 mil millones de libras esterlinas, a lo que se suma una deuda pública del 86% del PBI. Estos datos ponen de manifiesto una contradicción sencillamente terminal: la economía británica tiene la plaza financiera internacional más importante del mundo, o sea, superior a Wall Street, con activos cinco veces el valor del PBI, unos diez billones de dólares, pero carece de una moneda de reserva que sirva como seguro para el conjunto del sistema financiero. Con un agravante: tampoco podría recurrir a una devaluación de la moneda, porque desataría una guerra comercial con su principal mercado, la Unión Europea, y agravaría la hipoteca financiera externa en moneda doméstica. La fuga de capitales que ha hundido a la libra y a las acciones de los bancos ingleses, apenas conocido el Brexit, advierte el golpe mortal que ha recibido la City.

Este cuadro crítico explica el reiterado intento del canciller del Tesoro, John Osborne, de producir un violento ajuste presupuestario en medio de un crecimiento nulo; el PBI, además, había sido sobrevalorado en 18 mil millones de libras (Financial Times, 14/3/16). La tentativa ajustadora enfrentó una resistencia de la bancada conservadora y sólo sirvió para acentuar la división del partido gobernante. El cierre de la mayor siderúrgica radicada en Gran Bretaña y las quiebras de las grandes cadenas minoristas operaron como la última gota de agua contra un ajuste sin futuro. La ratificación de la permanencia en la Unión Europea, por medio del voto popular, se presentaba como un fórceps plebiscitario aplicado a la democracia parlamentaria clásica. La división del propio gabinete sobre el asunto ponía en cuestión el gobierno de comité, sobre el que reposa el Estado británico.

La victoria del Brexit representa entonces una crisis colosal de carácter político. El electorado rechazó el maridaje del ajuste entre la City y la Unión Europea. Es un revés para los dos lados de la mesa. La zona euro atraviesa una crisis monumental, con la mayor parte de su sistema bancario plagado de activos incobrables (El País, 15/4/16), una deflación irresistible y el fracaso de todas las políticas de incentivo monetario del Banco Central Europeo. El Brexit anticipa la desintegración de la zona euro.

La espectacularidad de la crisis se manifiesta en la renuencia de Cameron a aplicar la decisión del referéndum, que ha dejado para octubre. Se habla incluso de la convocatoria a otro referéndum. La Unión Europea exige, en cambio, la negociación inmediata de la separación, aunque Alemania acompaña a Cameron. La crisis con Escocia e Irlanda del Norte, a favor de seguir en la Unión Europea, ya está en marcha. La derecha comandó la campaña con un eje chovinista, pero el desarrollo de la crisis despejará este espejismo, en especial por el incremento de luchas obreras en los últimos años.

La economía estadounidense será muy afectada por esta crisis. El ascenso del dólar acentuará, por un lado, las tendencias recesivas y, por el otro, afectará negativamente el comercio y las finanzas de los países de América Latina. Mauricio Macri y Alfonso Prat-Gay parecen no haber tomado nota de esto, pero lo harán muy pronto. La crisis capitalista mundial pone un límite infranqueable al pastiche económico macrista, que está sumiendo en la miseria a sectores crecientes de los trabajadores.

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