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La nueva salida del sol
Por Pedro Cayuqueo - Thursday, Jun. 30, 2016 at 11:29 AM

La semana recién pasada se celebró en todo Chile el We Tripantu, la nueva salida del sol en la cultura del pueblo mapuche. Se trata de una fiesta que reemplazó la antigua Noche de San Juan, festividad de raíces celtas integrada en la cultura española y que los chilenos heredaron de la Colonia.

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El San Juan se celebraba la noche del 23 de junio y se caracterizaba por el misterio. Era la noche en que la higuera florecía y las familias, en sus casas, realizaban una serie de ritos y pruebas para la buena suerte. También era la noche donde podía aparecer el diablo. Muchos, siendo niños, la esperábamos con ansias junto al fogón y las papas asadas.

Pero lo cierto es que el We Tripantu no reemplazó a la Noche de San Juan. Más bien recuperó su lugar en esta parte sur del planeta. Fue a mediados de los ochenta cuando el activismo cultural mapuche la rescató del olvido. Grupos de teatro vinculados a la organización Ad-Mapu y más tarde al Consejo de Todas las Tierras, obraron el milagro.

El We Tripantu era un antiguo rito que celebraba el cambio de ciclo de la Tierra y que había sido desplazado por la festividad católica. También por el racismo y el menosprecio cultural, aquel que calificaba como “supercherías” nuestras creencias y “fantasías de indios” nuestra rica cosmovisión ancestral.

Los mapuches, fantásticos observadores de su entorno, habían aprendido hace siglos que el solsticio de invierno marca la renovación de los ciclos naturales. Sin calendario romano ni telescopios, otros eran los métodos para establecer su llegada.

Uno de ellos era el método estelar. Observaban los antiguos mapuche aquel grupo de estrellas denominado Gul Poñi (“montón de papas”, las Pléyades) que en esta fecha se pueden ver mucho más cerca de la tierra. La observación de su comportamiento advertía de la proximidad del solsticio de invierno, de la nueva salida del sol.

Pero el más usado por los sabios sureños era sin duda el método solar. Este se mimetizó con el diseño, estructuración y ubicación de la ruka, la vivienda mapuche. Con un fogón en el centro y un tronco o palo situado frente a una puerta orientada hacia la salida del sol, la ruka determinaba y controlaba el movimiento del astro durante todo el año.
Un verdadero reloj solar camuflado en vivienda, capaz de definir y marcar el movimiento del día, el sol, la luna, las estrellas y el tiempo en el exacto calendario mapuche. También, por cierto, definía las cuatro estaciones del año: Pukem, ‘tiempo de lluvias’, invierno; Pewün, ‘tiempo de brotes’, primavera; Walüng, ‘tiempo de abundancia’, verano; y Rimü, ‘tiempo de descanso’, otoño.

El We Tripantu marca el día más corto del año y la noche más larga. Es también la fecha en que las lluvias se vuelven más intensas, preparando a la naturaleza para acoger y favorecer el crecimiento de la nueva vida. Una fecha de gran importancia en la Tierra y que da cuenta del sustento científico tras muchas de las creencias mapuche.

Este cambio de ciclo acontece en todo el Hemisferio Sur y ello también lo sabían otras naciones originarias. Es la fiesta del Machaq Mara de los Aymará, el Inti Raymi de los Quechua y el Aringa Ora o Koro de los Rapa-Nui. Y es también la fiesta que celebran otras culturas en África del Sur, Australia y Oceanía.

Es lo mismo que acontece, en otro periodo del año, en el Hemisferio Norte donde el solsticio de invierno ronda el 21 de diciembre. Diferentes pueblos indoeuropeos celebraban también este día, así como los romanos que festejaban Saturnalia en honor al dios homónimo, y a Mithra en honor a la deidad de la luz heredada de los persas.
Monumentos como Newgrange, en Irlanda, también se relacionan con este cambio de ciclo; su planta está diseñada para capturar la luz en ese preciso momento, algo similar a lo que acontece con el diseño de la ruka mapuche. Una fiesta religiosa moderna ocultó en varios países del norte esta milenaria tradición. Hablamos de la Navidad que celebra el nacimiento de Jesús.

Hoy en Wallmapu pocos celebran la Noche de San Juan y sus misterios. Así opera el cambio cultural, en este caso favoreciendo un saludable retorno a lo propio, a lo nuestro. El We Tripantu es hoy por lejos la festividad mapuche más popular. Cientos fueron las actividades y miles sus participantes en diversas regiones. En decenas de comunas fue izada además la bandera mapuche, cosa maravillosa.

Es sin duda una noticia esperanzadora. Habla bien de los chilenos. Y de su apertura a la diversidad y a la valoración del conocimiento y los símbolos más preciados del otro.

Pero allí donde la sociedad civil avanza dos pasos, la clase política y el gobierno gustan retroceder al menos tres. ¿Cómo es posible que la principal festividad indígena de Chile siga sin ser declarada feriado nacional? No lo es aún. Tampoco regional. Sepan que en la vecina provincia de Neuquén, dos días “no laborables” estableció en 2011 la legislatura argentina para todos los mapuches en We Tripantu.

Una muestra de respeto que aún se extraña por estos lados.

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