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El difícil camino de la gobernabilidad CEOcrática
Por Eduardo Castilla, La Izquierda Diario - Tuesday, Jul. 12, 2016 at 4:16 PM

Martes 12 de julio de 2016 | El tarifazo en la cuerda floja. La tregua de las CGT y el sinuoso camino de la reunificación. Aldo Rico, Stiuso, Magnetto y el retorno de “lo reprimido”.

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Los últimos días semejan una suerte de túnel del terror. La diferencia es que, en lugar de los inofensivos muñecos que existen en todos los parques, quienes se asoman son parte de aquellos elementos “oscuros” que la democracia burguesa buscó desterrar solo en el discurso.

Aldo Rico, Antonio Stiuso y Héctor Magnetto son parte del país que el kirchnerismo decía haber dejado atrás. Y sin embargo, ahí están. Vivos y haciendo declaraciones, construyendo su propio “relato”. El kirchnerismo, a pesar de tanto ídem, no quiso mandarlos al “basurero de la historia”, como hubiera dicho el gran revolucionario alemán Federico Engels.

Gobernabilidad a préstamo

El anuncio gubernamental de este lunes -que limita los aumentos de las boletas de gas a un 400% en relación al mismo período de 2015- viene a confirmar la debilidad política de la gestión Cambiemos.

Los fallos judiciales y las movilizaciones contra los aumentos fueron los catalizadores de un descontento social que crece a medida que se profundiza el ajuste y la añorada “lluvia de inversiones” sigue sin hacerse presente. Lo único tangible para las masas trabajadoras es la caída de su nivel de vida.

En la decisión del Gobierno se ponen de manifiesto los límites políticos y sociales que tiene ante sí para avanzar con su plan de ajuste. Son las consecuencias, retardadas en el tiempo, de un triunfo electoral montado sobre la lógica del “mal menor” y la vacuidad programática.

Los discursos de Macri retando y “aconsejando” vienen a encubrir la impotencia política gubernamental. En esa debilidad se engendra la necesidad, casi permanente, de recurrir al conjunto de los mecanismos del régimen político en aras de la gobernabilidad.

El fondo de la cuestión de los tarifazos será decidida en el vértice superior del llamado Partido Judicial, otro de los poderes reales que “sobrevivió” la modesta ofensiva del kirchnerismo. Las miradas y los pedidos convergerán sobre esa casta vitalicia que, por estas horas, se ha convertido en un pseudo-árbitro de la política nacional.

No se trata del único pilar que viene auxilio de la gobernabilidad de Cambiemos. El rol de cuasi cogobierno que garantizan el Frente Renovador de Sergio Massa y el Bloque Justicialista de Diego Bossio en la Cámara de Diputados se completa con el que protagoniza el FpV en el Senado. Esa relación, como ya se conoce, se extiende a la Provincia de Buenos Aires.

Hace semanas, un analista político habló de gobernadores, diputados y senadores como “dadores voluntarios de gobernabilidad”. La chicana es precisa pero tiene el problema de que el período de donaciones viene con fecha de vencimiento.

Las elecciones de 2017 aparecen como la línea de llegada para todos. Solo así se entiende el discurso semi-opositor de un Sergio Massa que, al mismo tiempo, vota todas y cada una de las medidas propuestas por Cambiemos. Allí también hay que buscar los cruces entre Elisa Carrió y Margarita Stolbizer. La “lucha” contra la corrupción o el narcotráfico sólo son los tópicos de la pelea electoral.

El Partido sindical: tregua, discurso opositor y divisiones

Si el Partido Judicial juega la baza a darle legitimidad política al ajuste atacando a las figuras que fueron parte central del kirchnerismo, el Partido Sindical -otro de los grandes poderes reales del país- mueve las fichas en un sentido similar pero bajo otra lógica. Una fracción de la burocracia sindical intenta aparecer como actor político de oposición, al tiempo que garantiza una tregua fenomenal ante la avanzada del ajuste.

Hace pocas semanas, en la revista Crisis, Hugo Moyano afirmó que “cuando algunos sectores exigían una medida con respecto a ese error cometido por el gobierno de vetar la Ley de Emergencia Ocupacional, yo les preguntaba: ¿si hacíamos una medida lográbamos revertir el veto? No. Entonces tenemos que actuar con la inteligencia suficiente como para esperar el momento, acumular todos los errores que está cometiendo el gobierno, y después tomar las decisiones que uno tenga que tomar, no sólo en relación a medidas directas sino también políticamente”.

La definición no puede ser más clara y parece marcar la línea directriz de algunos de los principales candidatos a (no) competir por la conducción de la CGT. Los rechazos a los tarifazos, las críticas a la política económica y los insultos contra Aranguren se complementan simétricamente con una parálisis completa ante los ataques de gobierno y empresarios.

Esa tregua tiene su cotización y no es baja. Los $ 30.000 millones que recibirán los gremios como parte de los fondos de las obras sociales son el precio que paga Cambiemos para sostener la paz social.

No todo es amor en el mundo de la burocracia sindical. Las negociaciones camino a la reunificación muestran que, por el momento, nadie goza de plena aceptación. El escenario de una gestión tripartita (o incluso de 4 integrantes) es el que aparece como más probable en el marco de las divisiones existentes. Eso podría augurar una relativa debilidad para contener el creciente descontento social.

Túnel del terror

La aparición de ex represores partícipes del Operativo Independencia en 1975 -durante los desfiles del Bicentenario el pasado sábado en Tucumán- y el paseo de Aldo Rico por las calles de Buenos Aires este domingo, se inscriben en un clima de restauración ideológica instalado desde el gobierno nacional y la gran “Corpo” mediática.

Son testimonio, al mismo tiempo, de los límites de la política de juicios contra los genocidas. El escándalo solo alcanza a quienes desfilan públicamente, pero no a los miles que actuaron en este oscuro periodo de la vida nacional y aun revisten en funciones. César Milani -hoy procesado- fue uno de ellos hasta noviembre pasado.

Otro que sorprendió dando entrevistas en estos días fue el mismísimo CEO de Clarín. Héctor Magnetto fue categórico al afirmar que “hoy se percibe, tanto en la dirigencia como en la sociedad, una actitud de madurez y búsqueda de equilibrio que puede ser alentadora”. La entrevista respira oficialismo.

No solo eso. Respira impunidad. Ante la pregunta de “¿qué rescata y qué lamenta del enfrentamiento entre Clarín y el gobierno kirchnerista?” el CEO más nombrado de la última década rescata haber “podido sobrevivir sin resignar aquello en lo que creíamos ni abandonar la función periodística”.

La frase evidencia que la lucha contra las “corporaciones mediáticas” no logró resultado alguno. La construcción de un aparato “contra-cultural” por medio de la pauta estatal dio lugar a los Sergio Szpolski y los Matías Garfunkel. Los trabajadores de Tiempo Argentino los conocen de cerca y se lo recordaron a la ex presidenta hace pocos días.

Como si no faltaran sorpresas, este lunes el país se levantó con la imagen de Antonio “Jaime” Stiuso “denunciando” al kirchnerismo por haber “querido matarlo” y afirmaba nunca haber “preparado carpetazos” para el Gobierno anterior.

En el barro de las operaciones mediáticas todo vale. Aunque las declaraciones de Stiuso no pueden más que mover a risa, la victimización del ex jefe de los espías busca confundir a incautos y alimentar el torrente de rumores que recorren los medios para confundir políticamente. Señalemos, al margen, que decir que el oficio de servicio de inteligencia “no se abandona nunca” es una amenaza abierta en todas las direcciones.

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El clima político reaccionario que intenta imponer el Gobierno y que permite estas re-apariciones no debería confundirse con una derechización social generalizada. Por el contrario, el extendido rechazo al tarifazo -que obligó al retroceso parcial del gobierno- marca los contornos más profundos de una situación donde la política de ajuste sobre las condiciones de vida de la clase trabajadora todavía debe recorrer mucho camino antes de mostrar logros sustantivos para el gran capital.

El camino hacia las elecciones de 2017 se presenta como sinuoso. Los actores de la oposición que hoy garantizan cuotas de gobernabilidad al Gobierno nacional menguarán las mismas a medidas que las urnas se acerquen. El Partido Judicial, mientras tanto, juega su propio partido que no está exento de generar tensiones y crisis.

Siete meses de gobierno mostraron mucha volatilidad. Y el famoso segundo semestre acaba apenas de iniciarse.

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