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“Lejos de ser un mundo caótico, el mundo de los pibes es absolutamente reglado”
Por Irene Correa, Agencia Sin Cerco - Friday, Jul. 29, 2016 at 3:05 PM

27 julio, 2016 | Eugenia Cozzi es Magíster en Criminología, graduada en la Universidad Nacional del Litoral; docente de la cátedra de Criminología y Control Social en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario -UNR- y ex becaria del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas –CONICET-. En su investigación, “De juntas, clanes y broncas: regulaciones de la violencia altamente lesiva entre jóvenes de sectores populares en dos barrios de la ciudad de Santa Fe”, describe cómo la participación en estas situaciones aparece regulada y ligada a formas colectivas de construir identidad y prestigio.

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En un marco en el que los medios de comunicación hegemónicos aparecen como actores sociales con una fuerte influencia en la construcción de imaginarios colectivos -evidenciado en el uso de titulares que reproducen estereotipos y refuerzan prejuicios y en la presencia de términos peyorativos-, los jóvenes de sectores populares son estigmatizados al ser mostrados como responsables de la violencia presente en la sociedad. Teniendo en cuenta este contexto, Sin Cerco entrevistó a la investigadora.

—¿Cuál es su opinión acerca de imaginarios sociales tales como: “te matan por un par de zapatillas”?

En primer lugar tenemos que analizar la dinámica de los homicidios en general, las dinámicas de la violencia letal. De los estudios que nosotros hicimos, tanto en la ciudad de Santa Fe, como también en la ciudad de Rosario, lo que aparece es que una gran mayoría de los homicidios tiene por protagonista, ya sea como víctima o como victimario, a jóvenes varones de sectores populares; siendo excepcionales o infrecuentes los llamados homicidios en ocasión de robo -menos del 10%-. El fenómeno más extendido en relación a la violencia letal tiene más que ver con esta violencia horizontal entre jóvenes en donde víctima y victimario se parecen demasiado. El tratamiento que se le da en los medios, y el que le dan las agencias del sistema penal para investigar ese accionar es diferente. Entonces, colabora a este imaginario social de “nos matan por un par de zapatillas”, pero cuando te pones a analizar en profundidad la dinámica del homicidio, y quienes componen a los muertos, no es el vecino al que le roban un par de zapatillas, eso es un hecho muy infrecuente en la totalidad de homicidios; es esta violencia horizontal entre jóvenes de sectores populares. Son construidos socialmente como matables y los jóvenes comparten esos criterios de victimización: distinguen entre a quien está bien, o es aceptable, o se está habilitado a matar y a quién no. Es esta distinción entre víctimas legítimas o víctimas ilegítimas.

En relación a esto, explicó que no hay que creer que estos jóvenes son más violentos, sino que en nuestra sociedad existen procesos que los construyen como “matables”es decir, que hay determinados grupos sociales –como los jóvenes varones de sectores populares- a los que diferentes actores sociales -medios, políticas de seguridad- las construyen como personas a las que si se las mata, nada sucede. O poco. A diferencia de otros hechos -excepcionales en relación a la totalidad de los homicidios-, que tienen una respuesta social diferente.

—Estos jóvenes varones de sectores populares ¿se consideran “matables” a ellos mismos?

—Estos procesos de construcción de víctima, son procesos sociales complejos y los jóvenes no son extraterrestres, no son el personaje de Capusotto “Alta llanta”, sino que comparten los mismos valores culturales que el resto del contexto donde viven. Entonces, es mal visto por los pibes cuando alguien mata en ocasión de robo. Es un mal ladrón; el que roba en el barrio es un cachivache, no tiene códigos, no sabe hacer las cosas bien. Los jóvenes comparten los mismos criterios de victimización que las sociedades en las que viven. Lejos de ser un mundo caótico, el mundo de los pibes es absolutamente reglado. Hay todo un extenso complejo contradictorio de reglas entre lo que está bien y lo que está mal, cómo se debe hacer, qué sucede si esto no sucede de esa manera. Más allá del imaginario que se tenga sobre esos mundos y sobre esos jóvenes.

En su investigación explica que las mujeres no están habilitadas a usar la violencia altamente lesiva, salvo en situaciones en que se ven forzadas a defender a los varones del grupo.

— ¿La policía está ensañada con los jóvenes de sectores populares o se mantiene al margen?

Este grupo social, que son los jóvenes, aparece desprotegido por las políticas de seguridad, por las prácticas policiales y por las prácticas de la administración de justicia penal. Sus victimizaciones no son investigadas, no son sancionadas. Desde la cátedra, hicimos un relevamiento sobre casos de homicidios que ocurrían en dos barrios de zona sur de la ciudad, que fueron tramitados por el sistema viejo y lo que resultó es que la tasa de condena era menos del 20% de los casos; había un 80% de los casos que no tenía una resolución. No había nadie identificado como penalmente responsable de esa muerte. Entonces, a partir de esas políticas de seguridad se generan las condiciones para que estas muertes ocurran. Por otro lado, este mismo grupo social es el que aparece como objeto de las peores prácticas policiales. Entonces, cuando ponemos en paralelo quienes son las víctimas y victimarios de los homicidios en la ciudad de Rosario en general, y quienes son las víctimas de homicidios y violencia institucional te vas a encontrar con lo mismo: jóvenes varones de menos de treinta años de barrios de sectores populares.

— ¿Qué rol juega el narcotráfico en las situaciones de violencia?

La investigadora dijo que le parece un error hablar de narcotráfico porque iguala un fenómeno que es complejo y que involucra diferentes actores dentro de ese mercado con diferentes niveles de poder ya que no es lo mismo la exportación que el mercado interno. Sin embargo, explicó y agregó que esas muertes son excepcionales, pero son muy espectaculares por el lugar donde ocurren y el tipo de armas que utilizan.

Lo que encontramos, es que aún en las muertes donde las personas comprometidas están involucradas al mercado interno -al menudeo de drogas-, está mucho más presente la cuestión de construir prestigio y respeto, que una violencia instrumental por una disputa de territorio. (…) Eso también genera un tratamiento diferencial de los medios que terminan caracterizando un fenómeno que es mucho más amplio y mucho más complejo. Lo que si aparecía, sobre todo en los años de pico en la tasa de homicidios en Rosario, es un discurso desde las fuentes oficiales de responsabilizar o caracterizar a la violencia de la ciudad como vinculada al narcotráfico, entre comillas, y eso les permitía de alguna manera “desresponsabilizarse” de este fenómeno con esta cuestión de competencia del gobierno nacional. Si te pones a analizar en profundidad la dinámica de los homicidios, te encontrás una violencia expresiva. Están queriendo decir algo que tiene que ver con disputas de prestigio, de poder, con construcción de masculinidad. Por eso, te digo que estos jóvenes habitan nuestra sociedad y comparten los mismos criterios de las sociedades que comparten. La construcción de la masculinidad vinculada al uso de la violencia no está sólo en los sectores populares; entonces eso también aparece como un dato relevante. Hay pocos casos donde hay un uso más instrumental de la violencia muy espectacular y con un tratamiento diferencial de los medios y de la Justicia. El árbol te termina tapando el bosque que es mucho más complejo.

Foto: Sebastián Vargas.

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