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La calle se pone cada vez más dura por la caída de las ventas
Por Paola Cándido, El Ciudadano (Rosario) - Wednesday, Aug. 10, 2016 at 9:58 AM

5 agosto 2016 | La desaceleración que registra la economía se ve reflejada en la caída de ventas. Así lo reflejan las estadísticas, pero también es posible comprobarlo al recorrer paseos tradicionales de la ciudad y hablar con los comerciantes. En este caso, El Ciudadano visitó locales del Paseo Empalme Graneros, en la zona noroeste, y de Paseo Echesortu, en el corazón de la zona oeste. Hay coincidencia en que la actividad se desplomó en los últimos meses: cada vez menos ventas y más locales que cierran. Florecen los carteles de “Se alquila”.

La calle se pone cad...
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Paseo Empalme cuenta con una variedad de negocios sobre calle Juan José Paso, desde la altura del 5400 hasta el 6200. Algunos comercios de ropa y zapatos comenzaron hace unas semanas con la liquidación de temporada y buscan llamar la atención de los consumidores con ofertas de 2 x 1. Hay también rebajas para tentar a los clientes, que están cautelosos a la hora de gastar. No es para menos: la plata se termina cada vez más rápido.

Roxana tiene un local de indumentaria, Anastacia, desde hace más de 20 años en el Centro Comercial Paseo Empalme. También se dedica a confeccionar vestidos para chicas que cumplen 15 años, y aseguró a este diario que desde principios de este año hay una gran caída en las ventas.

“Además de vender ropa, tengo vestidos para fiestas de 15. La gente está retrasando las fechas de cumpleaños porque no llega ni a pagar el vestido ni el salón. Todo viene en baja. Yo lo voté a Macri pero estoy arrepentidísima”, sostuvo la mujer.

Para intentar repuntar las ventas de su negocio, Roxana realiza diferentes promociones durante la semana: de pulóveres, de remeras y de camisas, y le busca la vuelta para que los clientes pasen y no se queden con la trillada frase “estoy mirando”, sino que también puedan comprar alguna prenda.

“Muchos negocios de la zona se fundieron y la mayoría de ellos mantenía a una familia entera. Me gustaría tener esperanzas pero no la veo. Cada vez estamos peor. Ahora abro hasta los domingos durante algunas horas para vender algo más”, confesó la mujer.

La realidad es que los comercios están sufriendo un efecto de pinzas: por un lado la baja de ventas y por otro lado la suba de tarifas.

Eduardo acomoda los zapatos de la vidriera mientras espera que alguien ingrese a su local. Desde hace 30 años que se dedica al rubro de zapatería y, según su visión, las ventas cayeron desde 2009.

“Los gastos de los negocios son superiores y las ventas bajaron. El poder adquisitivo cayó y los costos para mantener un negocio subieron casi un 50 por ciento”, detalló el hombre.

En su zapatería, Eduardo tiene varias promociones para atraer a los clientes: un par de zapatillas para chicos cuesta 150 pesos y llevando dos, suman 250.

“Lo más grave de toda esta crisis es que nunca tuvimos una presión tributaria como la que tenemos ahora. Una cosa es la recesión sin presión tributaria y otra es con presión. Yo abro mi negocio todos los días y por mes ya tengo 30 mil pesos para atrás. Con los servicios pasa lo mismo, tengo que pagarlos si vendí 100 pares de zapatos o si vendí 10”, graficó el hombre alarmado.

Y agregó: “A este negocio viene un nivel de clientes de clase media baja y son los que peor están económicamente, son los que menos tienen”.

En breve llegará el Día del Niño y el centro comercial Paseo Empalme debería estar abarrotado de gente pululando por locales en búsqueda del “regalo perfecto”. Pero no es así. La poca gente que camina mira de reojo las vidrieras, mientras lleva a los hijos a la escuela o sale a comprar lo justo para el día.

Facundo es otro de los comerciantes que tiene su negocio sobre calle Juan José Paso, el Almacén de Pollos, y aseguró a El Ciudadano que la caída de ventas llegó casi al 30 por ciento. “Está todo muy tranquilo, no hay gente. Lo que más se vende es el «pollo loco», lo llamamos así porque viene sin pechuga. La pechuga la tengo en una oferta de 5 kilos a 330 pesos. Otra de las promociones son las supremas: 5 kilos a 290 pesos”, detalló el muchacho.

Echesortu

No muy lejos de Empalme Graneros, entre el 3100 y el 4300 de calle Mendoza, se concentra la mayor cantidad de negocios que le dan forma al Paseo Echesortu, en un barrio de clase media, con un poder adquisitivo algo superior al de Empalme Graneros y que ha conocido épocas mejores. Sin embargo, allí hoy la situación también es preocupante.

Carolina tiene un local de ropa de mujer desde hace un año, Abanico, y afirmó que la mayoría de los clientes esperan una oferta o el fin de semana con el plan de cuotas Ahora 12.

“Hace varios meses que estamos para atrás. Sólo hay movimiento los fines de semana, el resto de los días es muy tranquilo. Algunos preguntan y se van. El sábado pasado fue como un lunes, por ejemplo”, detalló la joven.

La preocupación de los comerciantes se agravó con la llegada de las facturas de la luz, pero también con los precios de los alquileres de los locales comerciales a la hora de renovar el contrato. Para poder mantener un negocio el titular del comercio tiene que contar todos los meses con un mínimo de 15 mil pesos para un local de dimensiones reducidas.

Otra de las comerciantes de la zona de Echesortu es Carina, que tiene un local de ropa desde hace 20 años: Femme. “La venta viene mal. Se empezó a sentir muchísimo a partir de diciembre del año pasado”, aseguró la mujer.

“Antes vendía ropa más cara y tenía más variedad de marcas. Ahora empecé a bajar un poco la calidad de la mercadería o dentro de las mismas marcas traigo algo más accesible. Todo lo que es de la temporada otoño-invierno, como sacos de lana y tapados, tengo un 20 por ciento de descuento de contado. Estamos sobreviviendo. Pago 15 mil pesos de alquiler”, relató la mujer.

En algunos casos el programa Ahora 12 ayuda a paliar el nivel de ventas, pero ya no alcanza como política para empujar el consumo porque la gente enfrenta grandes problemas financieros y evita endeudarse para no acumular costos que se vuelven difíciles de afrontar. El panorama de las calles de los centros comerciales es preocupante: locales vacíos y clientes que miran de reojo la vidriera y siguen su camino.

En Alberdi pasa lo mismo

La avenida Alberdi cuenta con una larga serie de locales comerciales, desde la altura del 200 hasta el 1000. En la zapatería de Almafuerte y Alberdi atienden un hombre y una mujer, y en los últimos tiempos pasan muchas horas mirando a través de las enormes vidrieras que dan a ambas calles. En horas del mediodía afuera es un hervidero de padres que retiran a sus hijos de la escuela 9 de Julio, pero adentro el local es un desierto.

A dos cuadras de allí, hay otra zapatería que también luce vacía. Carteles de rebajas, vidriera con precios de contado y con tarjeta pero, según cuentan las dos mujeres encargadas de la atención al público, “esto está muerto, no se vende nada. No sé si es la avenida Alberdi o está todo así, pero está muy parado”, cuenta una de ellas. Quizás alude al impacto que pudo tener la reciente inauguración del Metrobus. Pero en otros centros comerciales no hay Metrobus y la situación es similar.

También está Mingo, el histórico canillita de Alberdi y Reconquista que afirmó: “No es avenida Alberdi, es todo el país que está así”. Y canta sus números: “En mi negocio la venta de diarios y revistas bajó a la mitad”.

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