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¡Golpe palaciego!: el rey Felipe VI decidido a nombrar al presidente de gobierno
Por Carlos de Urabá - Monday, Sep. 05, 2016 at 6:22 AM
rebeldeya@yahoo.es

Ante tan cruda realidad con toda razón muchos opinan que el rey debe tomar cartas en el asunto y formar un gobierno de concertación en base a los poderes que le otorga la constitución.

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Ante un momento tan trascendental en la historia de España el rey Felipe VI, según los más contumaces analistas, debe proponer un candidato alternativo o una figura de reconocido prestigio de la sociedad civil para que se ocupe de la jefatura del estado. Esta es una medida extrema pero legítima dado el indignante bloqueo que existe por parte de los partidos políticos que impiden la elección del presidente de gobierno.

Los debates de investidura han sido una sátira despreciable y deprimente. Esto es el colmo pues todo apunta que se va camino de unas terceras elecciones. Ante tan cruda realidad con toda razón muchos opinan que el rey debe tomar cartas en el asunto y formar un gobierno de concertación en base a los poderes que le otorga la constitución. No existe otra alternativa para salvar a España. Ya no hay motivo para insistir en esos estériles debates de investidura ya que las posiciones de los partidos en liza son inamovibles. Se hace imprescindible negociar pero todo ha sido en vano pues nadie quiere ceder un palmo de terreno. A pesar de que el PP -como la lista más votada- haya forjado una alianza con Ciudadanos no ha conseguido convencer al PSOE para que al menos se abstenga. La votación en una primera vuelta tuvo un resultado desfavorable.

Desde luego priman los intereses partidistas sin preocuparse en lo más mínimo por el futuro del reino de España. Mariano Rajoy en la segunda votación tampoco ha conseguido los 176 escaños suficientes para lograr la investidura. La suerte está echada. El PSOE mantiene la negativa a su más enconado rival por el temor a perder aún más la confianza de sus electores. Como principal partido de oposición está en una situación débil y agónica. El líder del PSOE Pedro Sánchez nuevamente pretende reeditar un acuerdo con Podemos y Ciudadanos que le permita encabezar un gobierno de progreso. Una quimera a la que nadie ya da ningún crédito. Por lo tanto las previsiones no pueden ser más pesimistas. El PSOE cuyos principios fundacionales lo definían como un partido de los trabajadores y obreros ahora se ha trasformado en una secta monárquica más próxima a la derecha neoliberal capitalista. Su principal prioridad es la defensa de la dinastía borbónica y el salvaguardar la unidad de España.

Es necesario firmar un pacto que garantice la gobernabilidad porque el tiempo pasa y España no puede permitirse el lujo de seguir en el limbo. El rey Felipe VI con inteligencia y sabiduría ha sabido mantenerse al margen de la disputa pero ya es hora de plantarle cara al asunto y demostrar su innegable talento. Su majestad ha intentado por todos los medios que sus vasallos se pongan de acuerdo y elijan un presidente de gobierno que garantice la estabilidad y la unidad del reino. Es tal la preocupación que la Conferencia Episcopal ya ha anunciado que en todas sus diócesis se van a concelebraran misas para que Dios mediante ilumine sus señorías y España salga del atolladero. El Ibex 35 sigue presionando a los líderes de los partidos para que pronto se produzca fumata blanca. Especialmente le exigen al PSOE que se abstenga y permita gobernar al PP. Sería un acto sublime y patriótico como está inscrito en el lema “Por Dios, España y el Rey”.

En todo caso los poderes fácticos, las élites civil, religiosa y militar, los banqueros y el empresariado respaldan la Casa Real sin dilaciones. Su majestad el rey no puede dejarse llevar por los devaneos de unos políticos mediocres que se han enzarzado en un duelo dialéctico que no conduce más que al abismo.

El rey cuenta con poderes especiales para promover un candidato alternativo que ocupe la jefatura del estado. Quizás un noble, un aristócrata, un sabio o un intelectual de prestigio, es decir, una figura de consenso que guíe los destinos del reino de España en estos momentos tan aciagos. Con una clase política totalmente desprestigiada por los múltiples casos de corrupción y desfalco solo la monarquía es capaz de devolverle la confianza y credibilidad a las instituciones. Son innumerables factores los que exigen una respuesta rápida y contundente: el crecimiento económico, las inversiones extranjeras, la salida de la crisis y la creación de empleo estable. No es posible que Felipe VI asuma el papel de una figura decorativa que se limita a firmar las leyes y decretos que aprueban sus señorías en las Cortes. Ya está bien de mantenerse al margen dedicado a la ágapes, a los banquetes, las paradas militares o la recepción de embajadores y jefes de estado. No basta con lucir sus mejores galas en compañía de su majestad la reina Letizia en esos actos protocolarios que lo condenan a ser un mero bufón del cotilleo mediático promovido por las revistas del corazón y reality shows televisivos.

Felipe VI tiene que implicarse directamente en los asuntos más trascendentales de su reino. Para nadie es un secreto que lo acechan descomunales peligros: las oscuras fuerzas separatistas, las hordas antisistema, los comunistas, la izquierda más pérfida y radical que astútamente se organizan prestos a asestar la puñalada trapera. Esos bolcheviques que pretende desmembrar España no descansarán hasta verlo en la picota. El País Vasco y Cataluña con toda la arrogancia exigen emanciparse en una claro desafío a la soberanía patria. Y encima las turbas bolivarianas y chavistas del puño en alto que entonan “el pueblo unido jamás será vencido” son las mismas que un día tomaron la Bastilla y su objetivo no es otro que destronar a su majestad como lo hicieran con el rey Luis XVI en la época de la revolución francesa. Una amenaza en toda regla que no se debe desestimar.

Los representantes de la anti Europa, de la anti España se preparan para el asalto final y cuentan con un apoyo nada desdeñable de millones de votantes. Esos herejes y blasfemos de la kale borroka y el anarquismo están decididos a demoler los cimientos de las instituciones democráticas. Los muy impertinentes se atreven a sin ningún reparo a cuestionar la legitimidad de la dinastía borbónica. El monarca no puede consentir semejante afrenta a los principios fundamentales de su reino. El populismo es sinónimo de caos y enfrentamiento fratricida como ya sucediera en un capítulo doloroso y de ingrata recordación en nuestra historia.

Según la Constitución Felipe VI es el jefe de Estado, el Capitán general de los ejércitos y tiene que asumir sus responsabilidades.
Está en juego el respeto a la jerarquía, el pasado imperial y todas sus históricas hazañas; y no solo eso, sino también su propia supervivencia. La plebe se ha envalentonado y de la manera más zafia y ruin quiere mancillar los símbolos más sagrados del reino. Es por ello que hay que reaccionar con contundencia antes de que sea demasiado tarde. La realeza, los príncipes, las infantas, los grandes de España, los duques, condes, los marqueses, la flor y nata de la aristocracia heredera de las tradiciones más vernáculas se encuentran en estado de alerta. Esa sangre azul bendecida por Dios, los reyes eméritos, la reina doña Letizia, sus hijas las princesas y futura reina de España, todos en guardia y preparados para ponerse al frente de la resistencia contrarrevolucionaria. En defensa de nuestra identidad y los valores más profundos del occidente cristiano.

La situación es muy tensa y delicada. El reino de España se encuentra entre la espada y la pared por culpa de la intransigencia de unos políticos ineptos. Los muy soberbios permanecen enrocados y el rey Felipe VI debe dar un golpe en la mesa y meter en cintura a sus lacayos, vasallos y plebeyos. Todos han demostrado la más absoluta desidia y desprecio hacia la corona a sabiendas que sin la tutela monárquica quedarán huérfanos y sumidos en la más desconsoladora indefensión.

Pero gracias a su inquebrantable popularidad el rey Felipe VI sabrá ganarse el corazón de los súbditos que seguro comprenderán cualquier medida que adopte por dura que parezca. ¡Ni Rajoy ni Pedro Sánchez! Es imprescindible el regreso de un Cid Campeador, de Isabel la Católica, de un Gran Capitán Gonzalo Fernández de Córdoba, de un duque de Suárez, sin obviar, por supuesto, las excelsas figuras de los campeones de la democracia: Felipe González o José María Aznar.

Carlos de Urabá 2016

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¿esto es de verdad?
Por confundidx de parque chas - Monday, Sep. 05, 2016 at 9:49 AM

parece un chiste. es una fina ironía ¿no?

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