Julio López
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El modelo de la muerte
Por ENDEPA - Monday, Oct. 31, 2016 at 10:28 AM

Desmontes, contaminación, despojo territorial, pérdida de soberanía alimentaria. El modelo extractivista como principal factor de insalubridad para los Pueblos Originarios. Informe publicado en revista digital Napa’l.

El modelo de la muer...
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Dos niños pertenecientes a Comunidades Indígenas de la localidad de Santa Victoria Este, en la provincia de Salta, murieron como consecuencia de “deshidratación aguda”. Uno de los niños, José Santiago (wichi) tenía un año y seis meses y su fallecimiento data del 9 de agosto de 2016. Las autoridades municipales señalaron que intentaron trasladarlo al hospital de Tartagal, pero falleció en el camino. José Santiago vivía en la Comunidad de Vertiente Chica, asentada a 20 kilómetros de Santa Victoria Este, camino a Alto La Sierra. Según el gerente del hospital, el niño tenía bajo peso para su edad, pero falleció como consecuencia de un cuadro de diarrea grave.

El segundo caso es el de Andrea Ruth Gómez, de seis meses de edad. Su familia la llevó al hospital de Santa Victoria Este el 16 de agosto. La pequeña presentaba un cuadro severo de deshidratación. Se la intentó estabilizar, pero los profesionales determinaron que había que trasladarla urgente a Tartagal. En diálogo con el matutino La Gaceta, el gerente del hospital de Santa Victoria Este, Ramiro Soraire indicó que la bebé “no presentaba bajo peso, pero estaba totalmente deshidratada”. Andrea pertenecía a la comunidad toba de Monte Carmelo, ubicada a 30 kilómetros al norte de Santa Victoria del Este. La niña falleció al día siguiente de haber ingresado en el hospital de Tartagal.

La responsabilidad del modelo extractivista

Darío Aranda es periodista. Publicó los libros Argentina Originaria – dónde se recorre “un largo camino que cruza la historia de la impunidad y el mapa actual de los conflictos que afectan a las comunidades de todo el país” – y Tierra Arrasada – acerca de del “modelo político, económico y social busca imponerse con violencia por sobre todo derecho humano”. En recientes declaraciones a Radio comunitaria Kalewche, Aranda manifestó que “somos muchos los que vinculamos estas muertes con el modelo agrario, extractivo, que viene avanzando en todo el país y despojando a las comunidades de lo que suele llamarse sus farmacias y sus mercados, que no son otra cosa que el monte, que el entorno natural en el que conviven ancestralmente”.

El periodista también vincula estas muertes “a la pobreza estructural, extrema en estas zonas. Pero no es solo falta de comida. Se trata de la violación sistemática de los derechos indígenas”. Así mismo, Aranda recordó que “la propia Universidad de Salta realizó un estudio en el cual se determinó que en la provincia, especialmente en las zonas rurales, donde hay muchas Comunidades Indígenas, hay 15 mil niños con déficit nutricional. Y en el hospital de Tartagal, a mediados del año pasado el director había afirmado que existía un registro con 150 niños en estado de desnutrición. Todo esto y estas dos nuevas muertes evitables, vienen a confirmar una vez más, que existen zonas totalmente olvidadas, donde el modelo extractivista acorrala a las comunidades y donde la salud está a la deriva”.

“Prácticas sociales genocidas”

Tomas Torres Aliaga y Alicia Torres Secchi, son profesionales de la Salud que durante más de 30 años se desempeñaron en la Salud Pública de Salta, trabajando activamente con los Pueblos Originarios que conviven en las zonas más postergadas de la provincia.

En 2011, luego de una serie de declaraciones públicas efectuadas por el entonces- y actual- gobernador de la provincia de Salta, Juan Manuel Urtubey, quien había dicho que la provincia los niños indígenas eran “desnutridos culturales”, Torres Aliaga y Torres Secchi publicaron una dura y esclarecedora respuesta al mandatario provincial. Aquel texto, cobra nuevamente vigencia ante los últimos acontecimientos ocurridos en Santa Victoria Este. “La desnutrición de esas comunidades, problema esencialmente socio-económico no ha sido revertido por ningún gobierno en los últimos 200 años, porque los pueblos originarios han sido y siguen siendo objeto de “prácticas sociales genocidas” inclusive por aquellas instituciones o políticas que refieren ayudarlos. Su eterna condición de pobres estructurales así lo demuestra” expresaban los médicos salteños.

La misiva expresaba que: “sanitariamente la desnutrición puede ser tratada, controlada y revertida en gran medida, por políticas y decisiones que Salta ha conocido, pero no ha sostenido. Además es posible eliminar la desnutrición que afecta irreversiblemente el desarrollo infantil inicial, si los hospitales públicos contaran con las vitaminas que cualquier pediatra de nuestro país indica a sus pacientes. Todo ocurre como si la nominación de “desnutridos culturales” o “enanos raciales” (que otra funcionaria salteña supo acuñar), no fuera más que una excusa para la encubierta decisión o incapacidad, de quienes tienen la responsabilidad y recursos para resolver tal violencia social”.

Acorralados

El Doctor en Antroplogía John Palmer llegó hace 30 años llegó a la Argentina para estudiar la cultura wichi. Una vez finalizada su tesis doctoral en Oxford, Palmer regresó a vivir a la Comunidad Lapacho Mocho, en el Chaco Salteño. Allí formó una familia con Tojueia, una joven indígena, con quien tiene cinco hijos. En una reciente entrevista concedida al diario salteño “La Gaceta”, el antropólogo explica “el etnocidio en el chaco salteño, la responsabilidad del Estado y las diferencias ignoradas entre ciudadanos comunes y originarios”. Sostiene Palmer: “Esto es el fin del mundo para quien habita este lugar. La zona se ha convertido en un páramo. Es un desastre ambiental por causa de la ganadería a campo abierto que se sigue practicando y convirtió en desierto a los ex lotes fiscales 55 y 14. Las comunidades originarias son habitantes milenarios de esas tierras, ellos sabían sostenerse de su ambiente, y ahora esos ambientes ya no están o son mucho menos disponibles. La Provincia ampara esto, porque lo justifican con que de eso depende el bienestar del resto de la ciudadanía, pero es a costa de los originarios. No les están dando el espacio para ser lo que son: habitantes milenarios con sabidurías milenarias, valiosísimas. Están acorralados, rendidos también, hace falta muy poco para salvarlos. Darles espacio propio para que recuperen sus tradiciones y sean ellos mismos y no el interés de algún modelo cultural ajeno”.

Para Palmer, en el Chaco salteño se vive un etnocidio: “Hay que diagnosticar la relación de la salud pública con las comunidades. Se puede tratar a los enfermos, pero llegan al sistema a última hora, cuando la situación es irreparable y eso pasa porque las comunidades son resistentes a ir a la salud pública porque reciben mal trato y no quieren sufrir eso. Perciben discriminación y eso hace que no haya una buena relación. Dicen que se los llevan para que vuelvan en ataúdes. Algunas comunidades están a 20 o 30 kilómetros de un puesto de salud y no hay comunicación telefónica. Se necesita una presencia mucho más cercana, permanente y de buena onda, con respeto y amor por esta cultura tan particular como los originarios”.

“Las prácticas ancestrales se han tornado imposibles”

Mariana Mampaey es médica. Desde 1994 vive en Ruiz de Montoya, una localidad de la provincia de Misiones, en la cual de 4000 habitantes, 850 pertenecen a Comunidades Mbya Guaraní. Se especializó en medicina familiar en Oklahoma, Estados Unidos y en Suiza, donde realizó pasantías.

Realizó investigaciones sobre métodos de diagnóstico en la cultura Mbya Guaraní en comunidades de Puerto Iguazú, llevó adelante una evaluación del estado nutricional de la población indígena de Ruiz de Montoya (material publicado por el Ministerio de Salud Pública de la Provincia) e integra la Mesa Indígena del Consejo Latinoamericano de Iglesias. Publicó además el estudio “Salud y Cosmovisión Reproductiva en la Cultura Mbya Guaraní”, basada en sus trabajos de campo, y realizó la investigación “Stunted Growth (crecimiento retardado) en poblaciones mbya guaraní de Ruiz de Montoya”.

Como profesional, Mampaey es una referencia en la temática de la salud indígena en la provincia. Su diagnóstico general, coincide con la hipótesis de que el modelo productivo tiene indidencia directa en las condiciones sanitarias de las Comunidades Indígenas: “Mis experiencias como médica y las investigaciones que realizamos desde el año 1994 en el Puesto de Salud de Ruiz de Montoya, en la provincia de Misiones de Argentina, son un intento de hacer visible la situación lindante a un genocidio por omisión, disfrazado, hacia la cultura Mbya Guaraní en Misiones y en general hacia las poblaciones indígenas de los países latinoamericanos. El acelerado deterioro ecológico que no recibe ninguna contención efectiva desde las esferas políticas, esta liberado a la ambición y avaricia de unos pocos”.

La doctora Mampaey explica que “La base vital de sobre vivencia de las comunidades en el mundo material físico es un intercambio eficaz y altamente sustentable con la naturaleza. Extraen de la selva frutas, miel, animales comestibles, plantas medicinales y tintóreas y de los ríos peces y crustáceos. Todos estos recursos sirven de alimento pero también de remedios y ornamentos”.
Sin embargo, la médica advierte que en la actualidad y a partir de un deterioro ambiental paulatino pero acelerado, “estas prácticas ancestrales se han tornado imposibles en la mayoría de las comunidades. Casi no quedan selvas y montes y las tierras de propiedad privada que tenían monte de uso extensivo, están siendo utilizadas en forma más intensiva por sus dueños actuales. Las comunidades quedan como núcleos de viviendas, sin entorno boscoso, expuestas”.

En términos políticos, Mampaey observa que “existe gran variedad y cantidad de programas, ayudas y apoyos que reciben los indígenas, desde el propio gobierno, desde iglesias, desde instituciones internacionales y ONGs de todo tipo. Casi ninguna de todas esta acciones esta dirigida a la problemática de la tenencia de tierras y sigue sin cambio la inseguridad y la vulnerabilidad del pueblo mbya . Este pueblo no es vulnerable en si, dado que su situación de vulnerabilidad responde a los problemas de la sociedad que los discrimina y los “hace víctimas” y no una supuesta “condición”. Ninguna de las comunidades sería vulnerable por sí misma si no hubiera una sociedad dispuesta a “vulnerarlos” . La seguridad geográfica del lugar en donde uno vive, ya sea la casa o las tierras propias, es básica para el mantenimiento de la inmunidad y la salud”.

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