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El cambio climático y el bla, bla, bla mundial
Por Zoe Armenteros - Tuesday, Nov. 08, 2016 at 1:10 PM

El cambio climático está aquí. Ya lo vivimos y lo sufrimos: Los primeros habitantes de una isla en Luisiana ya perdieron sus casas arrasadas por el aumento del nivel del mar, las estaciones desaparecen y solapan, la gente muere por las olas de calor y bajo el agua de inesperadas inundaciones. El tiempo ha confirmado las advertencias de los expertos sobre las consecuencias del aumento de las temperaturas y los excesos de la revolución industrial para nuestro planeta. Los políticos descreídos que acusaban a los ambientalistas de exagerar ahoran asisten a la cumbres del clima y abogan por medidas. ¿Los poderes mundiales están haciendo realmente algo o es solo un bla bla bla que siempre termina en esperanzadores acuerdos que no se cumplen?

Hasta 1958 todos los habitantes de la tierra, incluidos los científicos, vivíamos sin pensar en que un día pudiéramos no tener casa. El planeta era para la mayoría un ente abstracto, infinito en sus posibilidades naturales.

Ese año, el científico estadounidense, Charles Kelling realizó las primeras mediciones de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera terrestre. Kelling se subió a lo alto de un volcán en Hawái y los resultados llenaron de preocupación a los expertos.

Hasta ese momento los científicos creían que los océanos y la vegetación eran capaces de absorber los gases que producíamos, pero no era así. Pocos años después los científicos comenzaron a preocuparse y hablar de los niveles siempre en aumento del CO2 en la tierra.

Lo que comenzó siendo una preocupación se ha convertido en una alarma global definida como cambio climático. Ahora sí hasta los niños ya saben qué es y que comporta.

El calentamiento global alterará todos los mares para 2100
Qué pasará, qué está pasando

Lo que los científicos llevan 30 años advirtiendo ya es una realidad: La temperatura ha aumentado aproximadamente 0,6°C en el siglo XX; El nivel del mar ha pasado de 10 a 12 centímetros; el agua potable ya escasea en numerosas regiones y la desertificación comienza a hacerse sentir.

Esto provocará grandes cambios en las condiciones para producir alimentos; Las inundaciones, tormentas, olas de calor, tifones y tsunamis provocará un aumento en los índices de mortalidad.

Los expertos en cambio climático avisan de la extinción de animales y plantas debido a los profundos cambios de sus hábitats a los que muchas especies no se podrán adaptar.

La Organización Mundial de la Salud ha advertido que la salud de millones de personas podría verse amenazada por el aumento de enfermedades infecciosas, por la desnutrición. De hecho hablan de 150.000 muertes al año a causa del cambio climático.

Con el aumento de la temperatura, la malaria y el dengue se extenderán a poblaciones de países, donde no existían estas enfermedades. Los mosquitos, principales responsables de la transmisión de estas enfermedades, podrán sobrevivir en zonas, donde el clima antes no se lo permitía.

La revolución industrial o cómo comenzó todo

La revolución industrial promovió un modelo de desarrollo incompatible con la salud del planeta. Los grandes combustibles, el carbón, el petróleo y el gas, que liberan dióxido de carbono a la atmósfera para producir energía.

Los países más industrializados ha provocado que el creciente aumento de los gases contaminantes, responsables del calentamiento global (CO2, óxido nitroso y metano) han aumentado su concentración en un 30% desde el siglo pasado, según datos del Ministerio de Medio Ambiente.

Los científicos se desgañitaban en los foros y eventos dedicados al cambio climático, pero los políticos no escuchaban. Muchos ideologizaron el tema y acusaban a los expertos de 'catastrofistas'. Los grandes grupos económicos presionaban e impedían la toma de medidas que frenaran sus producciones y afectara sus ganancias.

Tanto es así que entre 1998 y 2005, cuarenta y tres organizaciones recibieron 16 millones de dólares de la compañía de ExxonMobil, la petrolera más grande del mundo, para que pusieran en duda y desprestigiaran los hallazgos científicos sobre el calentamiento global, lo revelan los investigadores Manuel Rodríguez Becerra y Henri Mance en su libro 'Cambio climático, lo que está en juego'.
Una veintena de cumbres y reuniones sobre el clima

Los científicos comenzaron a promover reuniones en el seno de las Naciones Unidas. Desde 1972 y hasta la Cumbre de Clima de París, se han organizado una veintena de citas mundiales para hablar de la salud del ecosistema del planeta.

Sin embargo, no fue hasta 1979, en la Conferencia de Estocolmo cuando se consideró el cambio climático como una amenaza real para la vida en la Tierra.

A pesar de eso, en Estocolmo solo se aprobó una resolución de buenas voluntades para que los gobiernos hicieran todo para evitar los riesgos y posibles cambios provocados por la actividad humana.

Algunos políticos para disculparse por no acordar nada en concreto alegaron en sus discursos entender el problema, pero sugirieron que los ciudadanos a los que representaban no estaban preparados para aceptar los sacrificios que las medidas a tomar significaban para ellos.

A esta le siguieron una veintena de Cumbres de la Tierra. En la cita del Medio Ambiente y el Desarrollo (1987) en la que se firmó El Protocolo de Montreal finalmente se decidió prohibir los clorofluorocarbonos y otros productos químicos que agotan el ozono .

Esta decisión y la voluntad de los gobiernos llevó a que se desacelerará el deterioro de la capa de ozono y los científicos consideren que los “agujeros” de la capa de ozono en los polos Norte y Sur podrán restaurarse paulatinamente de forma espóntanea durante las próximas décadas.

La ONU advierte del calentamiento del planeta
¿El Protocolo de Kyoto, un punto de inflexión sin inflexión?

El protocolo de Kioto, firmado en esa ciudad japonesa en 1997 es probablemente uno de los más conocidos. Los países industrializados acordaron compromisos más concretos y vinculantes sobre cómo enfrentar el cambio climático, entre ellos reducir las emisiones de los seis gases que más potencian el efecto invernadero en un 5,2% con respecto a 1990.

El presidente George W. Bush (2001-2005; 2005-2009) rechazó firmarlo y para los otros países que decidieron seguir adelante con el tratado este entró en vigor en 2005. cuando ya habían pasado siete largos años desde que se firmara.

La mala noticia, que los compromisos de reducción firmado en Japón no se cumplieron, a pesar del amplio margen de años que se dieron a sí mismos para cumplirlos.

En 2007, en Bali, las grandes potencias volvieron a reunirse para negociar el segundo periodo del famoso protocolo, donde se comprobó no solo el incumplimiento, sino que los acuerdos eran insuficientes para las urgencias de la Tierra.

Se realizó una nueva hoja de ruta con el objetivo de facilitar la implementación efectiva y extender la vigencia hasta 2020.

En Copenhague 2009 regresaron los políticos a la negociación sobre el clima y firmaron limitar en dos grados el aumento de la temperatura global máxima, pero algo que se repite en estas cumbres: olvidaron acordar las medidas concretas para conseguirlo.

Así hemos llegado a la Cumbre del Clima, en Francia, con muchas expectativas, porque los grupos sociales han conseguido movilizar a la opinión pública, a los ciudadanos y los políticos se muestran más receptivos ante las presiones que reciben de estos.

Barack Obama fue uno de sus más entusiastas promotores del acuerdo que firmaron 195 países. El objetivo fundamental fue acordar que el nivel del aumento de las temperaturas sea inferior a los dos grados. Según los científicos ese umbral garantizaría que las consecuencias del cambio climático no fueran tan desastrosas.

Eso obligaría además a los países firmantes, entre ellos China, EEUU y los principales emisores de gases contaminantes, a reducir las emisiones de los gases que provocan el efecto invernadero.

Donald Trump, aspirante republicano a la presidencia de EEUU, ya puso los pelos de punta cuando dijo en alguno de sus discursos que "no soy un creyente del cambio climático provocado por el hombre", y le restó importancia al tema diciendo que eso es algo "creado por y para los chinos".

Sin embargo, el cambio climático avanza más rápidamente que la velocidad de nuestros políticos para tomar decisiones sobre cómo frenarlo.

Los expertos ya han avisado que las medidas del reciente acuerdo, firmado en París, en vigor desde este 4 de noviembre, son pocas. La cuota de emisión de gases de invernaderos deben ser más exigentes.

Las cuotas actuales no servirán de mucho. De hecho, este año, muchos de los países firmantes, han sobrepasado las emisiones de gases prometidas.

Este acuerdo, firmado por Washington y Pekín y la UE, solo siete países de la unión lo han confirmado. Esta vez, tampoco es vinculante y tampoco contempla sanciones para los que incumplan lo acordado.

Cada país es libre de definir cómo y hasta dónde recortará sus emisiones. El texto original presentado tuvo que ser 'descafeínado' para que los países más contaminantes, EEUU y China, entre ellos, lo firmaran.

El tiempo que tienen cada país para comenzar a aplicar las reducciones voluntarias es hasta 2020 y los objetivos tendrán un plazo hasta 2025.

Mientras esperamos a cumplir lo acordado en las cumbres, las emisiones han aumentado un 60% y este año, el planeta ha tenido las temperaturas más altas de los últimos 28 años.

Naomi Klein, periodista y autora del libro 'Esto lo cambia Todo', el capitalismo contra el clima', apunta el dedo al sistema actual. "Hemos asistido a 25 años de políticas que intentaban gestionar el cambio climático sin cambiar el sistema, que intentan encajar el problema del cambio climático dentro del sistema de mercado existente. Esto ha fracasado, dice Klein que aboga por un cambio de sistema como única forma para salvar el ecosistema terrestre.

"Un cambio de sistema, sería para la estudiosa que cuestiona el interés de las grandes empresas, "invertir mucho en transporte público para que todo el mundo lo pueda usar, pero el mercado no tiene ningún interés en ofrecer transporte público económico o incluso gratuito, porque así la gente dejaría de utilizar el coche".

El Centro Tyndall para la Investigación del Cambio Climático refuerza la tesis de Klein al ver solo una forma de enfrentar el problema: "Después de dos décadas de mentiras y engaños, la meta del 2º C necesita cambios revolucionarios en la hegemonía política y económica".

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