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"Busco a mi hermano y ellos están ahí"
Por Sonia Tessa - Monday, Nov. 21, 2016 at 3:36 PM

Declaró Sabrina Gullino, hija de Negro y Valenzuela, en la causa Guerrieri 3

19 de noviembre de 2016 | La hija de Raquel Negro, cuya desaparición se juzga en este proceso, relató el proceso de reconstrucción de su identidad, y la búsqueda de su hermano mellizo. También declaró Jaime Dri, sobreviviente del centro clandestino Quinta de Funes.

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Sabrina contó sobre la búsqueda de su hermano. Dri retomó declaraciones anteriores.
(Fuente: Alberto Gentilcore)

Bastó que el fiscal Adolfo Villatte le preguntara a Sabrina Gullino Valenzuela Negro si algún familiar suyo había sido víctima de terrorismo de estado para que esta mujer de 38 años desplegara su historia, que conoció recién en diciembre de 2008. Sabrina es hija de Tulio Valenzuela y Raquel Negro, nació en cautiverio el 2 o el 3 de marzo de 1978 en el Hospital Militar de Paraná, junto a un hermano mellizo que es "un desaparecido con vida que estamos buscando". Mirando al Tribunal, dijo: "Es muy impresionante que yo esté declarando acá por cuarta vez y los responsables, que saben donde está el Melli, están ahí, pero ahí. Es muy impresionante, yo estoy buscando nada más y nada menos que a un hermano mellizo, y ellos están ahí, y sabemos que saben dónde está el Melli, a quién se lo dieron por lo menos". En este juicio, la causa Guerrieri 3, que juzga los delitos de lesa humanidad cometidos contra 47 víctimas, de las cuales 24 están desaparecidas, se investiga la desaparición de la madre de Sabrina, Raquel Negro. Ayer también declaró Jaime Dri, sobreviviente del centro clandestino de detención Quinta de Funes y testigo clave en las causas que juzgan a la patota del Destacamento de Inteligencia 121.

La última vez que vio a "María" (así le decían los compañeros a Raquel) planearon fugarse juntos, ella le dijo que la esperara, que con la panza no podía hacerlo. Se la llevaron a Paraná, y la trajeron de vuelta en un baúl, desnuda, con una bolsa de nylon en la cabeza, según el testimonio de Eduardo Costanzo al periodista de Rosario/12 José Maggi. "Eso es una muestra del ensañe de los represores con las mujeres", subrayó Sabrina.

Un error de comunicación con Gendarmería impidió que Juan Amelong participara personalmente de la audiencia, así que la miró por televisión desde el penal de Marcos Paz, junto a Jorge Fariña. Desde la cárcel de Ezeiza, también por videoconferencia, escucharon Rodolfo Isach y Walter Pagano. Desde su lugar de detención en Bouwer, Córdoba, la siguió Juan Cabrera, y desde Santa Fe, Marino González. En cambio, Oscar Guerrieri, en prisión domiciliaria, lo hizo desde los tribunales de Comodoro Py. En una sala contigua estuvieron Ariel López y Armando Pelliza, a la espera de que el Tribunal defina sus pedidos para no asistir. El único presente ayer fue Costanzo.

"El 2 de enero de 1978 fueron secuestrados mis papás biológicos junto a mi hermano Sebastián Alvarez. En la tienda Los Gallegos de Mar del Plata los llevaron a Tulio y Sebastián, y a dos cuadras, a Raquel, que estaba embarazada de mellizos", relató la mujer, quien se crió con su familia adoptiva. Sabrina se había puesto en contacto con Abuelas de Plaza de Mayo de Rosario la misma semana que le llegó una citación del juzgado federal de Paraná para comparecer. Así supo que había sido abandonada en el Hogar del Huérfano de Rosario, el 27 de marzo de 1978. Esa línea de investigación se abrió para Abuelas a partir de una declaración de Costanzo, quien dijo que Pagano y Amelong habían dejado a la beba en la puerta de "un convento".

Sabrina detalló minuciosamente lo que pudo reconstruir de su historia, gracias al impulso de Guillermo "Mencho" Germano y Sebastián Alvarez en la causa por la sustitución de su identidad, y también al testimonio de enfermeras del Hospital Militar y el Instituto Privado de Pediatría, donde fueron trasladados los mellizos pocos días después de nacer. Sabrina ingresó como Soledad López el 4 de marzo, y su hermano, como NN López, el 10 de marzo. El 27 tuvieron el alta los dos, pero el rastro del bebé hasta ahora está perdido.

Cada testimonio en estos juicios tiene un sentido, es como una pieza en el rompecabezas de la memoria colectiva. En este caso, para Sabrina, era importante participar en el proceso por la responsabilidad de los asesinos de su "mamá Raquel". "Las veces anteriores que declaré, no había sido mamá y no había atravesado un parto", dijo Sabrina, quien subrayó más de una vez "pensaba en una situación de tanta vejación, de tanto maltrato, en el momento de mayor vulnerabilidad y tambien de mayor potencia de una mujer y pensaba en no poderlo hacer en la absoluta libertad que merece ese estado, sino en una situación de secuestro, de tormentos".

En Sabrina, su propia experiencia de maternidad fue también una puesta en dimensión de la vivencia de su madre. "Quería hacer el comentario de lo que me imagino que pudo haber sido para ella ser secuestrada con dos bebés en la panza, y con el bebé chiquito que era Seba", dijo Sabrina. En el público, Sebastián -que tenía un año al momento del secuestro- escuchaba a su hermana.

Sabrina subrayó también que "la cúpula militar y los represores tenían especial ensañamiento con las militantes revolucionarias porque no sólo transgredían el sistema político sino también el rol socialmente atribuido a las mujeres de la maternidad y lo doméstico". Las calificó como "doblemente transgresoras".

Por eso, la declaración de ayer era distinta. "Yo quería traerla a Raquel, sobre todo, en este testimonio. Me imagino todo lo que habrá pasado de saber que la iban a matar. Pero no se imaginó que se iban a robar a sus bebés. Porque le dijo a una de las enfermeras, qué va a hacer mi mamá Emelina con tres bebés", dijo Sabrina.

Raquel había acordado con su compañero Tulio que iban a simular colaboración pero que él denunciaría el plan del jefe del II Cuerpo de Ejército, Leopoldo Galtieri, al llegar a México con el declamado objetivo de matar a la cúpula de Montoneros. Raquel sabía que quedaba de rehén. Antes, habían logrado que Sebastián fuera llevado con sus abuelos maternos.

"Preferí venir y no que vieran el video, porque declarar es hacer honor y contribuir a este acto de justicia. Quizás 38 años para la vida de una persona son muchos, pero para la vida de un país es muy poco, y qué importante es que se estén desarrollando estos juicios", dijo Sabrina, que llegó al Tribunal con su pequeña hija y rodeada de compañeros y compañeras.

Y agregó: "En homenaje a Raquel, a sus compañeros, y a las mujeres que pasaron por esos centros clandestinos de detención, y por la responsabilidad de este tribunal para juzgar la responsabilidad de estos genocidos, porque hay delitos que se siguen cometiendo, y es que hoy no esté el Melli, y que mi hija no pueda conocerlo".

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