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El proceso hacia la autodeterminación mapuche ya comenzó
Por Jorge Aillapán Quinteros - Saturday, Dec. 03, 2016 at 2:18 PM

Aunque la instancia para concretar esta autodeterminacióna no es la última “mesa de diálogo” por el Gobierno de Bachelet, ni mucho menos, tampoco, aquel esperpento denominado “proceso constituyente indígena”.

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29 de noviembre de 2016

elmostrador.cl

El tránsito hacia la autodeterminación mapuche se muestra irreversible. La idea ya está instalada, no obstante que su construcción jurídica sea incipiente, favoreciendo, hasta ahora, su abuso demagógico. Esto último es evidente si atendemos a las apocalípticas profecías que vociferan los sectores más rancios de este país, cuyo odio los lleva a alertar una posible secesión territorial. Nada más ignorante y alejado de la realidad. Desde luego, pues la secesión no es la única consecuencia que puede existir tras un proceso de autodeterminación.

Actualmente, de hecho, el denominado “federalismo plurinacional” es una de las propuestas más aceptadas. Por otra parte, en el estado actual de legislación y política internacional sobre derechos humanos, los Estados están lejos de patrocinar la secesión para los pueblos indígenas. No existe un “derecho” a aquella, y, de tolerarse, solo está considerada para el listado de colonias o “territorios no autónomos” reconocidos por la ONU, listado donde no figura el pueblo mapuche. En general, para los pueblos indígenas, la comunidad internacional permite únicamente el ejercicio de una “autodeterminación interna” y el reconocimiento de un pluralismo jurídico subordinado, en este caso, al Estado chileno.

Sin perjuicio de lo anterior, en las propuestas de autodeterminación de los mapuche dedicados a la política también parece existir demagogia, de ahí que resulte necesario entender qué pretenden estos actores y, en definitiva, identificar a quienes sinceramente buscan caminar hacia la liberación nacional mapuche versus aquellos que –vestidos de terno y trarilonko– solo buscan el beneficio personal, accediendo a algún cargo político dentro del establishment chileno.

Cuando una persona decide independizarse, abandonando el regazo paternal y/o maternal, lo puede conseguir de diferentes formas. Así, podrá vivir fuera de la casa familiar, pero a costillas o mantenido por sus padres; otros –más dignos, evidentemente– realizarán su independencia aceptando, en un comienzo, pequeñas dádivas o el impulso de sus progenitores para conseguir su emancipación económica definitiva; incluso están aquellas personas que buscan su autosuficiencia sin aceptar subvención familiar alguna, al margen de si rompen o perseveran en el lazo que los une.

Recurriendo a la analogía, podríamos ver nuestra relación con el Estado chileno de la misma manera y –si autodeterminación es lo que queremos– decidir si vamos a romper toda relación política y territorial con aquel; si vamos a negociar un estatuto personal que nos identifique en todo el país; si se va a definir una “región plurinacional”, como se propuso en la comisión de descentralización del año 2014, etcétera, etcétera. Por lo pronto, lo único claro es que, mientras no exista acercamiento, diálogo, discusión y acuerdos entre los mapuche que pretendemos autodeterminación, poco y nada se podrá avanzar. Toda propuesta personalista de “autogobierno” no dejará de ser una patriotada más, probablemente destinada a buscar un cupo dentro de la democracia representativa chilena, bajo la eterna excusa de “cambiar el sistema desde adentro”.

El proceso hacia la autodeterminación mapuche ya comenzó, aunque la instancia para concretarla no es la última “mesa de diálogo”–encargada de labrar, allá en Temuco, por el Gobierno de Bachelet– ni, mucho menos, tampoco, aquel esperpento denominado “proceso constituyente indígena”, fruto de ideas trasnochadas que pretenden –si es que algo pretenden– mejorar el estatus de los indígenas que habitan el territorio chileno bajo un supuesto de “multiculturalismo” que en los hechos se traduce en asimilacionismo o integracionismo.

La autodeterminación tampoco es viable bajo el esquema actual de representatividad política, aun cuando se haga mediante “alcaldes mapuche”, “diputados mapuche” o “senadores mapuche”, expresiones todas que, más que tolerancia o empoderamiento, dentro del sistema chileno, demuestran genuflexión hacia la élite dominante. Antes del diálogo con esta, son las diferentes posturas autodeterministas mapuche las que deben convergir en una propuesta nacional de representatividad previamente discutida, conversada, reposada.

El primer paso lo dieron hace unos días Héctor Llaitul (Coordinadora Arauco-Malleco) y José Marimán (Centro Estudios Mapuche Rümtun), quienes –ante un auditorio repleto en Santiago– dieron cuenta de las diferentes concepciones que existen respecto a la autodeterminación mapuche, tanto desde la academia universitaria como en el control territorial de facto, evidenciando a quienes asistieron a dicho nutramkan la disparidad de propuestas políticas para alcanzar dicho objetivo y, de paso, que no es necesario recurrir a expertos pro indigenistas para que nos interpreten y hablen por los mapuche respecto a lo que sentimos y anhelamos, pues somos nosotros mismos –en nuestra virtud o precariedad intelectual– los que estamos definiendo la nueva relación con el Estado chileno y el tipo de autodeterminación que buscamos.

Es necesario aislar la demagogia del debate sobre la autodeterminación, tanto de aquellos que la satanizan como del propio oportunismo político mapuche. Hay tanto por resolver que, sin un diálogo colectivo y ampliado, seguirán pendientes cuestiones básicas como la cooptación que realizan los partidos políticos chilenos de la “causa mapuche”, la definición de nuestros interlocutores válidos ante el Gobierno chileno, el eventual estatuto personal por el que nos regiremos y hasta el mismo territorio donde se va a concretar la autodeterminación.

Sobre esto último, piénsese solamente en la situación de quienes viven o nacen en sectores urbanos y particularmente en Santiago. Comprobado que gran parte del pueblo mapuche reside en la Región Metropolitana: ¿habrá que irse a vivir al sur del Bío Bío para ser considerado dentro de la “propuesta de paz” de Huenchumilla, en el “autogobierno” de Aucán, en la posible “región plurinacional” de La Araucanía, o en las zonas donde actualmente existe control territorial de facto?

Hay que recordar que existen mapuche hablantes y otros ignorantes de su lengua; los hay universitarios y también con mínima escolaridad; hay algunos que les alcanza para comer en buenos restaurantes, versus otros totalmente empobrecidos; están los que viven en sectores rurales, aunque muchos han migrado a vivir a las grandes ciudades, diáspora que no puede quedar al margen de ninguna propuesta de autodeterminación mapuche, pues esta ha de ser para un pueblo, no necesariamente para un territorio al sur de Santiago.

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