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Respaldo de industriales a un programa económico que castiga la actividad
Por Julián Blejmar / Página12 - Wednesday, Dec. 21, 2016 at 4:52 AM

18 de diciembre de 2016 | Unión Liberal Argentina

“En la República Argentina existen dos tendencias y casi puede determinarse la región territorial sobre la cual actúan una y otra. Hay un partido que tiene asiento en el pequeño espacio que rodea la Plaza de Mayo de la Capital Federal, y hay otro partido que tiene su asiento en todo el resto de la Nación. Uno de ellos es enemigo declarado del Banco de Estado; es contrario a toda protección y quiere la libertad absoluta del comercio; es contrario a todo lo que sea emisión en cualquier forma, casi enemigo de la palabra emitir; (...). De un lado la Nación: del otro lado, intereses radicados en esta Capital, apoyados por la prensa metropolitana”. Los conceptos, fueron vertidos por el ex presidente Carlos Pellegrini al Congreso Nacional en 1895 y 1899, apunta el historiador Norberto Galasso en su libro El ciclo de Roca.

Desde aquellos años, una de las representaciones económicas de este partido fue la Unión Industrial Argentina (UIA), ya que según lo expresa el fallecido historiador Jorge Schvartzer en su trabajo Una elite empresaria en la Argentina: la Unión Industrial Argentina, esta entidad, nacida en 1887, “nunca demandó cambiar la estrategia económica argentina” que había sido impulsada por la liberal Generación del ochenta, la cual buscó convertir a la Argentina en una nación agroexportadora, con una industria subordinada a este objetivo.

El historiador Eduardo Basualdo plantea en Estudios de historia económica argentina, el concepto de “oligarquía diversificada” para dar cuenta de aquellos terratenientes pampeanos que diversificaron sus inversiones a la industria con ventajas comparativas, aunque manteniendo sus explotaciones agropecuarias en primer término.

Se puede observar que existieron matices en sus posturas contrarias al desarrollo industrial, aunque sus luchas internas se zanjarían casi siempre en favor de los grandes empresarios monopólicos, enteramente favorables al liberalismo económico y a la reducción de la presencia del Estado, en un comportamiento que se repite hasta nuestros días. Así, pese al programa desindutrializador y favorable a la valorización financiera que planteó el actual gobierno en su campaña, el anterior presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Héctor Méndez, consideró al entonces candidato presidencial por la alianza Cambiemos, Mauricio Macri, como “más preciso y sólido”, mientras que el vicepresidente Daniel Funes de Rioja, expresó en su momento que “no hay visiones contrapuestas” con el actual presidente. De hecho, la presentación del actual gabinete económico, liderado por cuadros provenientes del mundo financiero, fue realizada en la 21° Conferencia Industrial Argentina de la UIA.

A un año de su gestión, cuando la propia UIA debió reconocer una caída industrial que superará el 5 por ciento, fuentes de la entidad señalaron la existencia de un “documento reservado que refleja lo profundo de la recesión” que la UIA no quiere hacer público. Ello no quito que el sector más nacionalista, que siempre estuvo presente, también se haya expresado. Por caso, el vocal José Urtubey le reclamó al gobierno nacional “dejar de combatir la inflación en detrimento del mercado interno”, señaló que las Pymes “son el motor de nuestra industria” y criticó las políticas de valorización financiera en desmedro de la industria.

La UIA nació a fines del siglo XIX para nuclear a industriales argentinos preocupados por la competencia de las manufacturas extranjeras, pero tal como lo sostiene Schvartzer, “la estructura fundamental de la economía argentina constituyó siempre un dato aceptado y reconocido implícitamente, e incorporado de esa manera al diagnóstico previo a cualquier discusión. Ni en las polémicas arancelarias que marcaron los años del cambio de siglo, ni en los reclamos contra algunas concesiones hechas a Gran Bretaña como parte del pacto Roca–Runciman (1933), y ni siquiera en el apoyo al modesto programa industrialista de comienzos de la década del cuarenta, la UIA atravesó los limites aceptados por la clase dominante local”. Por eso, el economista e historiador concluye que “su actividad revela que no se formó para oponerse a la política económica en vigor (el modelo agroexportador) sino para acompañarla con ligeras disidencias de tono”.

Otro historiador, el norteamericano James Brennan, plantea en Industriales y Bolicheros que la UIA “pese a que verbalmente apoyo el proteccionismo, nunca aprobó un programa especifico de desarrollo industrial”, ya que “los mayores intereses eran las exportaciones antes que el mercado interno, así como el desarrollo del agro y las finanzas sin intervención pública”, mientras que el investigador también norteamericano Gary Wynia afirmó en La Argentina de Posguerra que esta entidad industrial, que para la década del cuarenta tenía en su seno a seis de las nueve principales empresas extranjeras, “aceptaba la tendencia a la desnacionalización como una bendición, en vez de percibirla como una amenaza, mientras atacaba con vehemencia la expansión del Estado”.

Recorrido

El primer presidente con el que la UIA tuvo un fuerte conflicto fue con Juan Perón, criticándolo como Jefe del Departamento Nacional de Trabajo por haber establecido escalas salariales, la supresión del trabajo a destajo, y la reglamentación horaria en los comercios. Luego, frente al decreto 33.302 que establecía una “Convención Nacional Salarial” para establecer un salario mínimo e imponer el aguinaldo, la entidad catalogaría dichas medidas como “políticas propias de un modelo totalitario” y manifestó su oposición alegando la defensa de la democracia.

Luego de que la UIA financiara la campaña de la Unión Democrática y le realizara al ya presidente Perón un lockout patronal de tres días, el gobierno decidió la intervención de la entidad en mayo de 1946, creando solo tres días después la Asociación Argentina de la Producción, la Industria, y el Comercio (AAPIC) bajo el ala del minoritario sector de la UIA que veía con buenos ojos la política industrialista de Perón.

Tras el golpe de Estado a Perón en 1955, la UIA recobro su personería jurídica, y pocos años más tarde, en 1958, impulsó la primera agrupación intersectorial, denominada Acción Coordinadora de Instituciones Empresarias Libres (ACIEL) junto a la Sociedad Rural Argentina, la Cámara Argentina de Comercio y la Bolsa de Comercio de Buenos Aires. Entre los postulados de esta agrupación, se encontraban “la necesidad de reducir la presencia del Estado en el plano económico y social”; “la importancia de basar el desarrollo sobre una asignación de recursos guiada por el libre juego de las fuerzas de mercado y no en una dinámica de negociación entre corporaciones”, y “otorgar un papel relevante del capital multinacional en el desarrollo”.

En su trabajo Las corporaciones agrarias e industriales frente al golpe del ‘76, los investigadores de la UBA Verónica Baudino y Gonzalo Sanz Cerbino afirmaron que “el poder político de Aciel disminuía con la participación en el gobierno de representantes de la alianza entre la burguesía local (los pequeños y medianos empresarios nacionales) y los trabajadores, mayoritaria esta alianza en términos electorales, pero se acrecentaba con gobiernos autoritarios, aportando apoyo político–ideológico y un importante número de funcionarios para cubrir puestos jerárquicos en el aparato estatal”.

La constante división interna en el seno de la UIA emergería nuevamente a finales de la década del sesenta. Según Baudino y Sanz Cerbino “la dirección de la UIA intentaba conciliar en su seno dos tendencias contrapuestas: la de los capitales más débiles que demandaban protección del mercado interno, y la de los más grandes, que exigían ‘liberalizar’ la economía para importar sin restricciones maquinarias e insumos” así como “mantenerse dentro de la fuerza social reaccionaria que tenía en ACIEL su punta de lanza.”.

Así, en 1972, por iniciativa de los industriales nucleados en la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (ADIMRA), la UIA se retiró de ACIEL. Por entonces, la UIA era liderada por Elvio Coelho quien había comenzado a coincidir con la Confederación General Económica (CGE), la organización representativa de la burguesía nacional, en la necesidad de defender el capital nacional y cuestionar el predominio que se le había dado al capital extranjero en décadas anteriores.

Para 1974, ambas entidades acordaron integrarse en la Confederación Industrial Argentina (CINA), que en rigor era la antigua rama industrial de la CGE, la Confederación General Industrial (CGI). Desde allí se efectuó en un principió una fuerte defensa del proyecto económico e industrializador del peronismo, aunque, tal como lo sostuvo el periodista Eugenio Rey en las crónicas de aquella época, “luego del triunfo peronista, en la UIA peso, sin dudas, la conveniencia de maniobrar con un gobierno popular, francamente hostil a su tradición liberal y a sus simpatías por el capital externo. Así nació la CINA”.

El Golpe cívico militar de 1976, que al día siguiente de su asunción decretó la intervención de la CGE y la CGT, dejó un año más tarde sin efecto la fusión de la CGI y la UIA. De todas formas, a la tradicional organización empresaria, cuyas agrupaciones internas habían dado una “cálida bienvenida” al gobierno de facto, se le devolvió su personería jurídica y se le restituyeron sus bienes en 1977, si bien su funcionamiento siguió estando controlado por la intervención militar hasta 1982, luego de lo cual siguió su derrotero sin exhibir grandes reparos al modelo neoliberal que se implantaría pocos años después.

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