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El establishment empieza a preguntarse si el Gobierno quiere ganar las elecciones
Por Alejandro Bercovich - Friday, Feb. 03, 2017 at 2:28 PM

3 de febrero de 2017

El establishment emp...
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Alejandro Bercovich
abercovich@diariobae.com

–¡Esto es una locura! ¿Qué quieren? ¿Que se empiecen a llevar banqueros esposados por no pagar una paritaria?

Jorge Brito bramó su malestar con el Ministerio de Trabajo apenas supo anteayer que una cámara de apelaciones había ordenado pagar los aumentos salariales a cuenta de la paritaria que tres de las cuatro cámaras empresarias del sector habían pactado con el gremio antes de las Fiestas y que Jorge Triaca decidió no homologar. Lo escuchaban varios popes de la asociación de bancos nacionales (ADEBA), inquietos como él ante la perspectiva de arrancar el año con otra huelga. En los escritorios de todos ellos, repletos de carpetas postergadas por sus escapadas al Este, relucían los informes de emergencia de sus respectivos departamentos de crédito al consumo. Ninguno había terminado de interpretar la resolución que prohibió en seco las "cuotas sin interés", contra las que solo protestaban las dos o tres mayores cadenas de electrodomésticos. La norma, por esas horas, ya conmocionaba a compradores y vendedores en shoppings y supermercados.

En el empresariado ya no es un secreto la mala sintonía entre el mayor banquero local y una administración donde no paran de ganar influencia representantes de la banca internacional, como el secretario ascendido a ministro Luis Caputo (ex Deutsche) o el asesor todoterreno Gabriel Martino (HSBC). Se palpó dos semanas atrás en la tradicional fiesta que convoca cada enero Brito en su chacra "Mamá Ganso", en los altos de la Barra esteña, donde solo se dejaron ver dos funcionarios del PRO: Carlos Melconian y Guillermo Montenegro. El embajador en Uruguay está en el ostracismo político desde que zafó antes que Macri de la causa judicial por las escuchas ilegales. El entonces jefe del Banco Nación fue eyectado a las 72 horas del cargo. El despido tuvo más que ver con su negativa a financiar al Tesoro y con sus mordaces críticas al resto del equipo económico que con su presencia allí, pero uno de los asistentes al ágape aseguró a BAE Negocios que "ese día no veía venir la guadaña ni mamado".

El jefe del gremio bancario, Sergio Palazzo, en cuyo hombro lloró Melconian tras pronunciar un insólito discurso de despedida en el hall central del Nación, consiguió meter una cuña en ABAPPRA, la cámara que integran los bancos estatales y el Credicoop. Tras el dique que levantó Triaca y antes de la cautelar que obtuvo de la Justicia, ya había acordado con el kirchnerista Carlos Heller y con los bancos de Chaco y Corrientes que abonaran los adicionales contra la voluntad oficial. Pero tal es el interés del Gobierno en que el ejemplo de los bancarios no cunda en el resto de los sindicatos que el flamante ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, dedicó varias horas del miércoles a llamar por teléfono a banqueros para que no los pagaran. ¿Funcionará?

Ancla salarial
A diferencia de los topes que buscó imponer el kirchnerismo a las paritarias desde que la inflación empezó a desmadrarse, en 2008, primero con la ayuda de Hugo Moyano y luego enfrentándolo, el freno de mano que ahora intenta aplicar el macrismo llega tarde, después de un sonoro conflicto y un preacuerdo sellado en presencia del propio jefe de la cartera laboral. Pero además se procura accionar tras una pérdida del 6% del poder adquisitivo de los salarios de convenio, que lógicamente los gremios pretenden recuperar este año. Máxime en medio de una campaña electoral.

Para conjurar la amenaza de una rebelión sindical, que se terminaría imponiendo en ese contexto incluso por sobre la voluntad de un triunvirato trémulo y amancebado como el que conduce la CGT, el Ejecutivo sabe que debe poner a los gremios más combativos a la defensiva. Las estrategias que decidió seguir son dos: agitar el fantasma de los despidos y poner en marcha una flexibilización laboral por decreto que empieza a ser desafiada en Tribunales pero donde los referentes sindicales corren de atrás. No habrá sesiones parlamentarias que televisar ni movilizaciones que convocar en las puertas del Congreso. Los DNU se aprueban en lo que tarda el Presidente en firmarlos. Así fue con la reforma del régimen de ART y así será con las pasantías, las rebajas de aportes patronales y el "voucher laboral".

El camino elegido por Macri empezó a abrir otra grieta en el seno de la CGT, donde el clivaje entre kirchneristas y antikirchneristas fue saldado hace mucho más de un año a favor de los últimos. Que el propio jefe de Estado le haya dicho por teléfono a Antonio Caló que la decisión de abrir las importaciones de electrónicos estaba tomada y que no había nada que hacer por los despedidos de Banghó catalizó del malestar que sobrevoló el asado de la semana pasada en el balneario del oficialista Luis Barrionuevo. Cada vez más gremios industriales se ven en el espejo de los metalúrgicos. Esa inquietud creciente, sin embargo, no logró evitar que el triunvirato volviera a evitar ayer ponerle fecha a un paro general.

Transparentemente caros
El Ph.D. Miguel Braun, tal como el secretario de Comercio se presenta en su tarjeta personal, compró llave en mano la idea que le acercó en noviembre Carlos García, el convincente CEO de Garbarino. Transparentar los precios llevaría inmediatamente a una baja de los valores al contado, calculó rápido la craneoteca que rodea al funcionario. Lo apoyó entusiasta el vicepresidente del Banco Central, Lucas Llach. Así el Gobierno mató de un solo tiro un mecanismo de financiación que incluía un subsidio cruzado entre compradores al contado y en cuotas y que enmascaraba costos, pero que permitió alcanzar récords de ventas en un contexto de alta inflación. La promesa de las rebajas para quienes no precisen financiar sus compras resultó tan ilusoria como la SuperCard de Guillermo Moreno.

¿Por qué haría eso un gobierno que necesita revivir el consumo antes de las elecciones? ¿Es oportuno impulsar un cambio tan drástico en simultáneo a un tarifazo eléctrico que superó las ambiciones del propio sector y que disparó por eso tanto las acciones de las compañías eléctricas como las expectativas de inflación para febrero relevadas por el mismo Central? ¿Era necesario prometerles a los supermercadistas un plazo de un mes para amoldarse a la nueva normativa y luego incumplir esa palabra, como hizo Braun? ¿Es éste un gobierno realmente liberal o uno que fija cada vez más con sus reglas quiénes ganan y quiénes pierden incluso dentro del gran empresariado? ¿No equivale a eso la redolarización súbita de las tarifas (sobre todo para una industria en crisis) y los crecientes beneficios para los exportadores a pesar del déficit? ¿Para qué sirve por ejemplo levantar definitivamente la obligación de liquidar en el país las divisas obtenidas por los exportadores como planea hacerlo en pocos tiempo el Central, luego de haber llevado ese plazo a 10 años el 20 de enero?

El empresariado mastica esos interrogantes mientras Cristina Kirchner cavila en el Sur una decisión más trascendente (al menos para ella) que la de postularse o no a las elecciones de este año. Lo que todavía no sabe es si quiere volver a pelear el sillón de Rivadavia, ahora que confirmó que ningún otro peronista logró hacerle sombra en la interna. Es la impresión que se llevó el puñado de dirigentes porteños que la visitó en su casa. Y la pregunta que flota en todo ese mundo VIP donde se mezclan empresarios, sindicalistas y funcionarios.

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