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La lucha por una escuela mapuche en Vuelta del Río, por una formación con identidad
Por Pablo Quintana (Exclusivo/El Extremo Sur) - Saturday, Mar. 18, 2017 at 12:56 PM

La Comunidad Vuelta del Río inauguró el espacio en el que pretende desarrollar el Proyecto Educativo impulsado por sus propios integrantes. El Estado, en sus diversas gestiones, nunca respondió a la iniciativa de la comunidad originaria.

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Los niños y los adolescentes tienen derecho a la identidad, a la libertad, al respeto y a la dignidad como personas en desarrollo y como sujetos de derechos humanos, reconocidos en la Constitución Nacional y Provincial y en las leyes, recuerda la ley de Protección Integral de la Niñez, la Adolescencia y la Familia.

Si bien el Estado debería asegurar el derecho de los niños y de los adolescentes a la libertad, preservando su identidad y la autonomía de valores, ideas o creencias, no es esta la suerte que le toca al viejo proyecto de la Escuela Mapuche en Vuelta del Río.

La Comunidad Mapuche de Vuelta del Río propone una concepción de educación profundamente relacionada con la cosmovisión de los pueblos originarios para evitar una escuela aislada o excluyente.

En la iniciativa por tener su propio establecimiento escolar en el paraje ubicado a escasos kilómetros de El Maitén, hablan de transformaciones en la educación con un aprendizaje contextualizado desde el punto de vista de la propia comunidad. Acorde a sus propias experiencias y necesidades, vinculadas a conocimientos agrícola-ganaderos, “porque son los que hacen falta en la comunidad, porque estamos en la tierra y queremos poder trabajar en ella”, dicen al fundamentar el pedido.

A la espera de las respuestas que pueda dar el Estado, la comunidad Mapuche Tehuelche Vuelta del Río inauguró la construcción del espacio que destinará al Proyecto Educativo impulsado por la Comunidad. Fue luego de un ngellipun, una rogativa ancestral y el posterior trawn junto a otras comunidades y organizaciones.

Con tantas postergaciones a cuestas, la comunidad decidió propiciar el espacio que sirva para la pretendida enseñanza, sea formal o no formal, que tenga pilares en el verdadero respeto por los derechos humanos y la ultrajada pluralidad cultural en los procesos educativos.

En el proyecto, que se cobija entre los mapuches de la zona, pregonan un proceso educativo en el que “se respetarán los valores culturales, étnicos, artísticos e históricos propios del contexto social de los niños y adolescentes, garantizándoles la libertad de creación y el acceso a las fuentes de cultura, permitiendo el desarrollo máximo de las potencialidades individuales, y adoptando lineamientos curriculares acordes con sus necesidades culturales que faciliten la mayor integración social en el marco de la tolerancia por la diversidad”.

Saben lo que quieren

La iniciativa se gestó en los años ’40 con la construcción natural de un salón para dictar clase y desde entonces la comunidad trabajó intensamente durante largos años en la adecuación y refacción del que había sirvió como galpón comunitario. No hay improvisación en el proyecto. Los mapuches saben lo que quieren y cómo lo quieren. Pretenden propuestas pedagógicas flexibles que prioricen el vínculo con las identidades culturales y las actividades productivas del lugar. Lo que intentan es mantener los vínculos de los estudiantes con su núcleo familiar comunitario y afianzar la pertenencia durante el proceso educativo.

“El supuesto intento de garantizar nuestro derecho a la educación está ocultando la real intención de uniformar las culturas, (…) negar la existencia de los Pueblos Originarios. Plantea una relación totalmente desigual con la cultura mapuche. Plantea una ‘integración’ que establece una subordinación de nuestra cultura hegemónica”, sostienen.

Para los miembros de los Pueblos Originarios la actual educación estatal no le sirve ni siquiera a la sociedad argentina, porque no responde a las necesidades de la población. Los mapuches cuestionan esta educación por rígida y estancada, que tiene su raíz en 1884 (ley 1420), bajo el gobierno de Julio Argentino Roca.

“Es una educación elitista, etnocéntrica y monocultural. La política educacional argentina ha reproducido las relaciones de poder que se dan en la sociedad. Todo parte de una sola cultura, de un solo imaginario, que se impone a los demás desconociendo la existencia de cualquier otra cultura distinta a la hegemónica”, añaden en su diagnóstico.

Por ello es que desde la comunidad son conscientes que la educación en sus contenidos y metodología no sólo debilita sus formas de vida sino que ni siquiera alcanza a brindar las herramientas necesarias para desenvolverse en la sociedad, “generando fracaso escolar, bajo rendimiento, repitencia, deserción y como consecuencia, mano de obra barata o desocupada en las ciudades”.

Tal cual como el Estado concibe el proceso educativo de los niños mapuches, se termina anulando el tejido original que el niño lleva en su instinto, en su conocimiento, “que proviene de su tuwun-origen”. Por eso en el proyecto que elevaron hace tiempo al Ministerio explican que “la educación institucional anula la identidad de nuestro niño, no reconoce su cultura, no reconoce el idioma que se habla en su hogar, desconoce las normas que regulan la comunidad. Somete a un proceso de enseñanza basado en conocimientos ajenos, que en nada contribuyen a fortalecer la identidad del niño”.

Reprueban que la lengua de aprendizaje en las aulas sea el castellano a niños que vienen de un hogar donde la lengua de aprendizaje es el mapudungun. Quizás el primer quiebre con su propia identidad, alejándolos de los conocimientos de sus mayores, de la cultura y la filosofía de sus ancestros. “Como consecuencia de esto –explican-, hoy aproximadamente el 70% de nuestros hermanos ya no hablan mapudungun, situación que afecta a los jóvenes y niños en mayor grado”.

No soy de aquí…

El proceso educativo propuesto por el Estado genera un desarraigo en la misma comunidad canalizado en los regímenes de las escuelas-albergues, muchas veces religiosos, en ciudades distantes de los lugares de orígenes. Así el ingreso al sistema escolar de los niños mapuches resulta un choque cultural y una pérdida de su identidad, hasta propiciar la negación de su condición mapuche.

“Este choque trae consigo consecuencias de orden psicológico, pues al adaptarse a modelos y estructuras distintas a las de su entorno habitual, transforma sus estructuras de conocimiento, afectivas y psicológicas”, agrega la presentación.

Las formas de evaluación, entendidas como procesos de control por parte del sistema en relación a los alumnos es otro de los ítems cuestionados en el proyecto, teniendo en cuenta que afectan al niño mapuche en su vida escolar, familiar, personal y social, una vara que permitirá rotular como bueno o malo el rendimiento de los pequeños.

¿Qué quieren?

La comunidad solicita en la iniciativa educativa personal que se involucren con la educación, pero fundamentalmente que tengan relaciones de pertenencia y compromiso con Vuelta del Río.

“Necesitamos y queremos una escuela que tenga el compromiso de poner en primer plano quiénes somos y de dónde venimos en todas las propuestas que se realicen desde la educación. Se trata de un sello que queremos que tenga la escuela, porque la educación que hasta la fecha hemos recibido no responde a nuestro contextos de vida, nuestra realidad e historia”, esgrimen en los fundamentos.


“Al chico que vive en el campo—dice Silvio Hulinao—necesitamos decirle que hay posibilidades, muchas posibilidades aunque el suelo no sirva, no haya agua o vivamos en lugares que son pura piedra pero la tierra es tierra y sirve; sino no estaría la gente donde está. Que uno sepa aprovecharla es una cosa, el tema es cómo hay que trabajar. Si yo estoy acá, fíjese cómo está el suelo y yo tengo que vivir acá. Para que esto dé, yo pueda vivir y mi trabajo no sea en vano, yo tengo que buscar la alternativa y eso lo puede dar la educación. Algo está fallando, una cosa es que nosotros no queramos y otra que estén las cosas y no podamos. Por ejemplo, ahora nomás tenemos molinos eólicos nadie sabe arreglar eso, entonces en qué quedamos? O arreglar las fallas de las pantallas solares hay que aprenderlo”.

La comunidad tiene en claro que para garantizar su derecho al autoreconocimiento y autodeterminación la prioridad es que la educación imparta conocimientos que provengan desde su propia concepción cultural, es decir desde una perspectiva mapuche-tehuelche. “Por ejemplo, -esgrime la iniciativa- cuando se enseñen conocimientos sobre lengua no queremos que nuestros Ngütram se enseñen desvalorizados y conceptuados –desde concepciones y nociones de la cultura occidental- como leyendas o cuentos, sino como lo que son para nuestro pueblo: ‘Historias Verdaderas’, dado que, son las historias más importantes para nuestra existencia”.

Transformación no valoración

Vuelta del Río sostiene que como comunidad pretende valorizar a sus jóvenes, aprendiendo a trabajar la tierra con saberes técnicos, “para quedarse en la Comunidad preparados para buscar soluciones a la vida comunitaria”.

Por eso solicitan al Estado que garantice los medios, recursos, apoyos económicos, gestiones institucionales y de cualquier otra índole para garantizar un funcionamiento de calidad en la educación que defienden.

Las familias anhelan que por medio de la educación puedan alcanzar el sostenimiento económico comunitario y por ello proponen que la orientación de la escuela sea agrotécnica. El proyecto avanza en terrenos tales como desarrollar actividades áulicas- comunitarias vinculados al trabajo del campo (horticultura, ganadería) o actividades culturales como lengua mapuche, juegos mapuches, artísticas: telar, canto, cerámica, etc. Sin perder el espíritu comunitario proponen que la enseñanza tenga un sentido metodológico horizontal, con interacciones de las personas a través de un dialogo igualitario, alejados de la concepción del saber hegemónico.

Recobran premisas de Paulo Freire al considerar que las personas son seres de transformación y no de adaptación. Por eso se oponen a la figura de un maestro en la que “la comunidad deba ser objeto de una concientización por parte de un líder carismático, que iluminara con su sabiduría y abrirá los ojos hacia la realidad. Por el contrario, estimamos prioritario construir relaciones basadas en el dialogo y la reciprocidad, estas cuestiones deber traducirse en las metodología de trabajo que se implementen en este proyecto de aprendizaje colectivo”.

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