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Chañilao, el que se pasó a los indios
Por El Orejiverde - Tuesday, Mar. 28, 2017 at 5:26 AM

Una pintura de Manuel Alfonso, antiguo poblador de la frontera del Rio IV, uno de los tantos renegados de la frontera que se habían ganado el derecho de vivir en los territorios libres indígenas

Chañilao, el que se ...
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Después de una larga jornada de negociaciones en el corazón del territorio rankel, Lucio V. Mansilla se retiró a descansar con su gente, que acampaba en un montecito próximo. Cenaban y mateaban bajo las estrellas de Mamüll Mapu (País del Monte), cuando tuvo oportunidad de conocer al célebre Manuel Alfonso, más conocido como Chañilao, antiguo poblador de la frontera del Rio IV pasado a los indios.

La noche transcurría serena, y entre mate y mate sintieron que se aproximaba un grupo de jinetes. ¡Buenas noches! dijo el visitante nocturno, que desmontó, se sentó al lado del coronel con aire indiferente y habló en lengua araucana. Así lo describe Mansilla en “Una excursión a los indios ranqueles”:

“Era un hombre alto, delgado, de facciones prominentes y acentuadas, de tez blanca, pero quemada; de largos cabellos castaños, tirando a rubio; de ojos azules, vivos y penetrantes; de ancha frente cortada a pico, de nariz recta como la de un antigua heleno; de boca pequeña cuyos labios apenas resaltaban; de barba aguda, retorcida para arriba, en la que se veía un hoyo; lampiño; de modales fáciles; vestido como un gaucho rico; llevaba un sombrero de paja de Guayaquil, fino; espuelas de plata y un largo facón de lo mismo atravesado en la cintura; rebenque con virolas de oro, y su gran cigarro en la boca. Sin cuidarse de mí, habló con varios indios, ostentando un aire y un tono marcadísimos de superioridad”.

No había rincón de la pampa en el cual no hubiera estado; y no había río, arroyo, laguna o cañada que no conociera como la palma de su mano. Hablaba el araucano a la perfección y tenía mujer indígena. Era un experto domador, enlazador, boleador y pialador. Cayó prisionero muchas veces, pero escapó indefectiblemente. Según Mansilla:

“Es un oráculo para los indios cuando invaden y cuando se retiran; vive por desconfianza en Inché, treinta leguas más al Sur que Baigorria, a cuya indiada pertenece; tiene séquito y es capitanejo, con lo cual está todo dicho sobre este tipo, planta verdaderamente oriunda del suelo argentino”.

La pregunta no es qué hacía allí Manuel Alfonso, sino cuales eran las opciones del gaucho en la frontera. La más probable era caer en manos del juez de campaña y morir pronto a mano de los “indios”, si no lo mataba antes el cepo del comandante o el hambre en el fortín. La otra era refugiarse en las tolderías y ganar prestigio y poder en la sociedad indígena, participando en los malones y en la guerra. Los menos, como el famoso coronel Baigorria, empujados por la violencia política, y los más, por la explotación y las injusticias a la eran sometidos cotidianamente por las autoridades de campaña. Allí iban a parar los Alfonso, como Fierro y Cruz, los personajes de José Hernández. Eran los renegados de la frontera, que se ganaban a la fuerza el derecho de vivir sin cadenas en los “territorios libres indígenas”, mal llamados “desierto”.

¿Y qué tiene que ver todo esto con nosotros? Es que ayer nomás hombres como Chañilao recorrían los campos de nuestro Partido, en ese entonces conocidos como “la Lobería Grande”.

Por Fernando Brittez
Fuente:
El Recado (General Alvarado, Pcia de Buenos Aires)
http://www.elrecado.net/?p=8657
Fecha: 25/3/2017

Dibujo:
Eleodoro Marenco

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