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Paraguay: Quiebre institucional o perpetuación del atropello
Por Ever Enriquez, Resumen Latinoamericano - Saturday, Apr. 01, 2017 at 7:16 PM

Por Ever Enriquez integrante del Movimiento 138, Resumen Latinoamericano, 1 abril 2017

Paraguay: Quiebre in...
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Se habla en Paraguay de quiebre institucional, de un golpe parlamentario, de defender la democracia, de no violar la constitución nacional. Entonces surgen tantos interrogantes de forma automática, por ejemplo, de qué institucionalidad se puede hablar en un país en el cual nunca se dio una verdadera transición a la democracia, donde la Constitución Nacional no es más que una herramienta de sometimiento en manos de una burguesía iletrada que usufructúa el poder a diestra y siniestra, donde una anécdota contada por el periodista paraguayo Andrés Colmán Gutiérrez , que relata lo sucedido en el primer encuentro entre el “flamante” presidente democrático del “nuevo Paraguay pos dictatorial” que, dicho sea de paso, era ni más ni menos que el consuegro del saliente dictador Alfredo Stroessner, el general Andrés Rodríguez, y su par cubano, Fidel Castro, sea quizás el más acabado resumen de lo que significa la democracia de nuestros días, tanto en Paraguay como en toda Latinoamérica.

Andrés Rodríguez: “¡Comandante…! ¿No le parece que ya es hora de sacarse el traje militar y ponerse un traje democrático, igual que nosotros?”
Fidel Castro: “Ya ve, general. Uno puede cambiarse de traje, pero sigue siendo el mismo. Por algo dicen que el hábito no hace al monje” (http://andrescolman.blogspot.com.ar/2016/11/el-traje-de-rodriguez-y-el-uniforme-de.html)
Ni más ni menos, eso es, una cuestión de trajes, donde los que detentan el poder se apoderan de las palabras, hacen suyos los discursos que más legitimidad les brinde. No reconocen partidos políticos, ni fanatismo alguno, más que el que tienen por los intereses de una pequeña minoría de la cual forman parte y que en nombre de un pueblo, cuyo único rol es el de asistir cada tanto a las urnas a brindarle su cuota de legitimidad a la peor de las dictaduras posibles, y digo peor, porque utiliza a la víctima, a la que debiera de ser el sujeto beneficiado por todas las instituciones del Estado, como garante para perpetuar sus propios intereses.

A manera de evidenciar aún más el rol desempeñado por este Estado supuestamente “democrático”, cabe hacer hincapié en el rol que viene desempeñando históricamente el mismo. En el año 1989 se fue Stroessner, pero la cúpula quedó intacta, los mismos que fueron participes de la dictadura más larga de América Latina, ya sea como miembros del Partido Colorado, o de los demás partidos legitimadores históricos. Se cambiaron de trajes y siguieron gobernando. Al unísono, nunca cesó la persecución hacia organizaciones populares, ya sean estas campesinas, urbanas, estudiantiles, etc. que vienen luchando desde siempre. Un ejemplo claro de ello es la XXIV marcha realizada esta semana por parte de los campesinos pobres nucleados en la Federación Nacional Campesina (FNC) cuya principal consigna es la siguiente: Sin Reforma Agraria No Habrá Paz. Dicha marcha es tan histórica como lo es el problema de la institucionalidad, la falta de verdadera democracia, la violación de los derechos y garantías establecidas en la Constitución Nacional –justamente nace como consecuencia de estas. Entonces, y claramente no se trata de un Estado Ausente o de un estado fallido, se trata de un estado que defiende los intereses de los grupos de poder de quienes lo detentan. Se constituye en el brazo armado de la soja, que sigue extendiendo su frontera verde sobre el territorio nacional, expulsando a campesinos de sus tierras, sitiando comunidades enteras, matando a dirigentes campesinos (desde la supuesta transición a la democracia a esta parte, son más de cien los dirigentes campesinos asesinados) condenando a luchadores, sin más pruebas que sus propios intereses, a penas de hasta 35 años de cárcel, como así también del narcotráfico y del contrabando. Se puede sostener y sin ningún temor que, la mayoría del pueblo vive sitiado por el hambre, la falta de salud, de educación, de tierra, de planes para poder soñar con llevar una vida digna, de desarrollarse, de ser feliz, siendo forzados a tener que migrar a los cinturones de pobreza de las ciudades de Paraguay o de los países limítrofes, en otro tiempo a Europa, solo para poder seguir sobreviviendo. En Paraguay solo el 3% de las personas vive, el resto no vive, apenas sobrevive. Entonces, cual es la institucionalidad que se defiende, cual es la democracia, cual es la libertad, en un país donde el 87% de la tierra está en manos del 3%.

Lo que queda evidenciado tras los últimos sucesos en Paraguay, es la ruptura de esa institucionalidad que hace posible todos los atropellos. Un quiebre en el seno de los partidos tradicionales, que son, en términos concretos “la institucionalidad” de la cual hablan y se sirven. Uno de los cuales, el Partido colorado, que fuera adoptado en su momento por Horacio Cartes para poder entrar a la arena política, y cuya directiva hoy deja de aceptar, tras haber comprado grupos enteros de medios de comunicación y aumentado considerablemente su poder, prescinde de los grupos que lo ayudaron en su ascenso, generando un lógico malestar dentro de la rancia cúpula colorada, cuya facción disidente se opone a la enmienda constitucional que pretende perpetuar en el poder a un desacatado Horacio Cartes. A dicho perverso juego se suma, entre otros, también el Partido Liberal Radical Auténtico, (PLRA)o una parte de él. Un Fernando Lugo con su bancada parlamentaria del Frente Guasu cada vez más alejado de los intereses del pueblo que alguna vez dijo haber defendido, constituyéndose de esa manera en legitimador y participe del juego planteado por Horacio Cartes que, por supuesto, y atendiendo a las actuales reglas de juego del sistema electoral, donde la gente necesitada, la que sobrevive en la patria, huérfana y reprimida a la vez, vende sus votos por dos kilos de galletas y un litro de aceite. Esa es la “La Política Empírica” de nuestros días, el hambre y la miseria como únicos motores de la racionalidad de la cual tanto alarde hacen los defensores de la institucionalidad y a la cual apelan como garantía final los respectivos usurpadores del Estado.

Entonces, no se trata de defender algo que no existe, o que si existe, es utilizado para el puro sometimiento de la gran mayoría necesitada. Se trata de la construcción de una institucionalidad que esté al servicio de la emancipación del pueblo, de construir la única y verdadera democracia, el poder popular. Se trata de apelar a la Democracia como el deber ser, no como el ser, de recuperar su rol prescriptivo, de llenarlo de la voluntad popular, de la voz de los oprimidos, y esto no se construye discutiendo sobre enmienda si o enmienda no, se construye separándose de los verdugos que pretenden hacernos partícipes, una vez más, de sus pujas y miserias. Es momento de enfrentar a toda esa farsa, de poner en evidencia toda esa perversa maquinaria que lo único que hace es seguir persiguiendo, expulsando, encarcelando, matando, en nombre de un supuesto proyecto que nos incluye a todos, pero que en lo concreto beneficia a muy pocos y en detrimento de la gran mayoría. La verdadera democracia aún no ha nacido, pero cada vez más se la siente patear en el vientre del pueblo, que es el único llamado al parto.

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