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En defensa de la lucha de AGR, respuesta a un “balance” fraudulento
Por Marcelo Ramal - Monday, Apr. 10, 2017 at 12:41 PM

9 de abril de 2017 | Cuando los compañeros de AGR comenzaban una nueva etapa de su lucha, acampando ahora en las puertas de la planta desalojada por un verdadero ejército de la infantería, el PTS se apuraba a entregarle un certificado de defunción a esta lucha, escribiendo en “La Izquierda Diario “los primeros elementos de un balance (sic)”. En simultáneo, la dirección del PTS orquestaba una campaña sucia en las redes sociales, atacando la lucha de AGR y su orientación. Como el carancho, el PTS sobrevuela sobre las situaciones difíciles sólo para parasitar de ellas. Pero detrás del título pomposo, no hay más que un ataque a los trabajadores de AGR y al Partido Obrero, que puso todas sus fuerzas al servicio de esta lucha.

En defensa de la luc...
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Ocupación

El PTS juzga que, de cara a estas “luchas dificilísimas”, no basta con “dar algunos golpes o incluso ocupar la planta, porque la empresa no está desesperada por producir”. Puede ser que “no alcance” con ocupar la planta… pero al menos hay que comenzar con ello. Es lo que hizo la interna de AGR, y NO HIZO el PTS en ninguno de los conflictos fabriles que lideró en los últimos años, como Jabón Federal, Donnelly o Lear. El planteo de “Ocupar toda fábrica que cierre o despida”, que la izquierda enhebra propagandísticamente en todos sus actos, sólo fue llevado adelante por AGR. Y no se trató de un acto espontáneo: al revés de lo que dice el PTS, la ocupación de AGR fue largamente preparada por su comisión interna clasista, que venía denunciando desde hace meses la política patronal de derivar trabajos para marchar a un lock out. En diciembre, un mes antes de la ocupación, se produjo un conflicto donde la CI vetó la salida de una encuadernadora y logró el compromiso de la empresa por el pago del doble aguinaldo y un “bono” de $9.100.

Luego, desde días antes del lock out, una vigilia en la puerta de la fábrica alertó sobre el cierre y preparó las condiciones de la ocupación. La ocupación de fábricas no es “un recurso más”, como lo presenta el PTS: es un veto de los obreros al monopolio capitalista de los medios de producción, en defensa del derecho al trabajo. Una oleada de ocupaciones plantea el principio de una reorganización social general bajo la dirección de la clase obrera. Si la huelga de AGR ganó volumen “afuera de la fábrica”, (sic PTS), fue precisamente por el impacto que produjo esa ocupación en todo el movimiento obrero y, en primer lugar, en la clase obrera gráfica. Después de décadas, el sindicato gráfico debió convocar a un paro de 24 horas, que el clasismo del gremio –la lista Naranja- aseguró con piquetes y jornadas activas, en la medida de sus fuerzas. La ocupación de AGR tuvo lugar en medio de un agravamiento de la crisis industrial, resultado de las reconversiones antiobreras impulsadas por el gobierno y las patronales. Fue el caso de AGR, pero también de Banghó, Roux Ocefa y otras. Luego vino Sancor y también General Motors.

Los compañeros de AGR ocuparon la planta en la clara perspectiva de empalmar con esas luchas y posibles ocupaciones. Muy pronto buscaron el camino de coordinar con ellas. Pero la burocracia sindical se encargó de aislar la ocupación de AGR, conteniendo con arreglos y maniobras a otros conflictos. A pesar de este cerrojo, y del bloqueo mediático que debía esperarse en un conflicto con el grupo Clarín –que obtenía simultáneamente favores millonarios del gobierno (4G)-, la lucha de AGR cosechó la simpatía general, y un fondo de huelga inmenso que fue colectado al interior de organizaciones obreras, estudiantiles y de lucha. Todo ello permitió un nivel altísimo de conocimiento del conflicto, derrotando al cerco mediático a través de las redes e incluso, y al menos parcialmente, en muchos canales y radios que no pudieron ignorar la lucha.

En su afán de minimizar el valor de la ocupación de la planta, el PTS asocia a AGR a aquellas situaciones donde la patronal “no está apurada en comenzar a producir”. Estaríamos, según ellos, ante un caso más de las fábricas que quebraron o fueron vaciadas y luego ocupadas por sus trabajadores. ¡No fue ni es el caso de AGR! El carácter excepcional de esta ocupación es que se llevó adelante contra el monopolio más poderoso del país, el cual, como explicaron centenares de veces sus trabajadores, sólo produjo el lock out para reemplazar a compañeros con conquistas laborales por otros precarizados y sin organización gremial.

Sin ocupación, el “lock out” de Clarín hubiera durado días, hasta la reorganización de los “recursos humanos” de la fábrica. El altísimo nivel de conciencia de clase y de lucha del colectivo de la empresa se expresa en que los obreros fueron a la lucha a pesar de tener a disposición el 120% de la indemnización. Salieron en defensa de los puestos de trabajo, conscientes de enfrentar una ofensiva de flexibilización laboral. Semejante preparación es consecuencia de la política de la Lista Naranja Gráfica en el conjunto del gremio y de una delimitación política y programática permanente con la burocracia sindical. Parte de esa preparación de clase fue argumentada por la propia patronal al momento del despido, cuando acusó a los trabajadores de AGR de “no hacer los trabajos de otras plantas” como Donnelly en la etapa de vaciamiento de esa empresa, en la cual, notoriamente, la CI orientada por el PTS no paró nunca.

La empresa esperaba despachar el conflicto con una circular pegada en sus portones, donde apuntaba a la “intransigencia de la interna dirigida por el PO”. Pero como los compañeros se habían preparado contra el zarpazo, desafiaron de inmediato la disposición patronal e ingresaron a la planta, superando incluso al operativo policial y de seguridad privada que ya se había desplegado. La empresa, entonces, intentó desalojarlos ¡al día siguiente!, lo que fue valientemente resistido por sus obreros y los compañeros que se encontraban junto al portón. Mientras tanto, crecía el apoyo obrero y popular a la lucha. Este es el valor extraordinario de la ocupación de AGR, que el PTS desconoce –y le conviene desconocer, para proteger sus propios “balances” en rojo, en lo que respecta a las luchas obreras de estos años.

Las organizaciones obreras

La ocupación de AGR instaló una crisis en la propia CGT, desnudando el completo fracaso de su tregua con la UIA y el gobierno en torno de un “verano sin despidos”. Esto explica la llegada de pronunciamientos de solidaridad de varias centrales obreras del interior. Varios plenarios obreros ejemplares, en la puerta de la fábrica, reclamaron el paro activo nacional a la burocracia paralizada. ¿Cómo no ver un hilo conductor entre ese desarrollo y la monumental crisis que estalló en el palco de la plaza de mayo del 7 de marzo, cuando el reclamo de una fecha para el paro hundió a la burocracia sindical en un desbande? Mal que le pese a PTS, la lucha de AGR ganó volumen, no “afuera”, sino “adentro” de las grandes organizaciones obreras, y fue un factor crucial en el proceso que ha conducido al paro general del jueves pasado.

El PTS desdeña luego el esfuerzo de la interna de AGR por luchar por el frente único de las organizaciones obreras y el clasismo, algo que sería, según sus palabras, “infantil”, por la “debilidad” del movimiento obrero combativo. De todas maneras, y a renglón siguiente, afirma que también se buscó un “frente único” con la burocracia sindical, el cual sería, éste sí, “totalmente correcto”. En esa línea, para el PTS las acciones de lucha del activismo debían contribuir a “torcer el rumbo de la burocracia”, o sea, una política de corrección de los burócratas. ¡Nada más “infantil” (o capitulador) que ello! AGR nunca buscó “frente único” alguno con la burocracia: sí se dirigió a las centrales obreras y al sindicato gráfico en reclamo de compromisos y acciones que habilitaran a actuar sobre la clase obrera de esas organizaciones: del paro arrancado a la FGB, en los primeros días del conflicto, nos servimos para concurrir a todos los talleres, ahora sí, en un “frente único” del clasismo. La política de unidad en la lucha practicada por AGR fue saludada por varios de los partidos de izquierda que concurrieron a los plenarios obreros, precisamente, en oposición a lo ocurrido en Lear. En definitiva, hicimos del frente único del clasismo un recurso para sacudir a las grandes organizaciones obreras en torno del conflicto y sus reclamos –ese es el método para la recuperación de los sindicatos. Otros han practicado lo contrario: el faccionalismo respecto del resto de la izquierda, por un lado, y la postración ante la burocracia, por el otro.

Electoralismo y putchismo

En el texto del PTS, es constante la alusión a la “debilidad” del activismo clasista, que no cuenta “con la fuerza suficiente”, ni “un prestigio ante la población”, etc. La recomendación, ante ello, es la de medidas más “creativas y audaces” (sic). Es decir, algo que no fueran las jornadas de piquetes en los principales accesos a la Ciudad y sobre Canal 13; la jornada nacional de cortes que abarcó a veinte provincias, la marcha a Plaza de Mayo; el bloqueo a la planta Zepita de Clarín; los piquetes a las fábricas gráficas que imprimían los encargos de AGR; la puesta en marcha de sus rotativas, profundizando la ocupación, y las innumerables colectas y actividades de solidaridad emprendidas por sus obreros. A poco de andar, queda claro que lo que nos achaca el PTS es nuestra negativa a “cambiar el eje de la lucha por los puestos de trabajo y pasar a discutir sobre enfrentamientos y sus posibles resultados (heridos y detenidos)”.

Sin confianza en el “débil”(sic) activismo y en las fuerzas de la clase obrera, el PTS pretendía transformar, provocación mediante, la lucha de AGR en una lucha “democrática”, en este caso, por la libertad de detenidos.

El PTS nos acusa de haber descartado “toda medida de lucha que pudiera tener como posible respuesta la represión”. ¡Como si la ocupación de la fábrica no fuera el mayor desafío que podía plantearse a la patronal y al gobierno en términos de una respuesta represiva! Como señalamos más arriba, ya en el segundo día de ocupación rechazamos una tentativa de desalojo. Esa respuesta decidida amedrentó al Estado respecto de volver sobre la fábrica durante nada menos que 80 días. Luego, otro gigantesco piquete con vigilia, en la puerta de la planta, derrotó la tentativa de desalojo que estaba ordenada para la madrugada del lunes pasado.

¿Qué es lo que pide entonces el PTS? Ni más ni menos que provocar una situación represiva, con independencia de sus efectos sobre el colectivo obrero y sobre el conjunto de la clase obrera que miraba con atención el conflicto de AGR. En un despliegue de irresponsabilidad política, los autores de este texto señalan que “incluso hay casos (sic) en los que las represiones generan consecuencias políticas negativas para las patronales y los Gobiernos”. ¿Sería este “el caso”? ¿Por qué no probamos a ver cómo nos va? El PTS nos propone provocar un hecho que, inevitablemente, tendría como blancos principales a los protagonistas de la lucha, los obreros de AGR. Como otros foquistas de salón, que también los hubo en el pasado, el PTS juega a la guerra con el cuero de los otros.

Pero esta política ya la plantearon durante el conflicto, y afortunadamente, fue repudiada por los propios obreros. En la gran jornada de bloqueo al taller de Zepita, donde se imprime Clarín, sugirieron “avanzar” sobre la gendarmería desde que comenzó la actividad. Los compañeros de la planta, y quienes los acompañábamos, rechazamos el planteo: en vez de protagonizar una provocación que hubiera terminado con una represión temprana –y la consiguiente salida del diario en tiempo y forma- apostamos, por un lado, a las vacilaciones del aparato represivo, durante una larga negociación. Y por el otro, jugándonos a la solidaridad de los camioneros que se encontraban al interior del taller, para que no sacaran el diario. Esto fue lo que finalmente ocurrió, y terminó colocando en completa crisis al reparto de Clarín. El desenlace represivo, efectivamente, cambiaba el eje: presentaba a un colectivo obrero desbandado y golpeado, mientras el diario aseguraba su salida y distribución. Eso sí: la represión le hubiera brindado “cámaras” a abogados y voceros en las puertas de alguna comisaría, pidiendo la libertad de los detenidos.

El supuesto putchismo es sólo la excusa para explotar las luchas obreras en pos del más crudo electoralismo. El “balance de AGR” delata a una corriente que reemplaza la lucha de clases y la conquista de los obreros por el petardismo mediático, el cual desprestigia a la vanguardia obrera y engrandece, ante la opinión popular, el poder del Estado y su aparato de represión.

Dicho esto, agreguemos que el Partido Obrero no necesita ninguna lección en relación a las represiones que se desencadenan, efectivamente, en respuesta a una lucha consecuente, ya sea por parte del Estado como de las bandas o barras de sus agentes sindicales. La represión al movimiento piquetero en el Puente Pueyrredón; el crimen de nuestro compañero Mariano Ferreyra; la detención posterior de nuestros compañeros ferroviarios, el encarcelamiento de nuestros dirigentes en medio de la gran crisis de 1989, por citar algunos casos, dan cuenta de esa historia. No podemos decir lo mismo del PTS, que no estuvo en el Puente Pueyrredón (porque no participó del movimiento piquetero) y abandonó la lucha por los tercerizados ferroviarios en medio de los embates de Aníbal Fernández, Schiavi, Garré y Verbitsky (y convidaba, poco tiempo después, al mismo Verbitsky, a ser reporteado por “La Izquierda Diario”).

La “Corpo”

En la línea de encontrarle al conflicto “otros ejes” que no fueran el de un conflicto obrero, el PTS propone en seguida otra variante: la del “odio a Clarín por parte de millones y millones”, que el PO, según los autores “no supo o no pudo explotar”. Los facciosos olvidan las campañas de boicot a la compra de Clarín y sus revistas, que AGR y su movimiento de lucha desenvolvió con toda energía. Pero ¿ qué sería entonces lo que “no se supo o no se pudo”? El PTS plantea que debíamos hacer de esta lucha otro capítulo del “conflicto con la Corpo”. Pero ¿ignora esta gente que ese conflicto ha sido manipulado intensamente por el kirchnerismo, y como parte de la disputa por el control capitalista de los medios de comunicación?

La conversión de la lucha de AGR en una acción contra la “Corpo” conducía a la colonización objetiva del conflicto por parte del kirchnerismo. Es lo que intentó el PTS durante el conflicto de Lear, cuando se movilizaron a la embajada yanqui con un libreto K. Para empalmar con ese “eje”, le aplicaron a Lear y Donnelley el mote de “patronales buitres”. Mientras tanto, jamás impulsaron al interior del gremio gráfico la unidad entre el buitre Donnelley y Poligráfica Del Plata, perteneciente ésta al nac & pop Szpolski. Quienes sí impulsaron esa unidad, y apoyaron con toda su fuerza la lucha de Poligráfica, fueron los compañeros de AGR Clarín, esclareciendo respecto de las falsas “grietas” y aportando a la unidad de clase. La polarización “Corpo-antiCorpo” forma parte de la “grieta”, es decir, de un antagonismo artificial entre dos fracciones del capital. Muchos trabajadores que votaron contra los K, a causa de la precarización laboral, el impuesto al salario y muchos otros agravios, leen o escuchan a los medios del grupo Clarín. En cambio, los compañeros de AGR colocaron el eje de la lucha en otra “grieta”, la que enfrenta a la clase obrera de los medios de comunicación –de todos los medios- con sus patronales, y donde están en juego sus conquistas históricas y su organización gremial combativa.

En esa tarea, lograron golpear y desprestigiar a la Corpo como nunca ocurrió antes con ninguna de las campañas de los K. El PTS admite en su texto el boicot del kirchnerismo político y sindical al conflicto. ¿Será porque no “supimos o debimos desarrollar el “odio a Clarín”? No: ese boicot deviene de que no estaba en juego una lucha interpatronal por el reparto de medios, sino un antagonismo entre obreros y patrones, que siempre ha tenido a los K de este lado. Otra vez, en este precoz “balance” de AGR, aflora el seguidismo del PTS al kirchnerismo.

Apoyemos la lucha de AGR

El texto del PTS nada aporta a la lucha de AGR, pero dice mucho, en cambio, del propio PTS. Lo delata como una corriente que se aleja, a pasos agigantados, de la lucha de clases y de la batalla por cimentar un desarrollo político a partir de la clase obrera, de su programa histórico, su experiencia y sus luchas. Todo ello ha sido sustituido por el atajo del petardismo mediático y del electoralismo. En verdad, la crítica a AGR tiene todo el tufillo de una maniobra dirigida a ocultar un electorerismo rampante, que ha generado repudio en el activismo obrero y popular. Mientras se desarrollaba la ocupación de AGR y otras enormes luchas, el PTS iniciaba la pegatina de afiches de Bregman y Del Caño. En el plano político, ese desbarranque metodológico tiene su expresión en el seguidismo al nacionalismo burgués, al democratismo y al feminismo liberal.

Rechacemos este “balance” malversado, y defendamos con todas las fuerzas a la lucha de AGR, cuyo “eje” es la cuestión estratégica de la actual situación política: un régimen –el del gobierno y sus socios del ajuste- que concurre al rescate del capital a costa de declararle la guerra a la clase obrera y sus conquistas.

 

Foto: Paula Acero

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