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Las huellas del Salado, 14 años después
Por Carlos del Frade - Tuesday, May. 02, 2017 at 4:32 PM

Publicado: 02 Mayo 2017 | (APe).- “Y nos pasó un 29… Nos pasó por el cuerpo, por el barrio, por la casa, por los libros, por las fotos y por el alma, nos pasó por la misma herida de impunidad que nos dejó el genocidio de nuestros originarios, la dictadura asesina, por esa herida del menemato del individualismo atroz”, empieza diciendo María Claudia Albornoz, una de las referentes de la Carpa Negra, que catorce años después sigue reclamando por justicia en torno a la inundación de Santa Fe.

Las huellas del Sala...
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“El martes 29 de abril de 2003 el río Salado entraba en nuestros barrios, los del oeste olvidado y abandonado por todos y cada uno de los gobiernos que pasaron, entraba en las esquinas donde los pibes jugaban a la pelota, donde las chicas bailaban cumbia de la nuestra, por las veredas de Chalet esas que nos vieron correr jugando a la escondida, el agua entraba y subía por la zanja, tapaba la calle y la cubría de un marrón de miedo.

“El barrio era el lugar seguro donde fuimos creciendo, aunque en el 2001 nos dejó a los pibes en la calle apretando los dientes con un caño en la mano y los comedores comunitarios llenos de gente que no tenían en su casa para parar la olla, la inundación nos dejó otra vez en ese lugar oscuro y triste casi sin esperanzas pero en un lugar más desconocido, los centros de evacuados donde caíamos para refugiarnos de lo más duro que puede sufrir un ser humano: la indiferencia.

“Sin entender mucho nos empezamos a juntar para ver qué hacer o tal vez nos juntamos para contarnos lo que nos había pasado porque no lo podíamos creer y nos contamos como estábamos en el Centenario, en San Lorenzo, en Arenales, en barrio Alfonso, en Barrranquitas, en Barrio Roma, en Santa Rosa de Lima, para revivir el calvario de la huida y del retorno a nuestras casas donde encontramos el horror de la pérdida de nuestros olores y casi de nuestra dignidad.

“Reconstruimos todo, la familia, el hogar, la casa, el barrio, la ciudad diezmada de tanta impunidad y así con todo en nuestra espalda, plantamos una Carpa Negra para luchar frente al poder sordo y corrupto en la Plaza de Mayo en Santa Fe y ahí resistimos y empezamos a entender de obras de ingeniería asesina, del negocio de la universidad, tercerizando proyectos, explotando alumnos para llenar el bolsillo de algunos que se hacen llamar profesores o investigadores y venden lo producido en una universidad pública a privados, así sabían que Santa Fe se iba a inundar pero no dijeron nada, los ingenieros hídricos, los cráneos, los inteligentes, los que son más marrones que el Salado mismo , saben y callan.

“Y en la plaza aprendimos de todo, en el medio geográfico del poder, entre la iglesia cómplice de la dictadura, el edificio de tribunales con una justicia cómplice de los inundadores y una casa de gobierno gris pálida de política berreta de seudodemocracia.

“Y aprendimos por donde entró el Salado, una obra sin terminar porque a los gobiernos, los del oeste, los nadies, no les importamos, somos menos que perros y por eso no avisaron, no evacuaron, ¿para qué nos iban a sacar? Si en realidad en sus políticas nos querían acabar, desterrar, desaparecer.

“Y aprendimos a luchar, nos cargamos la dignidad esa que querían que perdamos, la levantamos como bandera y aprendimos con las Madres que nos vinieron a abrazar, con compañeras y compañeros que habían luchado en tiempo de los milicos y eran sobrevivientes de otro horror, a veces tan parecido a este tiempo .

“Resistimos en tiempo electorales, con un dolor profundo en la panza, cuando conocíamos los resultados y parecía que no habíamos aprendido nada y los inundadores se nos reían en la cara en los afiches pegados en las paredes de nuestra ciudad, escuchando a los periodistas estrellas 80 lo que el salado sigue gritando con sus análisis perversos, culpándonos de los triunfos de los mismos que nos habían inundado… ¡Ay!, pero resistimos entre navidades y años nuevos, durmiendo en la plaza, perdiendo compañeras y compañeros, escuchando a todas las personas que pasaban por la plaza y nos contaban de sus pérdidas que eran las mismas que las nuestras”, escribió María Claudia Albornoz.

Fuente: “Lo que el Salado sigue gritando”, de Julieta Haidar, Miguel Cello y el autor de esta nota. Libro electrónico que se editó a 10 años de la inundación de Santa Fe.

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