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La mayor preocupación
Por Marcelo Zlotogwiazda - Friday, May. 05, 2017 at 4:47 PM

Viernes 5 de mayo de 2017 | La respuesta podría haber sido la tenue y lentísima recuperación del nivel de actividad. O que la inflación del primer cuatrimestre resultó más alta que lo previsto. Incluso cabía la posibilidad de que apelando al eslogan de campaña se hubiera referido a la falta de avances hacia el objetivo de pobreza cero.

Pero nada de eso respondió uno de los tres máximos responsables de la conducción económica del Gobierno cuando se le preguntó algo tan simple y directo como cuál es su mayor preocupación. Sin dudar un instante dijo: "Mi mayor preocupación es el déficit fiscal".

No es que se desentienda de la inflación como un problema de Federico Sturzenegger, ni que piense que las cuestiones productivas son responsabilidad de Francisco Cabrera y que los serios problemas sociales son asunto de Carolina Stanley.

El funcionario responde convencido de que su principal preocupación es el déficit fiscal porque cree que su reducción es condición imprescindible para mantener el esquema económico del Gobierno, y porque es consciente de lo difícil que les está resultando achicar la brecha entre ingresos y gastos.

Aunque reconocen que muy probablemente la economía no llegue a crecer el 3,5%presupuestado oficialmente ni que la inflación se ubique dentro de la banda prevista del 12 al 17%, en el Palacio de Hacienda están seguros de que la economía va a rebotar, que esa mejora va a ser más perceptible a partir del tercer trimestre y en época electoral, y el aumento de precios se desacelerará.

Pero no están tan seguros de poder cumplir con la meta de déficit fiscal del 4,2% del PBI, lo que consideran un requisito esencial para garantizar el acceso al crédito externo que les financia el déficit. La lógica que los guía es la siguiente: como el déficit sólo se puede achicar gradualmente, en el mientras tanto no hay otra manera de cubrirlo que con deuda, pero para poder seguir obteniendo préstamos a tasas razonables necesitan mostrar que el déficit efectivamente va disminuyendo para evitar que la perspectiva de endeudamiento sea vista como insostenible y explosiva.

Una planilla sobre su escritorio resume los datos en que se basan las dudas. Ahí figura que del total de gasto público previsto para este año el 56 % se destina a la ANSES y al PAMI, y un 17% a salarios y universidades, que son partidas que suman casi tres cuartas partes y que por obvias razones políticas no se pueden recortar, mucho menos en un año electoral. Más aún: las proyecciones indican que el presupuesto de ANSES y PAMI de este año aumentarán su participación en el total 9 puntos porcentuales, del 47 al 56%. El 27%restante del gasto público se reparte en tres porciones casi iguales, entre otras erogaciones corrientes, inversión pública y subsidios. Las primeras sólo pueden ser ajustadas con sintonía fina y paciencia. El gasto en capital es uno de los caballitos de batalla del Gobierno e instrumento clave para apuntalar el nivel de actividad, y por lo tanto está fuera del radar de ajuste, aunque en Hacienda resaltan que están consiguiendo compensar el mayor volumen de obra pública en 2017 con algún ahorro en los precios

Les quedan los subsidios, que aún tras los severos tarifazos equivalen a 3 puntos del PBI y representan el 10%del gasto público. La profundización de estos recortes con más aumento en los servicios públicos también encuentra restricciones. De índole económica por el efecto inflacionario, y de tipo político por el impacto en los bolsillos. La postergación del aumento en el transporte es la mejor evidencia de esos límites. La preocupación mayor por el déficit fiscal, que el propio Macri se encargó de calificar como insostenible, tiene una segunda motivación: su financiamiento con deuda externa implica una fuerte presión hacia abajo en el tipo de cambio.

Ante ese panorama, la estrategia oficial no pasa tanto por recortes nominales sino por evitar que el gasto público aumente en términos reales y vaya perdiendo peso relativo en una economía que crece. Pero aquí aparece otro enorme problema. Con este modelo y en el actual contexto internacional, no parece haber mucho crecimiento económico por delante. Todo puede cambiar a partir de octubre, si una buena elección del oficialismo los envalentona para cambiar de estrategia y afilar las tijeras.

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