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Luciano y la hipocresía
Por Carlos del Frade - Tuesday, May. 16, 2017 at 3:27 PM

Publicado: 15 Mayo 2017

Luciano y la hipocre...
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(APe).- La hipocresía mata. En la Argentina, donde debería estar en el trono de la vida cotidiana la noble igualdad, según dice la letra de su himno, la Corte Suprema de Justicia determinó que los asesinos más perversos de su historia, los que torturaron, violaron y secuestraron bebés, podían ser beneficiados por el viejo principio del 2 x 1. Mano blanda para los socios menores de los delincuentes de guante blanco. Los integrantes de las fuerzas armadas y de seguridad, macabros y brutales, fueron eso, los encargados de llevar adelante los mandados de la clase dominante, de las grandes patronales, los dueños del país, los grandes empresarios. Dejarlos en la calle, entre otras cosas, le da tiempo a los propietarios de casi todas las cosas para que nunca pisen los pasillos de los tribunales federales.

En la misma geografía, el gobierno nacional que impone el clima cultural político, envió dos proyectos al Congreso: duplicar las cárceles federales y bajar la edad de punibilidad. La coherencia es contundente: mano dura contra los empobrecidos y mano blanda con los sicarios de los poseedores que, además, perpetraron el genocidio desde el estado.

En el sur rosarino, en esos mismos días, el sistema vuelve a mostrar su fenomenal capacidad de reciclaje.

La pibada ausente de las escuelas no tiene trabajo formal pero sí acceden con llamativa facilidad a las armas que cada vez se producen en mayor cantidad con presupuestos oficiales gracias a los gobiernos del primer, segundo, tercer y cuarto mundo.

Las noticias dan cuenta de hechos brutales que, en realidad, son hijos de la hipocresía impuesta por las minorías y multiplicada por los grandes medios de comunicación.

Si un pibe queda afuera de la escuela y no tiene trabajo, el sistema dirá que se preocupa pero, en realidad, le pondrá armas en sus manos. Porque el capitalismo tiene en las armas su segunda vía de acumulación de dinero.

La información dice que en barrio Tablada, ex barrio obrero, portuario y futbolero, un chico de apenas 17 años fue acribillado al ser emboscado por un auto y una moto.

El chico forma parte de una larga cadena de atentados y muertes por disputas territoriales que hacen al regerenciamiento del negocio narco que sufren las principales ciudades de la Argentina a partir de 2015.

-El sabe, vos sabés, todos saben (quiénes venden droga en Tablada). Y si todos sabemos y nadie hace nada, será que es un negocio que le llena los bolsillos a muchos y no conviene tocar. Si no tendríamos que pensar que los funcionarios son unos inútiles que pontifican en los medios cosas que jamás solucionan. En Tablada pasamos por muchas y siempre se dio la misma. El político de turno promete y no cumple. Y los muertos los pone el barrio – le dijo un vecino a los trabajadores de prensa.

Agregan las crónicas que entre esas calles que supieron ser la ruta cotidiana de miles de laburantes en los años setenta, surgieron nombres, apodos y edades de los potenciales responsables. “Así se escucharon los nombres de "Milton, que es sobrino de Tubi" y familiar del "Manco" (ya fallecido) y "Pantera". También mencionaron a "Pelo Duro", un pibe que se ganó un espacio en las crónicas policiales cuando era adolescente y vivía en cercanías de La Siberia. E hicieron hincapié en "El gordo Luciano", que tiene 12 años y anda con "Pelo Duro". "Le dan pastillas, lo descabezan, le dan un fierro y lo mandan a matar. Por niño o por lo que sea no le tiene miedo a nada. Está metido en las últimas balaceras, es temible", recalcó un pesquisa”, terminaba diciendo la muy buena nota.

Luciano tiene doce años, repiten en el barrio, dicen los medios.

A los doce años, con edad de séptimo grado, el sistema le puso un arma no solamente en la mano a Luciano, sino en su vida cotidiana, para que le domine el presente, para que le nuble cualquier forma de futuro.

Desde los gobiernos hablarán de los programas “volver a estudiar”, los que prometen la “inclusión” pero lo cierto es que el verdadero motor del planeta, el dinero, llegó antes para convertir al chico de doce años en una víctima, victimario que será inmolado en el altar de la mentira institucionalizada.

Porque, como queda dicho, la hipocresía mata.

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