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Hacer la escuela
Por Sergio Alvez / APe - Monday, May. 22, 2017 at 7:09 PM

Publicado: 04 Mayo 2017.- Por los caminos profundos de Pozo Azul, ahí en el norte de la provincia de Misiones, todavía los carros tirados por bueyes se confunden en el paisaje con los tabacales y la inmensidad de la selva, que aunque herida, late aún por estos pagos. Campesinos y Pueblos Originarios, conviven en el lugar, arraigados a las luchas por el acceso a la tierra y desde hace unos años, por lograr la municipalización, lo que llevaría a Pozo Azul a convertirse en el municipio número 76 de Misiones y posibilitaría además una autonomía largamente reclamada.

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Aquí en Pozo Azul, a unos 7 kilómetros colonia adentro de la ruta provincial más cercana, se encuentra el Paraje Mondorí. En este pequeño poblado rural, hasta hace poco tiempo, niñas y niños debían desandar varios kilómetros para poder acceder a la educación formal. Muchos, ante la imposibilidad de afrontar el traslado, directamente quedaban excluidos de la escolarización. Ante esta situación, y hartos de reclamos administrativos intrascendentes, la comunidad decidió actuar. Fue así que padres, madres y trabajadores organizados en el Movimiento Campesino de Liberación (MCL), pusieron literalmente manos a la obra. A machete, motosierra y músculo, levantaron su propia escuela, una escuela para la infancia del paraje, una esperanza de porvenir surgida del sudor propio como contrapeso a la desidia estatal.

“Catorce kilómetros tenía que caminar la gurisada para ir a la escuela 399 que es la más cerca de Mondorí. Tenían que levantarse de madrugada, andar en lo oscuro por las picadas, a caballo, a carro o a pie, por caminos muy difíciles. Cuando llovía directamente es imposible ir. Por eso lo que hicimos nos llena de orgullo” sostiene una de las madres.

“Fue traer las motosierras, cortar la madera que fuimos consiguiendo, y ponernos a trabaja sabiendo que estábamos sembrando el futuro de nuestros hijos. Al mismo tiempo comenzamos con los trámites para que el Concejo General de Educación designe al menos dos docentes y nos reconozca como escuela, compromiso que ya está asumido por las autoridades. Además las autoridades educativas pudieron ver el estado de los camino y repararon el camino que llega a nuestra escuela. Ahora el desafío es seguir equipando la escuela y es por eso que estamos en una campaña de recolección de distintos elementos necesarios” explicaron desde el Movimiento Campesino de Liberación.

En el marco de esta campaña solidaria, se solicita: libros, revistas, material didáctico diverso, útiles escolares (cuadernos, biromes, lápices, mochilas, láminas, mapas, etc); escritorios, mesas y sillas, o pupitres; pizarrones de fórmica, tizas y todo aquello que pueda ser útil.

“Todo esto debería aportarlo el estado pero ante la ausencia de materiales acudimos a la solidaridad” señalan desde la escuela, indicando que a tales fines dispusieron de un correo electrónico (escuelitamondori@gmail) y que en Buenos Aires las donaciones pueden canalizarse a través del Frente de Lucha por la Soberanía Alimentaria.

Pese a las limitaciones, la Escuela del Paraje Mondorí comenzó las clases en marzo, con 50 alumnos. “Ante la ausencia del Estado las comunidades nos organizamos para poder salir adelante, con dignidad, trabajo. El maestro Eugenio, tiene que entrar en picada varios kilómetros para llegar porque vive a 40 kilómetro de la escuelita. Así que se queda toda la semana en el paraje, para poder enseñarle a los pibes. Esto es grandeza y vocación. También tenemos vecinos muy comprometidos, que a pesar de sus dificultades como todo los pequeños colonos del lugar, dieron hasta lo que no tenían para poder sacar este proyecto adelante” indican desde la escuela.

Formalmente, la escuela tiene rango de aula satélite, y su habilitación formal se dio el 9 de marzo de 2017, luego de reiterados reclamos por parte del Movimiento Campesino de Liberación y del Frente de Unidad de Trabajadores de la Educación (FUTE).

Otro actor importante en la articulación que posibilitó la apertura de la escuelita fue el Partido Agrario y Social (PAyS), que junto a la Asociación de Campesinos Tabacaleros Independientes de Misiones (ACTIM) donaron chapas y otros elementos, e iniciando gestiones para la mejora del camino principal. Martín Sereno, legislador del PAyS, recordó que “muchas de las familias que forman parte de esta nueva comunidad educativa, resistieron desalojos y una medida de fuerza que duró más de 45 días, la lucha por la tierra en la que Pozo Azul siempre un foco de resistencia muy importante. Si estas familias hoy tienen sus títulos de propiedad es gracias a esa lucha. Ahora además, tienen una escuela, aunque queda mucho por hacer”.

Julio González es uno de los vecinos de Mondorí que aportó su fuerza de trabajo para edificar la escuela de madera. “Entre todos hicimos un gran esfuerzo para construir la escuelita, con el objetivo de que los chicos tengan garantizado el derecho de la educación. Somos una comunidad que necesita educación, salud, energía eléctrica y posibilidades parta nuestra juventud y nuestros niños. Juntos iremos construyendo todo lo que haga falta porque somos gente de lucha” dice Julio.

Marcela Kehl, es otra de las personas fundamentales en esta historia. Fue ella quien donó el terreno donde se construyó la escuelita. “Entre tener un terreno para nuestra familia, y poder donarlo posibilitando que más de 50 chicos puedan estudiar, no lo dudé. Son chicos que sin esta oportunidad probablemente perderían la escolaridad, como ocurrió durante estos años donde hay niños que nunca fueron a la Escuela 399 por la gran distancia y riesgo” expresa Marcela.

Omar Vargas, uno de los referentes del MCL, recordó que “llevamos 10 años de lucha, pese a todo tipo de hostigamientos policiales y demás. Peleamos primero por la tierra, porque es el único camino es tener la tierra para poder producir y auto abastecernos para no ser explotados. Ahora logramos la escuela para dar futuro a nuestros hijos, para que tengan las oportunidades que nosotros no tuvimos. Pero ahora necesitamos servicios básicos y esa es una pelea que vamos a seguir dando, porque no reconocieron la tierra pero hoy el paraje no cuenta con servicios”.

A su vez, Rubén Ortiz, secretario general del Movimiento Pedagógico de Liberación (MPL), otro sindicato fundamental para la puesta en marcha de la escuelita de Mondorí, reconoció como trascendental el esfuerzo de la comunidad al construir la escuela, y apuntó que “la unidad de acción es la herramienta. Juntarnos a pelear todos los sectores oprimidos y hambreados. Debemos reconstruir la unidad de los que luchan, más aún en un contexto de ajuste salvaje como el que en estos momentos pesa sobre la espalda de los trabajadores”.

De esta forma, la experiencia del aula satélite del Paraje Mondorí, expone por un lado la brutal falta de sensibilidad de un Estado que en pleno siglo XXI – y con un gobierno provincial que lleva 14 años en el poder- obliga a la infancia campesina a caminar 14 kilómetros para poder acceder a la educación pública, y por el otro, muestra un camino emancipador, que a base de solidaridad va tapando los agujeros del sistema y haciendo que resurjan brotes de esperanza.

Edición: 3392

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