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Una tesis plantea un inédito modo de hacer casas donde la pobreza castiga
Por El Litoral / Santa Fe - Monday, Jun. 05, 2017 at 11:44 AM

Cuatro arquitectos se recibieron con un trabajo final donde proponen una forma de construir viviendas desde un proceso de participación comunitaria, y no como un proyecto “prefabricado”. El caso testigo: la comunidad mocoví Com Caia. La idea es aplicable en otros contextos sociales vulnerables.

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Imagen digital de uno de los prototipos de las viviendas propuestos para la Com Caia. Se respeta la vida en comunidad, y los espacios de cultivo y cría de animales para la subsistencia. Foto: Gentileza Santiago Pascuale

Por Luciano Andreychuk
landreychuk@ellitoral.com
@landreychuk

Son jóvenes de entre 26 y 28 años. Se recibieron hace tres semanas de arquitectos en la Facultad de Arquitectura (Fadu) de la UNL. Para recibir el título debieron hacer su tesis de grado. Y en ese trabajo final abordaron una problemática compleja en un contexto sociocultural más complejo aún: una comunidad vulnerable, o —descartando el eufemismo— allí donde la pobreza y las necesidades castigan duro.

Primero, pusieron los pies en territorio durante un año y medio en la comunidad mocoví Com Caia —el “caso testigo” elegido—, ubicada en el límite de la Circunvalación con la Ruta 11. Allí viven 150 familias, entre 450 y 500 personas. Iban e iban, una y otra vez: charlaban con la gente, compartían con ellos un mate al lado de un fogón, observaban y relevaban las formas de vida y subsistencia, la cultura de la comunidad indígena, las distribuciones de sus precarias viviendas de adobe y los loteos.

Una y otra vez los jóvenes tesistas escuchaban la misma frase, dicha de los propios integrantes de la comunidad: “Nos cansamos de escuchar promesas sobre una urbanización aquí. Que vendrían a darnos una mano, a ayudarnos, a hacernos casas”. Esa frase tantas veces oída fue definiendo la propuesta central de la tesis: una propuesta de viviendas sobre un paradigma cuanto menos novedoso.

“Entendemos a la vivienda social como un proceso, no como un objeto ni como la consumación de un proyecto diseñado desde un afuera y que llega prefabricado”, dicen a El Litoral los arquitectos Mariano Narváez, Santiago Pascuale, Nicolás Pascuale y Juan Manuel Prieto, autores de la tesis que, de tan bien lograda, fue publicada por una prestigiosa revista digital chilena (ver Reconocimiento).

El problema y una solución posible

La comunidad se asentó ahí tras una cesión de esas tierras por parte del Gobierno provincial. “La intención de Provincia fue buena, pero creemos que se utilizaron las herramientas inadecuadas: es decir, se abordó un eventual plan de viviendas pero entendidas éstas como un objeto, no como un proceso. Nosotros por el contrario integramos a la gente a este proceso para llegar a un resultado. Ellos conocían la problemática mejor que nosotros, y nosotros sólo buscábamos plantear una solución técnica”, cuenta Santiago Pascuale.

Los jóvenes armaron un equipo de trabajo con integrantes de la comunidad. Hicieron entrevistas, talleres y charlas para reconocer las problemáticas y entre todos buscar soluciones, teniendo en cuenta las potencialidades del lugar: la mano de obra disponible, la predisposición del trabajo en equipo y la abundancia de la tierra (360 hectáreas de predio) como posibilidad de usarla para hacer ladrillos constructivos de adobe.

Luego de todo ese trabajo de territorio y la información recopilada, la propuesta en limpio que quedó fue que los propios integrantes de la comunidad podrían realizar gran parte de sus viviendas. Pero una parte, la menos costosa: o sea, la producción de ladrillos de tierra comprimida (o BTC) y la adquisición de chapas de cinc. “Ellos mismos podrían hacer los bloques de BTC para levantar las paredes y adquirir las chapas. Es la voluntad que surgió de los talleres y charlas que tuvimos con ellos”.

“Buscamos abaratar al máximo los costos de la construcción de viviendas sociales, implicar a los integrantes de la comunidad en el proceso de participación y respetar a rajatabla el sentido de pertenencia y su cultura. Porque lo que ocurre hoy es que se ‘implanta’ la vivienda mediante un programa diseñado desde un afuera sin escuchar al futuro beneficiario. Acá proponemos lo contrario”, coinciden los jóvenes.

Bajo estos parámetros se delineó la tesis, con esta idea guía de que los habitantes se hacen responsables del problema de sus viviendas, sin que queden esperando que les llegue una solución “del cielo” (o del Estado). Es cierto: los procesos son más largos, pero son sostenibles en el tiempo, enfatizan.

Sobre el método constructivo

Se establecieron viviendas que cuentan con plantas flexibles. Esa planta flexible consta de un espacio común o comedor, baño y cocina, y ese espacio que es de nueve por seis metros puede ser de uno o más dormitorios, dependiendo de la “magnitud” de la familia: hay algunas que son muy numerosas, otras de dos o tres integrantes.

El cerramiento (paredes) serían de bloques de BTC. “Ellos tienen las bloqueras y pueden construirlos. Saben porque muchos trabajan en la construcción. Y hay tierra de sobra. A esto ellos mismos lo podrían hacer, y están de acuerdo en llevarlo adelante”, afirman los arquitectos. Los techos serían de chapas de cinc con aislación. Todo hasta aquí es simple de hacer y no costoso, que fue una de las premisas del proyecto.

Pero hoy las viviendas precarias están asentadas sobre tierra, algo que implica todo un riesgo: las viviendas o ranchos se inundan, se generan problemas serios por inclemencias climáticas, y la posibilidad de posibles enfermedades acecha. Entonces, se necesita una base segura y firme.

Entonces, debe hacerse una base o platea de hormigón de 10 cm. de espesor (de seis por nueve metros), donde se apoyarían las viviendas. “Eso es lo que los integrantes de la comunidad no pueden costear: la base de hormigón. Ahí debiera intervenir el Estado, una ONG o un privado, porque es la parte más costosa. Eso haría de todo esto una realidad”, dice Prieto.

“Hay gente que realmente necesita una vivienda con comodidades mínimas: los adultos muy mayores, con problemas de salud, las familias donde hay niños muy pequeños: los que están dentro de los grupos de riesgo. Lo ideal sería coordinar esta propuesta integrando los distintos actores estatales con los propios moradores de la comunidad”, concluyen.

Sin medianera, con fogón: la vida en la comunidad

En base a imágenes aéreas de la comunidad los jóvenes notaron una gran desorganización de lotes. “Hay caminitos que conectan una vivienda con otra. No existe lo que se conoce en la ciudad como la medianera”.

No hay métricas: las subdivisiones son virtuales. “Para ellos (los miembros de la Com Caia) los lotes son eso, algo virtual. Porque viven en comunidad y necesitan estar cerca los unos de los otros casi todo el tiempo. Se cruzan de una casa a otra, por una cuestión cultural”, explican Santiago y Nicolás Pascuale.

Teniendo en cuenta esto, “no tenía sentido para nosotros dividir los lotes con tapiales, porque era dividir una forma de vida que es de ellos. Entonces, en el proyecto de tesis dejamos que cada morador o familia pueda ubicar su casa libremente en el terreno, para mantener y respetar esa cultura”.

También el espacio común se respeta a rajatabla. “Es el fogón: el lugar donde se reúnen y alrededor del cual circula una charla, un mate. Y también el conector con el espacio externo dedicado a los cultivos y a la cría de animales. Todo esto se respeta el diseño, porque es su forma de vida”, añade Mariano Narváez.

Con la idea de que esto no quede sólo en una tesis de grado, los arquitectos entregaron un manual técnico a la comunidad sobre la propuesta, muy instructivo. “Para que les quede como antecedente, y como una idea posible de ejecutar al momento de gestionar su realización. Es algo que tiene una poquito más de peso más que una idea vaga”.

Reconocimiento

La tesis “El proceso participativo aplicado en contextos vulnerables: El caso de la comunidad mocoví Com Caia”, fue publicada en la revista Plataforma Arquitectura (http://www.plataformaarquitectura.cl). “Es un gran reconocimiento. Más que nada por el trabajo que debimos hacer durante dos años que demandó la tesis. Plataforma Arquitectura es una revista digital calificada y de consulta bibliográfica permanente”, coincidieron.

Aplicable

“Dejamos un manual sobre cómo aplicar el proceso en diferentes contextos vulnerables. No la vivienda (que es resultado de un proceso de trabajo con la comunidad Com Caia); sino el método de diseño participativo. Es un sistema abierto aplicable a cualquier espacio social vulnerable (un barrio, otra comunidad, etc.), diferente de un sistema programático donde trabajan dos actores, el Estado o un privado y los beneficiarios”, subrayaron los cuatro arquitectos.

“Pensamos a la vivienda social como un proceso, y no como un objeto final. Ahí es donde podemos involucrar a la gente en el proceso. Darle la oportunidad a los chicos que nacen y que viven en la comunidad a que puedan establecerse, e insertarse comunitariamente desde las potencialidades de la comunidad, que es el trabajo de la tierra, los cultivos. Hay posibilidades de desarrollo infinitas”.

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Foto: Gentileza Santiago Pascuale
Por El Litoral / Santa Fe - Monday, Jun. 05, 2017 at 11:44 AM

Foto: Gentileza Sant...
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Vista aérea del predio donde se sitúa la comunidad mocoví, en el cruce de Circunvalación y Ruta 11.

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Foto: Pablo Aguirre
Por El Litoral / Santa Fe - Monday, Jun. 05, 2017 at 11:44 AM

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Arquitectos. Mariano Narváez, Santiago y Nicolás Pascuale y Juan Manuel Prieto (izq. a der.), los autores de la tesis publicada en una prestigiosa revista chilena.

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