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"Es una segunda Campaña del Desierto"
Por La Retaguardia - Thursday, Sep. 07, 2017 at 11:10 PM

6 de septiembre de 2017 | Diana Lenton es antropóloga y Coordinadora de la Red de Investigaciones en Genocidio. Estuvo invitada al programa Trazos y Rostros que conduce Néstor Elías en Radio La Retaguardia y allí habló sobre las comunidades originarias en Argentina; su historia, conflictos y reclamos. (Por La Retaguardia)

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Foto: Diana Lenton (izq.) junto a Néstor Elías, Natalia Bernades y Fernando Tebele.

-Néstor Elías: ¿Cómo opera el aparato judicial y político para criminalizar a los referentes de los pueblos originarios?

-Diana Lenton: Se acusa a algún dirigente que les viene molestando, la piedra en el zapato de algún Gobierno. Se lo acusa de cometer determinado delito. Después, a lo largo del proceso, se caen esas acusaciones. Cuando se demuestra que la persona no tenía que ver con lo que la estaban acusando, no importa. La acusación permanece aun contra toda evidencia porque lo importante es sacarse un dirigente de encima.

-NE: ¿Qué sucede con las comunidades frente a estas detenciones de sus referentes?

-DL: Quedan acorraladas. Es parte de la intimidación. Además, no nos olvidemos que estamos hablando de comunidades que ya de por sí vienen siendo perseguidas y hostigadas económica, política y jurídicamente desde hace muchos años. Además de estar trabajando y sobreviviendo en inferioridad de condiciones, tienen que sacar de sus recursos, de su tiempo y dejar de trabajar para poder dedicarse a defenderse. Los acorralan con los procesos judiciales y no hay dirigente que no tenga causas judiciales encima. Tienen que ir a firmar cada 10 o 15 días a los juzgados. Se los hostiga. Los persiguen y los paran cada vez que salen a la ruta. Hay un hostigamiento permanente. Les complican la vida. Es un desgaste que hace que se pierdan derechos. En los casos conocidos, los hijos ya no van a la escuela. Tienen miedo de lo que les pueda pasar. Ir a denunciar lo que les está pasando implica correr el riesgo de que le maten a alguien de la familia. Hay que tomar en cuenta en qué condiciones están viviendo y están llevando adelante estas protestas.

-NE: ¿Cuáles fueron los cambios a lo largo del tiempo respecto al territorio que les corresponde a los mapuches y de qué manera se organizan sus comunidades?

-DL: Evidentemente ahora tienen un territorio reducido. En este momento están viviendo en aquellos lugares que el Estado se los permite. Luego de la Campaña del Desierto, a algunos caciques les dijeron que se establecieran en determinados sitios. De esas reducciones, que ahora se llaman comunidades, hay más grandes y otras más pequeñas. Son espacios que el Estado definió para que ellos pudieran vivir. Tienen ciertas garantías de poder seguir viviendo en algún lugar con sus autoridades, los lonkos que ellos eligen, independientemente de que después ejercen todos los derechos ciudadanos. Son ciudadanos argentinos, con DNI, que votan para elegir presidente, gobernador e intendente, pero tienen también sus propias autoridades. Antiguamente tenían un territorio mucho más extenso, a un lado y otro de la Cordillera de los Andes, de Océano a Océano. En alguna parte de ese territorio se mezclaban con los tehuelches. No había un sentido de frontera. No había fronteras delimitadas como las fronteras occidentales. Había una organización para que cada familia pudiera explotar el territorio en determinado lugar. Son acuerdos, como sigue siendo ahora. Dentro de las comunidades cada familia tiene su espacio asignado. Si una casa queda vacía se le puede asignar a otro. Redistribuyen porque la propietaria es la comunidad. Antiguamente tenían este territorio sin límites definidos donde interactuaban con los tehuelches. Hay comunidades mixtas. Lo aclaro porque ahora salen a decir como si los mapuches y los tehuelches fueran enemigos. Hasta se ha dicho que los mapuches tienen la culpa de la extinción de los tehuelches. Tenemos todos los documentos indudables sobre lo que hizo el ejército para extinguir a los tehuelches.

-NE: ¿Cómo es la convivencia entre los mapuches y la población en general de la Patagonia?

-DL: En La Patagonia tenemos esta cuestión de mucho racismo. Hay una permanente separación que está siempre a flor de piel. Hay un conflicto y salta lo mapuche por un lado y lo no mapuche por el otro. Esto tiene que ver con esa identidad de ciertas provincias que se constituyeron como territorios nacionales después de la Campaña del Desierto. Hay una identidad provincial que tiene que ver con la lucha contra el indio. En Patagonia, además, tienen el mito del pionero blanco: la importancia y el orgullo de estar entre los nacidos y criados. Entre los pioneros no consideran a los mapuches. Eso de ir a poblar el desierto, pero sin los habitantes de ese desierto. En Neuquén, por ejemplo, dicen tener el orgullo de ser la capital de los derechos humanos. Tuvieron una historia muy positiva durante la lucha contra la dictadura. Tienen ese capítulo de lucha muy importante y son sociedades progresistas en muchos aspectos, pero en algún momento brota la cuestión del racismo antimapuche. Apoyan los derechos humanos, pero tildan a los mapuches como chilenos que vienen a sacarnos el territorio.

-NE: ¿Y la situación en Formosa?

-DL: Formosa fue la primera provincia que tuvo una ley indígena. Tienen las herramientas legales para tener otro tratamiento respecto a la población indígena. El tema es la alianza del Estado con los sectores poderosos y los terratenientes. Es una frontera caliente en donde convive el narcotráfico y la trata de blancas. Es una frontera muy permeable a toda clase de negocios. Si molesta la presencia de los indígenas, es muy fácil de barrerlos.

-NE: ¿En qué influyen los medios tradicionales o hegemónicos de comunicación en el conflicto indígena? ¿Por qué se los sigue desplazando de un lugar a otro?

-DL: El discurso siempre está ligado a una práctica. Tuvieron que construir el desierto como desierto y construir al indio como enemigo para poder conquistar ese territorio y combatir a los que lo poblaban. Ahora nos encontramos con una situación que tiene puntos en común. Las comunidades están asentadas en los lugares donde el Estado los dejó estar. No son los lugares que ellos eligieron. Los mandaron a los peores lugares. Lugares que recién hoy vemos como lugares paradisíacos, pero que no se veían viables para la agricultura. Se los barrió de las tierras agrícolas y se los mandó a las montañas y a las mesetas. A partir de 1913 se descubrió el petróleo. Entonces, en esos lugares donde habían permitido que se queden ahora hay petróleo. Es zona de conflicto. En la zona de montañas están las forestales y las empresas de turismo. Hay una expansión del mercado de tierras que convirtió tierras válidas para el mercado a esas tierras donde antes podían vivir más tranquilos. Es como una segunda Campaña del Desierto; una expansión de la frontera productiva sobre la base de nuevas tecnologías que amplía el conflicto sobre territorios que antes no estaban en conflicto.

-TyR: ¿La familia Bullrich es dueña de tierras en la Patagonia?

-DL: No me fijé dónde, pero que tienen tierras, tienen. Lo que sabemos es que su antepasado, Aldolfo Bullrich, fue quien a través de su empresa se pasaba las concesiones y premios de tierra tanto a los militares como los remates de tierra particulares. En los diarios de esa época están los avisos de los remates de Adolfo Bullrich, 'tierras libres de indios'. Ni siquiera hablo de operaciones ilegales. Legalmente le regalaron la concesión de toda esa enorme operación inmobiliaria. Se remató toda la Patagonia junta.

-NE: ¿En qué consiste el reclamo de los mapuches? ¿Cómo se está viendo afectada su cultura?

-DL: Necesitan el territorio para poder vivir como mapuches. Eso es lo que están reclamando, poder vivir como mapuches en un territorio. Muchas veces se bajan planes de interculturalidad. Se da la paradoja que mientras se invita a los miembros de un pueblo originario a que participen de un taller para recuperar la lengua, al mismo tiempo se les está impidiendo ejercer su cultura en forma libre. Por ejemplo, ellos salen a cazar o a pescar con su bicicleta y cuando vuelven la Gendarmería o la Policía les quita lo que cazaron, les quitan las bicicletas porque está prohibido cazar. Entonces ellos dicen que no los dejan cazar, cuando no son en realidad  quienes ponen en riesgo la preservación de la fauna. Son los que la han cuidado todos estos años. Necesitan ir a cazar, no solo por conseguir alimento sino porque cuando van a cazar van recorriendo el territorio ancestral. Van reconociendo los espacios, enseñando a sus hijos el nombre de las cosas y enseñándoles a seguir las huellas de los animales. No es algo que se pueda aprender en los tres meses de vacaciones que tienen los chicos en la escuela. No les sirve que les den un taller de lengua en la escuela si ellos no pueden transmitirle la cultura. No la aprenden. Hablan la lengua, el tema es que no los dejan practicarla. No hace falta solo la posibilidad de ir a cazar sino el territorio entero, con la flora y la fauna sin fumigar, sin alambrado, etc. En las áreas de explotación petrolera, ellos reclaman sufrir daños culturales. Además del impacto social y ambiental que reconocemos todos, ellos hablan de un impacto cultural. Cuando la contaminación afecta las napas de agua ya no se puede cultivar ni tener su huerta. Todos viven a torta frita y fideos. Baja la calidad alimentaria, baja la salud y la soberanía alimentaria, que es el derecho de cada pueblo a elegir lo que come.

-NE: Además de la salud, la educación y la alimentación, ¿se ve afectado el aspecto religioso de las comunidades?

-DL: Ellos no encuentran lo religioso en un Iglesia o en una construcción artificial, sino que lo presencian en los seres vivos, incluidas las montañas, el río y las estrellas. Para la mayor parte de las culturas americanas son seres vivos. Ellos tienen un diálogo diario. Si desaparece ese elemento, desaparece una parte de su religión. Es como decirle a un católico que le van a tirar abajo la Basílica de Luján porque se encontró petróleo abajo. A ellos, este tipo de cosas se los hacen todo el tiempo. Por eso dicen que necesitan el territorio para poder tener su cultura, su religión, salud, alimentación. No es un capricho.

NE: ¿Cuál es el origen del conflicto del Lof Cushamen y quiénes son los responsables?

-DL: Este conflicto tiene que ver con que hay un reconocimiento de tierras por parte del Estado argentino a los caciques Ñancucheo y Nahuelquir, a fines del siglo XIX. Se creó la colonia pastoril Cushamen y alrededor están las estancias. Luego empezó a pasar esto de la pérdida de lotes. En la Patagonia se dice que los alambrados caminan de noche aludiendo la picardía de los terratenientes que con el alambrado convalidan el robo, van cambiándole el metraje. Además, han pasado algunas trampas mediante las cuales estas tierras que son reconocidas como inembargables e invendibles fueron apropiadas por particulares. Ya en 1958, Osvaldo Bayer en el diario La Chispa, un periódico que producía él con sus propios medios, se refirió mucho al conflicto en Cushamen. Cuenta cómo fue la estafa mediante la cual despojaron de la mayor parte del territorio a la familia Nahuelquir. Apareció una persona que simuló ser un abogado que estaba cobrando honorarios. Después dijo que esos honorarios no fueron pagados y, como pago de esa deuda que sus propios clientes mapuches no le pagaron, les embargó la mayor parte del territorio. Ese abogado resultó ser el comprador. Una operación inmobiliaria totalmente ilegal. Ya en esa época se estaban denunciando las estafas por parte de esos vecinos terratenientes. Ese es el conflicto que perdura. Algunas familias, dentro de lo que es este gran conjunto de comunidades que viven en esta zona de Cushamen, están tratando de recuperarlo en este momento. Por eso (Facundo) Jones Haula se refirió a la estafa que le hicieron los ingleses antes de que Benetton les compre las tierras. Benetton tiene parte de la culpa, pero la estafa viene de mucho antes. En esa estafa, el responsable es el Estado argentino. Es difícil separar cuál es el interés del Estado del particular que aprovecha su rol de funcionario para estafar.

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