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El relato oficial y de la derecha sobre los pueblos preexistentes al los Estados
Por RobuR - Saturday, Sep. 16, 2017 at 3:35 PM

Debido a los discursos, relatos sesgados y erróneos y la ignorancia sobre la realidad de los pueblos indígenas actuales y sus orígenes, científicos investigadores de la Sección Etnología, del Instituto de Ciencias Antropológicas de la Universidad de Buenos Aires desmienten el relato oficial y de la derecha : las investigaciones científicas demuestran que “Los mapuches no son chilenos, no exterminaron a los tehuelches, ni son araucanos de origen chileno”. Invitan también a consultar los numerosos estudios actualizados sobre el tema indígena, disponibles en internet, de los investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y de diversas universidades nacionales. Las campañas militares tuvieron una matriz económica, una decisión política y una complicidad o al menos una indiferencia de la sociedad. Hoy cuando esos derechos reconocidos de los pueblos originarios confrontan contra intereses económicos, ya sea del Estado o de particulares, siempre se atenta contra los pueblos originarios. El genocidio indígena no tiene fecha de finalización y no hay juicios. Aún permanece abierto.

Parte I

Para entender mas es necesario saber qué es un genocidio. Un genocidio se caracteriza cuando se demuestra la intencionalidad de destruir a un pueblo. Otra característica es impedir la reproducción de ese grupo y también el robo de niños cuando son secuestrados y entregados a familias de grupos dominantes, y se les cambia sus nombres, porque así se atenta contra la continuidad de ese pueblo y porque se le roba la memoria.

Si se pregunta, por qué en Argentina el genocidio sigue asociándose sólo de la dictadura y no también algo que afectó a los pueblos originarios, es porque gran parte de los argentinos no considera la historia de los pueblos indígenas como parte de la historia argentina. Esto tiene relación con asumir si es algo que les pasó y pasa a los argentinos o algo que les pasó y pasa a otros. Por eso el genocidio es negado.
Nos enseñaron que la palabra “genocidio” se puede aplicar cuando a mí me importa, es decir cuando mi grupo de pertenencia es el afectado. Y la mayor parte de los intelectuales, de la gente que construye teoría y construye consenso social en estas situaciones, comparte un sistema cultural de pertenencia. Hasta que no podamos entender el dolor de los otros y sentirlo como propio, no hay inter-culturalidad posible. No hay forma de diálogo posible.

Hay hechos concretos sobre el genocidio indígena, uno es la matanza de población civil.
Algunos tienen la imagen de batallas clásicas de un ejército contra otro, pero la campaña de Roca es que fue dirigida principalmente a la población civil. Las memorias del comandante Prado dicen claramente que el ataque a las tolderías es para caerles encima a las mujeres y niños que quedaron solos cuando los hombres no estaban. Estaba planificado así para llevarse el botín (sobre todo el ganado ) y las familias, porque ésa era la operación que iba a llevar a los indios a la rendición. Son operaciones contra la población civil, donde mueren mujeres y niños, o eran enviados como mano de obra esclava para el trabajo doméstico urbano o para la agroindustria, caña de azúcar y viñedos.
Hubo además campos de concentración en Valcheta, Martín García, Chichinales, Rincón del Medio, Malargüe, etc. Son todos lugares donde se encierran a las personas prisioneras sin destino fijo. La autoridad militar era dueña de la vida y la muerte sobre ellos. La idea era la de un "depósito" porque iban a ser distribuidos. Eran prisioneros y esclavos. Se recibían pedidos de Tucumán, ingenios, de Misiones, estancias. Llegaban como familias y se los separaba. Hay pruebas de la violencia, cartas entre curas y arzobispos.

La campaña militar al Norte no es tan conocida porque no ha habido una forma sistemática de presentar la historia de los pueblos indígenas. Nos han legado imágenes, hemos aprendido que el Estado o territorio actual se completa con Roca, que estuvo en el Sur.
Pero la conquista del Norte fue igual y aún más cruenta que la del Sur, porque esa operativa de secuestrar niños, atacar mujeres, se extendió hasta avanzado el siglo XX; aun hoy todas las comunidades tienen recuerdos de los chicos robados por el Ejército. Es el caso de Cuyo y la Puna, que se conoció como Campaña al Susques, que se da por terminada en 1874, con la batalla de Quera. Aparentemente lo que más hubo fueron fusilamientos masivos (1874 y 1875) que acabaron con la resistencia indígena, lo que se llamó la Pacificación de la Puna.

Pero hay un aspecto clave y muy grave, que es que los pueblos originarios son víctimas de un genocidio que aún no terminó.
Por eso hay una continuidad de las campañas militares a fines del siglo XIX y la situación actual de muerte por desnutrición en Chaco, Misiones y Salta, o por represión en Formosa.
En la Argentina existe un proceso genocida de los pueblos indígenas porque no le podemos encontrar la fecha de finalización. No sólo el Estado se construye sobre un genocidio sino que también nuestro marco de pensamiento se construye sobre el genocidio, de tal manera que no hemos salido aún de él. El genocidio realizado por el nazismo tiene fecha de finalización. El genocidio de la dictadura tuvo una Conadep, juicios. El genocidio indígena no tiene fecha de finalización y no hay juicios, permanece abierto.

Así, ocurre que cuando esos derechos reconocidos de los pueblos originarios confrontan contra intereses económicos, ya sea del Estado o de particulares, siempre se atenta contra los pueblos originarios.
Por ejemplo, como el Estado sustenta buena parte de su modelo en actividades como la soja, el petróleo y la minería, entonces el derecho indígena se cae. El mismo Estado que habilita a los pueblos originarios a hacer determinados reclamos, pero por otro lado los hace callar con la violencia y represión que sea necesaria cuando está en juego una actividad económica que el Gobierno impulsa. Esa paradoja se explica, porque la sociedad no terminó aún de ser genocida con los pueblos originarios. Porque frente a estos dos parámetros en conflicto automáticamente le da la razón al paradigma económico.
Esto se reveló en la desaparición de Santiago Maldonado, que tuvo lugar durante la represión de la Gendarmería que depende del Estado.

Las campañas militares tuvieron una matriz económica, una decisión política y una complicidad o al menos una indiferencia de la sociedad.
¿Cómo se definió el avance económico a fines del siglo XIX? Se decidió por la apertura de nuevos terrenos para la explotación intensiva junto con nuevas tecnologías que tenían que ver con el manejo de la ganadería, alambrados, nuevas técnicas que acompañaban la inclusión de territorios para el mercado exportador. Y ahora estamos viviendo lo mismo, la soja es exactamente eso, la ampliación de la frontera sojera. La nueva tecnología y la incorporación de nuevos territorios que antes estaban libres, donde había comunidades que podían vivir.
El petróleo y la minería repiten la misma lógica. Lo están padeciendo, entre otros, los mapuches en zona de meseta. Cuando las comunidades se habían establecido en la meseta, ese lugar no era objetivo de explotación; ahora sí. Hoy sufren un acoso tremendo e ilegítimo de parte de mineras y petroleras. Ocurre con los territorios indígenas en Vaca Muerta por ejemplo.

Hay un argumento legitimador que se repite: el progreso, hoy el desarrollo, como una utopía de la sociedad occidental, pero el problema es que se establecen como si fueran características que pudieran tener sólo la sociedad occidental y los otros no, y que además son a costa del vivir de los otros.
El problema de este concepto de desarrollo o progreso, hoy encarnada en la política económica extractiva, es que se les da una entidad más importante que la vida y la dignidad humanas. El desarrollo es importante, pero, ¿es tan importante como para avalar que el avance petrolero, minero y sojero ocasione contaminación y muerte? Y, no es casual, siempre ese “progreso” es a costa del “otro”, nunca es a costa del grupo de pertenencia dominante.

En la campaña del desierto, el llamado "desierto" que no era tal, sino que estaba habitado por los pueblos indígenas y este nombre justificó su exacción, masacre y expulsión. Es que las elites dominantes necesitaban apropiarse del territorio, pero con la tierra libre de sus pobladores originarios. El liberalismo vencedor en Pavón (1861), debía fundar un Estado insertado en la división internacional del trabajo dictada por las potencias capitalistas europeas dominantes en esa época, en que Inglaterra ocupó un rol central hasta fin de la Guerra Mundial I (1918). Crearon un país agroexportador de materias primas, sin desarrollo industrial propio relevante, esa fue la tarea de los liberales que comienza en 1862 con Mitre, Sarmiento, Avellaneda y los liberales conservadores de la generación del 80' que comienza con Roca y termina con Victorino de la Plaza en 1816. Crearon un país para pocos que vivían demasiado bien a costa de una mayoría explota y en la miseria. Y en 2015 se replica, adaptada a la conyuntura actual de la modernidad neoliberal por el macrismo conservador y las derechas liberales radicales y peronistas. se trata de volver a un país basado en el extractivismo agropecuario y de la minería, en los servicios y la actividad financiera, exportador de materias con bajo valor agregado, sin desarrollo significativo de su propia industria, ciencia y tecnología, liberalizado a la entrada de capital extranjero y de las corporaciones multinacionales. Nos cambian la forma de vivir diaria a cada uno de los argentinos, el futuro que se viene es un país de bonanza para unos pocos, a costa de ajuste para las mayorías y con una mitad de la población sobrante, excluida y económicamente en la miseria.
De esto es de lo que se trata el triunfo de Cambiemos.

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