Julio López
está desaparecido
hace 6423 días
versión para imprimir - envía este articulo por e-mail

Poder Popular y República Catalana
Por Omnia Sunt Communia - Saturday, Sep. 16, 2017 at 10:18 PM

13-09-2017 / Sobre los diferentes caminos que puede tomar la cuestión catalana...

El independentismo catalán ha marcado la agenda del debate público. De eso no cabe ninguna duda. El desafío del parlament a la legalidad española es un gesto político que no puede pasar desapercibido. Las posturas básicas ante esta cuestión -y hablamos de la cuestión de la independencia y no sólo del “derecho a decidir”- son dos: para algunos la independencia es una tema que no debería existir ya que “lo importante no es eso” sino que lo importante son los problemas “reales” de la gente. Para otros la independencia de Cataluña equivale al derecho legítimo de un pueblo de autodeterminarse y en este sentido se trata de un derecho fundamental e inalienable que no puede sino estar a la primera línea del debate. Para algunos el independentismo es una posibilidad de ruptura real con el régimen del 78 y España post-franquista. Para otros es una propuesta de ruptura ficticia, un lavado para los expolios de la burguesía catalana. En todo caso emerge la idea de que no puedes sino estar “a favor” o “en contra".

En los siguientes párrafos intentaré demostrar los diferentes caminos que puede tomar la cuestión catalana y las diferentes posibilidades políticas que abre.

El carácter contradictorio de la cuestión nacional

La independencia de Cataluña emerge como una reivindicación de liberación nacional. Para el movimiento contestatario la liberación nacional siempre ha sido una cuestión difícil.

Por una parte se ha considerado que un movimiento nacional promueva la unidad entre opresores y oprimidas/os frente a un invasor exterior y así no deja margen para la confrontación con la opresión en el interior de la cada formación social. Esta línea política argumenta que toda unidad nacional ye todo patriotismo son un engaño. Argumenta puesto que las luchas de liberación nacional, aunque legítimas, condujeron siempre a la creación de creación de una nuevas estructuras opresivas y a nuevos expolios por parte de nuevas elites nacionales.

Por otra parte se ha considerado que un movimiento de liberación nacional puede tener un contenido emancipatorio a medida que promueve la ruptura con los estados imperialistas y postimperialistas -en el caso catalán, la ruptura con los residuos del Imperio Español. La lucha nacional, siguiendo la lógica de autores como Franz Fanón, se inscribe en el movimiento histórico de lucha contra el colonialismo y del racismo, y por tanto no es un movimiento de supremacismo nacional sino todo lo contrario, es un movimiento de anti-supremacismo igualitarista, una propuesta por la igualdad de todas y todos, a partir de la defensa de aquellos territorios cuyas poblaciones están subordinadas a las metrópolis (post)colonialistas.

Para los defensores de las posibilidades emancipatorias de la independencia, Cataluña está en el mismo movimiento histórico de luchas con Kurdistan, Palestina o la lucha del pueblo Mapuche. Para los críticos al independentismo catalanista, no obstante, el imaginario anticolonialista es profundamente problemático:

En un texto recién de la revista UnaPosició los compañeros escriben:

“La historia es bien conocida. Las luchas anticoloniales tuvieron un cierto éxito, que condujo a la creación de Estados nacionales independientes. Pero el éxito fue también amargo: defender la nación podía ser una línea de defensa eficaz frente a una metrópolis colonizadora y más fuerte, ya que permitía a la gente colonizada «cerrar sus filas» para liberar sus tierras. Pero, a partir del momento de la victoria, se convirtió en un nuevo aparato de dominación, cuando el Estado debió asegurar cierta disciplina social para poder existir. Fijémonos un poco este punto. En el imaginario anticolonial revolucionario, la creación de un Estado nacional era lo que fue la Revolución de febrero para la Revolución de octubre de 1917. Es decir, un preámbulo, una primera fase del proceso revolucionario. Pero el calendario, a pesar de la planificación de las revolucionarias, en todos estos casos solía volverse loco: ese «octubre» no llegaba nunca, la revolución se estancaba en su «febrero». Los nuevos Estados nacionales —sin excepción alguna— acababan siempre atrapados en el «realismo» y las jerarquías del mercado capitalista global. Buena lección para nuestro presente y futuro.” (http://lasoli.cnt.cat/16/05/2017/apuntes-para-psicologia-catastrofe/)

Es decir, como arma de sabotaje de las jerarquías racistas y colonialistas la lucha anticolonial ha funcionado. Pero la victoria de tal lucha ha sido también su entierro ya que cada nuevo estado se convertía en un eslabón más de la matriz mundial de la dominación . Además, la defensa del territorio no ha sido necesariamente igualitarista. Al contrario, puede tomar características supremacistas y racistas. Recordemos la guerra de Yugoslavia: la declaración de la independencia de Eslovenia y de Croacia tuvo este contenido supremacista y racista ante los otros pueblos de la Yugoslavia. Eslovenia y Croacia eran los territorios más desarrollados y deseaban una mayor conexión con los Estados Occidentales viendo al mismo tiempo los otros pueblos de la Yugoslavia como demasiado sureños, balcánicos y vagos. Ningún contenido emancipador sino todo lo contrario...

En la coyuntura histórica actual, la vuelta al territorio nacional aparece en diferentes partes del planeta como protesta a los problemas y las injusticias del capitalismo globalizado financiero o como resistencia a la opresión de un estado autoritario. La izquierda a veces levanta la bandera del orgullo nacional , y eso es lo que paso en parte en Grecia en 2015. En otros casos, las banderas nacionales las levanta la derecha más reaccionaria , por ejemplo en Hungrí. La cuestión nacional, en otras palabras, parece abierta a contenidos totalmente heterogéneos y contradictorios. En conclusión, no se puede decir que las luchas por la independencia ante una metrópolis o una unidad nacional mayor son en sí mismas, independientemente del contexto y la constelación de fuerza sociales en este territorio, liberadoras o que contribuyen a la renovación de la opresión.

Las dos corrientes del independentismo catalán.

Así que la cuestión de la independencia nacional se presenta como abierta a diferentes contenidos políticos. Se puede decir que, grosso modo hay dos corrientes en el pensamiento independentista. Desde luego se trata de “tipos ideales”, es decir de relatos que no se suelen se manifestar de forma pura en los diferentes discursos independentista sino mas bien aparecen hib.ridizados

- La primera, que es -sin duda- la que actualmente tiene más fuerza, es la reivindicación de un Estado Catalán como expresión de la identidad nacional catalana. En esta perspectiva hay un “pueblo Catalán” que desde hace algunas centenares de años se encuentra oprimido por los Monarcas Españoles y privado de su derecho de autodeterminación. Esta perspectiva se sostiene con referencias a la guerra de la sucesión y la ocupación de Barcelona en 1714 por el ejército borbónico, referencias al daño económico que hace a Cataluña la conexión con España y cierto supremacismo ante los Andaluces etc. Se trata de ideas que no están solo en la base de la derecha catalana neopujolista. Los partidos de la izquierda o “izquierda” independentista manifiestan muchas veces tal discurso identitario, aunque sin las connotaciones abiertamente racistas del conservadurismo catalán. La defensa de la tradición, de los bailes, de las vestimentas tradicionales durante determinadas fiestas es indicativa de cierto nacionalismo esencialista, a saber de la idea de la existencia identidad nacional que no ha perdido su continuidad a lo largo del tiempo y que por tanto existe aunque este veces en estado latente. Como muestra de este nacionalismo esencialista vale la pena mencionar la constante referencia a los “Països Catalans”, según la cual, por ejemplo, una valenciana puede ser catalán aunque no lo reconozca, aunque no se interese por ello y aunque no tenga las mínimas ganas de defenderlo. Para el independentismo esencialista hay personas que son catalanes/No españoles y se debe defender su derecho de autodeterminación…incluso si ellas no quiere auto-determinarse así, ni hay ningún movimiento social significativo a favor de este tipo de autodeterminación. El independentismo esencialista llega a defender así de alguna manera la idea de la “liberación” de tierras ajenas ocupadas… aunque sus poblaciones no entiendan lo que verdaderamente son. Cae así en una especie de proto-imperialismo y expansionismo nacional -que caracteriza todo ideario patriótico-, que se justifica bajo la consigna de la autodeterminación.

-La segunda corriente del independentismo catalán, más débil que la primera pero presente, es la que parte de una defensa de la república -ojo: no de la republica solo el en sentido de una democracia liberal sin Rey, sino en el sentido de la defensa del contenido literal de la palabra. La republica proviene de la “Res Pública” que -en latin- quiere decir voluntad común. Lo que se defiende en este caso es la voluntad colectiva de auto-institución, de ser instituyente y no instituido. En la coyuntura actual, el deseo instituyente toma la forma de un movimiento que pretende sustraer el territorio de Cataluña fuera del poder del Estado Español, que no es solo capitalista sino también (post)colonialista, monárquico y (post)franquista. El deseo instituyente republicano aspira no crear un nuevo Estado que intentará acomodarse en las jerarquías de la geopolítica de la economía global sino conducir a una aventura de experimentación y de creación de nuevas formas de vida, de una nueva organización social. Es evidente, qu tal Republica se podría intentar construir en Cataluña, sin embargo, hay que tener cuidado con el sentido de la frase “Republica catalana”. La Res Pública, la voluntad común, -como voluntad basada en la igualdad y la libertad de todas y todos independientemente de su procedencia étnica- debería ser a-nacional o multinacional, y catalana sería sólo en el sentido de una definición geográfica y no en el sentido de una definición poblacional o de composición étnica.

Un modelo social y político igualitario, basado en mecanismos de democracia participativa efectiva tendría que ser un referente para toda la gente que lucha por la transformación social en cualquier sitio del mundo y, en este sentido, tendría que considerarse como un auténtico intento de fraternización con toda persona oprimida en el Estado Español y en el mundo. La independencia sería en esta perspectiva no de los/as Catalanes/as sino de todas y todos contra los expolios y la violencia de las autoridades estatales.

Desde luego, los que quieren crear un estado internacionalmente reconocido e integrado en la comunidad internacional ven la segunda propuesta como catastrófica para su causa. Y tienen razón. Una comunidad verdaderamente democrática no puede sino entrar en conflicto con el gran enemigo histórico de la democracia , el capitalismo, sus versiones globalizadas y financieras actuales y evidentemente con todo el orden interestatal que le acompaña. Adicionalmente una comunidad verdaderamente democrática no puede sino oponerse al supremacismo catalanista burgués que pretende sólo crear un nuevo estado racista y clasista como todos los estados. Por tanto, nada peor para la independencia nacional que una república real.

La Esquerra Independentista y sus contradicciones.

La Esquerra Independentista catalana es un verdaderamente amalgama de estas dos tendencias. Por una parte, apoya el “Procés”, es decir la creación de un nuevo estado Catalán, que se inspire por la historia de la nación y de su cultura. Las referencias constantes al 1714, es decir, a un pasado supuestamente glorioso y la admiración de “nuestra” nación frente a naciones enemigas o no-existentes (la nación catalana se considera “real” mientras la nación española se considera impuesta) muestran un importante componente patriótico-nacionalista identitario con connotaciones reaccionarias latentes. La obsesión por los Països Catalans lo confirman.

Los independentistas izquierdistas justifican su discurso identitario nacionalista a partir de la oposición a la España colonialista y franquista. El problema con este punto de vista es que los Catalanes no son ni Kurdos ni Mapuche. Catalunya es una de las regiones más desarolladas del Estado Español, y su Govern tiene una autoridad significativa en materia de educación y cultura, o en el ejercicio de la represión policial. Así que el paralelismo adecuado no sería Kurdistan y Palestina, sino Croacia y Eslovenia.

No cabe duda que el tronco de la defensa de la causa nacional en la Catalunya actual proviene de un catalanismo normativista y burgués, que mostró quién es verdaderamente en los comentarios que sexistas y fascistas que llenaron los periódicos cuando las CUP negaron a ofrecer su apoyo parlamentario a la investidura de Artur Mas. La Esquerra Independentista obvia -cuando no avala- las partes conservadoras y reaccionarias de la realidad del movimiento de la autodeterminación -no se puede olvidar ni perdonar el apoyo de las CUP a los presupuestos de la Generalitat del 2017. Otro ejemplo del como la Esquerra Independentista llega a supestimar las clases oprimidas multinacionales es la famosa defensa de la cultura catalana. Esta expresa mediante ideas tan... brillantes como la de “normalització lingüística”, que ha funcionado como el otro nombre de discriminaciones racistas -pero progre, claro- contra la figura del trabajador multinacional que, evidentemente, no tiene tiempo y energía para hacer cursos de idiomas en su tiempo libre…

Nos guste o no, la “Cultura” Catalana ha sido el filtro que controla-junto, evidentemente, con todo el aparato jurídico y policial español y catalán- los movimientos de los inmigrantes en el mercado laboral y la vida social de Catalaña y que les mantiene en una posición de ciudadano de segunda categoría . El/la inmigrante que quiere vivir en Cataluña para buscar una vida mejor tiene que pasar no solo por el filtro del Estado Español sino también por el de las instituciones Catalanas. Tiene que enfrentarse a un racismo institucional y social duplicado y sútil, algo que los izquierdistas catalanistas celebran como una victoria mientras les deberían hacer sentir vergüenza. Los catalanistas de izquierda, cuando defienden tanto su cultura, lo que hacen es abrir la brecha de los privilegios que acumula el ciudadano catalán/español que reside en Cataluña ante los ciudadanos del mundo que llegan aquí. Los Independentistas deberían haber leído un poco mejor W. Benjamin, que escribe que todo monumento de la cultura es un monumento de barbarie y que la cultura nacional es siempre la cultura de los dominadores.

Qué hacer?

Se puede defender una República en Cataluña. Se podría defender también la desobediencia al Estado Español para celebrar el 1-O. Se entiende que evidentemente es imposible crear ahora mismo una sociedad plenamente igualitaria y por eso se deben hacer algunos pactos... Se puede entender y estar de acuerdo con la idea de que tenemos que ir paso a paso para llegar a una transformación significativa de las relaciones sociales. Pero no se puede ser ingenuo: La tendencia central del movimiento independentista es conservadora y pequeñoburguesa . Y no existe en la población aquella hegemonía cultural e ideológica de los valores y las prácticas igualitaristas que nos permitiría pensar que la Republica en Cataluña sería algo diferente que una réplica de la Republica Alemana o Francesa. Las leyes de desconexión que se votaron en el Parlament muestran que el resultado de la independencia será seguir viviendo de la misma manera pero fuera de la monarquía española, o reproducir la misma estructura social pero bajo consignas republicanas. Al final si el Estado Español saca la Guardia Civil o el Ejercito en las Calles, las/los que saldrán en la calle y sufrir las posibles consecuencias de la confrontación lo harán para que haya un agencia tributaria como siempre, una policía como siempre, una patronal como siempre, una miseria como siempre.

No han pasado muchos días desde la manifestación “antiterrorista” y los abrazos generalizados de los catalanes con sus Mossos d´ Escuadra. Y hace pocos días todos casi los partidos en Ajuntament de Barcelona, independentistas y no independentistas, condecoraron las fuerzas de seguridad catalana, -los asesinos de Juan Andrés Benitez, los perseguidores de los/as inmigrantes, los torturadores de detenidos/as-. Las CUP tuvieron el coraje de decir “No” con contundencia a este ceremonia. Sin embargo, la Esquerra Independentista y todas y todos tenemos que preguntarnos qué res pública (voluntad común) existe en este momento en Catalunya para crear algo que no sea una copia de España – pero sin PP y sin Rey. Si es para defender sólo una Cultura, W. Benjamin ya ha dado la respuesta. Si es para crear otro tipo de vida, la desobiencia al Estado Español está estrictamente ligada a la desobediencia a las mismas leyes del nuevo Estado. Ruptura con el Estado Español, sí. Ruptura con el nuevo Estado Catalán “internacionalmente reconocido”, también. Siempre a favor de una Republica, que tiene que ser no de las elites sino de la gente oprimida.

En todo caso, si entiendes algo de política , entiendes que influir políticamente es posible solo tomando partido en situaciones incomodas. La situación es muy incómoda para el movimiento contestatario. La centralidad del nacionalismo identitario -aunque no se declare como tal- la confusión de la Esquerra Independentista, el deseo feroz de la mayoría independentista de crear un estado normal y corriente, nos hacen pensar que alinearse con todo este movimiento puede ser peligroso. Y lo es. Pero hay que asumir este peligro. Porque al otro lado están los herederos de Franco, el post-fascismo españolista. Y no les podemos dar una victoria más. La vida es lo que pasa mientras haces otros planes. La vida política también. Preferiríamos otros escenarios y otras agendas políticas, pero ahora es lo que hay. La tarea política emancipadora en este momento es profundizar la oposición entre República real y Estado normal, entre democracia efectiva y capitalismo, participando en las todas las movilizaciones que complican la vida del estado (post)franquista y dándoles un carácter que también pueda socavar la autoridad de las elites catalanas.

Publicado en: http://barcelona.indymedia.org/newswire/display/515089

fuente: http://suntcommunia.blogspot.com.es

agrega un comentario