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Poder popular ¿Hoy?
Por Roberto Alejo Llacog - Monday, Sep. 25, 2017 at 5:23 PM
roberto.alejo.llacog@gmail.com (Casilla de correo válida)

Invitación a polemizar sobre la idea del Poder Popular hoy.

PODER POPULAR ¿HOY?
Roberto Alejo Llacog

Es importante destacar que cuando escribo esto, ya estamos a fínales de septiembre del 2017 en Santiago de Chile, y es importante porque el tema es hoy más que nunca, muy dinámico, muy veloz. Y hay muchísimo que decir pero hay que dosificar: porque esta discusión ya no puede seguir siendo puramente académica o de cierta élite de izquierda, que han hecho una tarea titánica por lo menos en los últimos 20 años respecto del tema, sino que hay que abrirlo, por variadas y múltiples razones.
No quiero parecer tampoco pretencioso comenzado por vislumbrar probables definiciones, ello porque irremediablemente terminan anquilosándose al convertirse en una especie de recetario, y no es esa la idea, porque el primer enfoque es que cuando discutes de Poder Popular, lo que haces es meterle reflexión a lo que estás haciendo, no reflexionas política de ficción, no le estas metiendo teoría a aquello que hipotéticamente podrías hacer, y eso es válido tanto para el individuo, como para un par de sujetos, para una familia o para un colectivo, por eso su importancia, por eso su potencial. Entonces, claro, hay diferencias, y no vamos a barajar la historia mundial ni a quienes en las lejanías enfrentan la misma disyuntiva, porque hacerlo implica la tentación del simplismo, y por lo tanto, en una caricatura. Así y todo, a pesar de interesantes visiones que son en cierto sentido, la punta del iceberg de esta problemática, con Mazzeo en Argentina, Salazar en Chile, o Zibechi en Uruguay -solo por nombrar a los más mediáticos, si se quiere- parece haber pasado de largo para las orgánicas revolucionarias del cono sur. Cierto que hay distintas experiencias, y siempre las van a haber, pero que no se han transformado en fuerza política…ello porque no hay terreno fértil, así, pura y llanamente. No vamos a hacer aquí un paneo sobre las experiencias que hoy ocurren en toda américa, ni a su profunda historia desde los albores de nuestra misma historia. Lo que intento es llamar la atención sobre una especie de fuga de cerebros de nuestras orgánicas revolucionarias, que se han constituido legítimamente como reserva moral, pero que no han podido remontar en la capacidad crítica –más allá del reivindicacionismo y demandismo- que les permita el fortalecimiento y construcción de camino propio, para pensar en la unidad en condiciones de poder, y no en la unidad en condiciones de debilidad y mera sobrevivencia. Entonces lo que planteo es restituirle el rol politico a la teoría, que es tan viejo y manido, pero que sutilmente queda de lado ante estas condiciones de debilidad, que hacen que las decisiones carguen con un alto contrabando liquidacionista de las ideas revolucionarias. No se trata entonces de absurdas dicotomías improducentes de revisionismo, reformismo, o cuanto “ísmo” se nos ocurra, se trata en el fondo de una idea muy simple, muy básica, muy sencilla de entender, y sin embargo, enormemente poderosa y revolucionaria: la tecnología, la tecnología puesta al servicio de la resolución cotidiana de los problemas del poder en la vida diaria.
¿Por qué decimos esto? Por una vieja y potente idea abandonada que nadie sabe por qué lado sostenerla, el sujeto social revolucionario.
Entonces, hoy tenemos organizaciones que vienen saliendo de profundas derrotas, obligados por las circunstancias a apreciar el vacío que dejó aquello que perdieron, como un valor, y no como un potencial que es necesario recuperar, sin entender que el arraigo es un intercambio, jamás una subordinación. Así entonces, cuando una organización que intenta tener vocación revolucionaria, busca arraigarse en su entorno, no tiene nada que intercambiar, no tiene con qué establecer reciprocidad, no tiene manera alguna de vehicular confianzas. Y esto vale para un par de sujetos en una barriada periférica, como para una organización con algún despliegue nacional, y esto tiene todo que ver con la tecnología, todo. Porque uno puede confundirse, puede establecer ese intercambio a través de condiciones más emocionales, que sin embargo, son la excepción. Pero, ¿de qué tecnología se trata”? Se trata de toda la tecnología disponible, blanda, dura, toda aquella que sea en lo posible, de última generación. Y entender que toda relación entre la tecnología y la problemática que busca resolver, existe una relación política intrínseca, una alineación política, y por lo tanto, una pedagogía política.
roberto.alejo.llacog@gmail.com
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