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Asimilación del Aya Marcay Quilla en la ciudad de Buenos Aires
Por Revista Jallalla - Wednesday, Nov. 01, 2017 at 4:11 PM

1 NOVIEMBRE, 2017 / Según la cosmovisión de los pueblos andinos, de las naciones, quechuas, aymaras, diaguitas que habitan en las adyacencias de Los Andes centrales los “ajayus” de nuestros antepasados vienen a visitarnos mañana 2 de noviembre a mediodía y hoy se arma una mesa con los panes y tantawawas y alimentos varios.

Asimilación del Aya ...
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Si uno tiene un familiar que murió hace pocos meses se le puede esperar con su comida y bebida preferida para agasajarlo.

Si es el primer año que se le arma una mesa, esta puede ser abundante ya que es reciente el tiempo en que el ser querido está en otro plano de la vida. Porque en nuestras culturas la muerte es parte de la vida.

Es una celebración comunitaria, la comunidad toda se moviliza para visitar a los familiares (llamados en esta cultura: deudos) y todos se visitan el día anterior para compartir, comida bebida, se crea un ambiente donde el dolor, la tristeza o la nostalgia se transforma en sonrisas, risa y fiesta.

Es que fuimos pueblos colonizados por los europeos que cuando vinieron tenían el cristianismo como religión y la impusieron a sangre y fuego y resiginificaron esas creeencias en lo que hoy conocemos “Todos Santos” o días de los santos difuntos.

Hace mas de 5 siglos, se sacaban los muertos del cementerio y se los agasajaba en sus casas y se le preparaban sus comidas, la chicha y se volvía una celebración de la vida.

A diferencia del mundo occidental, la muerte no era el fin, es parte de un ciclo que continúa, la vida es circular.

Claro que esas celebraciones escandalizaban a los curas y en sus cónclaves en las nuevas tierras que invadieron tuvieron un plan sistemático que hablaba de “extirpación de idolatrías”.

A comienzos del siglo XIX con la creación de los estados nacionales, cada nuevo estado tuvo su forma de colonizar al indio, ya no fueron los españoles peninsulares, sino los criollos nacidos en este continente que tenían que terminar la tarea.

Además de extirpar las idolatrías el estado argentino logró extirpar el idioma y prohibir efectivamente ciertas prácticas. En Bolivia, se intentó pero no se pudo.

Puede ser porque el estado no era tan fuerte o porque la resistencia fue tozuda.

Lo cierto es que en esa región del contiente se “adaptaron” esas costumbres a as nuevas condiciones que les imponían para que no se pierdan.

Eran tiempos en que a los indígenas había que “civilizarlos” y nadie hablaba de que tuvieran derechos, pero eso fue cambiando mediados del Siglo XX porque se creó una legislación internacional que les da derechos especiales (que pocas veces se cumplen).

Proceso de Asimilación

Los indígenas vivieron desde hace milenios en el sur porteño, tenían sus ritos y practicas mortuorias, pero con la creación de un estado que se asumía como catolico apostólico y romano, negaba la existencia de otras poblaciones con otras creencias y otras ritos mortuorios.

A fines del Siglo XX el estado argentino impulsó el robo de tierras de los indígenas que no habían sido sojuzgados, los mapuches en lo que hoy se conoce como patagonia y en la región del Chaco los qom, wichí, mocovíes y guaraníes.

En simultáneo se impulsó la población de estas tierras robadas a los contingentes europeos “portadores de civilización”.

Así fue que se produjeron genocidios a esas naciones originarias que no sabían de las fronteras estatales, ya que además de habitar en diferentes territorios, eran nómades. Es así que hoy algunos hablan de “mapuches chilenos” para desacreditar de reclamos.

Desde hace 20 años en el Cementerio de Flores se enterraron los cuerpos de muchos de los que somos parte de la cultura de estos pueblos. Es en este cementerio porque en la zona sur de la ciudad de Buenos Aires viven miles de personas que tienen estas prácticas.

Para cercenar derechos, desde el gobierno de la ciudad de Buenos Aires intenta hace pocos años se quiere forzar como que se trata de “tradiciones bolivianas”.

La idea es extranjerizar la práctica para empezar a argumentar que “como viven en otro país”: se tienen que adaptar a las reglas.

En los últimos años, el maltrato y el control de parte de funcionarios del cementerio, de la Dirección General de Cementerios, y de efectivos de Gendarmería y la Policía Metropolitana fue en aumento. En el 2013, se realizaron controles de alcoholemia, se restringieron los horarios de visita y los efectivos reprimieron a aquellos que por distintos motivos (laborales, familiares, etc.) no pudieron llegar antes de las 17 hs (horario de cierre del cementerio) y quisieron encontrarse con sus seres queridos. Funcionó para “marcar la cancha”. Ese años cien oficiales armados de la Policía Metropolitana cachearon a todas las personas que llegaban al lugar: se palpaban chiquitos recién nacidos, requisaban cochecitos, se quitaba las bolsitas de coca o la chicha (sin importar que se hubieran llevado para compartir y generar vínculos con los difuntos y con la Pachamama). En el operativo también estuvieron presentes la Gendarmería y la organización comandado por Alfredo Ayala Acifebol, que en 2011 cumplió el rol de vigilancia y control que ahora cumplen las fuerzas policiales. Esta vez, la organización ofició como interlocutora y justificadora del accionar.

Lo que sirve como excusa para justificar estas medidas es la idea de que en el cementerio se producen todo tipo de excesos, se falta el respeto a tumbas que no tienen esas creencias y la gente se “descontrola” porque consume mucho alcohol.

Se pinta un escenario dantezco donde dicen que se ven personas como zombies alcoholizados meando en las tumbas y encima con música, faltandoles el respeto a los otros pobres vecinos.

Lo cierto es que pocos vecinos reclaman porque el 2 de noviembre también es una fecha de calendario católico pero no reviste gran relevancia, porque el catolicismo fue perdiendo influencia en nuestro país.

Ante una cantidad importante de personas que iba al cementerio el 2 de noviembre para compartir en las tumbas, los panes, comidas y bebidas que llevaban para quien se acercara y dejara alguna plegaria, el Ministerio de Justicia y Seguridad se aprestó a aplicar lo que consideraban apropiado.

Hace 2 años se realizaron reuniones con organizaciones y medios de comunicación de la colectividad boliviana (funcionales a esta cruzada) para que comuniquen las “nuevas normativas”.

Justamente a mediados de mayo de 2014 la legislatura porteña promulgó un nuevo Régimen Jurídico en materia mortuoria en los Cementerios, que en su artículo 9 autoriza a “toda manifestación y expresión de pueblos originarios de carácter ceremonial comunitario, en relación a sus difuntos, los días 1 y 2 de noviembre de cada año”. En otras palabras, el reconocimiento en una ley del Aya Markay Quilla en la Ciudad de Buenos Aires.

No se especifica o delimita el accionar de la Dirección General de Cementerios, que tiene el poder de policía. Después de 3 años no se reglamentó, pero tampoco se garantizó la libertad de culto ya que estas “nuevas reglas” que se impusieron atentan contra la práctica comunitaria de los pueblos originarios.

En vez de garantizar la posibilidad de la convivencia, el camino elegido fue el mas fácil, reprimir y dirigir la forma de celebración, no se permite alcohol, y se los requisa con cualquier tipo de bebida, se quiere imponer que por familia no se lleven “tantos panes”.

Tampoco no se quiere permitir tanta cantidad de músicos y requisar cualquier bebida, hasta agua.

Y ni hablar de llevar la sagrada hoja de coca de nuestra cultura, también se requisa.

Lo que los funconarios porteños llamaron “operativo exitoso” la celebración del aya Marcay Quilla del 2016, en la reunión del 23 de octubre pasado tiene que ver con desalentar la practica, poniendo todo tipo de trabas.

La mayoria de la gente que trabaja, hace mil piruetas para poder estar en el cementerio antes de las 17 hs pero llegan minutos antes y no pueden entrar porque la revisión exhaustiva produce largas filas para poder ingresar. (Decidieron que haya una sola entrada y una sola salida)

Lo que se busca es generar malestar y reacciones como el año pasado, donde se llevaron algunos detenidos frustrados porque no pudieron ingresar al cementerio.

Mas allá de lo que ocurra mañana, se debería tratar este tema desde distintas áreas en diálogo con los funcionarios, porque no hay derecho para que te digan como tenes que celebrar una practica milenaria. Y en vez de poner trabas deberían de facilitarlas, porque al vivir en esta ciudad todos somos vecinos.

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