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Reforma laboral: frenemos esta locura
Por CienFuegos OP - Wednesday, Nov. 15, 2017 at 3:14 PM

En estos días, la CGT y los bloques peronistas en el Congreso negocian con Mauricio Macri la reforma laboral más dañina para los trabajadores y trabajadoras que se ha visto en tiempos de democracia. El proyecto no solo se encamina a ser peor que la flexibilización laboral de los años noventa. Será incluso más perjudicial que la impulsada por la última dictadura cívico-militar cuando, a un mes de concretar el golpe de Estado, barrió conquistas laborales con un decretazo sostenido a través del terror y la persecución a la militancia sindical.

La reforma que impulsa el empresario Macri junto a su gerente de Recursos Humanos, Jorge Triaca, destruye derechos fundamentales conseguidos por el movimiento argentino a lo largo de su historia. En un país donde la pobreza alcanza a una tercera parte de la población y la mitad gana menos de 10 mil pesos, el proyecto será un mazazo para quienes salimos a trabajar todos los días y nos cuesta llegar a fin de mes.

La lista de retrocesos que conlleva la reforma no tiene fin. El 99% de los cambios apunta a desmontar pilares fundamentales de la Ley 20.744 de Contrato de Trabajo (LCT), una ley que fue mutilada progresivamente desde su sanción en 1974, pero que aún funciona como límite para frenar los abusos patronales.

Si avanza el borrador original de reforma del Gobierno, nuestro trabajo se pagará menos. Seremos más mercancías y menos sujetos de derechos.

Habrá más posibilidades de que nos convirtamos en monotributistas, sin derecho a vacaciones pagas, aguinaldo, salarios mínimos de convenio ni licencias.

Tendremos mayor libertad, pero para que nos empobrezca el mejor postor. Libertad para “comer y descomer”. Para que nos contraten en peores condiciones. Para que nos resignemos a lo que nos corresponde. Para que trabajemos jornadas interminables y no nos paguen horas extras.

Empleados y empleadas sin empleadores, empleadores sin empleados y empleadas. Habrá menos obligaciones y responsabilidades para quienes se enriquecen con nuestro trabajo. Una relación de comerciantes bajo una fachada de falsa igualdad.

La patronal nos podrá obligar, cuantas veces desee, a que hagamos tareas para las que no fuimos contratados y contratadas. Eso sí, tendremos derecho a perder el trabajo si nos negamos.

Si alguna empresa decide despedirnos, la indemnización le saldrá más barata. Según el borrador del Gobierno, contaremos solo con un año para hacer un juicio laboral y reclamar por nuestros derechos, cuando antes teníamos dos años. En algunos casos, financiaremos nuestros propios despidos con un fondo especial.

El Estado, al mismo tiempo, aportará fondos para blanquear a los trabajadores y trabajadoras que fueron precarizados en el pasado. En vez de sanciones y control para las empresas infractoras, se perdonará el “negreo” con los recursos del pueblo, que podrían ser destinados a obras públicas, viviendas, salud o educación.

El corazón de la reforma apunta en la misma dirección: invertir la desigualdad entre los y las laburantes y el empresariado. Quienes contratan pasan a ser el eslabón débil al que hay que garantizarle libertad para explotar a quienes emplean. El trabajador o trabajadora, que no elige su salario, ni sus condiciones laborales, ni donde trabajar, debe aceptar sin chistar.

Asimismo, se agudiza la feminización de la pobreza. Más ajuste indica mayor rentabilidad para las empresas, jornadas laborales más extensas y, por ende, peores condiciones de vida. Para garantizar una vida más sostenible, se requiere entonces sumar a las horas de trabajo doméstico, más horas de trabajo de cuidados no remunerados, que se traduce en una brecha aún mayor en las desigualdades de género ya existentes.

Lo que se busca es convertir al empleo en un mero costo laboral, al que la patronal pueda ajustar sin sonrojarse.

No podemos dejar pasar la reforma. Es necesaria la mayor unidad posible desde la base, con todos los trabajadores y trabajadoras, independientemente de su identidad política. Hombro con hombro, con todos y todas que se propongan, sin distinciones, defender al trabajo y los derechos laborales y sociales conquistados. En cada lugar de trabajo, en cada establecimiento, en cada barrio y vecindario. Frente al Congreso, con movilizaciones, paros, piquetes o una huelga general. Contra los traidores de toda hora. Contra todo tipo de sectarismos.

De no rechazar de plano esta reforma laboral, se dejará pasar un capítulo más de una larga marcha de empobrecimiento que arrancó hace más de 40 años. Con la excusa de las inversiones, nuestros salarios nunca lograron recuperarse a niveles de los años setenta y ochenta. El problema no está del lado de los trabajadores y trabajadoras: el problema son las ganancias empresarias, los monopolios, las multinacionales. El problema es un sistema injusto, desigual e irracional, que se sostiene en base al lucro, la competencia, el descarte de millones y el daño al medio ambiente.

Tenemos que tirar abajo la reforma. De nuestra inteligencia, fortaleza y solidaridad de clase depende.

_Si el presente es de lucha, el futuro es nuestro._

*CienFuegos OP*
*La Emergente*
*Democracia Socialista*
*Corriente Surcos La Plata*

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