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El camino de Marichuy: la nueva estrategia del zapatismo
Por Manuel López Mateo - Tuesday, Jan. 09, 2018 at 1:58 PM
lopezmateomanuel@gmail.com (Casilla de correo válida)

La mujer náhuatl tiene la difícil tarea de recolectar casi un millón de firmas a lo largo del México discriminatorio y patriarcal para ser la candidata indígena a la presidencia del país

Los pueblos originarios mexicanos siguen achicando su miedo para hacerse grandes y escogiendo enemigos descomunales para obligarse a crecer, como escribió el ya “desaparecido” Subcomandante Marcos. A veinticuatro años del levantamiento zapatista, el Congreso Nacional Indígena (CNI) intenta un cambio de estrategia para visibilizar el despojo y la explotación que padecen sus pueblos, participando por primera vez en las elecciones presidenciales. Marichuy es la mujer náhuatl con la difícil tarea de recolectar casi un millón de firmas a lo largo del México discriminatorio y patriarcal, para ser la candidata indígena por el CNI y el zapatismo a la presidencia del país.

A UN AÑO DE ELEGIR LA VIA ELECTORAL

Este próximo año nuevo se conmemora el vigésimo cuarto aniversario del levantamiento zapatista en Chiapas, cuando el 1 de enero de 1994 el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) expuso al mundo absorto las condiciones de pobreza, explotación y olvido de los pueblos indígenas de México. Simultáneamente, cumplirá su primer año la etapa nueva emprendida por el Congreso Nacional Indígena (CNI), desde que dio a conocer el resultado de una encuesta trascendental realizada a sus comunidades.

El CNI, un espacio de encuentro desde hace dos décadas de los pueblos originarios mexicanos, consultó a sus integrantes la posibilidad de una estrategia de lucha que siempre habían rechazado. Esta fase inédita consiste en participar por primera vez en las elecciones presidenciales, y para ese objetivo crear un nuevo organismo llamado Concejo Indígena de Gobierno (CIG), cuya voz fuera materializada por una postulante mujer e indígena.

La vía electoral y pacífica fue votada a favor por la mayoría de los/as delegados/as de quinientas veintitrés comunidades, pertenecientes a cuarenta y tres etnias diferentes de todo el país. Luego, en mayo pasado se constituyó el Concejo de Gobierno que designó a María de Jesús Patricio Martínez, apodada Marichuy por sus compañeros/as, como su vocera y candidata para las elecciones del 2018 a la máxima magistratura.

En cuanto a las razones de la participación en el proceso electoral, nunca intentada hasta ahora, Marichuy explicó a la prensa: “Antes estábamos en contra, pero después de veinte años de la creación del CNI, vimos que los problemas se intensificaron, se agravaron. Hay más despojo de tierras, más explotación de la mano de obra, más encarcelados, más desaparecidos, más muertos y ya no podíamos sacar una simple declaración en contra.” También reveló que “la propuesta surgió desde el EZLN de intentar una candidatura, porque es necesario poner otra vez en discusión los problemas indígenas, que seamos los mismos indígenas quienes demos a conocer nuestros problemas reales”.

Marichuy, al ser una candidata independiente de partidos políticos, necesita conseguir para febrero casi un millón de firmas de votantes que avalen su postulación a elecciones. Con esa misión difícil, ella y los/as concejales/as del CIG comenzaron en octubre a recorrer el país buscando unir los esfuerzos de todos/as los/as de abajo (y a la izquierda) contra el neoliberalismo. “Voy a caminar con la esperanza de que se vayan sumando otros indígenas y no indígenas… los campesinos, los obreros, las amas de casa, estudiantes, maestros, para acabar con el mal que está carcomiendo a México”, afirmó la vocera.

Sin embargo, la intención no es conseguir el poder, el de arriba, sino evidenciar la crisis neoliberal y enfrentarla promoviendo la organización desde abajo, “desde los pueblos para todo México”. El plan sería “cambiar el mundo sin tomar el poder”, como postula John Holloway en su pensar sobre lo absurdo de una revolución contra el capitalismo a través de la toma del poder estatal. Este sociólogo, que ha generado interés por autonomistas y anarquistas y rechazo de parte de la izquierda, justamente se inspiró en la lucha zapatista para proponer una manera de construir otro mundo mediante la organización y la creación de otras relaciones sociales, basadas en la dignidad, la horizontalidad, la autonomía y la creatividad.

MARICHUY, LA APUESTA DE LOS PUEBLOS

Marichuy, la portavoz y candidata del CIG y el zapatismo para las elecciones a presidente/a del próximo año, es una reconocida líder indígena, médica tradicional de su pueblo y activista por los derechos humanos. Es originaria de la etnia náhuatl y nació en 1963 en una familia campesina de Tuxpan, Estado de Jalisco (centro oeste de México), de donde era oriundo el célebre escritor Juan Rulfo.

Desde chica conoció a la explotación y el despojo, sin necesidad de leer “El llano en llamas”, trabajando con su familia en el campo de maíz de un terrateniente. En contra del mandato familiar, asistió a la escuela secundaria y al crecer se convirtió en “médica herbolaria” de su pueblo, recuperando y resguardando los saberes de medicina ancestral. El conocimiento de esta práctica tradicional, que emplea a diario curando a su comunidad, también le permitió dar clases en la Universidad de Guadalajara.

De joven se rebeló a designios familiares y sociales para luchar contra la opresión a los indígenas, a los campesinos y las mujeres.
Su lucha se intensificó a partir del levantamiento zapatista, que ella reconoce como “una sacudida para el Gobierno y para los propios pueblos indígenas, para que se conozcan, se reconozcan y se comuniquen entre ellos, y aparecer a visibilizar las problemáticas”. Tan solo dos años después, fue una de las fundadoras del primer Congreso Nacional Indígena (CNI) el 12 de octubre de 1996.

Actualmente Marichuy es la vocera y candidata de una campaña muy otra, es decir, a la manera de los pueblos originarios y diferente a la acostumbrada por los partidos políticos tradicionales. No hay dádivas ni prendas a cambio de votos porque “no vamos por los votos sino por la organización” aclaró la candidata.
Tampoco prometen cargos ni cosas que después no van a cumplir, puesto que la intención no es ganar, sino propiciar a lo largo del camino “la organización entre los pueblos indígenas y la sociedad civil, para juntos hacer una fuerza real en reestructurar México”.

Su candidatura es una apuesta del CNI contra el racismo, la exclusión y el patriarcado. En un país donde imperan la discriminación y la violencia de género, Marichuy se considera una indígena que pelea “por la vida, para seguir existiendo, seguir conservando nuestras aguas, árboles y animales… nuestra tierra”. Y a la vez representa “la voz de las mujeres, que son relegadas, consideradas de segunda y no pueden hablar”. Destacó la importancia de luchar contra los femicidios y las desapariciones (según estadísticas oficiales hay siete femicidios por día, aunque muchos no son registrados); “tenemos que sacar fuerzas de esos dolores, de esas rabias para poder hacer algo, para que ya no siga habiendo más muertas ni más desaparecidas”.

LA RAZÓN DEL CAMBIO DE ESTRATEGIA

El Congreso Nacional Indígena, la máxima expresión de unidad en la lucha de los pueblos originarios de México, jamás había presentado una candidatura presidencial hasta ahora. Desde su gesta en 1996, fruto de la unión del levantamiento del EZLN y la resistencia histórica de los demás colectivos indígenas del país, éste movimiento siempre había rechazado participar en la política institucional.

A pesar de trabajar durante dos décadas por el reconocimiento constitucional de las comunidades aborígenes y sus derechos comunitarios, la situación ha empeorado gravemente. “Es tiempo de dar otro paso, tenemos que hacer algo más porque nuestros pueblos se están muriendo”, así explicó Marichuy la razón de insertarse en el escenario electoral. Es una nueva propuesta política y organizativa del CNI para fortalecer la resistencia de los pueblos a largo plazo, porque “no solo participamos con miras al 2018 sino mucho más allá, y de hecho más allá de México”.

El avance sobre sus territorios de empresas extranjeras de mega-minería, petróleo, gas e hidro-eléctricas, implicó grandes problemas para las comunidades, como la quita de sus fuentes de agua, el desmonte y la contaminación. Además, sufren la violencia de los cárteles del narcotráfico. Lamentablemente, para quienes reclaman y luchan contra el despojo les espera “la cárcel, la desaparición y la muerte, con la complicidad de los gobiernos y las fuerzas de seguridad” denunció la candidata.

A través su campaña pide reconstruir el camino de la vida, “el camino no solo de los pueblos originarios” como ella aclaró, sino que “vamos luchando por la vida, para todos… no solamente para los pueblos indígenas sino para todo México”. Sostuvo que ha llegado “la hora de los pueblos, por eso queremos articular las fuerzas para una tarea grande contra el sistema de muerte que está acabando con todos”.

Marichuy representa una voz sin miedo que demanda respeto, dignidad y libertad para todas las comunidades indígenas, para todas las mujeres y las clases trabajadoras, que invita a caminar juntos/as contra la injusticia, las “políticas de despojo” y los “proyectos de muerte” del neoliberalismo.

¡Vivan el EZLN y los pueblos originarios de Abya Yala!



(*) Lic. en Antropología.

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