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Un estudio sobre ancestralidad pone en debate la identidad local
Por El Civismo / Luján - Tuesday, Jan. 30, 2018 at 11:35 AM

20 de enero de 2018 - Se trata de un trabajo iniciado en 2015 por las investigadoras Marcela Mendoza, Graciela Cabana y Lindsay Smith, vinculadas a universidades estadounidenses. Los resultados, presentados a fines del año pasado, abren un debate necesario sobre la identidad individual y social de los lujanenses.

Un estudio sobre anc...
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Autor: Mauro Perna

Casi el 60 por ciento de los lujanenses tienen ancestralidad genética vinculada a los pueblos originarios del continente americano y un 16 por ciento cuentan con antepasados remotos en el corazón del continente africano. Amén de sorprendentes, los datos brindados por el estudio “Conocimiento e Identidades en Luján” pueden modificar la percepción que tenemos sobre nuestros orígenes, los grupos étnicos de los que nos sentimos parte y, por supuesto, nuestra propia identidad personal y colectiva.

Contra la creencia generalizada de que los argentinos “descienden de los barcos” y del famoso mito del “crisol de razas”, el notable trabajo realizado por las investigadoras Marcela Mendoza, Graciela Cabana y Lindsay Smith demuestra no solo la magnitud del aporte de los pueblos originarios en la sociedad lujanense actual, sino que además ratifica algo que ya había sido abordado por otros historiadores que estudiaron el fenómeno: los inmigrantes solían casarse con naturales de su país o, en su defecto, argentinos de esa procedencia, como forma de preservar su legado cultural.

El proyecto, cuyos primeros resultados se presentaron en noviembre pasado en el Complejo Museográfico “Enrique Udaondo”, se inició a mediados de 2015 en el marco de un acuerdo firmado entre la Universidad Nacional de Luján y la Universidad de Tennessee, aunque también participaron investigadores de otras instituciones educativas de nivel superior estadounidenses.

Al frente de un equipo interdisciplinario, Graciela Cabana (Universidad de Tennessee), Marcela Mendoza (Universidad de Oregón) y Lindsay Smith (Universidad de Nuevo México) comenzaron a trabajar interesadas en averiguar “si acaso las tendencias recientes en los estudios de ancestralidad genética podrían llegar a afectar las perspectivas que tienen los argentinos sobre su identidad y su pertenencia a la nación”.

“Dado el contexto político y social actual, nos interesa saber qué significa hoy ser argentino. ¿De qué manera la identidad y el sentimiento de pertenencia a la nación se entrelazan para construir la argentinidad? ¿Sería posible que la información sobre ancestralidad genética pudiese contribuir a la construcción de la argentinidad, modificándola de alguna manera?”, se preguntan.

El método

Con casi 300 casos analizados, el estudio llevado a cabo por las investigadoras tomó como base “los barrios del centro y el barrio Santa Elena de la ciudad de Luján”. “Usando una muestra al azar de viviendas, contactamos 293 individuos que residen en estos barrios históricos para ofrecerles un análisis gratuito de ancestralidad genética, que se hace a partir de una muestra de saliva. Las personas que participaron en el estudio recibieron interpretaciones confidenciales de sus resultados individuales, ilustrados con textos y mapas explicativos, y tienen acceso a interpretaciones sobre su ancestralidad genética (el lugar de origen de sus antepasados más antiguos). Además, a 80 de estos participantes les pedimos que nos permitan entrevistarlos y que compartan con nosotros sus ideas y experiencias sobre identidad y nacionalidad”, señalaron las investigadoras.

Asimismo, “en el momento de proporcionar la muestra, cada participante respondió una breve encuesta para que los investigadores pudiesen entender mejor el nivel de conocimiento sobre genética de los participantes y la confianza asignada a los resultados que obtendrían de una prueba genética. La encuesta también incluyó preguntas destinadas a obtener información acerca de sexo, edad, educación, ocupación y lugar de nacimiento de los individuos”, completaron.

Por último, “la encuesta también preguntaba acerca del lugar de nacimiento o nacionalidad del padre y la madre, de los abuelos maternos (2 personas) y los abuelos paternos (2 personas), así como de los bisabuelos maternos (4 personas) y los bisabuelos paternos (4 personas) de cada participante”.

Luján

Más allá de la participación de la Universidad Nacional de Luján en el proyecto, la elección de nuestra ciudad como base para realizar el estudio respondió a otros criterios.

“El proyecto se realiza en Luján porque esta ciudad es producto del poblamiento iniciado a mediados del siglo XVII. La villa colonial estaba ubicada en la antigua ruta comercial al Alto Perú, que salía del puerto de Buenos Aires y se adentraba en la llanura pampeana. A través del tiempo, a pesar de la resistencia de las poblaciones indígenas, sin prisa pero sin pausa, los colonos españoles y los inmigrantes europeos fueron ocupando esta región fértil de la pampa húmeda y expandiendo la ocupación del territorio”, explicaron las investigadoras.

Análisis sociodemográfico

El análisis sociodemográfico de los resultados sirve para caracterizar a los 300 participantes del estudio: agrupados por sexo en partes iguales, los grupos etarios mejor representados son los de las personas entre 18 y 39 años (117 casos) y las personas entre 50 y 69 años (102 casos). En este sentido, las investigadoras observaron que las personas menores de 40 años conocen menos acerca de los antepasados que las personas mayores de 40 años.

Por otra parte, la muestra de población incluye participantes con un nivel muy alto de educación. Este dato, correlacionado con el alto nivel de empleo observado, ubica a la mayoría de los participantes, presumiblemente, en un nivel de educación e ingresos que corresponde a los sectores medios.

Mantener la cultura

El estudio también indaga en el número de matrimonios entre abuelos de distintas nacionalidades, según el país de origen de los esposos. La tarea se realiza con el propósito de averiguar la cantidad de matrimonios entre individuos de un mismo origen o etnicidad (algo que puede indicar el mantenimiento de la lengua y la cultura del lugar de origen) en relación con la cantidad de matrimonios mixtos -considerado como un índice de integración social.

Un total de 286 participantes proporcionaron información sobre 164 matrimonios de abuelos maternos. De estas uniones, 118 (70.2 por ciento) se realizaron entre antepasados de un mismo país y 46 (28 por ciento) fueron matrimonios mixtos. De modo que en la generación de los abuelos predominan los matrimonios entre esposos del mismo país. Sin embargo, los matrimonios entre argentinos pueden encubrir uniones entre inmigrantes de segunda generación de distintas procedencias, algo que solía ocurrir especialmente en el caso de los italianos.

Ancestría genética global

Para explorar la relación entre la ancestría percibida o asumida por los participantes y la observada en los resultados del análisis genético, Mendoza, Cabana y Smith correlacionaron los resultados de la ancestría global con las respuestas de los participantes encuestados.

Las investigadoras indicaron que las respuestas obtenidas en la encuesta son subjetivas, representan una ancestría probable, estimada por los propios participantes a partir de la historia oral de las familias. No obstante, los resultados genéticos en general coinciden con la percepción de ancestría.

Una de las excepciones está relacionada con los antepasados nativos. El estudio señala como evidente que una población de ascendencia variada, sobre todo proveniente del sur de Europa, se ha mezclado con la población indígena de la región. Para sostenerlo, indica que el análisis genético de ancestría global de más de la mitad de los participantes (59.4 por ciento) presenta coeficientes de ancestría indígena, lo que indica la existencia de un grado importante de mestizaje. Dicho mestizaje parece haber ocurrido en la generación de los bisabuelos o choznos y resulta todavía evidente aún hoy.

Sin embargo, apenas siete personas (2.3 por ciento) indicaron en la encuesta que tenían antepasados indígenas. Todo un dato sobre el lugar que ocupa la herencia de los pueblos originarios en el imaginario social. Cabe destacar que el valor promedio de la ancestría global indígena americana entre los participantes que la poseen es 10.8 por ciento. Además, algunos de los participantes de la muestra de Luján identificaron la etnicidad de sus antepasados indígenas como ranquel y mapuche.

Con respecto a los antepasados europeos, el análisis de ancestría global indica que un altísimo porcentaje (98.3 por ciento) de lujanenses tienen antepasados del sur de Europa, con un valor promedio del 62.9 por ciento. Por otra parte, el 31.7 por ciento tienen antepasados del centro de Europa, con un valor promedio del 22 por ciento.

El estudio indica que un 49.8 por ciento de los participantes tienen antepasados de Asia Menor o el Cercano Oriente, que actualmente incluye parte de Turquía. El valor promedio de dicha ancestría global es 15.6 por ciento. En tanto, el 23.2 por ciento tienen antepasados provenientes de Arabia, con un valor promedio de ancestría ubicado en torno al 6.3 por ciento.

Asimismo, un 28 por ciento tienen antepasados del norte de África, y el valor promedio de dicha ancestría global es de apenas el 3.1 por ciento, mientras que el 16.4 por ciento de Luján tienen antepasados del centro de África, con un valor promedio de 3.6 por ciento, y el 3.1 por ciento del este de África, correspondiéndole un valor promedio de 2.1 por ciento.

Por último, el análisis arroja que el 32.1 por ciento de Luján tienen antepasados posiblemente vinculados con la diáspora judía, es decir, personas de fe judía que se dispersaron fuera de lo que se considera su patria ancestral en Israel y establecieron comunidades nuevas en distintos lugares del mundo. El valor promedio de dicha ancestría global judía es 4.8 por ciento.

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"La población es representativa de la campaña bonaerense"
Por El Civismo / Luján - Tuesday, Jan. 30, 2018 at 11:41 AM

"La población e...
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20 de enero de 2018 - Marcela Mendoza vivió en 25 de Mayo al 700 y parte de su familia sigue allí. Sólo que ella emigró para desarrollar y mejorar su experiencia laboral. Es por ello que mantenemos esta charla, como un modo más de abordar y comprender una investigación sobre los antepasados de la población lujanense.

Autor: Horacio Papaleo

Marcela Mendoza obtuvo una licenciatura y un profesorado en Antropología en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Dio clases varios años en la carrera de Antropología y también ingresó al CONICET, primero como becaria y luego como investigadora, estudiando temas de la organización social de un grupo Toba de Formosa. Siguió estudiando ese tema para su tesis de doctorado en la Universidad de Iowa, EE.UU., y luego desarrolló una carrera de docencia e investigación en varias universidades estadounidenses, enfocándose sobre todo en aspectos de la inmigración mejicana. Actualmente está afiliada a la Universidad de Oregón, donde sigue haciendo investigación en el Departamento de Antropología.

Luego de acceder a los resultados pormenorizados de una investigación con epicentro en Luján, que demandó mucho tiempo y recursos, mantuve con Mendoza un diálogo epistolar que permitió transitar por los márgenes de la investigación y conocer sus impresiones personales.

“A mi modo de ver, lo que quisiera destacar de este trabajo es la proporción de mestizaje con antepasados indígenas en la población de la ciudad, algo que debe haber ocurrido en la generación de los bisabuelos o los choznos, dado que el análisis genético de ancestría global (autosómica) que indica ese mestizaje no llega a más allá de ocho generaciones atrás.

“Estudiando la muestra de 293 personas de Luján, obtenida en los barrios Centro y Santa Elena (cuyas diferencias en marcadores genéticos de los participantes no son estadísticamente significativas, así que podemos analizar los dos barrios juntos), resulta que la mayoría (98%) de los participantes tiene un alto componente de antepasados del sur de Europa, es decir, España, Portugal, Francia e Italia. Este resultado es consistente con la inmigración masiva del siglo XIX. Resulta que más de la mitad (59%) de esas mismas personas que tienen un alto componente del sur de Europa, también tiene un componente nativo americano, en un promedio de 10%, lo cual indica la presencia de un antepasado de los pueblos originarios en una generación anterior.

- ¿Qué resultados le parecieron llamativos?

- Cuando busqué el lugar de nacimiento de los abuelos y bisabuelos en la encuesta a la que respondió cada participante antes de dar la muestra de saliva, resulta que los antepasados de individuos con cierto porcentaje de ancestría indígena habían nacido en los partidos de Luján, Rodríguez y Mercedes (la Guardia de Luján). También aparecen mencionadas en las encuestas otras localidades que se encontraban en la ‘frontera contra el indio’ de la provincia de Buenos Aires.

“Así que me parece la muestra capturó uniones entre personas que venían del sur de Europa con personas de pueblos originarios. La mayoría de los participantes no sabe esto, ya que solo siete personas (de las 293) dijeron en la encuesta que tenían antepasados indígenas. Estas personas mencionaron la tribu de Los Toldos, la tribu de Namuncurá, y otros grupos indígenas del oeste de la provincia de Buenos Aires.

“La Prof. Bibiana Andreucci, jefa del Departamento de Historia de la UNLu, vino a ver la muestra y me hizo notar que los primeros habitantes de la Villa de Luján (siglos XVII-XVIII) venían de Santiago del Estero y Tucumán, y que aquí también trabajaron personas guaraníes de las misiones jesuíticas. Este mestizaje variado estaría reflejado en la ancestría genética global de las familias más antiguas del pago. Te aseguro que algunas de esas familias están representadas en la muestra, aunque no puedo decir nada más para mantener la confidencialidad de los resultados.

“El Prof. Norberto Mollo, de la Universidad Nacional de Río Cuarto, vino el día que hicimos un panel académico con profesores de la UNLu y escribió sus impresiones en un blog sobre Etnohistoria de la Pampa. norbertomollo.blogspot.com.ar/2017/12/muestra-sobre-ancestralidad-genetica.html.

“Esta clase de estudios de ancestralidad genética se están haciendo en otras regiones del país y en todos lados se obtienen resultados de mestizaje indígena y, en menor proporción, con personas de origen africano”.

- ¿Por qué el estudio con su equipo de investigación desembarcó en Luján?

- Elegimos Luján porque tengo familia y contactos en Luján, además de ser nativa de la ciudad. En 2007, mi colega Dra. Graciela Cabana me contactó porque quería investigar el posible efecto de los resultados de ancestría genética sobre la identidad personal y grupal de las personas en Argentina. Es decir, si conocer más sobre la propia ancestralidad genética cambia algo en la identidad personal y, por extensión, en la identidad grupal-social.

“Hubiese sido muy difícil tomar una muestra representativa de la ciudad de Buenos Aires así que le propuse hacerlo en Luján, algo que tiene sentido porque se trata de una ciudad colonial antigua, de tamaño mediano, cuya población es representativa del poblamiento de la campaña bonaerense.

- ¿Es una tarea que llevó mucho tiempo?

- En 2008 hicimos un muestreo de 16 personas residentes del centro de Luján y nos convencimos de que era posible estudiar el tema de la manera en que planeábamos hacerlo. Tardamos diez años en concretarlo, entre las vicisitudes de conseguir financiamiento, armar el equipo interdisciplinario de investigación, compatibilizar los períodos de estudio en Luján con nuestras propias actividades académicas en Estados Unidos, tomar las muestras de saliva y enviarlas para analizar fuera del país, elaborar y traducir los informes con resultados genéticos de cada participante, etc.

“Aquí estamos, al final del proceso, habiendo devuelto los resultados de la mejor manera que pudimos y esperando poder volver a conversar una vez más con algunos participantes que accedieron a volver a entrevistarse con nosotras, luego de haber tenido tiempo de reflexionar qué significó para ellos acceder a esa información sobre sus antepasados”.

- ¿Qué impresión personal le queda del trabajo?

- Me sorprendieron los resultados, porque la cantidad de mestizaje indígena es realmente importante (casi 60%). Además, muy pocas personas mencionan antepasados de pueblos originarios y nadie habla de antepasados de origen africano.

- ¿Se pudo tener información para determinar si el mestizaje surgió de relaciones “clandestinas”?

- No, ese nivel de especificidad (cuáles fueron "amores clandestinos" y cuáles fueron matrimonios civiles) no se puede ver con esta clase de estudio genético.

“Cuando analizamos los marcadores genéticos de ancestralidad, estamos mirando la muestra de ADN para hacer un cálculo estimado del lugar de origen de los antepasados que aportaron esos marcadores, identificados por continente y por regiones dentro de esos continentes. Algunos lugares están mejor muestreados que otros (un mayor número de personas dio muestras de saliva para analizar). Por eso podemos desagregar la gente que vino del sur de Europa (Portugal, España, Francia e Italia) y por eso pude decir que en la muestra de Luján, más de la mitad de los participantes con antepasados del sur de Europa también tiene antepasados de continente americano.

Averiguar de qué manera se realizó ese mestizaje es una tarea para historiadores. La historia oral puede aclarar de dónde provienen los antepasados (por eso estudié lo dicho por los participantes en las encuestas). La profundidad temporal podría deducirse del porcentaje de ancestría. Por ejemplo, entre las 28 personas que se incluyen en los antepasados de una persona (ego + 2 padres, 4 abuelos, 16 bisabuelos), un 7% del continente americano podría indicar alguien en la tercera generación, un bisabuelo/a (28/4 = 7), que es mi caso en particular. Tengo 93% de ancestría del sur de Europa y 7% de ancestría nativa, proveniente de la madre de mi abuelo paterno. Mi madre tiene 100% de ancestría del sur de Europa.

“Hasta que no tengamos más datos históricos, prefiero ubicarme en un punto medio; es decir, es cierto que en muchos casos debe haber habido abuso sexual de mujeres indígenas, aunque también es cierto que otras uniones fueron por consentimiento mutuo, porque los hombres europeos les tomaban cariño a las mujeres indígenas y se unían a ellas de manera permanente, mientras que las mujeres indígenas encontraban un beneficio en unirse a hombres europeos, además de haber llegado sinceramente a quererlos.

“En otras regiones del continente americano se sabe que las mujeres indígenas unidas a europeos han logrado luego beneficios para sus parientes nativos y, por supuesto, para sus hijos mestizos”.

- Tengo entendido que tiene intenciones de dialogar con quienes se prestaron al estudio. ¿Qué quiere decirles?

- Cuando volvamos a conversar con los participantes, me gustaría preguntarles si después de esta experiencia todavía siguen valorando de la misma manera a los resultados de los análisis genéticos (una pregunta de la encuesta) y si les parece que ahora entienden un poco más de qué se trata (otra pregunta de la encuesta). Además, me gustaría preguntar si recibir esos resultados les hizo algún efecto en la manera cómo se piensan a sí mismos y a su familia.

“También quisiera preguntar si les parece que la acumulación de esos resultados en una comunidad puede producir algún efecto en la perspectiva que tenemos sobre la historia de esa comunidad y sobre la identidad nacional en general”.

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