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Reclamo yagán
Por El Rompe Hielos - Saturday, Apr. 14, 2018 at 5:46 PM

12/04/2018 - Integrantes de la comunidad yagán están por ser desalojados del lugar que han ocupado con sus familias por casi 30 años. Esto es lo que nos contó al respecto Víctor Vargas Filgueira, primer consejero de esta asociación indígena:

Reclamo yagán...
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“En el año 83 hicimos un pedido como de parte de la Asociación Criollos Fueguinos, para que nos quede un espacio verde, previendo que se iba a venir esta ola de poblamiento. Un espacio que necesitamos para trabajar con lo que nos gusta a nosotros que son animales de granja, caballos y demás. Tener un espacio donde poder mantener eso vivo. Como les decimos a los científicos amigos, nosotros nos hemos transculturado en gauchos, porque la vida del nómade de nuestro pueblo ya no la podemos hacer. Es una forma de mantenernos en contacto con la naturaleza, ya que se fueron perdiendo muchísimas cosas cotidianas. Lo poco que nos queda es mantener el criollismo y el contacto con ese animal que es el caballo, que no podés tenerlo en tu casa. Nos hemos criado así.

En el año 83 hicimos un pedido a tierras. Se nos habían evaluado veinte hectáreas, para mantener la tradición. En ese decreto territorial, se nos otorga en posesión esas tierras, pero no llega la firma del gobernador de turno porque algo pasa en Gobierno con los papeles. Me refiero a lo que se denomina cajoneo.

En el 89 nosotros no pudimos destrabar eso. Antes había otra reglamentación. Había muchos papales que hacer para que te firmen el decreto de adjudicación. A las comisiones que había en ese entonces les faltó el último toque y no se llegó a buen término.

Pasado eso, con el intendente de la ciudad de Ushuaia de ese momento, del mismo predio del pre-otorgamiento, nos hace un convenio de ocupación. Nos autorizaba a que ocupemos, a condición de que nosotros hagamos todo el cerco del predio, que estaba todo caído por el paso de los años. Hicimos eso y desde ese año estamos ocupando ahí.

Estuvimos unos años bien y después un intendente, que se encaprichó con nosotros, inicia un juicio para desalojarnos. Hasta ahí siendo la Asociación Criollos Fueguinos.

Luego decidimos pelear por otro lado y poner en valor el patrimonio inmaterial del pueblo yagán, ya que llevamos 29 años luchando para poder formalizar la ocupación de estas tierras.

Nos fueron llevando a una esquina. En este momento hay canchas de golf y otras cosas que fueron ingresando con nosotros adentro. Nos hemos sentado y negociado con el Hockey, con el Tiro Federal, con un camping, y hemos aceptado de buena manera, sabiendo que no éramos propietarios totales.

El tiempo va pasando y nos hacen un juicio de desalojo en el año 2000. Entre una cosa y otra, y muchos gastos, porque esto nosotros lo hemos hecho con la comunidad yagán, porque si bien al principio había personas que no pertenecían, con la guerra que nos hicieron se fueron yendo. Ese juicio que la municipalidad nos hace, después de varios años de ir y venir, donde se equivocan, porque si hay un convenio de ocupación del año 89, no hay usurpación. Entonces el juez desestima y nos da a nosotros como ganado ese juicio, a favor de los gauchos fueguinos de ese momento.

Después, ya en momentos más actuales, ingresa otro intendente y nos hace un juicio para ver quién es el dueño de la tierra. Ese juicio, después de cuatro o cinco años salió en contra. A nosotros, porque fueron ingresando clubes, nos quedaron 9 hectáreas de las 20 originales. En todo el tiempo de juicio no pudimos hacer ningún festival de doma ni ninguna de las actividades que conformaban nuestra esencia.

Cuando creemos que los ancestros nos mandan ese mensaje de levantarnos como yaganes, en el año 2012, empezamos a organizarnos como comunidad aborigen. Para ese tiempo ya no teníamos gente de afuera, se perdió toda la parte de asociación gaucha, porque no nos dejaban ni poner un clavo porque podían venir y levantar todo, y quedó la familia. Entonces decidimos conformar la comunidad: nos pusimos a hurgar nuestro pasado y a sentarnos a conversar con los abuelos. Sabíamos muchas cosas, pero otras las desconocíamos. Por ejemplo, a Asenewensis, Tomás Yagán, lo encuentro en Gusinde, o la abuela Catalina que aparece en libro El zarpe final, y otras cosas que fuimos descubriendo y que hacen que te aferres cada vez más a tu identidad. Ese año encuentro a Tomás Yagán en una foto de un folleto del CADIC, que mostraba los integrantes del último chiejaus (rito de iniciación yagán) que se hizo en Remolino. Me sorprendió la foto del abuelo, porque amaba al viejito ese y lo miraba siempre. Cuando estábamos reunidos con mis hermanos, empezamos a charlar de nuestro pasado, y esas cosas fueron haciendo que nos fuéramos subiendo a la canoa. Hasta llegar a todo lo que hemos hecho en tan poco tiempo. Para nosotros fue un designio de ellos, de nuestros ancestros, que quieren que sus nombres estén mejor de lo que se los catalogó en esos años.

En el 2014 conformamos la Comunidad Yagán, formalizada con el INADI.

El fueguino ha crecido sumiso. En Ushuaia, el lugar donde yo nací, en las escuelas donde asistí, sucedía que si eras hijo de inmigrante italiano o español, tenías una medalla de honor en el pecho, y otro que era hijo de un chileno y una india yagán, no tenía nada.

De tanto remarla, sale hace dos años el veredicto de la cámara de Río Grande para decidir quién era el dueño de las tierras, y eso, obviamente, se finiquita a favor de municipalidad de Ushuaia. En esos años me contacto con el intendente actual. Lo encuentro en la Feria del Libro de la Escuela nro.13. Charlamos un poco, le cuento quién soy, estábamos con un stand con la comunidad yagán. Nos miró de costado y fue como no ver a nadie. Nos dio un número de teléfono.

Dos meses atrás nos hemos juntado por el tema de que nos tiraron los alambres y nos sacaron todo, porque la justicia lo determinaba así, contra los gauchos fueguinos.

Nosotros al ver venir esto, nos presentamos el año pasado, porque nos dijeron que nos iban a dar 500 metros cuadrados en el lugar que estamos ocupando (que es nada, no alcanza ni para un caballo esa superficie). Para eso ya el INADI había venido varias veces, y estuvimos tomando mate con ellos acá, y nos dijeron que íbamos a tener más posibilidades de acceder al título de propiedad de las tierras si lo peleábamos como Comunidad Yagán. Y así nos presentamos ante la municipalidad, para que esto pudiera llegar a buen término.

Presentamos las dos comisiones: la comisión de los gauchos, la última (hace más de 10 años que no está en vigencia), y la comisión de la Comunidad Yagán que es la misma comisión porque somos las mismas personas (mis hermanos y yo). A partir de ahora, vamos a poner en valor el patrimonio inmaterial de la Comunidad Yagán de Tierra del Fuego.

Cuando nos llamaron para arreglar, no arreglamos porque nos querían dar esos 500 metros cuadrados. Pero ellos están empecinados en tratarnos como gauchos y no como comunidad indígena. Con promesas, el intendente nos dijo que no tenía ánimo de sacarnos, que nos iba a dejar una hectárea, pero que teníamos que sacar los caballos y todas las cosas de ahí. Prácticamente es como si nos hubiera dicho: “tirá tu vida a la basura y hacé canchas de bochas”. Pero vimos con buenos ojos que nos dijo “título de propiedad”. Pensando que cuando vean nuestro trabajo quizás pudiéramos pedir más. Esa fue la primera reunión, en febrero, y ya después nos derivó con otro personal de la municipalidad.

Y hace poquito, el miércoles pasado, tuvimos otra reunión, nosotros obedeciendo las órdenes de la justicia y obedeciendo las órdenes de municipalidad, con la tristeza enorme de no saber qué vamos a hacer. Vimos camionetas de municipalidad y nos enteramos que le están otorgando nuestras tierras a clubes. La hectárea que nos iban a dar, parece que en los arreglos de ellos, no está.

No queremos dar este paso, que no es de rebelde, pero queremos que nos reconozcan nuestro derecho por ser indígenas. Y no es que aparecemos ahora, indígenas siempre fuimos, pero la conformación de la comunidad es lo nuevo. Hay que tener en cuenta que años atrás se decía que estábamos todos muertos, que no había descendientes de los yaganes, que la última era Cristina Calderón, que Lola Kiepja fue la última del pueblo selknam, y toda esa historia vieja de los libros antiguos.

No queremos 100 hectáreas por ser yaganes; queremos lo que venimos ocupando desde 1983, que son 4 hectáreas y media (según sus planos); con otro nombre ocupamos esas tierras pero somos la misma gente. Mis hijos tienen 6, 7 y 8 años, y aman a los caballos, las costumbres criollas, y la forma de vivir del yagán hoy es esta. Nos quieren sacar las tierras como aquello que sucedió a nuestros ancestros. Tenemos sangre en las venas de un pueblo que fue avasallado y que sufrió muchísimo. No peleamos porque nos den toda la ciudad de Ushuaia; peleamos por 4 hectáreas y media. Y en ese terreno no hay un hogar de ancianos ni un jardín de infantes, no hay nadie. Queremos quedarnos acá con la condición de poner en valor el patrimonio de nuestro pueblo.

Nosotros como indígenas nos estamos dando a conocer. Los hermanos de toda América apuntan a eso en cada lugarcito, y se está revalorizando el nombre de ser indígena. Yo les digo a mis hermanos que en unos años más va a ser un orgullo ser descendiente de un pueblo originario. Pero ahora estamos en la lucha. El gaucho, el mulato y tantos otros, han quedado marginados. Y eso es lo que nos ha pasado por casi 30 años.

Todo se hace entre todos. Todos somos originarios, y el que no lo sepa es porque perdió la brújula. No tenemos color político. Hoy es el pueblo yagán el que se ve afectado, mañana son los selknam y pasado puede ser cualquiera.

Mucha gente que tiene la conciencia bien y está viviendo el tiempo que nos toca vivir, nos está apoyando.

Apostamos por la unión; sentarnos todos en el piso y mirarnos a la cara y decir: somos todos seres humanos.

Ningún gobierno nos dio tierras. Siempre hemos sido desplazados y arrojados al final de la lista. Como fueguinos nos han pisoteado siempre. Y cuando nos reunimos con el INADI nos dijeron que teníamos que pedir para nosotros la tierra que estábamos ocupando. Hoy tenemos una chance muy importante con el origen. Queremos lo que nos corresponde, quedarnos en el lugar donde nuestros hijos aprendieron a caminar”.

Fede Rodríguez

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