17 de mayo de 2018 | Nuevamente el pueblo venezolano decidirá su futuro este domingo 20 de mayo y lo hará en muy difíciles circunstancias, pero con la convicción de que solamente en paz y democracia es posible construir ese futuro.
Cuando esta nota
salga publicada en su versión impresa, ya habrá iniciado en la República
Bolivariana de Venezuela el silencio electoral. Habrán culminado las campañas y
ya se habrán producido los actos de cierre de campaña.
El pueblo
venezolano será el que tenga en sus manos el futuro de la Patria y la decisión
de cuál será el modelo de sociedad a construir por todas y todos. Y tomará esta
decisión probablemente en las circunstancias más difíciles que le haya tocado
vivir.
Lo hará en medio de
una guerra económica salvaje, que ha provocado graves dificultades para toda la
población por la desmedida inflación, especulación y acaparamiento generada
desde las grandes empresas que tienen un casi monopolio de la distribución de
los productos de la cesta básica, así como de la distribución de insumos
médicos y medicamentos.
Las venezolanas y
los venezolanos asumirán este compromiso con su propia historia enfrentando
descaradas amenazas y ataques injerencistas por parte del imperialismo
norteamericano y de algunos de sus gobiernos aliados.
El pueblo de
Bolívar dará batalla en estas elecciones también a tristes personeros de
organismos regionales que ya no pueden esconder que se han entregado de cuerpo
y alma a los intereses de los sectores más radicales de la derecha global que
pretenden cerrar el paso a las experiencias de creación de nuevas relaciones
políticas, económicas y sociales en América Latina.
En definitiva, el
domingo 20 de mayo lo que se define es si se mantiene el rumbo de Venezuela,
con redistribución y manejo soberano de la renta petrolera y con una inversión
social sin parangón (74% de los recursos públicos) o si se da paso al modelo
neoliberal y sometido a los designios de los Estados Unidos.
Y, sin embargo, el
pueblo venezolano ya ganó. Porque a mediados de 2017 conquistó la paz.
La paz nos
trajo hasta aquí
A partir del 12 de
febrero de 2017, lo sectores fascistas de la derecha venezolana activaron “la
salida”, una operación que buscaba provocar la caída del gobierno del
presidente Maduro a través de manifestaciones de extrema violencia aprovechando
la mayoría que habían logrado en las elecciones parlamentarias de diciembre de
2015, la caída de los precios internacionales del petróleo y una muy calculada
operación de asedio internacional.
El 6 de enero de
2016, al asumir, los parlamentarios opositores habían dejado claro cuál era su
objetivo: sacar de una forma u otra del gobierno a Nicolás Maduro. La violencia
parecía la única manera.
Los más de cuatro
meses que duró “la salida” generaron la muerte de casi 200 personas, heridas y
lesiones de diversa entidad a más de mil y afectaciones a la vida de cientos de
miles de venezolanos.
Durante estos
meses, los llamados por parte de los más connotados representantes opositores a
los integrantes de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana a dar un golpe de
Estado se contaron por decenas, lo que permitió desnudar los verdaderos intereses
de quienes se habían presentado como la “opción democrática”.
Durante el acto del
Primero de Mayo de 2017 (en el momento más duro de esta operación), Maduro
anunció la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente (ANC),
elecciones que se realizaron el 30 de julio del mismo año y que lograron
convocar a más de la mitad de los electores habilitados, a pesar del boicot
nacional e internacional que pretendieron impedir esta convocatoria.
La oposición de
derecha intentó impedir de forma violenta que se realizaran estos comicios; sin
embargo, miles y miles cruzaron ríos a pie, superaron bloqueos de calles y
carreteras, desafiaron amenazas y realizaron su apuesta por la democracia y la
paz, dando una enorme lección de civismo y mostrando su hartazgo a los hechos
violentos que promovían los sectores más radicales de la derecha.
Pero, sobre todo,
Venezuela demostró que ya no se iba a dejar intimidar. Como por arte de magia,
ya el 1° de agosto las guarimbas (como se llaman en este país a este
tipo de acciones violentas) estaban desactivadas.
La ANC decidió
relegitimar a las autoridades de estados y municipios, por lo que convocó a
elecciones de gobernadores el 15 de octubre y de alcaldes el 10 de diciembre de
ese mismo año.
El chavismo arrasó
en ambas convocatorias. De las 23 gobernaciones se hizo con 17 y de los 335
municipios en que está dividido el territorio nacional obtuvo el respaldo en
298.
En los tres eventos
de ejercicio democrático realizados en 2017, el pueblo decidió que respaldaba
al Gobierno Bolivariano. Y lo hizo clamorosamente, con altos niveles de
participación en un país donde el voto no es obligatorio, con porcentajes
superiores al de algunas de las más ostentosas democracias del mundo.
El presidente
convocó a la oposición a dialogar con el auspicio de la UNASUR y el Vaticano,
contando para esto con la facilitación de los ex presidentes José Luis
Rodríguez Zapatero (España), Leonel Fernández (República Dominicana) y Martín
Torrijos (Panamá) y con la hospitalidad del presidente dominicano Danilo
Medina, quien permitió que este diálogo se realizara en su país.
Esta instancia de
diálogo había sido propuesta por el mandatario venezolano en 338 oportunidades
previamente y los sectores opositores se habían negado a participar.
A pesar de meses de
conversaciones, de idas y venidas, de la aceptación por parte de los
representantes del Gobierno de la casi totalidad de las demandas presentadas
por la oposición, a último minuto los representantes de la Mesa de la Unidad
Democrática (MUD, agrupamiento de la oposición de derecha) concluyeron pateando
la mesa y retirándose del diálogo el mismo día en que se preveía la firma del
acuerdo.
Esta decisión
auténticamente antidemocrática ocasionó la fractura del conglomerado opositor,
entre quienes se negaron a buscar una salida en paz y quienes comprenden que es
con votos que se dirimen las diferencias.
La ANC convocó
entonces a una elección presidencial, que es la que se realizará este domingo y
se presentaron a la misma cinco candidatos.
Además del
presidente Nicolás Maduro, que aspira a la reelección, se presentaron Henri
Falcón (ex gobernador del central estado Lara), Javier Bertucci (empresario y
pastor evangélico), Luis Alejandro Ratti (especialista en mercadeo) y Reinaldo
Quijada (ingeniero electrónico y militar retirado).
El presidente
Nicolás Maduro cuenta con el respaldo del Frente Amplio de la Patria, que
agrupa a todos los sectores que respaldan a la Revolución Bolivariana y las
diversas encuestas le otorgan el respaldo de más de la mitad de quienes
manifiestan su voluntad de acudir a las urnas este domingo.
Por su parte, Henri
Falcón (a quien las consultas de opinión le otorgan cerca del 30% del
electorado) ha recibido el apoyo de su propio partido (Avanzada Progresista) y
de otros sectores que se retiraron de la MUD, así como del candidato Luis
Ratti, quien se retiró de la contienda al no recoger apoyos significativos.
Javier Bertucci,
quien montó su infraestructura sobre la base de la feligresía de buena parte de
las iglesias evangélicas del país y de una campaña realizada con ingentes
recursos tiene una preferencia del entorno del 15%.
Por último, el
exmilitar Reinaldo Quijada, quien dice representar al chavismo descontento, no
ha logrado superar el 5% de la intención de voto.
Sin embargo,
probablemente la cifra más importante sea la cantidad de personas que
manifiestan su decisión de votar, que superaría el 60% y que -por tanto-
ratificaría la voluntad de consolidar la paz y lograr superar la grave
situación económica que hoy vive el país y su gente.
Con todas las
garantías
Se llega a esta
elección con un sistema electoral ya francamente consolidado, del que ya nadie
puede manifestar dudas razonables.
Ya se superaron las
fases de acusaciones de fraude, de supuestos hackers rusos o chinos, de
cambios de votos o de pajaritos preñados.
Con el sistema de
voto automatizado que existe en Venezuela, nadie ha podido demostrar que se
haya falseado el resultado en una sola mesa de votación.
Las auditorías
previas y posteriores, realizadas con presencia de todos los partidos
políticos, acompañantes internacionales y expertos electorales garantizan los
resultados al 100%.
Al sistema se le
realizan las siguientes auditorías:
1) Auditoría al
software de votación. Antes de cada proceso electoral se revisa el código
fuente, lo que garantiza que el programa informático suma, asigna, totaliza y
transmite de manera correcta los resultados.
2) Auditoría de
producción de las máquinas de votación. Se verifica que las máquinas de
votación se estén produciendo con los códigos certificados en la fase anterior.
3) Auditoría
pre-despacho de máquinas de votación. Antes de enviar las máquinas a cada
centro de votación del país, se realiza un simulacro de votación en una muestra
aleatoria donde se comprueba que efectivamente están sumando y totalizando
correctamente.
4) Auditoría de
infraestructura. Se desarma una muestra de máquinas a fin de observar sus
componentes y asegurarse de que todos son necesarios para la elección y que no
hay ningún elemento secundario que ejecute otras acciones que no esté acorde
con el proceso electoral.
5) Auditoría al
Sistema de Identificación Biométrica. El resultado más importante de esta
auditoria es corroborar que no existe relación ni se genera un orden entre la
captura de la huella dactilar y la secuencia de los votos, garantizando el
mandato constitucional del secreto al sufragio y el principio de un voto por
elector.
6) Auditoría de
producción del Sistema de Identificación Biométrica. Se verifica el seguimiento
y control del aislamiento de los equipos que conforman el sistema y se
selecciona una muestra para verificar que la firma electrónica de la aplicación
no haya cambiado.
7) Auditoría a la
red de transmisión de datos. Consiste en revisar cada uno de los dispositivos
de telecomunicaciones que intervienen en el proceso de transmisión de
resultados y garantizar que la red que utiliza el CNE es exclusiva, está
totalmente aislada de Internet y blindada contra intrusos.
8) Auditoría del
sistema de totalización. Se observa el sistema de totalización, sus
componentes, su código fuente y la firma electrónica de la aplicación. Luego de
la elección el CNE entrega a las organizaciones políticas el registro de las
transmisiones de datos, hora y lapso durante el cual se conectaron las máquinas
de votación al servidor de totalización nacional, para su revisión y auditoria.
9) Auditoría de
cierre. Se verifica la precisión de la solución automatizada a través de la
concordancia entre los votos registrados y escrutados, por la máquina de
votación y los comprobantes de votos contenidos en la caja de resguardo. La auditoría
se realiza, una vez que se haya cerrado el acto de votación, impreso el acta de
escrutinio, transmitido los datos e impreso las copias previstas. En ese
momento, a través de un sorteo se seleccionan las máquinas que participarán de
la auditoria de acuerdo al 54,4% previsto por el CNE. La auditoría de cierre es
un acto público sin más limitaciones que las derivadas de la capacidad física
del local y la seguridad del acto electoral. Los testigos de las organizaciones
con fines políticos presencian y firman la constancia de auditoria.
10) Auditoría de
las memorias. Se hace un respaldo de los datos para el caso de una eventual
revisión de resultados con cualquier fin electoral y luego, las memorias de las
máquinas son blanqueadas para que no exista la posibilidad de relacionar a los
votantes con el resultado manteniendo el secreto del voto.
11) Auditoría
posterior. Es una recreación de la auditoria de cierre, en la cual los
representantes de las organizaciones políticas verifican las cajas auditadas
realizando de nuevo el conteo y registro de los comprobantes de votación. Esos
resultados se comparan con los del sistema de totalización y es certificado por
las organizaciones políticas.
12) Auditoría de
boletas electrónicas. Para los procesos electorales que requieran múltiple
elección de cargo, las boletas electrónicas también se someten a auditoria. A
través de un simulacro de votación el día de la auditoria, los representantes
políticos comprueban que el sistema táctil funciona correctamente y los votos
son atribuidos al candidato del óvalo seleccionado.
13) Auditoría de
cuadernos impresos. Aunque no pertenecen al sistema automatizado, los cuadernos
de votación son revisados por las organizaciones políticas, corroborando que la
data de votantes que contienen se corresponde con la que el Registro Electoral
prevé para esa mesa de votación.
Además de las
auditorías al sistema electrónico, también es verificado el Registro Electoral,
el registro de las huellas dactilares y el mecanismo con el que se realiza el
sorteo de las ciudadanas y ciudadanos que compondrán cada una de las mesas
electorales.
Están convocados a
votar 20.526.978 ciudadanos y ciudadanas, quienes podrán emitir su voto en los
14.638 centros de votación distribuidos por todo el país con 34.143 mesas de
votación y otras 276 mesas habilitadas en las misiones diplomáticas venezolanas
en el extranjero.
Además del presidente
de la República, el electorado venezolano elegirá entre 1.696 candidatas y
candidatos a integrar los 23 Consejos Legislativos Estadales.
A pesar de rumores,
de amenazas, de groseras intromisiones en los asuntos internos de Venezuela, a
pesar de quienes amenazan con la violencia dentro y fuera del país, a pesar de
las operaciones de desinformación o de invisibilización de las campañas y el
proceso electoral, el pueblo bolivariano saldrá a votar.
Nuevamente las
hijas e hijos de Bolívar y Chávez darán una lección a quienes no tiemblan para
decir que “le abrirían los puertos y los aeropuertos a los (norte)americanos
para que llenen el país de productos”, a quienes pretenden entregar los
recursos patrios y abrazarse al Fondo Monetario Internacional, a quienes
pretenden arrasar sus conquistas y pisotear sus anhelos.
Y lo hará como
siempre, con una gran movilización, con esperanza, con alegría y en paz.