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9 de Julio: un día de lucha, nada para festejar
Por Venceremos - Monday, Jul. 09, 2018 at 12:12 PM

9 julio, 2018 | El significado de la independencia se reactualiza ante los proyectos de subordinación en curso. La realidad actual muestra, a la vez, lo efímero y lo estéril de los festejos de la revolución de mayo y de la independencia como hecho consumado. Este aniversario es una buena oportunidad para seguir discutiendo la necesidad de la revolución y de la unidad del pueblo trabajador de toda Nuestra América.

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Independencia es socialismo

En las Provincias del Río de la Plata 1816 debía ser necesariamente un año de definiciones. La Revolución de Mayo en tanto que anti colonialista tenía que declarar la Independencia y acto seguido darse una Constitución que reemplazara las instituciones monárquicas por un Estado Republicano y un régimen político. Esa había sido la misión de la Asamblea del año XIII; pero los asambleístas y los gobiernos de turno habían considerado que semejantes definiciones eran prematuras. Seguíamos con la “Máscara de Fernando VII” – gobernando en nombre del rey, prisionero de Napoleón- desoyendo aquel consejo de Moreno que recomendaba que esa táctica fuera por poco tiempo.

Mientras tanto, Fernando VII había recuperado la libertad y quería retomar los dominios de “las Indias”. Pero además había sido derrotado Bolívar en Colombia, Morelos en México y Rondeau en Sipe Sipe. La única contención del Norte eran Güemes y sus Infernales.

El gran desafío de Mayo era construir un nuevo Estado independiente y soberano. Y el “Plan de Operaciones” escrito por Moreno se ofrecía como marco programático y estratégico para lograrlo.

En base a ese Plan Castelli en Tihuanaco deroga la mita y el yanaconazgo y reconoce el dominio ancestral del Pueblo Aymara sobre sus tierras y se enfrenta a la Iglesia y la aristocracia; en la frontera Norte los Infernales de Güemes son “Pueblo en Armas” de gauchos, aborígenes y afro-descendientes que se relacionan por luchas, cultura, música y poesía con los Diaguitas, Calchaquíes, Quilmes y negros esclavos, con sus centenarias resistencias a la invasión europea. Desde la Banda Oriental, Artigas, que encabeza el ala más radical, democrática, popular, republicana y federal de la revolución en el Río de la Plata, con un claro concepto roussoniano de la soberana voluntad popular, distribuye tierras a charrúas, morenos y gauchos. El “Reglamento de Tierras” artiguista, que es una verdadera Reforma Agraria, prohíbe la concentración del latifundio y convierte, en función de este ideario, las guerra contra España en guerra civil contra las oligarquías. Y lo mismo pasa en los Ejércitos independentistas de San Martín y Belgrano.

En Mendoza, San Martín -que además de jefe militar es gobernador-, desarrolla el Plan de Operaciones de Moreno, que es el de un capitalismo de estado industrialista, porque necesita fundiciones y aceros para fabricar cañones, fusiles y carros, además de concertar con las tribus indígenas – a quienes reconoce como dueñas de los inmensos territorios andinos – acuerdos y colaboraciones para cruzar la Cordillera.

Y en todos estos acontecimientos se expresa la presencia masiva, protagónica y como sujeto político de las clases subalternas que configuran un verdadero proceso revolucionario.

En este complejo escenario el Directorio convocó al Congreso de Tucumán que comenzó a sesionar en marzo de 1816 con 33 diputados en representación de 13 provincias. Paraguay y las Provincias de la Liga de los Pueblos Libres (Salvo Córdoba) bajo la influencia de Artigas no concurrieron a Tucumán. Un año antes, en Junio de 1815, se habían reunido los representantes de la Banda Oriental, Corrientes, Entre Ríos, Misiones, Santa Fé y Córdoba y habían declarado la Independencia de España y de toda otra potencia extranjera. Con proyectos muy distintos el Directorio había enviado como embajador en Europa a Bernardino Rivadavia para que gestionara un Monarca inglés para el Río de la Plata. Desde Mendoza San Martín exigía definiciones: “¿Hasta cuándo esperamos declarar nuestra Independencia? ¿No le parece a Ud. una cosa bien ridícula acuñar moneda, tener el pabellón y cucarda nacional y por último hacer la guerra al soberano de quien en el día se cree dependemos? ¿Qué nos falta más que decirlo?” Al mismo tiempo y muy por el contrario el Director Alvear decía: “Estas provincias desean pertenecer a la Gran Bretaña, recibir sus leyes y vivir bajo su influjo poderoso.”

La oligarquía de los terratenientes y grandes comerciantes del Puerto de Buenos Aires ponía como objetivo central para resolver todos estos temas sus intereses exportadores ganaderos a los mercados europeos a los que subordinaba incluso la propia Independencia. Por eso el 9 de Julio en la proclama se enuncia “que es voluntad unánime e indubitable de estas provincias romper los violentos vínculos que las ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojados, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli”. Y fueron necesarias tres sesiones más de intenso debate para que los congresales al fin le agregaran el día 19 de julio “y de toda otra dominación extranjera”.

A 202 años, nada que festejar

En efecto, el Congreso de Tucumán declara una Independencia que hasta el día de hoy nunca se hizo realidad. Las constituciones sucesivas de 1819, 1826 y 1853 se hacen sin el consentimiento de los Pueblos y sirviendo exclusivamente a los intereses de comerciantes y terratenientes de Buenos Aires y su comercio con Inglaterra.

Fueron aniquilados los proyectos verdaderamente independentistas de Artigas y de Paraguay, de San Martín y Belgrano, de Felipe Varela y el Chacho Peñaloza. En 1880 se construye un Estado bajo la forma de República Oligárquica y Dependiente que con la “Conquista del Desierto” completó el gran genocidio a los pueblos originarios con la ocupación de sus territorios, destruyó toda la industria manufacturera del Interior y aniquiló a puro degüello todo conato de resistencia en las Provincias.

Este liberalismo oligárquico del siglo XIX se continuó en la explotación de los trabajadores criollos e inmigrantes del campo y la ciudad durante el siglo XX y se emparenta en forma directa con el actual neoliberalismo y su libertad absoluta de mercado y donde el Estado es el gran garante de los negocios y ganancias capitalistas. Y donde la Deuda Externa es el nuevo lazo de la dependencia. Y para reforzar a los vendepatria locales está el FMI y el Banco Mundial.

En este día nos queda hacer memoria de un proyecto independentista y de tantas luchas de mujeres y hombres por lograrlo, renovando nuestro compromiso para actualizarlas. Y como es un verdadero proyecto revolucionario tenemos que recoger espadas y banderas empuñadas, desde el sacrificio y la heroicidad de muchas generaciones y retomar la lucha por la libertad y la verdadera emancipación social. Hoy, independencia es socialismo. Retomando los sueños de aquellas y aquellos patriotas, nos disponemos a dar batalla y ¡a vencer!

*Desde Córdoba, Carlos Vasco Orzaocoa.

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