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Cuanto peor, mejor: la torre de control ordena el despegue de los conflictos que vienen
Por Alejandro Bercovich - Friday, Jul. 20, 2018 at 11:57 AM

20 de julio de 2018 | Panorama semanal.

Cuanto peor, mejor: ...
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El vuelo FO 5111 de FlyBondi no pudo ser más inoportuno al rozar su panza contra la pista del aeropuerto de Iguazú. El domingo, el incidente que dejó varados y aterrorizados ahí a 180 pasajeros vino a darles la razón a los pilotos de Aerolíneas Argentinas que habían empezado a leer desde sus cabinas una advertencia sobre los riesgos de la revolución low-cost que motoriza Guillermo Dietrich. El choque obligó a suspender otros tres servicios que iba a prestar ese mismo Boeing 737 esta semana y hasta gatilló un pedido a la Justicia para que frene todos los vuelos de la niña mimada del Ministerio de Transporte, pero no abortó el plan que había pergeñado antes el Gobierno: azuzar el conflicto sindical en la aerolínea de bandera para ejecutar al calor de la batalla con los gremios el recorte presupuestario que le prometió al Fondo Monetario. Una hoja de ruta similar a la que se fijó para el Correo Argentino y para los trenes metropolitanos, que junto con AySA explican la mayor parte del déficit de las 33 empresas públicas que administra el Estado nacional.

Aunque nadie se detuvo a analizar ese renglón, el "staff report" que difundió con inusual demora el FMI el viernes pasado incluye en sus 125 páginas una exigencia referida a las empresas públicas. Las transferencias del Tesoro a esas compañías, precisa el texto, deberán reducirse en un 15% nominal entre 2018 y 2019. Tamaño ajuste, con una inflación interanual que el INDEC estimó esta semana en 29,5%, es impracticable sin una ola de despidos parecida a la de la agencia estatal de noticias Télam. Según la Asociación Argentina de Presupuesto (ASAP), el Correo lleva recibidos $759 millones en subsidios en los primeros cinco meses del año. Las firmas ignotas que heredaron los trenes metropolitanos de las fallidas gestiones privadas previas (Administradora de RRHH Ferroviario S.E. y Sociedad Operadora Ferroviaria S.E.) insumieron mucho más: $11.084 millones. De los $2.578 que demandó la SOFSE, 80% fue para salarios. Para cumplir con el FMI, maquinistas y guardas deberían cobrar la mitad en 2019. O muchos de ellos perder el empleo.

El caso de Aerolíneas es especialmente complicado. Con el 65% de sus costos dolarizados (combustible, leasing de aviones, repuestos, amortización de deudas y tasas de uso de aeropuertos y de sobrevuelo), la devaluación hizo trizas su ecuación económico-financiera. A principios de año Dietrich fijó un tope para su subsidio de 90 millones de dólares ($1.800 millones de entonces), de lo cual fuentes de la compañía sostienen que ya consumió cerca del 80%. Pero además, con el barril de petróleo un 43% más caro (¡en dólares!) que el promedio de 2017, el gasto en combustible se disparó. Sus ingresos propios tampoco ayudaron: aunque el año arrancó bien, en el primer semestre transportó 7% menos pasajeros de cabotaje y 2% menos internacionales que lo previsto en su presupuesto. La ganancia por pasaje promedio fue inferior a la del último ejercicio K. Los vuelos también despegan con más asientos vacíos: de un factor de ocupación del 80% en la primera mitad de 2017 bajó al 78% en la primera mitad de 2018.

El presidente de Aerolíneas, Mario DellAcqua, quien pasará en los próximos días al frente de ENARSA pero mantendrá su cargo allí, se lanzó a un raíd de denuncia contra los pilotos, a quienes acusó de violar el Código Aeronáutico por leer ese mensaje desde sus cabinas. La idea fue de un editor retirado del diario Clarín, recién incorporado a su staff directivo como vocero, quien arrimó a la prensa oficialista el video donde se oye a un comandante lanzar su proclama contra las low-cost, convenientemente editada para que no se escucharan los aplausos con los que respondió el pasaje.

Ayer, Dietrich volvió a sorprender con una movida que promete crispar los nervios en el aire: reemplazó al jefe de la Empresa Argentina de Navegación Aérea (EANA), que maneja las torres de control, por un comandante de Austral, Gabriel Giannotti, asesor de DellAcqua y enemigo del gremio de los pilotos. ¿Será verdad que, como suponen los gremios, el Gobierno no quiere volver a pagar el costo político de anunciar despidos masivos como en Télam, sin un conflicto gremial de magnitud que le sirva para justificarlo ante la opinión pública y la Justicia?

Pan y rosas

La consigna "todos somos Aerolíneas", acuñada en el 2000 por los aeronáuticos cuando la SEPI española se disponía a liquidar la línea de bandera, mantiene su vigencia en un país cuya población todavía se muestra más partidaria de un Estado interventor que ninguna otra de América latina. Pero no solo se trata de sentimientos: DellAcqua tardó tanto en actualizar los precios en pesos de sus pasajes internacionales durante la corrida cambiaria que una multitud de viajeros y agentes turísticos compraron centenares de boletos a precio "viejo" y se hicieron de dólares hasta un 20% subsidiados. ¿Cuántos maleteros habría evitado despedir en los próximos meses si hubiera jugado con los mismos reflejos que mostró en sus más de 30 años en Techint?

Son esas ineficiencias las que en el Fondo no pueden entender. Como tampoco aceptan que sigan bajando las retenciones a la exportación de granos en plena crisis. El razonamiento que hacen en la calle 19 es inapelable: los ingresos del fisco, en términos reales, están cayendo. Nicolás Dujovne celebró ayer que, en el primer semestre, el gasto en pesos creció 19,3% y la recaudación un 26,3%. Pero la inflación interanual del 29,5% supera ambas evoluciones. Y al Fondo no le alcanza con ver que el déficit baja. Exige un horizonte de repago de los us$ 15.000 millones del desembolso inicial antes de girar los 35.000 millones adicionales que Macri, Dujovne y Caputo dieron por hechos, pero que el reporte del viernes pasado reveló que solo se firmaron de modo "precautorio".

Por la rebaja de las retenciones, el Fondo estima que el fisco sacrificó como mínimo u$s 5.500 millones desde que asumió Macri. Pero la forma en que las bajó el Gobierno, además, mostró su peor cara cuando el INDEC dio cuenta de que solo durante junio la harina aumentó de precio un 25% y el pan, un 10%. La quita inmediata de las retenciones al trigo y al maíz generó una diferencia de rentabilidad inédita respecto de la soja. Eso explica que, según datos del Ministerio de Agroindustria, la superficie sembrada con trigo haya crecido un 41% y la de soja haya caído durante dos años seguidos. Y que igual el pan se haya alejado de la mesa de los argentinos.

El Gobierno tampoco se muestra muy interesado en cobrarles impuestos a quienes los dejaron debiendo. Si activara las más de 9.000 causas que tiene pendientes el Tribunal Fiscal, por ejemplo, podría aspirar a recuperar unos $82.000 millones en recaudación al tipo de cambio actual. Son tasas aduaneras que no pagó algún importador, redeterminaciones de impuestos pendientes, vencimientos y multas que evadieron empresas o particulares y otros agujeros por los que se escurren los fondos públicos. Es el cuádruple de lo que anunció con bombos y platillos que ahorrará recortando viáticos, asesores y pasajes a los funcionarios. Claro que, para eso, debería haber más técnicos y administrativos en el Tribunal y no menos.

Preguntas frecuentes

La esperanza oficial está cifrada en repetir la secuencia de 2016 y 2017: un año de caída después de la "normalización" y otro de recuperación, coronado por un triunfo electoral. Pero el razonamiento hace abstracción de que ya no es tan fácil echar culpas y de que esta crisis se sentirá más, porque la devaluación fue mayor, las supertasas de interés que frenan una suba mayor del dólar ahogan el consumo y el poder adquisitivo ya viene golpeado. En 2016, además, el oficialismo tenía el crédito internacional abierto y aún transitaba un romance con la mitad de la sociedad y todo el establishment. Lo único que sigue intacto es la dispersión opositora.

Anoche, en el aniversario de la Bolsa de Comercio, el aplauso que coronó el discurso del Presidente en el viejo recinto fue tibio. No había ni rastros del entusiasmo del año pasado. Y no fue solo por los millones que perdieron los operadores con menos reflejos a la hora de bajarse de la bicicleta financiera junto a los grandes fondos globales. Faltaban mística y futuro. Como en la conferencia de prensa de anteayer en Olivos, no había anuncios para hacer ni horizontes que trazar.

El mundo de los negocios sabe que la dialéctica de las crisis económica y política que atraviesa el Gobierno adquirió un ritmo vertiginoso. La interna sin cuartel que disparó el caso de los cientos de aportantes truchos a la campaña bonaerense de Cambiemos recién empieza a mostrar sus consecuencias. Cuando Christine Lagarde abandone el país, el lunes, quizá se precipiten nuevos cambios de figuritas. Mientras tanto, Macri pidió tener la fiesta en paz.

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