¿Quién mató a Rafael Nahuel? La teoría Obregón y la estrategia de distorsionar la realidad

Con un libreto común -y muchas contradicciones en su ejecución- los integrantes del grupo Albatros que testimoniaron ante el Juez Villanueva insistieron que el único subfusil en el lugar del asesinato de Rafael lo portaba el Cabo Segundo Obregón. De esa forma se busca desacreditar la pericia que determinó con exactitud que el disparo mortal salió del arma del Cabo Primero Pintos. La esperanza de hacer caer una pericia.

16/09/2018

Uno a uno, los integrantes del grupo Albatros de la Prefectura Naval Argentina que testimoniaron ante el Juez Gustavo Villanueva reiteraron los aspectos centrales de un libreto escrito en sede administrativa de la fuerza de seguridad, pocas horas después del asesinato de Rafael Nahuel. Se trata del mismo guión que un día después -el 26 de noviembre de 2017- hizo oficial y multiplicó el ministerio de Seguridad que conduce Patricia Bullrich.

Ese discurso hace eje en la teoría del enfrentamiento, y utiliza como estrategia sembrar contradicciones en relación al armamento que los Albatros subieron a la montaña el día de la incursión en la comunidad mapuche de Villa Mascardi.

El pasado viernes, el Cabo Primero Francisco Antonio Lezcano aportó lo suyo. Con rigurosidad estudiada reiteró los ejes centrales de aquel libreto, aunque, como todos sus antecesores al momento de declarar, cayó en contradicciones que, si la Justicia estuviese a la altura de las circunstancias, lo pondrían al borde del falso testimonio.

¿Cuál es el punto clave de la estrategia de confusión? Insistir en que el Cabo Primero Francisco Javier Pintos no subió a la montaña con su subfusil MP5, del cual -según una detallada pericia a la que oportunamente accedió En estos días-, salió el disparo que mató a Rafael Nahuel.

En cambio, todos los uniformados reiteran que el único que portaba ese arma era el Cabo Segundo Juan Ramón Obregón, quien durante el operativo efectuó 33 tiros con su MP5, pero cuyos proyectiles no son compatibles con la bala que mató al joven mapuche.

Así, la estrategia oficial de la Prefectura y el Ministerio de Seguridad, es abonar la existencia de un enfrentamiento, aunque en ningún lugar del expediente pueda acreditarse la presencia de armas en manos de la comunidad; y la imposibilidad de demostrar de qué arma salió el disparo mortal, desacreditando, además, la pericia balística.

Lezcano, ante el Juez Villanueva, la Fiscal Silvia Little, el abogado representante de la querella, Estanislao Cazaux, y sus abogadas -puestas por Prefectura- Anabella Schmidt y Alejandra Bussetti, repitió que el único subfusil que estuvo en el lugar de los hechos era el de Obregón.

Pero recayó en contradicciones: dijo, por ejemplo, que escuchó disparos de forma directa y por el handy, algo que no se condice con el resto de los testimonios, con excepción de el del Oficial Principal Pablo Rubén Berra, cuya declaración casi se convierte en indagatoria, debido a las inconsistencias de sus dichos.

“Escuché calibres mayores o estampidos más fuertes y agudos que los correspondientes a 9 mm.”, dijo Lezcano el viernes pasado, y para justificar su seguridad agregó que “nosotros (por los integrantes de Prefectura) estamos acostumbrados a tirar con 9 mm. y tiene un sonido particular, diferente a otros calibres. Yo escuché un sonido fuerte, parecido a una escopeta; y un sonido más agudo que podría ser de un calibre 22”.

Dijo que en su paso por la montaña encontró “dos lanzas” con “clavos puntiagudos”. Y agregó “eran bien artesanales”, pero se decidió por no agarrarlas, aunque dudó si hacerlo para sumarlas como “pruebas”. Las “lanzas” son, en realidad, las únicas “armas” vistas por los uniformados. Durante la inspección ocular de principio de diciembre, tampoco se encontró ningún arma de fuego, ni cartuchos o vainas, que no sean de las pistolas Beretta y los subfusiles MP5 que portaban los Albatros.

A pesar de la supuesta situación de máxima tensión por el “enfrentamiento”, Lezcano pudo determinar que “una femenina, en tono de burla” dijo “estos que vienen a defender su país”. Por supuesto no alcanzó a verla, pero supo del “tono de burla” de su expresión.

Otra posible inconsistencia del relato, reside en que no refirió, en ningún momento, que el Cabo Primero Pintos tuviera “una rama clavada en la pierna”, como había asegurado Berra.

Lezcano -quien ingresó al territorio con una gomera que había fabricado artesanalmente-, no pudo dar fe que Pintos bajó y volvió a subir a la montaña, tal como había dicho el propio Cabo Primero; y en un punto clave que contradice lo dicho por Pintos, aseguró que ninguno de los uniformados que bajó corriendo de la comunidad lo hizo descartando elementos, proyectiles o cartuchos.

El Cabo Primero Pintos dijo en su indagatoria que probablemente hubiese corrido y descartado proyectiles de los cartuchos de su MP5 -que en teoría no portaba-, para alivianar peso.

Ahora, Lezcano fue categórico: Interrogado por Villanueva a pedido de la Fiscal Interina ”para que diga si durante el descenso alguno de sus compañeros se deshizo de los elementos que llevaba consigo, responde que no”.

La Fiscal Little insistió en que detalle si “en algún momento del descenso alguno de sus compañeros perdió elementos”. Y lezcano dijo que no.

Las contradicciones en los testimonios y la falta de pruebas y pericias que ratifiquen el libreto oficial, podrían ser claves para desarmar el guión a medida de las necesidades políticas de la ministra Bullrich.

Fuente: https://www.enestosdias.com.ar/2882-la-teoria-obregon-y-la-estrategia-de-distorsionar-la-realidad

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