Marcha en contra del reverendo abusador

Vecinos de Flores realizaron una marcha para exigirle a la Justicia que tome medidas para resolver la causa por abuso sexual de una mujer, quien denunció haber sido abusada por el sacerdote del templo budista Nichiren Shoshu.

Vecinos del barrio porteño de Flores realizaron una marcha para exigirle a la justicia que tome medidas para resolver la causa de una mujer que denuncia haber sido abusada sexualmente por el sacerdote budista Daisuke Nakayama del templo budista Nichiren Shoshu, quien también se encuentra acusado por trata de personas. La manifestación tuvo lugar en Avenida Carabobo al 200, donde está el edificio en el que aún ejerce el religioso, con pancartas que pedían su renuncia, además de exigir “basta de abusos y violencia”, ya que la víctima recibió amenazas luego de haberse animado a contar su traumática experiencia.

La víctima, Cecilia Califano, declarará este miércoles ante la justicia en Cámara Gesell la situación que vivió con su mentor, en el marco del expediente Nº 9660/2018, iniciado por presunta explotación sexual.

El abuso tuvo lugar a mediados del año pasado en Japón durante un viaje religioso, cuando el agresor primero acompañó a la víctima a hacer una compra y luego cenaron juntos en un restaurante. Todo transcurría con normalidad, hasta que, al llegar al hotel, el sacerdote se propasó.

“El reverendo se queda dormido en la cama y al quererlo despertar, la toma del cuello y comienza a tocar su cuerpo hasta llegar a la cintura, levantando el vestido y tocando sus partes íntimas por encima de su ropa interior”, aseguró Cecilia, según consta en la causa. A continuación, la mujer intentó pedir auxilio y el reverendo se escapó de la habitación.

La víctima sólo se atrevió a contar lo sucedido después de meses de terapia y confió que no sospechaba que eso podía llegar a ocurrir, ya que mediaba entre ellos una relación de 11 años de discípula-sacerdote, en la cual no había registrado indicios.

Sin embargo, tras presentarse ante la Justicia, se encontró con reacciones adversas. Primero, la del propio sacerdote abusador, que negó todo lo ocurrido y les dijo a sus fieles que se trataba de la denuncia “de una mujer enamorada, que estaba despechada” por su rechazo. “Intentó manipularme psicológicamente. Entonces me decidí a escracharlo por las redes sociales y empecé a recibir amenazas de mis propios compañeros, incluso de una que trabaja en el Poder Judicial”, se lamentó Cecilia.

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