Juicio Paula Perassi: entre el dolor, la angustia y la espera

“Queremos los huesos por lo menos”, señaló con la voz temblorosa y ante el Tribunal la hermana menor de Paula Perassi, quien al momento de su desaparición tenía 21 años. Alicia, su mamá, pidió saber dónde está. “Nos arruinaron la vida”, dijo con firmeza en la audiencia, buscando en la sala al matrimonio Strumia, acusados de la privación ilegítima de la libertad de Paula y de haberla sometido a un aborto no consentido seguido de muerte. Afuera del recinto, la espera paciente de Alberto Perassi y de un gran movimiento feminista que abraza y acompaña.

Fotos: Colectivo La Hoguera – Enredando – Ni Una Menos Rosario

Alicia Ostri solo quiere saber dónde está su hija. Se enteró de su desaparición el 19 de septiembre de 2011 a las 7 y media de la mañana. “En ese momento pensé en sus hijos, porque ella habrá tenido todas las dificultades que dijeron, pero sus hijos eran lo principal para ella. No los podría haber dejado”, declaró el último jueves 5 de abril en la novena jornada del juicio oral y público que desde hace más de una semana, tiene lugar en el Centro de Justicia Penal Rosario.

Aquella mañana todo cambió para la familia Perassi. Alicia busca en la sala al matrimonio Strumia, acusados de ser los responsables de haber privado a Paula de su libertad para someterla a un aborto no consentido y en el que podría haber muerto. Los busca para mirarlos y decirles en la cara que ellos arruinaron su vida, “la de mi marido, la de mis hijas y de mis nietos”, señaló con firmeza. Los busca porque quiere una respuesta, la misma que pide Alberto Perassi, afuera del recinto, esperando que ese pacto de silencio que durante siete años y medio impidió saber qué hicieron con su hija, por fin se quiebre.

Alicia y Alberto esperan que se haga justicia, pero para ellos la insistencia va más allá de lograr una condena penal. “Yo trabajé siempre para conseguir los huesos de Paula y no para meter preso a nadie, pero si ellos se dan el lujo de no decir qué hicieron, entonces diré lo contrario: que se pudran en la cárcel”, sostiene Alberto, acompañado de organizaciones feministas que todas las mañanas y hasta el final del juicio, hacen vigilia en la puerta del Centro de Justicia Penal.

El testimonio de Alicia fue el más esperado de la jornada, y el más doloroso. Narró cómo fueron los días posteriores a la desaparición de Paula. Narró también cómo era Paula ante la pregunta de sus abogados. “Era muy amable, no tenía problemas de hablar con nadie, saludaba a todos, era muy buena mamá, era muy buena compañera con sus hermanas y era muy compañera conmigo”, dijo. Hasta debió soportar las chicanas de los abogados defensores de Gabriel Strumia y Roxana Michl, quienes en todo momento buscaron revictimizar, prejuzgar y estigmatizar a Paula, en una clara estrategia defensiva.

Pero Alicia se mostró fuerte, aunque el dolor la atraviese por dentro. Lo dijo ante el Tribunal. “Ya las lágrimas se me terminaron todas. Pasaron siete años y medio, todo lo llevo por dentro”. Contó además, cómo el empresario Gabriel Strumia se acercó al taller de Alberto para ofrecer su colaboración en la búsqueda ya que tenía un “policía amigo que podía agilizar el trámite”. Los abrazó y lloró con ellos. Desde ese día, Alicia no tuvo más contacto con el principal acusado en la causa. Dos días después de la desaparición de Paula, el 20 de septiembre, se enteraron que el Sr. Strumia, el amigo de la familia con el que compartían asados y carreras de jeep, tenía una relación sentimental con su hija. La noticia del embarazo, “fue un golpe muy fuerte para mi, porque a pesar de que ella estaba siempre conmigo nunca me dijo nada”, dijo Alicia. Llegó aproximadamente una semana después, cuando la hermana menor de Paula concurrió al sanatorio Británico de Rosario a retirar unos análisis a nombre de su mamá, quien muchas veces utiliza el apellido Perassi, pero allí le informaron que tenían unos estudios a nombre de Paula, su hermana. “Yo tenía 21 años, no sabía que era, pero sabía que era un análisis de sub beta, de mi misma ginecóloga. Fui a la secretaría de ginecología y le pregunté qué era el análisis y qué significaba y me dijo que era un análisis de embarazo y que era positivo. Inmediatamente llamé a mi papá y se lo llevé a mi casa”.

Marianela se presenta frente al Tribunal y con firmeza, les dice que a su hermana la desaparecieron “porque ella estaba embarazada, le realizaron un aborto y la policía encubrió todo, intentaron que nunca se sepa que pasó y dónde está mi hermana, el cuerpo hoy en día no se sabe dónde está”. Con esa misma entereza, hablará de sus sobrinos, de los “momentos complicados” que debieron afrontar y de cómo junto a su mamá y su hermana mayor “pasaron a ser tres madres intentando reemplazar a Paula”.

Tenía 21 años en el 2011. Estudiaba en Rosario y recuerda haber viajado esa mañana del 19 de septiembre con angustia, esperando saber de su hermana, desaparecida desde la noche anterior. Llegó a San Lorenzo cerca de las tres de la tarde pero todo seguía igual. Sin novedades. Marianela se quiebra cuando rememora aquellos días y cuando, sobretodo, recuerda a sus sobrinos preguntando por su mamá la tarde del 19 de septiembre de 2011.  No había demasiadas respuestas. No las tienen todavía hoy, aunque los dos hijos de Paula crezcan sabiendo toda la verdad.  “No sabemos qué decirles, si está muerta o no, suponemos que está muerta, pero queremos los huesos por lo menos”, declara Marianela frente al Tribunal encargado de juzgar a los nueves acusados en la causa. Y otra vez, el reclamo por el cuerpo de Paula se escucha con dolor en boca de su hermana.

Foto: La Hoguera

“Lo único que yo quisiera saber es si está viva o está muerta, que me digan la verdad, que no me tengan a las vueltas, quiero saber a donde está Paula”, le apunta Alicia Ostri al Tribunal. Durante siete años y medio, la familia Perassi soportó todo lo inimaginable: la ausencia de una hija, la impunidad del poder judicial y político, el encubrimiento policial y las amenazas a su integridad física. Por eso Alberto porta un chaleco antibalas cada vez que sale de su casa. Con indignación, dice que lo engañaron una y otra vez. Pistas falsas, falsos rumores. “Querían que yo me cansara, pero acá estoy. Aguanté y hoy estoy esperando afuera mientras ellos están sentados en el banquillo de los acusados”, señala. La espera de Alberto es resistencia. Porque no se cansó; porque aguantó, como él afirma, que le dijeran que a Paula la habían incinerado, que estaba en un pozo ciego e incluso, en boca del juez Eduardo Filocco, “que era una puta, una loquita que se había calentado y que ya iba a regresar”.

Para la justicia, Paula Perassi fue la “mala víctima”. La estigmatización, la condena moral por el solo hecho de ser mujer, se instaló con fuerza durante el primer tramo de una investigación plagada de irregularidades. Se instala aún hoy, en un proceso judicial donde la estrategia defensiva pretende poner foco en la víctima, con una total falta de perspectiva de género.

Durante un año, la causa estuvo caratulada como “averiguación de paradero”. A Paula no la buscaron, y por eso, el juicio tiene a cinco policías acusados de encubrimiento, entre ellos, el ex jefe policial Adolfo Puyol, “el policía amigo” de Gabriel Strumia. Alicia contó también como llegó a la familia la versión de que a Paula le habrían practicado un aborto y que allí había muerto. Fue a través de un supuesto cliente de la abogada Rita Porteiro. Fue un “tal Lugo, yerno de la señora Ruñisky, dijo que ella había hecho el aborto y que mi hija había muerto”, señaló Alicia Ostri.

Después recordó la vez en que tuvieron que asistir a los Tribunales de San Lorenzo a reconocer una cinta que fue encontrada en la línea fija del teléfono de Strumia, con un supuesto pedido de auxilio. Le dijeron que esa voz de esa mujer era la de Paula. Pero ni Alberto ni Alicia lo creyeron. “Nos hicieron escuchar una voz que pedía auxilio, porque pensaban que mi hija estaba viva o la tenían encerrada, pero mi hija ya estaba muerta. No sé quién grabó ese cassette. Esa voz no era la de Paula, esa voz era de la señora de Strumia, Roxana”.

***

El afuera del Centro de Justicia Penal siempre tiene a una ronda de compañeras feministas acompañando a Alberto y Alicia. Están las banderas que reclaman justicia por Paula. Está el mate, los abrazos, las ollas populares, y la espera.

Alberto espera con convicción. Sabe y siente que ahí dentro, en la Sala 7 donde se desarrolla el juicio oral y público, están los nueve responsables de la desaparición de su hija. Pero no se adelanta. Con paciencia, dice que hay que esperar cada momento, cada día, cada minuto que pasa.

Alberto espera que ese pacto de silencio se rompa. Sino, dice, “sera difícil saber que le hicieron”. Durante la espera,no está solo. A la familia la acompaña una Multisectorial de organizaciones feministas de Rosario y la región. “Cada uno de los testigos que hasta ahora estuvieron, se mantuvieron muy fuertes, con la verdad, y como decimos la verdad es la que va abrir la puerta a saber claramente que es lo que paso con paula. Se vienen unas semanas mas duras, donde van a tener que declarar los imputados. Pero a través de los testigos que esta presentando la fiscalía, todas las pruebas que ellos presentaron, van cayendo. Creemos que a fin del mes de abril va haber un fallo. Al movimiento de mujeres que participamos, esto nos fortaleció muchísimo”, dice Liliana Leyes, miembro de ATE Rosario y militante feminista al programa radial Les Impertinentes.

Hasta el momento, el entrecruzamiento de llamadas telefónicas y declaraciones de testigos claves como el amigo y confidente de Paula, permiten demostrar el vínculo que ella mantenía con Gabriel Strumia. También está confirmado su embarazo fruto de esa relación. Falta saber qué le hicieron, dónde está su cuerpo. El acompañamiento a la familia es vital, en un proceso judicial que continuará con más declaraciones y audiencias que serán claves para avanzar en la búsqueda de la verdad.

Como sostiene el movimiento feminista, es por Paula que se espera justicia. Por sus dos hijos quienes desde hace siete años y medio crecen al cuidado de sus abuelxs y sus tías. Por toda una familia que intenta reparar tanto dolor. Y por todas las mujeres, por todas las pibas desaparecidas en democracia.

Para seguir el juicio día a día, recomendamos la cobertura del periódico Síntesis de San Lorenzo, Diario Conclusión y el blog www.justiciaporpaulaperassi.wordpress.com. Además, un resumen de cada día en Facebook NiUnaMenosRosario

Fuente: https://www.enredando.org.ar/2019/04/07/juicio-paula-perassi-entre-el-dolor-la-angustia-y-la-espera/

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