Còrdoba: Convocatoria para crear el Museo de la Memoria del PRT-ERP

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Còrdoba: Convocatoria para crear el Museo de la Memoria del PRT-ERP

La casa donde funcionó una de las históricas imprentas del Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo fue restituida a sus legítimos dueños: los hijos de Victoria Abdonur y Héctor Martínez, militantes del PRT asesinados por la dictadura. Estxs hijxs han resuelto en un gesto encomiable, ceder el uso de esa propiedad para crear un Museo de la Memoria del PRT-ERP.  Walter y César Martínez quieren que esa casa se convierta en un lugar para preservar la memoria de sus padres y la gesta de lxs revolucionarixs, para recrear los sueños y proyectos de esa generación. La casa ubicada en Fructuoso Rivera (ex Achával Rodríguez) 1035, del barrio Observatorio de Córdoba está muy deteriorada. Hacen falta recursos para rehabilitarla. Por eso, un grupo de compañerxs nos proponemos convocar a todxs los veteranxs perretistas, veteranxs de todas las corrientes revolucionarias y a jóvenes de las nuevas generaciones a formar una cadena solidaria a fin de recolectar fondos destinados a esa obra. En cada ciudad del país o del exterior dónde estés, sumate a esa cadena. Lxs compañerxs de Córdoba que lograron esta recuperación serán los depositarios de este recursos.

Para recolectar fondos para este proyecto se ha creado una caja de ahorro:

 

CBU 3220050629003269600014

 

Cuenta Nro. 326960   Banco Industrial Sucursal: Córdoba Sucre

 

Titular CUIT 20073653186 Orzaocoa Carlos Normando.

ESTA ES LA ÚNICA CUENTA HABILITADA. SU TITULAR, EL COMPAÑERO CARLOS ORZAOCOA ES UNO DE LOS ABOGADOS QUE LLEVÓ ADELANTE LA CAUSA JUDICIAL DE LA RECUPERACIÓN.

Contacto: +5492954650744 (Antonella)

Mail: elabajero@yahoo.com

Adjuntamos también dos artículos publicados por la organización política Venceremos – Partido de Trabajadorxs, que recogen la historia de la casa-imprenta y una crónica de aquella jornada histórica y las sensaciones vividas por compañeras y compañeros que descendieron para reencontrarse con la historia y con nuestrxs compañerxs perretistas aquel 15 de marzo de 2019.    

http://venceremos-arg.org/2019/03/21/una-casa-un-proyecto-una-familia-la-vida/

http://venceremos-arg.org/2019/03/21/cronicas-de-un-dia-que-sera-infinito/

A la imprenta del PRT-ERP los militantes responsables de la tarea la denominaron Roberto Matthews en homenaje al compañero del frente de propaganda del PRT secuestrado por el terrorismo estatal en 1974. Aquí una semblanza de él escrita en ESTRELLA ROJA, órgano de difusión del ERP, a un año de su desaparición.

¡AVOMPLA!

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Roberto Jorge Matthews Aragú (Boby)
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina

Entrevista a Alicia Bello, pareja de Roberto (Boby)
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, junio de 2011

Sus dos abuelos maternos eran de Málaga, la abuela Ruiz y el abuelo Aragú.
Vinieron juntos en el año 1897 y lo hicieron por motivos económicos. Argentina era un horizonte nuevo donde podían desarrollar su vida.
La abuela, quien al llegar tenía apenas 13 años, se dedicó a la costura y ayudó a criar a los nietos. El abuelo fue obrero metalúrgico, trabajó en los Talleres
Vasena.

Los abuelos paternos eran descendientes de galeses.
Oscar, el hermano mayor de Boby, estaba detenido en el penal de Rawson.
Los padres lo estaban visitando; por esa razón, no se movilizaron inmediatamente después de su desaparición. Y yo estaba detenida.
En el caso de él, se sabe todo: el subcomisario, el cabo y el patrullero que intervinieron; el lugar donde lo llevaron; dónde estuvo su auto estacionado
durante una semana.

Los datos los aportó un vecino de la casa donde lo detuvieron que era mecánico de los autos de la policía. Sabía el número de patrullero, el nombre del
cabo que manejaba el patrullero, y sin embargo la causa quedó estancada con respuestas absurdas: el auto ha sido desafectado del servicio policial, sobre el
cabo que era de apellido Pérez tiene que especificar más datos porque hay varios Pérez en la fuerza, etcétera. En el año 76, el testigo se fue a vivir a España
porque sufrió presiones. La causa había sido iniciada en el año 1974 por los padres de Boby. En aquel momento, no existían juzgados federales en La
Matanza, donde se produjo la detención, por lo que actuó el juzgado de Morón.
La desaparición fue en Villa Luzuriaga. Lo llevaron, primero, a la comisaría de Villa Luzuriaga y, después, a la Brigada de Informaciones de San Justo. Y a
partir de ahí, nunca más se supo de él.

Desapareció con una compañera, Santa Muratore de Lepere. Me llegó después la versión de que también había una niña en el momento del secuestro, que no era la hija de ella.

Él es uno de los primeros desaparecidos previos a la dictadura, en un momento en que recrudecía el accionar de la Triple A, el 29 de septiembre de 1974.
Había ido a la casa de un compañero que era delegado de Mercedes Benz, dato que no hemos podido confirmar; por eso, estoy tratando de rastrearlo con los
delegados sobrevivientes. Como este delegado estaba siendo marcado en la empresa donde trabajaba, él fue a retirar lo que hubiera de propaganda socialista para que el compañero no quedara incriminado.

Tanto Boby como yo militábamos en el PRT.

Y cuando llegó a esa casa con su rastrojero, ya estaba tomada por la policía. Lo detuvieron ahí y lo dejaron varias horas esposado, sentado en su camioneta.
Boby era de Banfield. Junto a su hermano mayor y otros compañeros que están muertos, fueron los primeros de la zona sur militando por una opción socialista.
Ahí, empezó su militancia. Era técnico en motores diesel. Rápidamente, por sus características y por su habilidad técnica, empezó a trabajar en la impresión de
propaganda del partido. Fue muy reivindicado y en la prensa partidaria aparecen muchos artículos recordándolo. Incluso una imprenta del partido en Córdoba llevaba su nombre. Cuando se descubrió esa imprenta, en las paredes había fotos de personajes emblemáticos, como el Che y Ho Chi Minh, y estaba el nombre de Boby escrito en aerosol.

Éramos muy jóvenes en esos momentos. Nos conocimos en la militancia, formamos pareja y estuvimos juntos hasta mi detención, el 7 de septiembre de 1974
, veintidós días antes de la desaparición de Boby.
Me detuvieron junto a dos compañeros, en la imprenta del partido, que en ese momento se estaba por desarmar. Estaba con mi hijo, Diego, a quien llevaron a los dos días a la casa de mis padres.

Nos llevaron a la Comisaría 1° de Lomas de Zamora y ahí estuvimos un mes, me llevaron a una brigada de
detención para infractoras en el centro de La Plata.
Después, trasladaron a los dos hombres a la Unidad 9 de La Plata, y a mí a Olmos. Y, prácticamente, inauguré la sección de detención. Primero estuve un tiempo en un espacio separado, compartido con las presas comunes, donde había alguna detenida por causa federal.

Y, al poco tiempo, empezaron a llegar mujeres y mujeres con los compañeros desaparecidos o muertos. También, estuve con una niña que cumplió 15 años ahí
adentro.

En Olmos, estuve hasta que se desarmó como cárcel de detención de mujeres, a partir del golpe del 24 de marzo de 1976.
Desde entonces, los militares concentraron en el penal de Devoto a las mujeres legalmente detenidas en todas las cárceles del país.
Lo inauguraron como una cárcel-vidriera para mostrar frente a las presiones internacionales. En realidad, era un puñado de presos a los que habían legalizado
para poder decir “acá están los presos de los que se está hablando tanto en las denuncias”. En las cárceles, estaban todos los que ellos decidieron que
sobrevivieran.

Llegamos a cohabitar 1200 mujeres en el mismo momento, distribuidas en cuatro pisos. En un tiempo, la distribución en los pisos se hacía por la inicial del apellido y después hicieron categorizaciones arbitrarias: recuperable, irrecuperable. Y ubicaban
a las detenidas según como se las había etiquetado.
El jefe de Seguridad del penal se subía a las mesas de los pabellones y decía “ustedes van a salir de acá muertas o locas”.

También, había mujeres que no habían optado por la lucha armada. Y, además, gente que no había tenido militancia, porque se sabe que el golpe fue contra el
pueblo. No por nada, la mayoría de los desaparecidos eran trabajadores.
Había abuelas, como Cachita, que era la vecina de Boby, una viejita que, al final, se desplazaba en silla de ruedas. La detuvieron a los 70 años. No era militante, pero si tenía que decir algo, seguramente hubiera dicho “está bien que haya que cambiar las cosas”.

Salí con libertad vigilada el 7 de septiembre del 82.
Al salir, me impresionó mucho encontrarme con Diego.
Aun con lo que produjo la muerte de Boby y la muerte de mi hermano que militaba en Córdoba, el dolor más grande es perderse el crecimiento de un hijo.
Poco tiempo antes de mi detención, él había empezado a caminar, jugaba con el padre y con el perro, se metía debajo del rastrojero a alcanzarle alguna herramienta.
Deseamos criarlo y tenerlo cerca, trasmitirle lo que nosotros queríamos, contarle por qué habíamos elegido este camino. Él tendría que haber sentido la protección y el cuidado nuestro, y al salir me encontré con un muchachito de 10 años que había sufrido muchísimo.

Diego presentó dificultades en lo físico y en los vínculos hacia adentro de la familia.

Me acuerdo cuando salí de Devoto y estábamos en un barcito frente a la cárcel, con la mamá de Boby, mi mamá y las otras compañeras que habían salido en la
misma tanda que yo. Y, de repente, Diego no estaba en ninguna parte. Había ido corriendo a dar toda la vuelta al penal y le preguntamos dónde se había metido.
Respondió: “A ver si papá venía saltando el muro”. Boby era muy ágil, tenía una gran destreza física. Pensó que le devolvían también al padre.

Como Boby había tenido una detención anterior, para no vincular los apellidos, decidimos anotar a Diego sólo a mi nombre. En el año 1987, Diego inició gestiones
para llevar el apellido paterno, y se convirtió en uno de los primeros hijos de desaparecidos en dar su muestra de sangre junto a sus abuelos para determinar el
ADN. Esto permitió, finalizado el juicio de filiación, recuperar esa parte de su identidad. Posteriormente, actualizó la muestra para el Banco de Datos Genéticos, a la espera de que se puedan identificar los restos de su padre.

Pero Diego pudo armar su vida, tiene una familia, una esposa, hijos.
Los niños lo deben haber sentido como un abandono, los dejamos solos. Y eso que yo tuve unos padres que lo criaron con un gran respeto hacia nosotros, y Trini y
Harold, los padres de Boby, también. Con un gran respeto y un gran reconocimiento.
Reconocimiento que, de alguna forma, Diego pudo transmitirles a sus hijos. En una de las últimas marchas recordando el 24 de Marzo, su hijo menor, de 7 años en aquel momento, encontró unos corazones que los familiares habían colgado en el Cabildo, tomó uno de ellos y escribió los nombres de su abuelo Boby y de mi hermanoAun con lo que produjo la muerte de Boby y la muerte de mi hermano que militaba en Córdoba, el dolor más grande es perderse el crecimiento de
un hijo.

Poco tiempo antes de mi detención, él había empezado a caminar, jugaba con el padre y con el perro, se metía debajo del rastrojero a alcanzarle alguna herramienta.
Deseamos criarlo y tenerlo cerca, trasmitirle lo que nosotros queríamos, contarle por qué habíamos elegido este camino. Él tendría que haber sentido la protección y el cuidado nuestro, y al salir me encontré con un muchachito de 10 años que había sufrido muchísimo.

Diego presentó dificultades en lo físico y en los vínculos hacia adentro de la familia.
Me acuerdo cuando salí de Devoto y estábamos en un barcito frente a la cárcel, con la mamá de Boby, mi mamá y las otras compañeras que habían salido en la
misma tanda que yo. Y, de repente, Diego no estaba en ninguna parte. Había ido corriendo a dar toda la vuelta al penal y le preguntamos dónde se había metido.
Respondió: “A ver si papá venía saltando el muro”. Boby era muy ágil, tenía una gran destreza física. Pensó que le devolvían también al padre.
Como Boby había tenido una detención anterior, para no vincular los apellidos, decidimos anotar a Diego sólo a mi nombre. En el año 1987, Diego inició gestiones
para llevar el apellido paterno, y se convirtió en uno de los primeros hijos de desaparecidos en dar su muestra de sangre junto a sus abuelos para determinar el
ADN. Esto permitió, finalizado el juicio de filiación, recuperar esa parte de su identidad. Posteriormente, actualizó la muestra para el Banco de Datos Genéticos, a la espera de que se puedan identificar los restos de su padre.

Pero Diego pudo armar su vida, tiene una familia, una esposa, hijos.
Los niños lo deben haber sentido como un abandono, los dejamos solos. Y eso que yo tuve unos padres que lo criaron con un gran respeto hacia nosotros, y Trini y
Harold, los padres de Boby, también. Con un gran respeto y un gran reconocimiento.
Reconocimiento que, de alguna forma, Diego pudo transmitirles a sus hijos.

En una de las últimas marchas recordando el 24 de Marzo, su hijo menor, de 7 años en aquel momento, encontró unos corazones que los familiares
habían colgado en el Cabildo, tomó uno de ellos y escribió los nombres de su abuelo Boby y de mi hermano mayor, también víctima de la represión.
La primera versión que recibí de la desaparición de Boby en la cárcel de Olmos es que lo detuvieron al ir a levantar una casa de un delegado de Mercedes Benz.
Pasó el tiempo y nunca hubo otra información.

En el 76, estando en Devoto, me llegó una versión que no se sabe bien cuál era su procedencia según la cual había aparecido el nombre de Boby grabado en una
sala de Coordinación Federal o en la cárcel vieja de Caseros, que alguien había visto su nombre grabado en la pared.

Para el familiar de un desaparecido es así, siempre se piensa que puede ser. Es una cosa que no tienen ningún asidero racional, pero queda un sustrato mágico y uno
piensa que puede llegar a ser. Aunque, desde el punto de vista racional, es prácticamente imposible. Porque, indudablemente, él no aportó ninguna información
que hubiera llevado a otras detenciones. Por su actividad dentro del partido, conocía infinidad de compañeros y lugares físicos concretos que le hubieran permitido identificar casas. Obviamente, él no lo hizo en el momento de la tortura, porque nadie tuvo una consecuencia posterior. Con lo cual, mantenerlo con vida hasta el 76 o 77 no hubiera tenido sentido, porque para ellos no tenía un interés informativo.
Él había tenido una detención en el 71, en la que lo habían torturado mucho, motivo por el cual no hizo la conscripción. Entonces, llegué a pensar “a lo mejor lo
llevaron a un centro de detención de desertores, lo habrán llevado a Magdalena”. Boby era muy sensible, eso hacía que todo el mundo dijera “qué tipo bueno”.
En el círculo familiar, siempre estaba atento a lo que le pasaba a la gente que tenía cerca. Era una actitud personal.

En la militancia, era un tipo muy comprometido, trabajaba mucho, no escatimaba ningún esfuerzo, porque el tipo de actividad que hacíamos en ese momento era muy sacrificada y un poco gris; era estar en la imprenta e imprimir en función de las
demandas que había de los distintos frentes de lucha. Y él estaba siempre ahí desplegándose.

Le gustaba leer poesía. Y ésa es una de las últimas imágenes que tengo de él, porque cuando llegó a la cárcel de Devoto una detenida que lo conoció después de mi detención me contó que él estaba triste, que se sentaba a leer poesía en los momentos en los que estaba en la casa, como una forma de colmar su sensibilidad.

Queremos reivindicarlo como un luchador, como alguien que dio su vida, que pudo afrontar la situación heroicamente preservando la vida de otros compañeros.
Hasta ese punto fue solidario.

Y, a partir de esta posibilidad de reapertura legal, queremos encontrar sus restos y saber qué pasó con él. Y el castigo a los responsables. La responsabilidad de las Fuerzas de Seguridad es ineludible. Fue un operativo conjunto de varias brigadas, la
de Informaciones de San Justo, la de Morón, la comisaría de Villa Luzuriaga y áreas del Ejército que tienen asiento en Ciudadela. Porque eso no empezó el 24 de marzo del 76.

Cuando se dio el movimiento de derechos humanos y nacieron las organizaciones, mi mamá y la madre de Boby participaron siempre, y Harold acompañaba a su esposa. Iban a las marchas, a las rondas de los jueves, a la casa de las Madres. La vi crecer a mi mamá, era una señora que había sido un ama de casa, no había salido nunca, prácticamente, de la casa. Y después tuvo que
entrevistarse con funcionarios y embajadores.
La acción de ellos fue la que hizo que muchos de nosotros permaneciéramos con vida, aun los legalmente detenidos.
Y es hoy la tenaz persistencia en mantener la memoria y honrar la lucha que manifiesta gran parte de nuestro pueblo, lo que me permite brindar este testimonio y celebrar esta iniciativa de recopilar historias de vida.

Para Boby
En una tarde cualquiera
En un momento de tantos
De estos que tiene el canto
Tan dulce por la mañana
Tan triste como el llanto en la noche callada
Por la muerte de tu hermano
Por los tiempos de tu patria Por no aguantar sin gritar el dolor que te quema la espalda
de tu gente
Armaste el brazo y tu guitarra
Y jugaste con la muerte
Por todo eso sigue el canto de mi garganta brotando
Con tus palabras hablando
Por el amor de toda nuestra gente y por la vida Seguís luchando.

Alberto Matthews Aragú, hermano de Roberto (Boby)

fuente: https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/2019/04/20/argentina_cordoba-convocatoria-para-crear-el-museo-de-la-memoria-del-prt-erp/

enlace relacionado: https://redlatinasinfronteras.wordpress.com/2019/03/23/argentina_cordoba-prt-erp-recuperacion-historica/

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