Cada 6 de julio se recuerda a los abogados detenidos desaparecidos en el marco de la llamada “Noche de las Corbatas”, ocurrida en 1977. Durante el Terrorismo de Estado fueron secuestrados más de 100 letrados. En su “Proyecto Aparecidos”, el Grupo Tríptico reconstruyó las historias de vida, las identidades de ocho de ellos: Baldomero Juan Valera, Domingo Angelucci, Oscar Oshiro, Gastón Courtade, Luis Elenzvaig, Antonio Sosa, Pablo Surraco y José Zelaya Mass, que vivieron y/o trabajaron en el área que abarca el Departamento Judicial de Lomas de Zamora, que incluye localidades como Avellaneda y Lanús.
Entre el 6 y el 8 de julio de 1977 el Ejército argentino secuestró en Mar del Plata a Norberto Centeno, Salvador Manuel Arestín, Raúl Hugo Alaiz, Camilo Ricci, Carlos A. Bozzi y Tomás J. Fresneda. Además de Mercedes Argañaraz de Fresneda (embarazada de cuatro meses), José Verde y su esposa; la pareja Néstor Enrique García Mantica y María Esther Vázquez. Previamente habían sido secuestrados el doctor José Candeloro y su esposa Martha García, en la provincia de Neuquén y trasladados luego a Mar del Plata.
La mayoría de ellos eran abogados laboralistas. Centeno había elaborado el anteproyecto de la Ley de Contrato de Trabajo, antecedente de la Ley 20.744, que apuntaba a una concepción humanista del trabajo, a instalar una nueva correlación de fuerzas entre empleador y trabajador, a equiparar las desigualdades.
Para la dictadura resultaba inconveniente que se mantuvieran principios que inspiraban leyes de protección obrera. Esta era otra causa para la desaparición de personas: grupos empresarios que veían obstáculos para la obtención de mayores ganancias.
Antes y después de la “Noche de las Corbatas” se produjeron los secuestros y desapariciones de los ocho abogados que vivieron y/o ejercieron la profesión en Lomas de Zamora, en su mayoría defensores de trabajadores y presos políticos, pero también ellos mismos militantes: Baldomero Juan Valera en noviembre de 1976, Domingo Angelucci en enero de 1977, Oscar Oshiro y Gastón Courtade en abril de 1977, Luis Elenzvaig en mayo, Antonio Sosa en junio de ese año, Pablo Surraco en marzo de 1978 y José Zelaya Mass en octubre.
El “Proyecto Aparecidos: Reconstrucción de la Identidad” recupera las historias de vida de ocho abogados, a partir de uno de los conceptos planteados por la socióloga e investigadora Inés Izaguirre en su libro “Lucha de Clases, Guerra Civil y Genocidio en la Argentina. 1973-1983”: “¡Y es que la política de desapariciones consiste en eso! No solo se desaparece el cuerpo del prisionero secuestrado. Se desaparece todo: su vida, su lucha, sus ideales”.
Es en este sentido que el Grupo Tríptico, integrado por las diseñadoras gráficas Martina Laborde y Celeste Pesoa y la periodista Cecilia Litvin, consideró que era sumamente importante e imprescindible reconstruir la vida de los desaparecidos. Por eso, cuando llegó la idea por parte de la Secretaría de Derechos Humanos del Colegio de Abogados de Lomas de Zamora de hacer un mural en homenaje a los ocho abogados detenidos desaparecidos que vivieron y/o trabajaron en ese departamento judicial, Laborde (hija de ex detenidos desaparecidos) propuso rescatar algo más que la típica foto carnet en blanco y negro, o un listado con nombres y apellidos que nada dicen sobre quiénes fueron estas personas. Era y es necesario saber cómo pensaban, cómo ejercían la profesión, dónde militaban, conocer su núcleo familiar, cómo habían sido sus infancias, qué música escuchaban, qué leían, qué otras actividades tenían, cómo eran como amigos, padres, hermanos, hijos, colegas. Es decir, saber quiénes eran para entender por qué se los llevaron.
“Creo que si no hubiese sido hija de ex detenidos desaparecidos, quizás ni se me ocurría la idea de reconstruir las identidades, y sólo me ponía en plan artístico a hacer un mural. Pero me cansé de ver durante años listas de nombres, homenajes con fotos y nombres, listas de NN, lo que habitualmente se veía en marchas, universidades, edificios públicos, etcétera, porque el tema era que yo conocía muchas de esas historias desde chica. No podía ser que fuera lo mismo ver una foto en blanco y negro de una u otra persona, que esas imágenes sean solo sinónimo de desparecido, porque además de la vida estaban perdiendo su identidad. Desde niña hasta la adolescencia, fui amiga de Simón y Malena. Mi vieja había estado con su mamá (Patricia) y mi viejo con su papá (Carlos). Ellos nunca aparecieron y sus hijos no sabían nada de sus padres. Era impresionante cómo los militares habían logrado borrar de la historia de esos pibes a sus propios padres”, afirmó Laborde.
Fue en este sentido que, aunque se recurrió a diferentes materiales de archivo, textos que analizaban aquellos años, revistas y diarios de la época, la principal fuente de información para esta reconstrucción fueron los relatos, vivencias y recuerdos de las personas que conocieron a los ocho abogados desaparecidos que vivieron y/o trabajaron en Lomas de Zamora y otras localidades del sur del conurbano bonaerense. Incluso, para muchos familiares, amigos y colegas fue la primera vez que hablaron del tema.
“El genocidio también quiso generar terror en aquellos que quedaban vivos. Por eso es tan importante que los sobrevivientes de aquellos años puedan hoy relatar sus vivencias, recordar con dolor pero también con una sonrisa a sus seres queridos. Creemos que a ellos también les hace bien poder hablar, nos dimos cuenta que algunos necesitaban un espacio para expresarse. Muchas veces las entrevistas comenzaban con respuestas cortas, hasta monosilábicas, se repetían frases como ‘no sé qué puedo aportarte yo’, para terminar luego en largas charlas que más de una vez sumaron varios encuentros”, afirmaron las integrantes del Grupo Tríptico.
El primer objetivo del trabajo fue la realización de un mural en el que se viera representada, a través de la técnica del collage digital, la identidad de cada uno de los ocho abogados. Gracias a la cantidad de fotos y documentos recopilados, en su mayoría a partir de la colaboración de los entrevistados, se armó una muestra itinerante que ya recorrió varias universidades del sur del conurbano. Así surgió también la posibilidad de publicar la investigación que se venía desarrollando.
En “Proyecto Aparecidos” se lleva adelante una reconstrucción basada en recuerdos, algunos quizás distorsionados por los años, el dolor, la negación o el temor vividos, pero lo que vale justamente es lo que las personas que los conocieron pueden y quieren contar. “Seguramente quienes mantuvieron algún vínculo con los abogados, encontrarán facetas nuevas, desconocidas de estos hombres. Un familiar podrá obtener más información sobre su militancia, o un colega descubrirá detalles de su infancia. En algunos casos, aparece una misma historia relatada con dos o tres versiones, pero creímos necesario incluir todos los matices del hecho como forma de respetar el recuerdo de cada entrevistado, y porque todas aportan datos y características de los abogados”, explicaron desde Tríptico.
El Grupo Tríptico mantiene su idea de llevar a papel “Proyecto Aparecidos: Reconstrucción de la Identidad”, pero hasta poder concretarlo resolvió desarrollar un plan de difusión virtual del trabajo. Este especial de Red Eco Alternativo es entonces un paso más para cumplir con ese objetivo.
“Nuestros abogados desaparecidos militaron por un país diferente, con igualdad de oportunidades, se animaron o creyeron que era posible cambiar lo establecido. Pero no fueron los únicos, y la dictadura pretendió acallar sus voces asesinando a toda una generación a partir de un plan siniestro de exterminio. Fue a través de la tortura y la muerte que lograron romper lazos solidarios, infundir el miedo, el ‘No te metás’, el ‘Algo habrán hecho’. (…) Creemos que recuperar y reconstruir la vida de los desaparecidos es tan importante porque su historia es parte de nuestra historia, y es necesario conocerla, no solo para reivindicar su lucha y compromiso, sino también para tomar los elementos y las enseñanzas que nos permitan construir un modelo de sociedad diferente, para construir todos juntos un futuro diferente… un futuro como el que nuestros ocho abogados soñaron y por el que lucharon”, agregaron.
Un cambio de signo político de las autoridades del Colegio de Abogados de Lomas de Zamora (aunque esto en un primer momento no haya implicado necesariamente un cambio de nombres) hizo que se dejara de lado el interés por la publicación de la investigación y la continuidad de la muestra itinerante. De todos modos, el Grupo Tríptico mantiene su idea de llevar a papel “Proyecto Aparecidos: Reconstrucción de la Identidad”, pero hasta poder concretarlo resolvió desarrollar un plan de difusión virtual del trabajo.
“Una cosa tenemos en claro, desde un principio lo que realmente nos interesó e interesa es que las historias de los abogados se conozcan, y en ese camino estamos…”, aseguraron.
Este especial de Red Eco Alternativo es entonces un paso más para cumplir con ese objetivo.
Compartimos a continuación un resumen de los perfiles de los ocho abogados detenidos desaparecidos que vivieron y/o trabajaron en el departamento judicial de Lomas de Zamora. Al final está el link hacia la publicación completa de la investigación.
Baldomero Juan Valera: Chiche, el referente
Nació el 7 de marzo de 1917 en General Alvear, provincia de Buenos Aires. Debió mudarse varias veces de ciudad porque su padre era gerente del Banco Provincia y cambiaba permanentemente de sucursal. De todos modos, pasó gran parte de su infancia en Carmen de Patagones.
Finalmente, la familia se mudó a La Plata, donde Baldomero conoció a Guillermina Laterrade, con quien se casó y tuvo cuatro hijos: Guillermo, Patricia, Cecilia y Alberto.
Valera estudió abogacía en la Universidad Nacional de La Plata, y al poco tiempo de recibirse ya era apoderado general del Partido Comunista de la provincia de Buenos Aires y miembro de su Comité Central. Compartió estudio en La Plata con Jorge Brandwaiman y Jaime Gluzmann, pero también ejerció en Avellaneda.
Era poeta, escribió sobre todo poesías políticas y románticas, también cuentos. Le gustaba la naturaleza, pescar y cazar. Tenía un porte muy distinguido, era alto, elegante, muy culto. Le gustaba ver cine y teatro, y escuchaba folclore.
A Valera lo recuerdan como una persona de gran modestia a pesar de ser un gran jurista, un militante de la causa totalmente entregado, defendiendo siempre a presos políticos, gremiales, sociales.
Varias veces fue candidato a diputado. Participó de las alianzas de su partido con Arturo Frondizi y Oscar Alende. Conformó la Asamblea Constituyente del año ´49.
Baldomero y su familia fueron amenazados y perseguidos desde 1955. Sufrieron varios allanamientos en su casa. A partir de 1976, y aunque era el apoderado del PC, defendió no solo a la gente de su partido, sino también a personas de otras fuerzas.
Valera fue secuestrado el 3 de noviembre de 1976 cuando salía de su estudio de Avellaneda, a plena luz del día y en una calle muy transitada. Sobrevivientes aseguran haberlo visto en El Vesubio. Su hija Patricia fue secuestrada en enero de 1978. Tras la desaparición de su marido y de su hija, Guillermina formó parte de Madres Línea Fundadora y declarada, al igual que Baldomero, Ciudadana Ilustre de La Plata.
Domingo Angelucci: el rompecabezas más complejo
Nació el 25 de marzo del 1932, en Bahía Blanca. A los 22 años se casó con Rafaela Magaña y años más tarde tuvo un hijo, Julio César.
Estudió abogacía en la Universidad de Buenos Aires. También se recibió de procurador y notario. En 1957 comenzó a trabajar en la Caja de Ahorro y Seguro de la Nación, allí tuvo varios puestos, uno de ellos fue en la Sucursal Mendoza. Tras recibirse de abogado, pasó a Asuntos Jurídicos como Apoderado. Sus compañeros de trabajo de la Caja Nacional de Ahorro y Seguro no le conocieron ningún tipo de militancia.
El 26 de enero de 1977, Domingo se encontró en un café con su cuñado y un socio de éste. Afirmó que debía ir al Departamento Central de Policía a realizar un trámite y que volvería en corto tiempo. Pero no regresó ni se volvió a saber nada de él.
Según consta en una de las causas relacionadas con los delitos cometidos en ESMA, Angelucci habría ido al Departamento Central (ubicado en Virrey Ceballos y Avenida Belgrano, Ciudad de Buenos Aires) a retirar el pasaporte de Alicia “Marta” Eguren, esposa de John W. Cooke.
Según el Archivo General de la Memoria y el legajo de la Conadep, Angelucci habría sido visto con vida en el Departamento Central de Policía y en la ESMA, a partir del 26 de enero de 1977. Un mes y medio después de su desaparición, se interpuso un habeas corpus ante el Juzgado Nacional en lo Criminal de Instrucción N° 98, que rechazó la petición cinco días más tarde.
En el legajo del Colegio de Abogados de Lomas de Zamora de Domingo Angelucci se da cuenta de una presentación realizada por su esposa en 1981. Se trata de un certificado de Declaración de Fallecimiento. Allí se fija como fecha de deceso de Angelucci el 18 de febrero de 1977.
Oscar Oshiro: El japo, porteño y solidario
Nació y vivió en Pompeya. Sus padres sí eran japoneses, habían nacido en Okinawa;, tenían una tintorería en la calle Traful donde también estaba la casa familiar. Oscar tenía una hermana, Yoko. En un picnic del Partido Comunista, Oscar conoció a Eduviges, Beba, con quien tendría dos hijos, Leonardo y Gabriela (que eran muy chicos cuando Oscar desapareció).
Oscar estudió en la Universidad de Buenos Aires, pero tardó en recibirse, porque trabajó y militó durante toda su carrera. Fue obrero en la metalúrgica BTB, ubicada en la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires, allí fue delegado y luego lo echaron.
Según lo describen, Oscar era una persona sencilla, simple, militante, bohemio y muy alegre. Más allá de su origen, Oscar era muy porteño. Le gustaba el tango y sabía mucho sobre los barrios (sobre todo Pompeya, Parque Patricios y Boedo). Era un pibe de barrio.
Oscar era fanático de Huracán y jugaba muy bien al fútbol, era habilidoso. De joven iba a peñas folclóricas. Le gustaba el cine y el teatro. Era un gran lector, siempre estaba con un libro en la mano.
Desde su adolescencia, Oscar militó en la Federación Juvenil Comunista, en la que llegó a ser secretario general de Pompeya. Tras la ruptura del Partido, pasó a militar en el Partido Comunista Revolucionario, del que se había alejado al momento de su desaparición.
Durante varios años compartió estudio con Javier Slodsky y Mario Garelik. Los tres fueron perseguidos por la Triple A y su estudio allanado. Luego, Oscar se asoció con Gastón Courtade y pusieron una oficina en Avellaneda.
Entre los casos que llevaron adelante figura la defensa colectiva de un grupo de más de 100 trabajadores de una empresa. Existen distintas versiones sobre si se trataba de una metalúrgica o una compañía química, pero lo concreto es que el apellido del dueño era Martínez de Hoz. Familiares, colegas y amigos de Oscar y Gastón consideran que éste sería el principal motivo por el que los desaparecieron.
Oscar fue secuestrado junto a su socio el 21 de abril de 1977 en su estudio. Horas más tarde, los represores volvieron al lugar, para robar, romper e incendiar lo poco que quedaba. Existen testimonios de sobrevivientes que aseguran haberlos visto en el CCD El Vesubio.
Enrique Gastón Courtade: un loco sanguíneo
Había nacido el 18 de mayo de 1932 en Villa La Trinidad, Tucumán. Tuvo muchos hermanos: Mario, Sergio, Ricardo, Carlos y Graciela. Y Giselle, Emilio y Perla, de diferente mamá. La madre de Gastón murió en un accidente de auto cuando él tenía 18 años.
Gastón estudió abogacía en la Universidad de Tucumán. Apenas se recibió se fue a vivir a Buenos Aires, donde comenzó a trabajar en el Sindicato Químico. Tuvo contacto con muchos gremios de la zona, era un abogado de consulta en materia laboral.
Originalmente había estado alineado a la UCR, pero al poco tiempo se afilió al Partido Comunista. Al dividirse, pasó a formar parte del PCR. Previamente, durante la presidencia de Arturo Frondizi, Gastón había sido candidato a intendente de Avellaneda, por un frente que se conformó con varios partidos (el comunismo, un desprendimiento del radicalismo, entre otros).
Gastón disfrutaba de la naturaleza, de las partidas de ajedrez, de las noches estrelladas, las siestas y las lecturas, del vino tinto, de ir a ver a Boca. Quienes lo conocieron de chico, lo describieron como un niño travieso; durante las siestas, los hermanos Courtade salían a robar mandarinas y naranjas, o a pescar. De grande, decían que era extrovertido y capaz de hacer las cosas más increíbles sin ningún arrepentimiento; también que dedicó su vida a la búsqueda de la justicia y a la creación de un mundo mejor.
“El Loco” era inteligente, afectuoso, extrovertido, alegre, comprometido con sus ideales; amaba la música clásica, el tango y el folclore, la vida al aire libre, tenía una quinta en Pablo Nogués, donde solía reunirse con su familia y amigos. Le encantaba cocinar e inventar recetas.
Gastón tuvo dos hijos, Sergio y Marcelo. La muerte de Marcelo (falleció en un accidente) fue decisiva en el comportamiento posterior de Gastón. “No estaba atado a nada ni a nadie y vivía cada minuto como si fuera el último”, relataron.
Luis Natalio Elenzvaig: La militancia de las palabras
Nació el 3 de julio de 1938, en Capital Federal. Originalmente, su apellido era Elencwajg. Sus padres eran polacos, al igual que sus dos hermanas (Raquel y Débora) con las que se llevaba veinte años. Su familia llegó de Polonia luego de la primera guerra mundial.
Estudió en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, mientras trabajaba como empleado en un estudio jurídico de un abogado laboralista. Tenía además otras actividades vinculadas con la literatura, incluso cuando sus estudios en derecho estaban avanzados comenzó la carrera de Letras.
Elenzvaig se dedicó más que nada al derecho laboral, pero no le gustaba cobrarle a los trabajadores, le parecía una contradicción. Quienes lo conocieron lo recordaron como un hombre comprometido con la clase trabajadora, un combatiente de la libertad, que quería la felicidad para el pueblo; coincidieron además en que su mayor vocación no era la abogacía sino la literatura, especialmente la poesía. Publicó el libro de poemas: “Cuando seas grande”.
Era melancólico, romántico, bohemio, y aunque trabajaba en un estudio en Avellaneda, su lugar era la noche porteña. Le gustaba jugar al ajedrez en el primer piso del bar La Paz en Corrientes y Montevideo; también paraba mucho en el bar La Perla del Once.
De joven, Luis militó en la Federación Juvenil Comunista. Luego directamente en el Partido Comunista, también en el Movimiento Universitario Reformista. Al igual que muchos jóvenes de la época, rompió con el PC para formar parte del Partido Comunista Revolucionario, del que con el tiempo se fue alejando. Militó desde lo cultural en villas de emergencia de la Ciudad de Buenos Aires.
Luis fue secuestrado el 19 de mayo de 1977, en la Ciudad de Buenos Aires. Previamente había recibido amenazas. En los archivos de la Conadep, se menciona que habría desaparecido en el trayecto entre un consultorio médico y su casa. Nada más se supo de él, no hay datos sobre el lugar donde estuvo secuestrado.
Antonio Sosa: Un obrero de la lucha y el derecho
Nació en Piedra Blanca, Catamarca, el 28 de diciembre de 1928, pero vivió gran parte de su infancia en San Antonio Oeste, al sur de la Argentina. Allí, hizo la primaria y estudió tornería. Aprendió a nadar, le encantaba estar en el mar.
Tenía dos hermanas, Nélida y Liliana. Viajaban permanentemente porque su padre era ferroviario, de hecho cada hijo nació en una provincia distinta. Con su madre, María del Rosario Rosales, se llevaba 15 años. Ella siempre lo incentivó a estudiar.
“El Negro” Sosa se fue a vivir a Buenos Aires a los 18 años. Trabajó en los talleres ferroviarios de Escalada. Se casó y tuvo cuatro hijas: Graciela, Anahí, Silvia y Claudia. De grande, hizo el secundario en un colegio de Lomas de Zamora y estudió abogacía en la UBA, en donde se recibió a comienzos de los ´60. Recién en ese momento dejó de trabajar como ferroviario. Se separó al poco tiempo y conoció a quien sería su gran amor, Haydee Carrasco.
Antonio era muy reservado, callado, hosco, corajudo, valiente. Leía muchísimo, tenía una gran memoria. En el medio de sus vacaciones, se despertaba a las cinco de la mañana para estudiar, sobre todo marxismo.
Sus defendidos lo consideraban un abogado al servicio del pueblo, laburante del derecho. No hizo dinero con la abogacía, siempre trabajó para algún sindicato y en la defensa de presos políticos.
Sosa militó durante un tiempo en el Partido Comunista, hasta fines de la dictadura de Juan Carlos Onganía. No hay precisiones respecto al lugar exacto donde continuó su militancia, pero lo concreto es que fue en un grupo armado chico.
Antonio fue detenido en tres oportunidades. La primera vez en 1971 y liberado el 25 de mayo de 1973; la segunda ocurrió ya en tiempos de dictadura, y la tercera fue definitiva. El 17 de junio de 1977, lo fueron a buscar a la casa de su madre en Banfield, donde estaba viviendo.
Quienes lo conocieron aseguran que “a Antonio lo secuestran porque era un militante político que utilizó el derecho como un instrumento que le podía servir en la lucha por un mundo mejor y que le permitía, por otro lado, conectarse con sectores obreros, defender los derechos de la gente”.
Basilio Pablo Surraco Britos: Reconstrucción del bosque
Nació el 8 de septiembre de 1944 en el barrio porteño de San Telmo. Vivió toda su vida en Lomas de Zamora, donde hizo la escuela primaria y secundaria. Tuvo cinco hermanos: Mirta, Susana, Carlos, Eduardo y Mario (Carlos y Eduardo están desaparecidos, al igual que Rodolfo, marido de Susana). Por el trabajo del padre, la familia vivió en distintas zonas del país.
Pablo conoció a su mujer María Adriana Cárdenas Díaz en una fiesta a mediados de la década del ´70. Ella era chilena y militaba en el Partido Comunista de su país.Tras el golpe de 1973 vino a vivir a la Argentina. Tuvieron dos hijos: Leonardo, que tenía un año y cinco meses cuando Pablo desapareció, y Gabriela, que tenía apenas cuatro meses.
Le decían Bachi y era muy distraído, torpe, despistado, lo que lo hacía gracioso. Al igual que varios integrantes de su familia, dibujaba.
Estudió en la Universidad del Salvador, que en ese momento estaba dirigida por una congregación progresista. Quienes lo conocieron afirman que Pablo era más político que abogado, para él lo profesional era secundario. Lo describen como una gran persona, incapaz de traicionar.
Pablo militó en varias agrupaciones. En Lanús, estuvo en la Guardia Restauradora Nacionalista. Luego, junto a Dardo Cabo, en el Movimiento Nueva Argentina. Estuvo preso varias veces. Tras el triunfo de Héctor Cámpora en 1973, trabajó en la Dirección de Asuntos Jurídicos de la Municipalidad de Lomas, pero al poco tiempo renunció por disidencias políticas con el gobierno local.
En Lomas se los conocía como “Los Surraco” porque los hermanos eran muy unidos, siempre estaban juntos y solían militar en las mismas agrupaciones. Con sus hermanos conformó, junto a otras personas, un pequeño grupo totalmente independiente, sin nombre, que actuaba solo en el sur de la provincia de Buenos Aires, específicamente en Cuartel Noveno, Budge. Esta misma agrupación se relacionó luego con el ERP 22, conformando una rama peronista.
Eduardo y Rodolfo desaparecieron en 1977, fueron secuestrados en una casa de Pasco y Garay (Ciudad de Buenos Aires), donde vivía Rodolfo junto a Susana. Carlos desapareció en la localidad rionegrina de Ingeniero Jacobacci, en donde vivía con su mujer.
Pablo fue secuestrado el 14 de marzo de 1978 en su estudio, ubicado en Salguero y Córdoba. Según información con la que cuenta la familia, Pablo estuvo secuestrado en el Centro Clandestino El Banco, que luego fue desarmado. No se sabe si en ese momento Pablo fue asesinado o trasladado al CCD El Olimpo.
Al momento de su desaparición, Pablo estaba investigando la relación entre José Alfredo Martínez de Hoz y la empresa La Ítalo Argentina de Electricidad. Cuando fue secuestrado también desapareció la carpeta con la información que estaba recopilando.
José Alfredo Zelaya Mass: Una sonrisa comprometida
Nació el 9 de junio de 1946, en San Isidro, Provincia de Buenos Aires. Vivió durante su infancia y adolescencia en el mismo domicilio de esa localidad, sólo la abandonó cuando se casó, en una iglesia de una villa de Lugano con curas del tercer mundo, y se fue a vivir a Lomas de Zamora.
Se recibió de Abogado en la Universidad Católica Argentina en 1971. Integró la Asociación Gremial de Abogados y formó parte desde sus inicios del Movimiento Social de Abogados.
Fue meritorio en los Tribunales de San Isidro, y en la UCA se desempeñó en el sector de becas y préstamos de honor.
Ejerció en forma independiente la profesión, dedicándose en especial al derecho penal y la defensa de presos políticos. Tuvo casos en el Camarón, y actuaba en la unidad de detención 22.
Era muy generoso y le gustaba estar rodeado de gente. Un gran conversador, lo recuerdan como una persona alegre, siempre con una sonrisa en la cara.
Durante poco tiempo trabajó en una biblioteca municipal. Era un gran lector. Tenía gran afición por la música clásica, en su adolescencia no se perdía ningún concierto en la Facultad de Derecho.
Durante sus años universitarios, se empezó a despertar en José su conciencia social y política a través de la agrupación estudiantil llamada ACES (Acción Comunitaria de Extensión Social), con la que hizo un trabajo muy importante de ayuda en una villa de González Catán. José no era un católico fanático, pero sí un profundo cristiano.
Fue un peronista convencido y verticalista que luego se desencantó de Perón. Era un entusiasta de la Revolución Cubana.
El 6 de octubre de 1978 fue secuestrado por un grupo de tareas frente a su domicilio, cuando volvía de Tribunales. A las pocas semanas, su padre consiguió información a través de un coronel allegado que indicaba que José había sido ejecutado. Tiempo después la familia supo que José sabía que lo estaban siguiendo, pero nunca se lo había confiado a nadie. Aún no se sabe con certeza dónde estuvo secuestrado, pero existen versiones que indican que fue en Campo de Mayo.
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