El macrismo se derrumbó en las PASO

En las elecciones primarias abiertas simultáneas y obligatorias de este domingo 11 de agosto, el macrismo perdió a nivel nacional y en casi todas las provincias, con las excepciones de Córdoba y CABA, donde también redujo su desempeño.

Foto: Damián Dopacio, NA.

La derrota de la alianza gobernante Cambiemos -ahora reformulada como “Juntos por el Cambio”- era esperada por la mayoría de los analistas políticos, salvo los operadores y medios más rabiosamente oficialistas. Lo que sorprendió fue la contundencia de los resultados: más de 15 puntos de diferencia. Un guarismo que no esperaban ni los partidarios del Frente de Todos.

Con el 99% de las mesas escrutadas, el principal candidato opositor, el peronista Alberto Fernández sacó 47,66% contra un 32,09% del presidente Mauricio Macri. Es decir, 11.622.428 votos fueron al Frente de Todos y 7.825.208 votos al oficialismo.

Atrás lejos quedaron Roberto Lavagna, con 8,23%, representante de una entente entre un sector conservador del peronismo y el Partido Socialista, que a diferencia de Fernández y en coincidencia con Macri se pronunció en campaña por una reforma laboral flexibilizadora; el voto en blanco en cuarto lugar con un 3,11%, el trotskista Nicolás del Caño con el 2,86%; y los derechistas “celeste” Juan José Centurión y “ultraneoliberal” José Luis Espert con 2,64% y 2,19% respectivamente.

Quedaron fuera de competencia para octubre la también trotskista Manuela Castañeira (0,71%), el neonazi Alejandro Biondini (0,24%, que representa unos preocupantes 58.575 votantes abiertamente nazifascistas), el ex PRO cordobés Raúl Albarracín (0,15%) y el ex gobernador correntino José Romero Feris (0,12%).

Se colgó

Los datos del escrutinio provisorio se realizaron mediante la muy cuestionada empresa Smartmatic, cuyo sistema tuvo importantes fallas en todas las pruebas previas y también en la noche del domingo. Además de los problemas señalados por fiscales de la oposición en relación a la carga de datos, con denuncias muy serias acerca de la intervención de Gendarmería buscando evitar que pudieran controlar el proceso, también, alrededor de las 20.00 horas, se cayó por completo el sistema.

Durante varias horas los funcionarios y técnicos responsables se esfumaron y alrededor de las 22.00 horas el presidente de la Nación salió a reconocer la derrota sin que se conociera un solo dato. Con un discurso errático, Macri volvió a hablar de que lo apoyan “los mercados” y “el mundo” y mandó a dormir a los presentes.

En cambio, en la sede del Frente de Todos, una multitud festejó a medida que se fueron revelando finalmente los números que marcaban la impresionante diferencia en los resultados. El candidato a presidente Alberto Fernández afirmó que “vamos a construir una Argentina con un proyecto nacional y popular. No le vamos a preguntar a nadie a quién votó. Nosotros vamos a preguntar qué país sueñan. Abracemos a esas personas que sueñan con el mismo país”. Un discurso en la misma línea que marcó la campaña y que apunta a continuar sumando sectores que se hubieran apartado en el pasado de la figura central de ese armado, Cristina Fernández de Kirchner. Por su parte, la ex presidenta dió un mensaje grabado desde el sur en tono calmo y conciliador.

Axel más que Alberto

De manera inesperada, la diferencia del Frente de Todos con el oficialismo fue aún mayor en la Provincia de Buenos Aires. El ex ministro Axel Kicillof superó el 49% por ciento de los votos y alcanzó una distancia de 17 puntos por encima de la actual gobernadora, María Eugenia Vidal, quien hasta hace poco era considerada la estrella electoral de Cambiemos. Y, de hecho, parte del empresariado la había vivado para reemplazar a Macri en la fórmula ante el evidente declive de popularidad. Por lo visto, la política económica y las definiciones políticas de gobierno los arrastraron a todos y todas.

El populoso conurbano bonaerense, muy golpeado por las políticas económicas de Macri, fue particularmente categórico: en localidades como Avellaneda, Lanús, Quilmes y Vicente López el frente peronista superó largamente el 50% de los votos. Incluso en el bastión PRO que sigue conservando su insignia, como la Ciudad de Buenos Aires, Rodríguez Larreta superó con amplitud a Lammens pero por mucho menor margen que en elecciones anteriores con otros opositores.

Estampida financiera

En la misma noche del domingo los analistas económicos advirtieron que el precio del dólar empezaba a subir en los portales que operan online las 24 horas.

Antes de la apertura de los bancos la tendencia se confirmaba y a partir de las 10.00 horas de la mañana empezó la exaltación en el circuito de la timba financiera: se disparó la corrida cambiaria, se derrumbaron las acciones y se cayeron los sitios web de los bancos. El dólar oficial superó el 33% de aumento, e iba mucho más allá en operadores privados.

Los funcionarios económicos no respondían las llamadas de los medios y el gobierno parece haber entrado a un estado catatónico.

¿Reforma laboral versus Pacto Social?

Más allá del frenesí que se instaló en la escena política, económica y mediática en las últimas horas, se pueden empezar a esbozar algunas certezas.

En primer lugar que fracasó la estrategia propagandística del gobierno, de instalar dicotomías groseras: entre el macrismo siendo la República, la democracia y la vuelta al mundo de los mercados, en oposición a las presuntas hordas bárbaras y autoritarias que asedian la Nación. De hecho, el discurso en soledad de Elisa Carrió en el escenario vacío en este sentido, volvió a mostar su versión políticamente más degradada en la creación de ángeles y demonios.

El ajuste salvaje que aplicó el gobierno con tarifazos, inflación, recesión, destrucción de puestos de trabajo y caída del salario real, terminó pesando más para millones de personas que el blindaje mediático y la saturación propagandística.

Blindaje mediático: puede fallar.

Además, y al igual que las masivas protestas de diciembre de 2017 tras la aprobación de la Reforma Previsional, esta categórica derrota es un nuevo traspié en el intento de avanzar con una reforma de corte neoliberal que haga ley la flexibilización y precarización de las condiciones laborales en nuestro país.

El gobierno había decidido levantar la bandera de la reforma laboral y multiplicar los ataques a las organizaciones sindicales al tiempo que encolumnaba detrás de su reelección a un sector del empresariado, representado en el ya famoso grupo de WhatsApp “Nuestra Voz”.

Quizás poner en alta rotación a una serie de representantes patronales a prometerle a millones de trabajadores que iban a quitarles derechos y echarlos sin indemnización no haya sido la estrategia electoral más brillante. Tampoco alcanzaron las espectaculares detenciones de líderes sindicales y las pretendidas ‘muestras de firmeza’ de Patricia Bullrich contra un sector del delito organizado.

Por su parte, Alberto Fernández se cuidó de no volver a mencionar en el transcurso de su campaña el “necesario” Pacto Social que sí discutió abiertamente en los primeros días de su pre candidatura.

El fuerte apoyo gremial que recibió se explicó, entre otras gravitantes razones, por el compromiso que les Fernández asumieron contra una Reforma Laboral ultraneoliberal. Pero un Pacto Social tripartito entre Estado, empresarios y gremios puede potencialmente funcionar como Caballo de Troya para, entre otras cosas, seguir derrumbando el salario o el “costo laboral” como le gusta decir a las patronales, que antes de la corrida cambiaria en curso ya había caído un 20% con Macri.

Con la corrida de este lunes, ya se volvieron a ajustar “los costos” patronales porque los salarios volvieron a perder poder adquisitivo y aumentarán insumos esenciales. La transferencia fenomenal de ingresos está garantizada de base para lo que viene, como sucedió en el 2003.

Sin dudas el esquema de un gobierno de oposición, donde hay políticas que fueron aplicadas en el kirchnerismo y mejoraron parcialmente las condiciones de existencia de la mayoría de la población, difiere de la perspectiva apocalíptica de miseria planificada y vaciamiento total del macrismo. De todos modos, gobierne quien gobierne, los sectores populares organizados y en particular las organizaciones sindicales, tendrán fuertes luchas por delante para garantizar la vigencia y conquistar nuevos derechos. La lucha de clases e intereses no detendrá su marcha aún en los espacios partidarios de confluencia coyuntural.

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