Otro muerto en la mañana: total normalidad

Por Sofía Alberti* | Se cae una plataforma en una obra de Ezeiza. Un muerto y una decena de heridos, algunos en terapia intensiva. Trabajadores conmemoran el Día del Químico y al volver a la fábrica a la que fueron recientemente reincorporados, la encuentran vacía. Gremios de la energía corren a flexibilizar convenios al modo Vaca Muerta: le llaman actualización. Eufemismos de la inhumanidad.

“¿Hasta cuándo vamos a ser un país poco serio?”, decía el sketch radial de Diego Capusotto que retomaba satíricamente con ‘Arnaldo Perez Manija’ el sinfín de noticias policiales que agitaban las radios con el drama de la inseguridad y, así, el temor a todo.

El panorama actual habilitaría una remake, pero con la muerte de trabajadores. Ninguna radio cuenta cascos caídos. Pero los obreros caen como moscas. Total normalidad.

Previo al siniestro de Ezeiza del martes, hubo denuncias graves sobre condiciones laborales. “Trabajábamos 100 personas en 200 metros cuadrados”, “la tijera (que habría chocado la estructura) no debe usarse si hay gente en las plataformas”, “nos apuraban para terminar”, dice uno de los obreros. Murió un capataz y hubo trece heridos, varios de ellos en terapia intensiva.

Mientras, Antonio Cassia de petroleros, Oscar Mangone del gremio del Gas y Guillermo Moser de Luz y Fuerza, andan como chanchos con Miguel Acevedo y Daniel Funes de Rioja de la UIA. Tranca amigos, se trata de ‘actualizar convenios’, con condiciones del siglo pasado o el anterior. El modelo Vaca Muerta, no puede ser mejor nombrado. A eso huele, apesta, convoca. Casi una decena de obreros murieron a partir de la flexibilización laboral en ese lugar. Pero mejor hablemos de productividad.

En Provincia de Buenos Aires los químicos festejan su día. Debe haber sido un real festejo, porque recientemente fueron reincorporados los muchachos de Arcynur (ex Ran-Bat). Linda sorpresa al volver a la fábrica: los patrones aprovecharon la distracción y la vaciaron. Una historia maravillosa.  ¿Escuchan ustedes los gritos escandalizados de las autoridades ministeriales y patronales …..ales ales ales?

Gritaron el otro día frases sin argumentos en una audiencia pública algunas representantes empresarias, pidiendo la adhesión de Santa Fe a la Ley de Riesgos de Trabajo. Gritó antes el Presidente de la Nación diciendo que nuestra provincia condenaba a las empresas a la quiebra por los juicios laborales. Con vehemencia repitió el latiguillo la Ministra de Producción provincial, Alicia Ciciliani, en la misma alocución que recordó -por si alguien se confundía por alguna contradicción- que era militante de un partido que se dice socialista.

Otro muerto. ¡Otro muerto! ¿Lo mató un abogado carancho? ¿Lo mató una alícuota? ¿Lo mató la muerte? ¿Quién mata a los obreros aplastados por cereal en el cordón industrial? ¿Quién quema a los quemados en las fábricas metalúrgicas? ¡Pero el problema es quién paga cuánto de indemnización!

La vida de los empleados está en promo con el sindicalismo amarillo que entrega derechos para cerrar cajas y acuerdos. Con qué cara, pregunto, con qué cara miran a las familias de sus víctimas. Porque también son suyas muchachos. Son de las patronales en primera instancia, del Estado cómplice y de ustedes que callan hasta que les revienta.

Nunca muere un empresario porque se le quiebra la silla donde toma decisiones, el wishky le vino en mal estado en la oficina, o se atragantó con una espina en la vianda de sushi. Toditas todas las lesiones, toditos todos los muertos -o los restos que se encuentran de ellos bajo escombros, llamas o cereal-, toditos todos los males que las Aseguradoras no reconocen, toditas todas las afecciones psíquicas por los ambientes enfermos de trabajo, toditas todas las penas son de nosotres. Las vaquitas, incluso Vaca Muerta, son ajenas.

Pero miremos al futuro ¿Con quién podemos negociar un pacto social? ¿Con quiénes se puede firmar una paz ciudadana? ¿Puede hacerse con quienes quieren un pacto con cesiones de una sola parte, o una paz de cementerio? ¿Bajo la pluma de quienes agacharon la cabeza para recibir el agua bendita de las patronales? ¿Con quienes brillan en su silencio porque la justicia laboral les jode más que un cajón, un cuerpo y una corona (si les da el cuero a los deudos)?

Pero no pasa nada acá. Total normalidad. Sabemos quiénes son los asesinos y delincuentes. Sabemos por la tele a quién temerle. Sabemos que, aunque ya nos arrancaron todos nuestros aportes forzados al crecimiento de capitales fugados, nos van a pedir más esfuerzo, cesiones y moderación. Otro muerto en la mañana. Seamos serios. Quienes vivimos del trabajo propio, nunca ganamos o sostuvimos derechos sentados en nuestras casas. Abandonar las calles, muchaches, es un suicidio colectivo.

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