A 72 años de la Masacre de Rincón Bomba: “Sa’pal Da’ Laco odek di’ qadeta’alpi’”

“Las cicatrices quedan marcadas en la historia de nuestro Pueblo. Voces que fueron silenciadas dejaron marcadas en la historia del Pueblo Pilagá”.

Por medio de la presente queremxs hacerles llegar nuestra invitación al acto de conmemoración de la Masacre de Rincón la Bomba a llevarse en la Comunidad Oñedie, Ciudad de las Lomitas, Formosa.

Para adhesiones o/y consultas, dirigirse a los siguientes mail:
cipriana.palomo.federacion@gmail.com
federaciondelpueblopilaga@gmail.com

Teléfono de contacto: Angel Navarrete (Consejo de Ancianos) +54 9 370 479 6546,

Cipriana Palomo (consejo de Mujeres): +54 9 371 862-3642.

Paula Mercedes Alvarado Mamani (Abogada): paulila@hotmail.com / 01167479956.

Saludos cordiales.

La Masacre de La Bomba 10 de octubre de 1947.

A fines de septiembre de 1947 decenas de familias pertenecientes al Pueblo Pilagá, se había reunido en el paraje conocido como La Bomba, en el entonces Territorio Nacional de Formosa, a pocas cuadras del escuadrón 18 de Gendarmería Nacional. Tonkiet, documentado con el nombre de Luciano Córdoba, un hombre “que curaba sin cobrar” (1) atrajo a una multitud hasta ese espacio que se fue poblando de a poco y que para principios de octubre era vigilado con atención por funcionarios civiles y militares.-

“-Todas las familias abandonaron sus casas y todo lo que tenían para venir a conocer al sanador (…) No importaba nada más” (2).

Las familias permanecieron en La Bomba durante varias semanas realizando cada noche ceremonias en las que se fusionaban tradiciones ancestrales y prácticas religiosas foráneas introducidas por iglesias extranjeras. Estas ceremonias que incluían danzas, cantos, música y largas sesiones de sanación, eran también, una manifestación de resistencia cultural y religiosa, y una reafirmación de pertenencia territorial que el Estado argentino no estaba dispuesto a tolerar. Luego de una serie de advertencias y amenazas para que abandonaran el paraje y se dirigieran a las colonias indígenas y ante la negativa de los caciques y el consejo de ancianos, la masacre de La Bomba se inició con una serie de fusilamientos en la tarde del 10 de octubre de 1947 y se extendió por lo menos durante cuatro semanas. Las persecuciones abarcaron un extenso territorio que los sobrevivientes recorrieron en su huida. Algunos fueron capturados vivos y otros fusilados. Muchos niños y ancianos murieron de hambre y de sed, y como parte del escarmiento se utilizó la violación como arma contra las mujeres.-

En 1947 la Gendarmería Nacional dependía del Ministerio del Interior para sus tareas de vigilancia policial, pero como queda manifestado en su reglamento de creación, en caso de conflicto el Poder Ejecutivo podía poner a esta fuerza bajo las órdenes del Ministerio de Guerra y Marina, eso fue lo que sucedió en 1947. Varios escuadrones fueron movilizados para participar de la represión comandada por Emilio Fernández Castellanos y José Aliaga Pueyrredón quienes encabezaban el escuadrón 18 con asiento en Las Lomitas. Efectivos de la Fuerza Aérea pilotearon un avión Junker, al que se le colocó una ametralladora Colt para colaborar con la represión.-

Según los testimonios de criollos que fueron testigos o colaboraron con los represores, muchos grupos fueron exterminados por completo. En las inmediaciones de La Bomba, los cadáveres fueron quemados y las cenizas se esparcieron con la ayuda de topadoras.-

Los espacios elegidos para el cautiverio final de adultos y niños fueron las colonias indígenas de Francisco Javier Muñiz y Bartolomé de las Casas administradas por la Dirección de Protección al Aborigen dependiente de la Secretaría de Trabajo y Previsión. Estas colonias convertidas en campos de concentración de prisioneros tuvieron como objetivo el disciplinamiento de los sobrevivientes, que fueron ingresados como hacheros y ocupados en el obraje, el aserradero de la reducción y los campos de algodón. Este procedimiento de conversión de las familias en recurso económico, la explotación a la que se las sometió, así como el trauma derivado de la violencia, el encierro y la pérdida de referencias familiares, sociales y culturales, provocaron un grave daño que puede rastrearse y pervive hasta nuestros días.-

1. Testimonio de Setkoki´en (Melitón Domínguez) grabado en el año 2006 para el documental Octubre Pilagá, relatos sobre el silencio.
2. Testimonio de Ketae, (Azcena Camacho) del Barrio Qompi, Pozo del Tigre en el año 2007

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