Resulta muy complejo el debate sobre política económica en la actualidad, no solo respecto de la Argentina o la región, sino del mundo. ¿Porqué?
Argentina
Lo primero respecto del país es que no puede soslayarse que hay un nuevo tiempo político desde la asunción de un nuevo gobierno el 10 de diciembre pasado.
Imaginemos que es lo que estaríamos analizando ahora de haber ganado el macrismo. No se trata de un ejercicio de ciencia ficción, sino de una hipótesis relativa al acontecer sobre las tarifas de servicios públicos, las que estaban congeladas hasta el resultado electoral y ahora hasta junio 2020.
¿Qué hubiera ocurrido con los precios de los combustibles? Interrogante válido cuando el Presidente Alberto Fernández interviene para frenar el último aumento del año, que ya había sido dispuestos por las autoridades de la empresa YPF y que arrastraba a otras transnacionales del petróleo.
Claro que es una medida transitoria y que a fines de enero el aumento puede ser efectivo. Igual, aun transitorio, llamamos la atención sobre la capacidad de demorar impactos socioeconómicos regresivos en un clima de elevada inflación.
Es muy probable que hoy, bajo una segunda presidencia de Macri, estaríamos discutiendo la continuidad del acuerdo con el FMI, no solo los desembolsos hasta los 57.000 millones de dólares (ya desembolsaron un poco más de 44.000 millones), sino y muy especialmente las regresivas reformas laborales, previsionales y tributarias.
La profundidad de la hipoteca se hubiese acrecentado. Ya lo es, aun con el rechazo a nuevos desembolsos, pero las negociaciones no están constituidas desde una posición de poder, sino de una de subordinación a la lógica del sistema financiero mundial, con el preconcepto de que el país quiere pagar.
El tema es como salir de la recesión y su impacto en el desempleo y las carencias sociales de los más empobrecidos; pero también como terminar con la inflación, mecanismo especifico de transferencia de ingresos desde los muchos más perjudicados a los pocos privilegiados con la capacidad de establecer precios.
La discusión sobre el hambre y como combatirlo en la Argentina es trascendente, especialmente para un país con historia y presente en la producción de alimentos.
Nuestramérica y el mundo
Relativo a la región, el debate es el regreso a la mayoría de los gobiernos de una lógica de política económica asociada a la corriente principal de contenido “liberalizador” sobre el movimiento internacional de capitales, salvo lo que se explicita desde el discurso en México y Argentina, y claro que en otro nivel, Cuba, Venezuela o Nicaragua.
Las movilizaciones populares en Chile, Colombia o Haití, hacen evidente al mismo tiempo que los pueblos, o una parte movilizada de éstos, objeta las tendencias hegemónicas actuales y con antecedentes en los tiempos del terrorismo de Estado de los tempranos setentas.
Eso que mentamos se denomina ahora “neoliberalismo” y es la corriente hegemónica del pensamiento económico contemporáneo, con los matices de las formas en que se desarrolla en cada uno de los países que lo incorporan como política de Estado.
Son “neo” porque remiten al origen liberal de los primeros pensadores que sistematizaron la novedad del capitalismo como forma de organización contemporánea de la sociedad, sustentada en la explotación de la fuerza del trabajo y el saqueo de la naturaleza.
No en vano sostuvieron los iniciadores de la Economía Política que el trabajo era el padre de la riqueza y la tierra la madre.
Aquellos fundaron la lógica liberal del orden capitalista y estos neo-liberales la adecuan para sostener el régimen del capital en el presente de transnacionalización que vivir el sistema mundial.
En algunos casos se presenta la orientación de la política económica de manera más ortodoxa y en otros menos, incluso con el barniz del proteccionismo a la Trump o a la Brexit.
Así transcurre la tónica del debate mundial, relativo al desorden derivado de la iniciativa política estadounidense, con sanciones unilaterales e intentos de intervención económica o militar en diferentes territorios del mundo.
El objetivo es la reorganización del sistema mundial bajo la continuidad de la hegemonía estadounidense.
La situación compleja de la guerra comercial, monetaria, financiera y de hegemonía entre EEUU y China permea la situación contemporánea y en la crítica reinstala un imaginario de “otro capitalismo”, audible en las voces provenientes del Vaticano o de prestigiados economistas, oportunamente galardonados con el Nobel, caso de Joseph Stiglitz.
Recordemos que los Nobel del 2001 o 2008, en pleno desarrollo de la crisis capitalista fueron otorgados a críticos del orden hegemónico sin cuestionar al capitalismo, caso de Stiglitz en 2001 y de Paul Krugman en 2008.
Ese es el marco que estimulan “best seller” del tipo de los producidos por el francés Thomas Piketty, con su Capital del Siglo XXI en 2015 y su actual Capital e Ideología del 2018. Son escritos de crítica al orden presente sin objeción al régimen del capital, con propuestas orientadas a morigerar la hegemonía del poder por vía tributaria como mecanismo de redistribución del ingreso.
Sea desde el papado, Stiglitz o Piketty, el neo-desarrollismo tiene intelectualidad y proyecto político que lo sostenga. Son formas teóricas con derivados en política económica para discutir el presente y el futuro del capitalismo.
Claro que la inspiración en el keynesianismo y las reformas en política económica entre 1945 y 1975 requieren de un tiempo global inspirado en una bipolaridad hoy ausente, la que rigió entre 1945 y 1989/91, entre los proyectos enunciados bajo la dualidad del capitalismo y el socialismo.
Socialismo
La realidad es que hoy el discurso por el socialismo está devaluado, y no solo por el derrumbe del este en Europa, sino por la discusión en torno al carácter del modelo productivo y de desarrollo en China e incluso las bondades de las políticas en quienes mantienen la formulación sobre el horizonte socialista, sea Vietnam o Cuba, incluso Venezuela.
El debate alude a si es posible desandar la imposición de una lógica arraigada que parte del inversor capitalista para crear la riqueza social, más allá si el destino de esa riqueza recrea las condiciones de la explotación de la fuerza de trabajo y el saqueo de la naturaleza o si se orietna en un sentido social solidario de satisfacción de las necesidades.
La discusión es relativa al modelo productivo y al de desarrollo, lo que supone discutir qué y cómo producir, incluso cómo distribuir y los mecanismos de satisfacción integral de las necesidades sociales por mecanismos monetarios mercantiles o comunitarios des-mercantilizados orientados a la satisfacción de las necesidades.
¿Es posible producir para atender las necesidades sociales en su conjunto? Desde luego que no en el capitalismo, donde el objetivo es producir plusvalor y con este la acumulación de ingresos y riquezas, generando las condiciones de la dominación y reproducción de una lógica de la ganancia, la acumulación y la dominación capitalista.
¿Se puede ir a contramano de la lógica hegemónica?
Existen inercias construidas por décadas, caso del modelo productivo, pero la impronta de la organización y movilización popular interviene en ese debate y con mucha efectividad.
Veamos la tradición de lucha en defensa del agua y del medio ambiente en algunos territorios de la Argentina, de la región y del mundo, base de acumulación para doblegar al consenso político en el modelo de la mega minería a cielo abierto en Mendoza.
En pocos días se hizo visible una acumulación histórica de muchas asambleas que fueron invisivilizadas por el poder tras años de acumulación de fuerza, de estudio y verbalización del regresivo impacto ambiental y social de la explotación con base en tóxicos y un horizonte depredador de los bienes comunes.
Desde el poder legislativo y ejecutivo en la provincia mendocina se avanzó en una lógica consentida desde el poder nacional para avanzar en la minería provincial, en el mismo sentido de lo que acontece en otros territorios nacionales, caso emblemático de la vecina San Juan.
La política económica no solo se establece desde la demanda del capital, o los propósitos de rumbo definidos por los poderes ejecutivos o la capacidad de legislación de los poderes legislativos, sino también y muy especialmente desde los pueblos cuando su vos se agiganta por la masividad y rompe contra el status de quien establece las políticas.
Por años existió la legislación protectora del agua y era eso “normal”. En la búsqueda de una nueva “normalidad se intentó modificar la ley y lo lograron, efímeramente, ya que la movilización popular obligó a revertir la situación.
¿Fin al capitalismo o al extractivismo en Mendoza? No, claro que no, pero evidencia la fuerza de la voluntad social para marcar rumbos, en este caso en defensa del agua.
¿Resulta un ejemplo para discutir el modelo productivo local, regional o mundial? Desde luego, lo que habilita un debate sobre otros horizontes ideológicos de contenido crítico al orden capitalista y para pensar en nuevas formas de organizar económicamente la cotidianeidad de nuestra amenazada sociedad.
Son reflexiones al cierre de un año y pensando auspiciosamente en uno que llega con la aspiración de felicidades para todos y todas, saludos y buen 2020.
Buenos Aires, 31 de diciembre de 2019