El ciclo político que se abre: disputas abiertas y las bases económicas de la continuidad

El 10 de diciembre del 2019 se abrió un nuevo período a nivel nacional tras la derrota del macrismo en las urnas por parte del Frente de Todxs. Derrota que celebramos luego de haber visto cómo cuatro años de gobierno de los CEOs batieron récords indiscutibles en materia de empobrecimiento de la población y en particular de la niñez, así como en materia represiva y de endeudamiento público. Sin embargo tenemos en claro que Mauricio Macri terminó su mandato habiendo podido llevar adelante sus planes de ajuste, pagando un costo político relativamente bajo: a pesar de haber sido un gobierno que endeudó al país por cien años y que deja un saldo de 40,8% de pobres, un 8,9% de indigentes y 1.833 personas asesinadas por el aparato represivo estatal, logró finalizar su mandato con un 40% de apoyo en las urnas y sin que la indignación popular, que supo en nuestra historia reciente destituir presidentes, se haga sentir fuertemente en las calles tal como sucedió en varios países latinoamericanos.

Durante estos 4 años de embestida política de los grandes empresarixs, financistas e iglesias evangelistas, los diferentes sectores de la clase trabajadora hemos visto devaluarse cada vez más nuestro salario, teniendo que endeudarnos para poder vivir dignamente. Al tiempo que no obtuvimos ningún tipo de respuesta a las demandas del movimiento feminista sino que más bien sufrimos serios retrocesos en materia de desguace de políticas públicas orientadas a la erradicación de las violencias, a la Educación Sexual Integral y el acceso a las Interrupciones Legales de Embarazos (ILEs). Las cifras de femicidios y transfemicidios son alarmantes y sigue habiendo abortos en la clandestinidad que ponen en riesgo la vida de las personas con capacidad de gestar, mientras se obliga a niñas a asumirse como madres, como vimos en Tucumán. A su vez, hemos visto incrementarse el odio a la diversidad sexual expresado en ámbitos públicos y avalado por diferentes vías institucionales, de gubernamentales a judiciales.

Por todo esto, como parte del campo popular, durante los cuatro años de macrismo, desde Marabunta en Poder Popular fuimos parte de los movimientos que resistimos en las calles, bregando por construir marcos de unidad que se propusieran enfrentar genuina y tenazmente cada intento del gobierno de avanzar por sobre nuestros derechos, así como de las burocracias que desde diferentes sectores se negaban a oponer una real y necesaria resistencia al saqueo. Fuimos y somos parte de quienes nos organizamos frente a las políticas que profundizaron las desigualdades que genera el capitalismo y el patriarcado, haciendo más ricxs a lxs ricxs y más pobres a quienes dependemos de un salario para vivir.

Tenemos la convicción de que si hay un sector importante del pueblo que decidió votar por otro proyecto, fue en parte gracias a esas luchas que dimos en las calles, en nuestros barrios y en nuestros lugares de trabajo y estudio, poniendo en tensión la “paz social” que desde amplios sectores burocráticos de la oposición y desde el mismo PJ hoy gobernante se propusieron conceder al gobierno de Cambiemos.
El descontento expresado en las urnas y más allá de ellas, es sin lugar a dudas fruto de 4 años de trabajo contracultural, de información contrahegemónica y luchas callejeras que marcaron condicionamientos a la legitimidad que desde el macrismo intentaron construir para sostenerse como dirigentes del poder político institucional.

En ese ámbito Mauricio Macri es el primer presidente de la historia local que pierde una reelección. Con el macrismo fuera del ejecutivo, el capital financiero internacional, lxs dueñxs de fábricas y distribuidoras de alimentos y energía, así como la gran burguesía de los agronegocios, amasadores de ganancias récord durantes estos años e históricxs verdugos de lxs trabajadorxs en estas latitudes, salen de la comodidad y vuelven a una posición defensiva, aunque demostrando capacidad de influencia en las políticas del nuevo gobierno.

También somos conscientes de que el gobierno de Alberto y Cristina Fernández inició su gestión con una serie de medidas que pueden despertar expectativas en crecientes sectores de nuestro pueblo que anhelan un cambio drástico en las políticas públicas de corte abiertamente neoliberal. Nos parece fundamental ir arrancando medidas y decisiones que en materia de políticas públicas tenga efectos progresivos en las condiciones de vida de nuestra clase. Pero ello no puede distraer nuestra atención de los límites estructurales del modelo de sustentación de esta nueva etapa, tal como lo demuestran las tempranas concesiones al resguardo de las ganancias de las empresas petroleras (contempladas en la “Ley de solidaridad social y reactivación productiva” que disminuye las retenciones a las exportaciones de hidrocarburos de 12 % al 8 %), el impulso a la extracción de petróleo y gas no convencional en el yacimiento de Vaca Muerta en Neuquén, el desconocimiento por parte del gobierno de la enorme diferencia entre la disparada de precios de los combustibles en la Argentina y la suba del barril de petróleo a nivel internacional (que fue sólo de 15 % en todo 2019 mientras el incremento de los combustibles acumulado en 2019 en Argentina fue del orden del 41 %), la suspensión de los aumentos de la movilidad jubilatoria mientras se considera un “privilegio” ser jubilado con $20.000 mensuales, entre otras definiciones.

Sabemos que el gobierno del Frente de Todxs encuentra en amplios sectores de nuestro pueblo fuertes esperanzas de cambio luego de cuatro años de gobierno de Cambiemos y vemos que esas expectativas son en muchos casos genuinas. Nuestra intención es la de sostener fecundos diálogos con todos los sectores que asuman con sentido crítico el momento histórico que estamos atravesando: aquellxs que renuncien a ser simples entregadorxs seriales de consensos a una fórmula política que contiene en su ADN no sólo al extractivismo sojero, minero y petrolero y el pago de una deuda fraudulenta e ilegítima, sino también a asesinxs de luchadorxs populares como Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. Por eso, y sin desconocer el ánimo esperanzador que se traduce en varixs compañerxs, entendemos que es momento de poner blanco sobre negro en vistas a un proyecto político que se ha pronunciado desde el arranque por la entrega de territorios, el saqueo de bienes comunes y el pago al FMI.

Por eso, consideramos oportuno preguntarnos: ¿Dónde estuvieron estos cuatro años gran parte de esos sindicatos que fueron parte de los festejos en la Plaza de Mayo por la asunción de Fernández-Fernández? ¿Qué unidad construyeron estos años quienes hoy hablan de la necesidad de unificar al movimiento obrero para ser uniformemente obedientes al nuevo bloque en el poder? Entendemos que el Frente de Todxs no se constituye como un bloque monolítico en el poder sino que se trata de un espacio político donde conviven diversos grupos y tendencias en tensión, algunas de las cuales han sabido plantear durante los últimos años su oposición al quietismo político de las cúpulas que con extrema pereza concedían a regañadientes salir eventualmente a las calles. Ello nos permitió movilizar con estas fuerzas contra algunas de las reformas antipopulares del macrismo, como las contundentes movilizaciones contra el 2×1 a los genocidas de la última dictadura, contra la reforma previsional de diciembre de 2017 o contra el ajuste en la educación. Identificamos a su vez en este entramado de fuerzas, sectores que apuestan por el aborto legal y otros eclesiásticos que colaboran con su negacionismo en el recrudecimiento de la violencia patriarcal antiderechos. Sectores que se han organizado contra la megaminería y el agronegocio, y sectores que pretenden negocios con nuestras vidas.

Pero reconocer estos gestos no puede impedirnos identificar el carácter estructural de la concesión a la gobernabilidad neoliberal que se ejerció desde la dirigencia del PJ y gran parte de las fuerzas sociales que lo sustentan, que se traduce hoy en la figura de un espurio “pacto social” que sólo apunta a la “solidaridad” de jubiladxs y trabajadorxs en general para con los capitales buitre y el pago de la deuda ilegítima contraída para la fuga de capitales.

Es por ello que sin dejar de reconocer las tensiones que atraviesan al Frente de Todxs ni de saludar aquellas medidas que consideremos que contribuyan a conquistar mejores condiciones de vida para lxs trabajadorxs, no ahorraremos esfuerzos en construir alternativas de poder propias de lxs trabajadorxs y del conjunto de lxs oprimidxs; al mismo tiempo que señalaremos los condicionantes estructurales de un modelo productivo que, tal y como está planteado, se centra en garantizar el pago de una deuda en buena parte ilegal y odiosa, a base de continuar el ajuste fiscal en sus principales orientaciones (casi nulos subsidios, baja del salario real de estatales, precarización de trabajadorxs no registradxs, entre otros) y la explotación de los bienes comunes de la mano del extractivismo petrolero, el fracking, la mega minería y el agronegocio sojero. Y ello sin tocar un centímetro el poder de las entidades financieras que, a lo largo de los gobiernos del kirchnerismo y del macrismo, han visto crecer estrepitosamente sus ganancias en detrimento de las condiciones de vida de las mayorías. Todo ello demostrado en la primer gran apuesta del gobierno del Frente de Todos: la Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva.

Insistimos en la pregunta de cuál será el rol de los sectores organizados de la clase trabajadora a la hora de enfrentar las consecuencias de un modelo injusto y escasamente modificado. Mientras miles de trabajadorxs perdimos poder adquisitivo, la precarización laboral continuó afectándonos crecientemente y cientos de personas nos quedamos sin trabajo, muchos de esos sindicatos dieron la espalda a sus bases, brindándole gobernabilidad al ajuste, el saqueo y al endeudamiento más voraz a manos del imperialismo y fragmentando la resistencia. En gran medida son los mismos sectores que desde antes de asumir el nuevo gobierno plantearon que el plan era firmarle un cheque en blanco al presidente entrante, diluyendo toda posible esperanza de mantener algún tipo de independencia de los sindicatos, en tanto herramienta de lucha de lxs trabajadorxs, respecto de quienes nos gobiernan.

A contrapelo de ello, a lo largo de todo estos años y junto a otras organizaciones con las que venimos confluyendo en el ejercicio de la unidad, hemos venido planteando que es estratégico mantener las herramientas de organización de la clase trabajadora en absoluta independencia de cualquier gobierno, en tanto condición de base para poder emprender las luchas que necesitamos dar en la defensa de los derechos de nuestra clase. La simpatía política de ningún dirigente sindical debiera traducirse en la entrega de nuestras herramientas de lucha a los proyectos de poder de lxs de arriba, a riesgo de entregar con ello todas las conquistas que hemos sabido arrancarle a la historia.

Así, consideramos que desde los distintos sectores de organización de nuestra clase (sindicatos, centros de estudiantes, organizaciones piqueteras, centros culturales, asambleas ciudadanas, organizaciones feministas, etc.) tenemos una tarea política urgente: la de convencer y convencernos de que nuestro rol hoy no es el de ser aplaudidorxs seriales de una dirigencia política cuyo proyecto se enmarca en los límites de pagar una deuda ilegítima que no puede sino ir en contra de nuestros más simples anhelos como trabajadorxs; sino que nuestro rol es el de ser protagonistas de la construcción de una alternativa ecosocialista y feminista que nos devuelva la esperanza de que otro mundo no sólo es posible sino que es necesario y urge que nos comprometamos en su construcción.

Porque estamos atravesando una crisis civilizatoria que pone de relieve los límites del extractivismo que saquea territorios y comunidades y que emerge como base de sustentación del nuevo gobierno. Porque Macri nos deja una deuda con el FMI y acreedores privados por miles de millones de dólares. Para salir del endeudamiento, las políticas van a profundizar el modelo extractivista que destruye nuestros bienes comunes y empeora seriamente las condiciones de vida. Los dólares para pagar la deuda van a salir de los campos sembrados con soja, maíz y trigo transgénico, del petróleo del fracking y de la megaminería. No hay sustentablidad posible bajo los parámetros del extractivismo, tal como lo supo salir a decir sabiamente el pueblo de Mendoza y lo han hecho otros pueblos en los últimos años. Debemos oponernos con fuerza y radicalidad al modelo del agronegocio, la mega minería, el fracking, el extractivismo petrolero que entregan territorios y poblaciones enteras al capital concentrado global. Así como no hay futuro posible si no cuestionamos el pago de una deuda que, la paguemos más tarde o más temprano, ha sido asumida a espaldas de los intereses de nuestro pueblo y en beneficio de la fuga de capitales.

Tampoco podemos perder de vista las lecciones que el feminismo nos ha dado con fuerza en los últimos años: han sido las organizaciones populares y feministas las que han sabido dar respuesta a las situaciones de violencias que sufrimos mujeres, lesbianas, trans, travestis, bisexuales y no binaries a contramano del desguace de políticas públicas orientadas a las cuestiones de género y diversidad. Es por ello que debemos exigirle al estado que potencie, financie, y fomente las instancias con protagonismo popular que hemos levantado a pulmón en defensa de los derechos de las mujeres y las disidencias. No creemos que el anuncio con bombos y platillos de un Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad sea garantía de que nuestras demandas históricas sean escuchadas con el potencial que contienen los años que hemos llevado construyéndolas, por lo que deberemos abocarnos a defender lo construido por abajo y exigir al Estado políticas que potencien y no que se propongan destruir lo que con tanto esfuerzo hemos sostenido desde las organizaciones feministas (encuentros, talleres, escuelas populares, espacios de contención, socorrismo, etc).

Es momento de poner en pie una real alternativa ecosocialista y feminista que cuestione radicalmente los límites del modelo que se ha puesto en pie en esta nueva etapa y que contiene mucho de las viejas recetas de gobernabilidad capitalista, imperialista y colonial. Y para ello estaremos convocando a esxs compañerxs que aún guardan expectativas en relación al gobierno entrante a no abandonar las calles, a sostener debates con sentido crítico y a permanecer alertas. Estas tareas que nos proponemos para la etapa requieren sostener con la misma convicción y coherencia la construcción de órganos de poder popular donde prefiguremos la sociedad que anhelamos, poner en pie herramientas políticas unitarias que logren construir un proyecto político socialista y feminista, que trascienda las tareas coyunturales, así como habitar las calles con la fuerza de quienes estamos empecinadxs en luchar hasta vencer.

  • Suspensión del pago y auditoría de la deuda ilegítima, odiosa y fraudulenta. ¡La deuda es con el pueblo!
  • No al modelo extractivista. No a la megamineria, el fracking y el agronegocio. Defendamos la vida y nuestros bienes comunes.
  • Aumento de salarios, jubilaciones y planes acorde a la canasta básica y el costo de vida. Nuestra dignidad no se negocia.
  • No más precarización laboral: respeto a los convenios colectivos. Prohibición de despidos y suspensiones. Por el 82% móvil
  • Aborto Legal YA, sobre el proyecto original elaborado desde la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito
  • Cumplimiento del Cupo Laboral Trans en todas las dependencias estatales y privadas

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Corriente Social y Política Marabunta – 7 de enero de 2020

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